VIDA DE ELLEN G. WHITE
SUS AFIRMACIONES REFUTADAS
Dudley Marvin Canright
Capítulo 4 - Breve bosquejo
de su vida
Tomado de The
Ellen White Research Project
Ellen G. White nació en Gorham, Maine, el 26 de
noviembre de 1827. Su apellido de soltera era Harmon. Cuando era niña,
sus padres se mudaron a Portland, Maine.
En sus Testimonios para la Iglesia, (tomo 1, pp. 9-58),
la Sra. White hace un largo relato de su niñez, juventud, conversión,
y aceptación del Adventismo bajo las enseñanzas de William
Miller. Sus padres y toda su familia eran metodistas de lo más celosos,
hasta que fueron desfraternizados por su fuerte adhesión a las doctrinas
de Miller que fijaban fecha para la venida de Jesús.
Cuando tenía sólo nueve años de edad,
y, como dice la Sra. White, habiéndose enojado "por alguna cosa
trivial," una estudiante, corriendo tras ella, le lanzó una piedra
y le rompió la nariz. El golpe fue tan severo que casi la mata.
Quedó desfigurada de por vida. Permaneció inconsciente por
tres semanas, y no se esperaba que viviera. (p. 10). Cuando comenzó
a recuperarse y vio cuán desfigurada estaba, quiso morir. Se volvió
melancólica, y evitaba toda compañía. Ella dice: "Mi
sistema nervioso estaba postrado". (p. 13).
Después de un tiempo, trató de asistir a
la escuela nuevamente, pero tuvo que desistir, pues no podía estudiar.
Así que su educación escolar nunca pasó de aprender
a leer y a escribir un poquito. (p. 13).
En 1840, a la edad de trece años, oyó a
William Miller predicar que el fin del mundo ocurriría en 1843.
Se asustó terriblemente, y pensó que se perdería.
(p. 15). Regresó a casa y pasó casi toda la noche en oración
y llorando. (p. 16).
Continuó en esta situación desesperada por
meses. (p. 16). Luego, en una reunión al aire libre de los Metodistas,
tuvo una maravillosa conversión. (p. 18). Allí vio a muchos
caer inconscientes con el "poder," como era común que sucediera
en aquellos días. Sus padres estaban con ella allí, y sentían
plena simpatía por estos sucesos.
Nuevamente, en 1842, oyó a Miller demostrar que
Cristo vendría en el corto espacio de un año. Nuevamente
se asustó terriblemente. Dice ella: "La condenación sonaba
en mis oídos día y noche". (p. 23). "Temía perder
la razón". (p. 25). "El desaliento me sobrecogió". "Con frecuencia
permanecía en oración toda la noche, gimiendo y temblando
con angustia indescriptible". (p. 26).
Esto indica su estado mental. En sueños, fue al
cielo y se encontró con Jesús, y se sintió aliviada.
(p. 28). Luego asistió a una reunión de oración y
cayó inconsciente, y permaneció en este estado toda la noche.
(p. 31). Esto se repetía a menudo. Ella trata de dar la impresión
de que sus experiencias eran la obra del Espíritu de Dios. Pero,
¿lo eran? No. Eran simplemente el resultado de su condición
física y mental, producida por las emociones religiosas de las que
desafortunadamente estaba rodeada. Las alarmantes predicciones de Miller
por poco desequilibran su mente histérica en su débil cuerpo.
Más tarde, ella misma confiesa esto. Dice así:
"Si la verdad me hubiese sido presentada como ahora la entiendo, se me
habría ahorrado mucha perplejidad y tristeza". (p. 25). Ella simplemente
tenía un concepto errado de Dios y la sencillez del evangelio. Ese
concepto equivocado nunca la abandonó por completo. La idea de un
Dios severo y de un severo servicio a Él está presente en
todos sus escritos. Esto muestra cuán completamente estaba ella
influída por sus asociados y la atmósfera espiritual que
la rodeaba. En vez del Espíritu de Dios controlar su mente durante
toda su vida como ella suponía, era su propio espíritu influído
por las mentes sobresalientes alrededor de ella. Las siguientes páginas
demostrarán esto.
