VIDA DE ELLEN G. WHITE
SUS AFIRMACIONES REFUTADAS
Dudley Marvin Canright
Capítulo 19 - El vestido
reformado
Tomado de The
Ellen White Research Project
Un vestido corto con pantalones
Uno de los errores más manifiestos que la Sra.
White cometió fue acerca de lo que ella llamó "El vestido
reformado". Poco antes de la Guerra Civil de 1861-1865, algunas mujeres
usaban y abogaban por un vestido de refoma acortado - como a media distancia
de las rodillas. Con esto llevaban una especie de pantalones amplios sobre
sus miembros inferiores debajo del vestido. Algunas hermanas Adventistas
lo preferían por conveniente y saludable, pero la Sra. White lo
condenaba, y con buena razón, como sigue:
"Dios no quiere que su pueblo adopte el así
llamado vestido reformado. Es atuendo inmodesto, enteramente inadecuado
para las modestas y humildes seguidoras de Cristo... Para las que se sientan
llamadas a unirse al movimiento en favor de los derechos de la mujer y
el así llamado vestido reformado sería como cortar toda conexión
con el mensaje del tercer ángel... Si adoptan esta indumentaria,
su influencia habrá muerto... Ellas [las hermanas] destruirían
su influencia y la de sus esposos. Se convertirían en comidilla
y hazmerreír... Dios no quiere que adoptemos un rumbo que disminuya
o destruya nuestra influencia con el mundo". (Testimonies for the Church,
tomo I, pp. 421, 422).
Nótese que ella pone a Dios como autoridad aquí.
"Dios no quiere que su pueblo adopte el así llamado vestido reformado".
Así pensaba Dios en esa fecha. Nuevamente, ella dice:
"Si las mujeres quisieran llevar sus vestidos
de manera que no tocaran la suciedad de la calle por una pulgada o dos,
sus vestidos serían modestos, podrían mantenerse limpios
mucho más fácilmente, y durarían más. Un vestido
así concordaría con nuestra fe". (p. 424).
Nótese el largo del vestido - "para que no toque la
suciedad de la calle por una pulgada o dos".
Recordemos esto. Una vez más, dice:
"Los cristianos no deberían hacer grandes
esfuerzos para convertirse en blanco de las miradas vistiéndose
de manera diferente que el mundo". (p. 458).
Recordemos esto también.
Esto ocurría en 1863, y era claro y enfático.
Pero un año más tarde, en septiembre de 1864, el pastor y
la Sra. White pasaron tres semanas en la clínica del Dr. Jackson
en Dansville, N. Y. Ambos se sintieron cautivados por la nueva "reforma
pro-salud" que se enseñaba allí. El pastor White escribió
un lisonjero relato acerca de la institución y este sistema para
el cuidado de la salud.
La Srta. Austin, uno de los médicos allí,
usaba un "Vestido reformado", con pantalones parecidos a los de los hombres,
debajo del vestido. Ligeramente modificado, era el mismo vestido que la
Sra. White había condenado sólo un año antes. Pero
tanto ella como su esposo ahora se sintieron cautivados por él.
Inmediatamente, lo adoptó ella misma, y comenzó a escribirles
revelaciones y testimonios a las hermanas, diciendo que Dios ahora quería
que lo usaran. Se verá que, después de su visita con la Srta.
Austin, "el Señor" cambió de opinión sobre la cuestión
del vestido, porque ella dice:
"Dios ahora quiere que su pueblo adopte el vestido
reformado, no sólo para que se distinga del mundo como su pueblo
especial, sino porque una reforma en el vestido es esencial para la salud
física y mental". (p. 525).
Nuevamente aquí, ella pone a Dios como su autoridad
para el nuevo rumbo en el vestido. Este vestido habría de ser adoptado
por las hermanas, no sólo por razones de salud, sino para distinguirse
del mundo como el pueblo especial de Dios. Ella cita a Núm. 15:38-41,
donde Dios instruye a los israelitas para que llevaran un "cordón
de azul" en su ropa para distinguirse de otras naciones. Así que
ahora las mujeres Adventistas debían ponerse el vestido reformado
para distinguirse del mundo. Pero esto era exactamente lo que ella había
condenado anteriormente. Y ahora también da el largo exacto del
vestido. Dice así: "Diría que nueve pulgadas coincide
con mi idea del asunto como lo logro expresar en pulgadas". (p. 521). Pero
en su testimonio antes de visitar a la Srta. Austin, había dicho
expresamente "una pulgada o dos" sobre el nivel de la calle; pero
ahora son "nueve" pulgadas. Mídanse nueve pulgadas desde
el suelo arriba, y se llegará más o menos a media distancia
hacia la rodilla de una mujer de estatura corriente. Así llevaba
la Srta. Austin su vestido.
