VIDA DE ELLEN G. WHITE
SUS AFIRMACIONES REFUTADAS

Dudley Marvin Canright

Capítulo 11 - Usaba su don para obtener dinero

Tomado de The Ellen White Research Project



No hay ningún ejemplo en la Biblia de que un profeta se aprovechara de su inspiración para enriquecerse. Los profetas de la Biblia generalmente trabajaban duro, poseían poco, y morían pobres. La Sra. White y su esposo comenzaron pobres. Dice ella: "Comenzamos nuestra obra sin un centavo." (Testimonies, tomo I, p. 75). Pero tan pronto se convirtieron en dirigentes, comercializaron su obra, y se las arreglaron para abastecerse bien. Pronto disfrutaron de abundancia, y usaron sus recursos para ellos mismos generosamente. Siempre tenían lo mejor de todo, y en abundancia. Por dondequiera que iban, requerían ser atendidos de la manera más servil. En una de las primeras reuniones en carpa al aire libre en Michigan, enviaron a su hijo Edson por el campo exclamando: "¿Quién tiene un pollo para mamá? Mamá quiere un pollo". La Sra. White se vestía ricamente, y generalmente tenía varios ayudantes para que la atendieran.

Cuando murió el pastor White, se dice que dejó entre $15,000 y $20,000. Aprovechó su posición para beneficiarse él y beneficiar a su familia financieramente, y ella lo ayudaba con sus revelaciones. Ella recibía un salario mayor que el que se le pagaba a la mayoría de los ministros de la denominación; recibía paga por todos los artículos enviados a las principales publicaciones de la denominación (mientras otros generalmente enviaban sus contribuciones gratuitamente); y además, recibía un ingreso grande y creciente por las regalías de todos sus libros. Por varios años antes de su muerte, a causa de la "peculiar posición" que ella ocupaba en la iglesia, se le pagaron unas regalías mayores que las que se les pagaban a otros autores en la denominación.

Consideremos un ejemplo de cómo ella usaba sus revelaciones para hacer dinero: En 1868, el pastor White tenía libros viejos por valor de varios miles de dólares, libros que eran propiedad muerta, porque no se vendían, y estaban quedándose anticuados. Se le ocurrió un plan para crear un "fondo de libros" para la distribución gratuita de libros y tratados. Usó este fondo para comprar los libros viejos suyos y los de su esposa. Cuando el dinero no llegaba con la suficiente rapidez, ella tenía una revelación de esta guisa:

"¿Por qué no envían nuestros hermanos más liberalmente las cantidades prometidas para el fondo de libros y tratados? ¿Y por qué no toman nuestros ministros esta obra en serio? No permaneceremos callados sobre este asunto. Nuestro pueblo estará a la altura de la obra. Los recursos vendrán. Y queremos decirles a los que son pobres y quieren libros que envíen sus pedidos. ... Les enviaremos un paquete conteniendo cuatro volúmenes de 'Spiritual Gifts', 'How to Live', 'Appeal to Youth', 'Appeal to Mothers', 'Sabbath Readings', y dos grandes gráficos, con una clave para su explicación,... y cargaremos al fondo cuatro dólares". (Testimonies, tomo I, p. 689).
Todos y cada uno de estos libros eran de su propiedad. El dinero llegó, y se lo embolsaron todo. Yo estuve allí, y lo sé.

La Sra. White tenía como veinte libros inspirados. Para venderlos, se han hecho todos los esfuerzos posibles a través de todos los canales. Ella constantemente urgía su venta con toda su inspirada autoridad. Oigámosla:

"El volumen del 'Espíritu de Profecía', y también los 'Testimonies', deberían ser adquiridos por cada familia observadora del sábado... Que se desgasten de tanto ser leídos por todos los vecinos... Convénzanlos para que compren copias de ellos... Luz tan preciosa que viene del trono de Dios está oculta en un bushel [medida para áridos]. Dios hará a su pueblo responsable de este descuido". (Testimonies, tomo IV, pp. 390, 391).
¡Vea cómo alaba sus propios libros! Así que, por supuesto, sus libros eran promocionados y vendidos en gran número, y como resultado, ella recibía grandes ganancias. En 1911, las regalías de sólo una de sus casas publicadoras (la que estaba situada en Washington, D. C.), sumaban más de $8,000, o sea más que las ganancias netas de la casa misma ese año. Sólo de un libro, recibió más de $4,000 en regalías, y de todos sus libros, más de $100,000. [Nota del editor: A los valores de 1998, esto equivale a muchos millones de dólares].

En su libro Past, Present, and Future, página 367, edición de 1909, su hijo, Edson White, acusa a la Sra. Eddy de "simonía" por haberse aprovechado de sus sistema para hacer dinero. La acusación se aplica igualmente a la Sra. White. Si una practicaba la simonía, también lo hacía la otra.

Sin embargo, la Sra. White misma no era buena administradora de negocios. Aconsejó a los hermanos a emprender varios proyectos comerciales que demostraron ser grandes fracasos financieros. En  junio 8, 1905, le escribió al pastor W. J. Fitzgerald, presidente de la East Pennsylvania Conference, a que "siguiera adelante"con la compra de cierto edificio en Filadelfia para un sanatorio; "recoja cada centavo que pueda". Y así lo hizo él. La institución  demostró ser un fracaso, finalmente fue cerrada, y el edificio fue vendido con una pérdida para la denominación de más de $60,000.

Más o menos por el mismo tiempo, ella dio instrucciones similares en relación con la compra de otro edificio para un sanatorio en Nashville, Tenn. Éste también fue un fracaso, y significó una pérdida de $30,000.

Poco después, por su consejo, la denominación se sumergió en una deuda de más de $400,000 en Loma Linda, Calif., aunque en 1901 ella les había dicho a sus seguidores que "evitaran incurrir en deudas como se evita la peste", y que "deberíamos evitar las deudas como evitamos la lepra". (Testimonies," tomo VI, pp. 211, 217). Sus contradictorias instrucciones causaron gran perplejidad a los dirigentes.

No mucho tiempo después de la muerte de su esposo, ella experimentó apuros económicos, a pesar de sus grandes ingresos. Por muchos años, mantuvo un séquito de sirvientes tan numeroso que los gastos de su familia eran enormes. Se dice que, cuando murió, estaba sumamente endeudada, aunque poseía una gran casa y un rancho en California, que probablemente valían $20,000 [Editor: Ese rancho probablemente valdría medio millón de dólares hoy día], además de las planchas y derechos de autor de sus numerosos libros, que valían muchos miles más. Para salvar su crédito, la Conferencia General asumió sus obligaciones.

La Sra. White dio instrucciones muy explícitas acerca del deber de las casas publicadoras de pagar regalías a los autores. (Véase Testimonies, tomo V, pp. 563-566). Sin embargo, contrario a sus claras instrucciones, los dirigentes denominacionales planean suspender por completo, hasta donde sea posible, el pago de regalías. El ejemplo que ella dio en relación con este asunto parece haberlos puesto en contra de este pago, y les llevó a hacer caso omiso tanto de sus claras instrucciones como de los derechos de los autores.


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