Ahora note la diferencia en la conversión de su
esposo, el pastor James White. El relato entero de ella lo hace él
mismo en sólo catorce palabras. En Life Sketches, (p. 15), él
dice: "A la edad de quince años, fui bautizado e ingresé
a la Iglesia Cristiana". Esto es todo lo que dice. Su padre había
sido diácono Bautista, luego miembro de la Iglesia Cristiana. Ni
sus padres, ni su iglesia, ni sus asociados estaban tan acostumbrados a
tan extremas experiencias religiosas como las de Ellen Harmon. Pero, ¿no
fue la conversión de él tan genuina como la de ella? Ella
nunca lo puso en duda.
Desde 1840 hasta 1844, desde los trece hasta los diecisiete
años, esta muchachita débilucha, enfermiza, sin educación,
impresionable, y anormalmente religiosa y excitable, cayó bajo la
influencia de las conferencias de Miller, que decía que el fin del
mundo ocurriría primero en 1843 y luego en 1844. Hacia el final,
ella asistía a estas emocionantes reuniones casi constantemente,
y creía sin vacilar todo lo que Miller predicaba. Ella dice: "Creí
las solemnes palabras pronunciadas por el siervo de Dios". (p. 22). El
efecto sobre su mente joven, débil, imaginativa, y desequilibrada
fue terrible. Dijo ella: "Me pareció que mi condenación estaba
decidida". (p. 28). Sus padres y toda la familia aceptó las teorías
de Miller, que causaron su separación de la Iglesia Metodista.
La predicción de Miller de que el fin vendría
el 22 de octubre de 1844 estaba basada en una larga hilera de dudosas cifras
cronológicas que se extendían dos mil trescientos años
hacia atrás. Estas cifras eran disputadas por capaces eruditos.
Ahora, ¿qué sabía aquella muchacha sin educación
acerca de estas antiguas fechas cronológicas? Absolutamente nada.
Ella simplemente creía las fuertes y categóricas afirmaciones
de Miller, sin saber si eran dignas de confianza o no.
Lo mismo ocurría con la gran masa de los que aceptaban
las predicaciones de Miller. En realidad, muy pocos eran personas
con educación o capacidad. Eran personas que podían ser fácilmente
conmovidas por meras afirmaciones y emociones. De estos los había
en abundancia.
Ellen se había dejado llevar hasta tal punto por
estas afirmaciones categóricas que por días permaneció
sentada y sostenida por almohadas en su cama , trabajando para ganarse
unos pocos centavos para poder comprar tratados Adventistas que pudiera
regalar. (p. 38). Cuando pudo levantarse, salió a advertir a sus
jóvenes amigas. Ella dice que "pasé varias noches" de esta
manera.
Luego ella cuenta cómo varias personas caían
sin fuerzas al suelo durante emotivas reuniones. (p. 47). Los niños
eran afectados de la misma manera. Los predicadores Adventistas experimentaban
lo mismo. (p. 49). Por días antes de que se fijara una fecha específica
para la venida, se dejaron a un lado los negocios y constantemente se celebraban
emotivas reuniones. (p. 51).
Ellen y sus padres aceptaban todo esto sin hacer preguntas,
como el poder de Dios, como la obra del Espíritu Santo que testimoniaba
la verdad de lo que Miller enseñaba. Pero, ¿lo era? No. Las
personas sinceras verán que se trataba simplemente de los sentimientos
sobreexcitados de ellos. Eso era todo.
Grande fue el desencanto de ellos. Luego vinieron confusión,
divisiones, y el más delirante fanatismo - sueños, trances,
visiones, el hablar en lenguas, afirmaciones de poseer dones proféticos,
y así por el estilo. En la edición de Present Truth
de mayo de 1850, el pastor White dice: "En la Conferencia de Albany de
la primavera de 1845, J. V. Himes dijo que el movimiento del séptimo
mes produjo un mesmerismo de siete pies de profundidad". Después
de Miller, el pastor Himes era el más fuerte en esa obra. Cuando
el movimiento llegó a su fin, esa fue su estimación del espíritu
que inspiraba a la gente. Y tenía razón. Era inevitable que
éste fuera el resultado con una clase de personas así, que
esperaban un terrible suceso como éste en un día específico.
Miller, Himes, Litch, y todos los dirigentes de esa obra,
pronto confesaron que había sido un error. Pero el pastor White,
Bates, Holt, Andrews, y Ellen Harmon (la Sra. White) siguieron sosteniendo
que la obra era correcta - el gran poder de Dios. Los seguidores de éstos
últimos todavía defienden su obra, afirmando que es de Dios.