La Sra. White hizo que le confeccionaran patrones en papel
del vestido, el saco, y los pantalones. Los anunciaba en el Review,
los llevaba con ella dondequiera que iba, y ¡los vendía a
un dólar cada uno! Así se embolsó una bonita suma
de dinero fácil. Animaba vigorosamente a todas las hermanas para
que obtuvieran de ella estos patrones. Dice ella:
"Tendré patrones preparados para llevarlos
conmigo mientras viajo, listos para entregárselos a nuestras hermanas
que encuentre, o enviarlos por correo a todas las que los pidan. Nuestra
dirección aparecerá en el Review... Los vestidos viejos
pueden ser cortados sobre un patrón correcto... Les ruego, hermanas,
que no creen sus patrones según sus propias ideas particulares".
(p. 522).
¡El único patrón correcto era el suyo,
el que ella anunciaba en el periódico de la iglesia, que llevaba
con ella dondequeira que iba, hecho de papel barato, y les entregaba a
las hermanas por sólo un dólar cada uno! Yo estaba allí,
y ese dólar era el precio. Más de una pobre hermana que apenas
podía darse ese lujo, pagó el dólar, y se puso los
pantalones.
Yo me casé con una joven hermana de diecinueve
años de edad en Battle Creek en 1867. Fue en la parte culminante
de esta chifladura del vestido corto. Por supuesto, como esposa de un ministro,
ella de mala gana se ponía el vestido y lo usó por ocho años.
Así que yo lo sé todo acerca de él. Era vergonzoso,
y hacía el ridículo por todas partes. En la calle, la gente
se detenía, se le quedaba mirando, y se mofaba. He visto grupos
de muchachos seguirla, burlándose, hasta que ella entraba en una
tienda para ocultarse de ellos. Ambos estábamos avergonzados del
asunto; pero la profeta de Dios decía que era Su voluntad, ¡y
nosotros debíamos llevar la cruz! Ésta es la advertencia
de la Sra. White:
"He cumplido con mi deber; he entregado mi testimonio,
y los que me han escuchado y han leído lo que escribí, deben
llevar la responsabilidad de recibir o rechazar la luz que ha sido dada.
Si eligen aventurarse a ser oyentes olvidadizos, y no hacedores de la obra,
corren su propio riesgo, y Dios les pedirá cuenta". (p. 523).
La cuestión era clara. ¡Compre un patrón,
corte su vestido, póngase los pantalones, hágase peculiar,
o rechace la luz, y enfréntese al desagrado de Dios! Así,
la mayoría de las fieles se puso el vestido. Pero fue un fracaso.
Los pantalones daban calor en verano, y en invierno los
tobillos se mojaban con la nieve. Los esposos se enojaban, los hermanos
no querían salir con sus hermanas, y los forasteros se reían
burlonamente y las llamaban estrafalarias. Las muchachas que usaban este
vestido en la escuela eran evitadas y ridiculizadas. Pero, por ocho años,
la Sra. White lo usó y animó a las hermanas a usarlo. A menudo,
me sentaba a su escritorio con ella cuando escribía y predicaba
acerca de él como un deber cristiano. Si Dios alguna vez le dio
una revelación acerca de algo, fue sobre eso, porque así
lo decía ella con énfasis una y otra vez. Pero al final vio
que era un error y un fracaso. Así que se fue a California y calladamente
se deshizo de él, y nunca más se lo puso. Por supuesto, fue
acosada con solicitudes para una explicación, pero ella simplemente
rehusó dar ninguna. Dijo que ella había dado la luz, y que
los demás podían obedecerla o rechazarla. ¡Eso fue
todo! El hecho era que ella había sido descaminada por la Srta.
Austin, y no se atrevía a reconocerlo, porque había dicho
que era luz del cielo, y había hecho a Dios responsable de todo
el asunto.
En vez de asumir la responsabilidad de haber descaminado
a la denominación entera acerca del tema, como debería haberlo
hecho, echó toda la responsabilidad sobre Dios, y culpó a
las hermanas de haber abandonado la vergonzosa y desagradable costumbre,
y de haber hecho necesario que ella introdujera "otro estilo menos objetable".
Esto es lo que escribió en 1875:
"Como nuestras hermanas en general no quisieron
aceptar el vestido reformado como debería haber sido usado, ahora
se les presenta otro estilo menos objetable". (Testimonies, tomo
IV, p. 640).
Esta es la dirección que ella tomó al eludir
y evitar la responsabilidad de una costumbre objetable que ella misma había
introducido y que trató de imponer sobre su propio pueblo como deber
cristiano.
Pero, si otros desobedecieron a Dios al quitarse este
vestido reformado, ella también. Cuando mi esposa se deshizo del
vestido, dio un gran suspiro de alivio, y m dijo cuánto le había
desagradado. Nadie en la denominación lo usa ahora, aunque allí
está en los "testimonios inspirados" como la palabra y la voluntad
de Dios. Ésta es sólo otra ilustración del hecho de
que, en sus revelaciones, la Sra. White simplemente se dejaba llevar por
alguna otra persona, y naturalmente se sentía inclinada, y otros
influían fácilmente sobre ella, para que asumiera posiciones
fanáticas y extremas, y las defendiera como revelaciones directas
de Dios.
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