La Sra. White, en todas sus visiones y revelaciones, vuelve sobre ella
una y otra vez como la especial providencia de Dios, el poder del Espíritu
Santo. Con ella y con su pueblo, es como salir de Egipto, el cruce del
Mar Rojo, la columna de fuego por la noche, la nube por el día,
la voz de Dios desde Sinaí, el fundamento del mayor mensaje que
Dios jamás enviara a los hombres, ¡la última prueba
de todos los tiempos!
Pero, ¿era este mensaje de Dios? Con toda certeza,
no. Hechos abundantes lo prueban. Era simplemente la obra de hombres falibles
erróneamente guiados por su celo, sin conocimiento. Al fijar el
tiempo exacto, y establecer un día específico para la venida
de Cristo, contradecían las más claras advertencias que jamás
hiciera Jesús, una y otra vez. Jesús dijo: "Pero del día
y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo
mi Padre". (Mat. 24:36). "No os toca a vosotros saber los tiempos o las
sazones, que el Padre puso en su sola potestad". (Hech. 1:7). Todo esto
fue hecho a un lado. No sabían ni el momento ni el día. Todos
los que estaban de acuerdo con ellos serían rechazados por Dios
y se perderían. Y ese espíritu ha seguido a su obra más
o menos desde entonces. Recibieron con creces lo que con creces se merecían
por haber desestimado tan ciegamente la palabra de Dios. Experimentaron
un amargo chasco, y tuvieron que soportar las burlas de aquéllos
a quienes habían condenado a la destrucción por no estar
de acuerdo con ellos.
Ahora oigamos al Señor condenar una obra así:
"Cuando un profeta hablare en el nombre del Señor, y no se cumpliere
lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová no ha hablado;
con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de
él". (Deut. 18:22).
Esto es exactamente lo que los Adventistas hicieron en
1843, y luego en 1844. Hablaron en nombre del Señor, y no aconteció.
Así pues, no tengáis temor de ellos.
Los Adventistas del Séptimo Día ahora condenan
a los que en la actualidad tratan de calcular con exactitud el momento
en que vendrá el Señor. El Advent Review de marzo
2, 1916 dice: "Satanás quiere hacernos creer que en realidad podemos
calcular la proximidad del regreso del Señor; que manipulando cifras
y computando estadísticas podemos establecer hasta dónde
se ha extendido el último evangelio, y hasta qué punto Israel
ha dado la talla".
Aquí el Review condena precisamente lo que
Miller hizo en 1844. Dice que ésta es la obra de Satanás.
Entonces, ¿no era su obra en aquel entonces?
En un artículo titulado "A False Prophet Exposed"
[Un Falso Profeta Revelado], publicado en su periódico en inglés,
Present
Truth, de febrero 4, 1915, dicen:
"Si hay una característica por sobre todas
las demás que distingue a un falso profeta, es la práctica
antibíblica de fijar un tiempo definido para el regreso del Señor".
Esto se dijo para condenar al "pastor" C. T. Russell, quien
fijó el tiempo para "el fin de los tiempos de los gentiles" diciendo
que ocurriría en 1914. Pero, si era incorrecto fijar tiempo para
1914, ¿por qué no era incorrecto fijarlo para 1844, sesenta
años antes? Si era "antibíblico" en un caso, ¿por
qué no lo era en el otro?
Aunque tuvieron su origen en este error, ahora los Adventistas
del Séptimo Día condenan el fijamiento de fechas, como ya
se dijo. Refiriéndose a las palabras de Jesús en Mat. 24:36,
Mar. 13:33, y Hech 1:7, dicen:
"A pesar de estas palabras, de tiempo en tiempo
algunas personas han establecido fechas para la venida de Jesús.
Este fijar fechas a menudo conduce al fanatismo, y cuando la fecha pasa,
las almas de los fijadores de fechas quedan expuestas a que se apoderen
de ellas el desaliento y un completo escepticismo". (Review and Herald,
junio 7, 1917).
Una y otra vez, se ha demostrado que esto es absolutamente
cierto. Si una sola oración se hubiese añadido a esta declaración,
habría estado completa, y habría quedado así: "Como
ilustración de uno de los peores casos de fijamiento de fechas,
vea la que fue fijada por los Adventistas, octubre 22, 1844, y el terrible
fanatismo y la ruina que la siguieron".
Si el haber fijado un tiempo específico prueba
que Russell y otros eran falsos profetas, ¿por qué no prueba
que William Miller, Joseph Bates, y la Sra. White son falsos profetas también?
Los Adventistas del Séptimo Día no pueden consistentemente
condenar esta práctica en otros sin condenarse ellos mismos, porque
ellos también han sido culpables de ello, como mostramos en el capítulo
sobre "La Puerta Cerrada".
En diciembre de 1844, sólo dos meses después
de ese fracaso, la Sra. White comenzó a tener "visiones". En la
primera, ella dice: "Dios me ha mostrado en visión santa", etc.
Ella buscaba al pueblo Adventista, pero no pudo verlo. Se le dijo que mirara
más arriba. Allí, bien arriba y por encima del mundo, los
vio en un alto sendero que conducía a la ciudad. Había una
luz gloriosa detrás de ellos. Era la advertencia Millerista de dos
meses antes. Los que negaban esa obra caían fuera del sendero, a
reunirse con "todo el perverso mundo que Dios había rechazado".
(A Word to the Little Flock, p. 14). Negar que Dios había estado
en esa obra fijadora de fechas en 1844 significaba estar perdido. En consecuencia,
ella dice: "Como las iglesias rehusaron recibir el mensaje del primer
ángel [la obra de Miller], rechazaron la luz del cielo y
cayeron del favor de Dios". (Early Writings [Primeros Escritos],
p. 101).
Tratando de excusar el fracaso de los Adventistas en 1843,
dice ella: "He visto que la gráfica de 1843 fue dirigida por la
mano del Señor, y que no debería ser alterada; que las cifras
eran como el Señor las quería; que su mano ocultaba y cubría
un error en algunas de las cifras". (Early Writings, p. 74).
Aquí ella tiene la presunción de arrojar
sobre el Dios Todopoderoso la responsabilidad por el error garrafal y el
fracaso de 1843. ¿No es esto acusar a Dios de tonto? Y esto para
excusar su propia estupidez.
Nuevamente, ella dice: "El movimiento Adventista de
1840-1844 fue una gloriosa manifestación del poder de Dios".(The
Great Controversy, tomo 4, p. 429).
Así que a Dios se le hace responsable de todos
los fracasos de ellos al fijar fechas, tanto en 1843 como en 1844.
Aquí las visiones de esta muchacha fueron añadidas
al movimiento Adventista de 1844. Después de esto, ella tuvo visiones
casi diariamente, o por lo menos cada semana más o menos. Generalmente,
el pueblo Adventista las consideraba como alucinaciones de su propia mente,
causadas por la débil condición de su cuerpo y la excitación
que la rodeaba. Algunas de sus mejores amigas consideraban sus visiones
así. El mismo pastor White, en A Word to the Little Flock (p.
22), publicado en 1847, cita a una de las amigas de ella, que estaba familiarizada
con sus experiencias. Este hermano dice:
"No puedo respaldar las visiones de la hermana
Ellen como de inspiración divina, como usted y ella creen que lo
son; y sin embargo, no sospecho la más mínima sombra de deshonestidad
de parte de ninguno de ustedes dos en este asunto. Puedo, quizás,
expresar a Ud. mi creencia sobre el asunto sin perjuicio - sin duda, resultará
para bien o para Ud. o para mí. Al mismo tiempo, admito la posibilidad
de que yo esté equivocado. Creo que lo que ella y Ud. consideran
visiones del Señor son sólo divagaciones religiosas, en las
cuales su imaginación corre sin control sobre temas en los cuales
ella está profundamente interesada. Mientras está así
absorta en estas divagaciones, permanece ajena a todo lo que la rodea.
Las divagaciones son de dos clases, pecaminosas y religiosas. Las de ella
son de esta última clase... La religión es el tema de ella,
y sus divagaciones son religiosas. En todo caso, los sentimientos,
en su mayor parte, son obtenidos de enseñanzas previas, o el estudio.
De ninguna manera creo que sus visiones son del diablo".
El pastor Bates dice que su primera impresión de las
visiones fue que eran sólo "el resultado de haber estado su cuerpo
en un estado debilitado por largo tiempo". (la misma obra, p. 21).
Estas afirmaciones expresan exactamente la deliberada
opinión del autor en relación con las llamadas visiones de
la Sra. White. Después de haberla conocido bien por muchos años,
quedé satisfecho de que esta era la verdadera explicación
de sus supuestas revelaciones. He conocido personalmente a otras hermanas
Adventistas del Séptimo Día que tenían visiones similares
a las de la Sra. White. Todas eran cristianas muy devotas, sinceras más
allá de toda duda, pero descarriadas y fanáticas. No siendo
alentadas en sus supuestos "dones," sus visiones cesaron después
de un tiempo.
Desde la muerte de la Sra. White, una hermana Adventista
del Séptimo Día de los Ángeles, Calif., ha estado
teniendo visiones similares a las de la Sra. White. Tiene un considerable
número de seguidores, que aceptan sus visiones como de Dios. Pero
los dirigentes de la conferencia las denuncian como espurias. Otra hermana,
de Washington, D. C., tiene visiones, y afirma que es la sucesora de la
Sra. White.
Por bastante tiempo, la Sra. White misma dudó
de la legitimidad de sus propias visiones. Ella dice: "Algunas veces me
sentí tentada a dudar de mi propia experiencia." (Early Writings",
p. 18.). Luego, años más tarde, después de haber tenido
una larga experiencia con sus propias visiones, dice ella: "He despertado
a mi esposo en la noche, diciendo: 'Temo convertirme en una infiel". (Testimonies,
tomo 1, p. 597). ¿Habló alguna vez así algún
profeta bíblico, algún verdadero profeta de Dios? Si ella
estaba realmente segura de que sus visiones eran de Dios, no podría
haber habido ocasión para su temor de llegar a convertirse en una
infiel. Esta confesión muestra que ella misma no estaba segura de
que sus visiones fueran de Dios. Nótese aquí cómo
ella se vuelve a su esposo, que tenía una mente más fuerte,
para que le ayudara a salir de sus dudas. Si no hubiese sido por el consistente
estímulo de él, ella, como otros, con toda probabilidad habría
renunciado a sus visiones. Que por años ella sufrió de una
forma severa de epilepsia no es generalmente conocido, pero así
es. Véase este tema tratado en el capítulo sobre "Filosofía
de Sus Visiones".
En 1846, se casó con el pastor White, que la alentó
fuertemente en estas visiones. También en ese año, el pastor
Joseph Bates las respaldó. Así estimulada, sus dudas en cuanto
al origen de sus visiones parecen haberse disipado. Que ella era más
o menos sincera en este concepto erróneo y este engaño parece
evidente, de acuerdo con el tenor general de su vida. Un cuidadoso estudio
de sus escritos muestra que cada año ella se volvió un poquito
más fuerte en sus afirmaciones acerca de su inspiración,
hasta que finalmente hizo la afirmación de que todas sus expresiones,
hasta en una carta, eran inspiradas. Para una mayor explicación
de sus visiones, véase el capítulo al que acabamos de referirnos.
El fundamento del Adventismo fue echado en 1844. Las visiones
de la Sra. White fueron añadidas a este fundamento a finales del
mismo año. Luego, en 1846, se añadió el sábado.
Después vino el santuario. Luego los tres mensajes. Más tarde,
la reforma pro salud, el vestido corto, y otros asuntos. Todos estos fueron,
de tiempo en tiempo, simplemente añadidos sobre el fundamento original
basado en la fecha fijada de 1844. De aquí que todos los Adventistas
del Séptimo Día señalen a esto como el gran suceso
en su historia.
Después de su matrimonio, el Sr. y la Sra. White
visitaron a los creyentes en todos los estados de Nueva Inglaterra. Estos
grupos eran pequeños, dispersos, y pobres. De aquí que ambos
sufrieran muchas privaciones por un tiempo, y fueran inducidos a guardar
el sábado, aunque al principio no le dieron ninguna importancia.
James aceptó las visiones de la Sra. White, y ella aceptó
de él la observancia del sábado. Pronto ella aceptó
todas las teorías de él acerca del sábado; que era
el sello de Dios, la gran prueba del cristianismo, y que debía ser
observado desde las 6:00 p. m. hasta las 6:00 p. m., en vez de desde una
puesta de sol a otra, como ahora lo guardan. Enseguida después de
esto, ella fue al cielo, y Jesús la llevó al Lugar Santísimo,
levantó la tapa del arca, y le mostró las tablas de piedra
con el sábado brillando por encima del resto de los mandamientos.
(Early Writings, p. 26). Pregunta: ¿Por qué no le dijo
Jesús que ella estaba quebrantando el sábado todas las semanas
comenzando a observarlo a una hora incorrecta?
Su primer hijo nació en agosto de 1847. Ocuparon
parte de la casa de un hermano, y alquilaron muebles. El pastor White trabajaba
acarreando piedra para el ferrocarril; luego cortó madera por cincuenta
centavos al día. (Testimonios para la Iglesia, tomo 1, p. 82).
Por esto se verá que él no era un hombre de influencia entre
los Adventistas. Generalmente, las visiones de su esposa no eran creídas.
En 1848, visitaron diferentes lugares en Nueva Inglaterra. También
fueron a la parte occidental de New York, donde se encontraron con unos
pocos Adventistas.
En 1849, el pastor White comenzó a publicar su
primer periódico,
Present Truth. Por dos años, algunos
números fueron impresos en un lugar, otros en otro.
En 1850, en Paris, Me., publicó el primer número
de la
Review and Herald. En 1852, se mudaron a Rochester. N. Y.
Allí abrió una pequeña imprenta. En 1853, llegaron
por el oeste hasta Michigan, donde encontraron a hermanos dispersos; luego
visitaron Wisconsin. En 1855, trasladaron su oficina a Battle Creek, Michigan.
Esta fue la oficina principal de la denominación como por cincuenta
años. Gradualmente, grandes intereses se acumularon aquí,
como una gran impresora, un gran sanatorio, la escuela de enseñanza
superior, el Tabernáculo, etc. Estos eran los días de la
mayor armonía y prosperidad material. Estos eran los días
en que yo ocupaba un lugar importantísimo en sus vidas, y ayudaba
a construir estas instituciones. Finalmente, el Dr. Kellogg y la Sra. White
se separaron, y él, juntamente con el Sanatorio, fue separado de
la denominación. Luego la oficina principal se mudó a Washington,
D. C. en 1903.
Después de radicarse en Battle Creek en 1855, durante
los siguientes veinticinco años la Sra. White viajó y trabajó,
ya con su esposo ya con algún asistente eficiente, en muchos de
los estados desde Maine hasta California. Su influencia sobre su pueblo
ahora se había establecido y era suprema. Nadie se atrevía
a cuestionar su autoridad o inspiración. Aproximadamente cada año,
hombres más o menos prominentes se retiraban de la iglesia porque
no creían en sus "testimonios", como ahora los llaman. Pero la gran
mayoría permanecía leal a ella.
En agosto de 1881, murió su esposo. Esto fue en
realidad una bendición para ella. Él había perdido
casi toda su influencia sobre la iglesia, y otros ahora ocupaban los puestos
principales. Ellos habían comenzado e influir sobre ella más
que su esposo. Esto lo preocupó. Trató de hacer que yo fuera
con él a tratar de quebrantar la influencia de ellos sobre ella.
Me escribió que nosotros dos deberíamos ir a la Comisión
de la Conferencia General para sacarlos de sus puestos y romper su creciente
influencia sobre ella. Ésta es la carta que me escribió como
dos meses antes de su muerte:
Battle Creek, mayo 24 [1881].
Hno. Canright: La Review informará acerca
de nuestros planes. Confiaremos en que Ud. nos ayudará. Espero que
se nos una en nuestros esfuerzos. Se harán esfuerzos para llevarlo
a Ud. a Wisconsin, para que Ud. vaya aquí y allá. ... Espero
que encontremos una salida y podamos trabajar unidos. Los pastor Butler
y Haskell han estado ejerciendo sobre ella una influencia que espero ver
rota. Casi la han arruinado. Estos hombres no deben ser apoyados por nuestro
pueblo para que actúen como lo han hecho. Es tiempo de cambiar los
oficiales de la Conferencia General. Confío en que, si somos honestos
y fieles, al Señor le agradará que Ud. y yo seamos
miembros de esa junta. (Firmado) James White.
Se dice que,
más o menos por este mismo tiempo, el pastor White le
observó al pastor Butler: "Ud. y Haskell han torcido
la mente de mi esposa, y voy a casa a quitarle lo torcido".
Cuando estuvimos juntos, él me dio más detalles
de los planes a los cuales se refería en su carta. Pero el 6 de
agosto murió súbitamente. Sus palabras hacen resaltar claramente
el hecho de que él sabía que, en sus visiones, otros estaban
influyendo sobre su esposa. Durante toda su vida, él mismo lo había
hecho. Como estos dos hombres eran opuestos a él, temía su
influencia sobre ella si estaba con ellos, como ellos y ella habían
planeado. Así que él me animó a ir con él y
con su esposa para formar un fuerte equipo, y así mantenerla junto
a él y lejos de ellos.
Así estaban
las cosas cuando murió. Algunos
días más tarde, el pastor Butler me dijo que la muerte
del pastor White había sido providencial porque salvó a
la iglesia
de un cisma. Esto dejó a Butler firmemente en la
dirección
por varios años más. Finalmente, él y la Sra.
White
discreparon, y él se retiró a una granjita en Florida,
donde
permaneció en silencio por muchos años. Él le dijo
a ella que podía irse por su lado, y que él se
iría
por el suyo. En términos generales, se informó que
él
había perdido la confianza en los "testimonios". El hecho de que
él abandonara la obra por tan largo tiempo lo indicaba
así.
Ella le había entregado un severo "testimonio", que a él
no le gustó.
El pastor White no era hombre de letras, ni estudiante
de libros, ni erudito, ni teólogo. No entendía ni el hebreo,
ni el griego, ni el latín, sólo leía la versión
inglesa común de la Biblia, y rara vez consultaba traducciones,
si es que alguna vez lo hizo. Era hombre de negocios, tenía gran
capacidad para ellos, y era un innato dirigente de hombres. Su estudio
y su trabajo estuvieron mayormente dedicados a construir grandes instituciones
comerciales, como casas publicadoras, el Sanatorio, la escuela de enseñanza
superior, la conferencia general y las conferencias estatales; también
se dedicaba a las finanzas. En esto tuvo éxito. Pero sus logros
literarios fueron realmente escasos. En comparación con los grandes
reformadores como Lutero, Melancthon, Wesley, y otros, fue un completo
fracaso. Asistió a la escuela superior sólo veintinueve semanas,
y aprendió lo suficiente simplemente para enseñar en una
escuela rural. Aunque publicó y editó periódicos por
treinta años, no produjo ningún comentario, ni obra crítica,
ni libro alguno sobre ningún tema doctrinal. Publicó dos
libros encuadernados: Life Sketches, una historia sencilla de la vida
suya y de la de su esposa, y Life of Miller, tomada casi por completo
de otro autor. Extraía sus concimientos de la observación
y de las conversaciones con los hombres sobresalientes que eran estudiantes.
Todos los temas doctrinales que requerían estudio los entregaba
a estos hombres para que los investigaran, después de lo cual los
usaba él mismo. Ni él ni su esposa jamás dieron origen
a una sola doctrina sostenida por los Adventistas del Séptimo Día.
La doctrina del segundo advenimiento la recibieron de Miller; y aceptaron
de él todas las fechas proféticas exactamente como él
las había dispuesto. El sábado lo tomaron de Bates, junto
con su antibíblica hora de las 6 p. m. para comenzarlo y terminarlo.
Luego siguieron a J. N. Andrews en el cambio a la puesta de sol. La teoría
del santuario en el cielo la aceptaron del pastor O.R.L. Crosier, quien
después la repudió. Más tarde, aceptaron de Andrews
la teoría de los tres mensajes y la bestia de dos cuernos, como
aplicada a los Estados Unidos. El sueño de los muertos lo recibieron
de los Adventistas del Primer Día, con los cuales pronto discreparon
y tuvieron muchas controversias.
De este autor aceptaron tres cosas de vital importancia
para su éxito financiero. Al comienzo de la obra, el pastor White
arregló lo que se llamó "Benevolencia Sistemática".
Se le pedía a cada persona que hiciera por escrito y pusiera en
un libro una declaración de todas sus propiedades a su valor pleno,
y que pagara un tanto sobre cada dólar, ya fuera que las propiedades
produjeran utilidades o no. A todos se les pedía que comprometieran
cada año por anticipado lo que estaban dispuestos a dar cada semana.
Esto no es diezmar. Nadie puede decir con un año de anticipación
lo que va a tener, ni si va a vivir todo ese tiempo.
Este plan fue vigorosamente apoyado por la Sra. White
en el primer tomo de sus Testimonios para la Iglesia. Dice ella: "El
plan de Benvolencia Sistemática agrada a Dios... Dios está
guiando a su pueblo en el plan de Benevolencia Sistemática".
(pp. 190, 191). "La Benevolencia Sistemática lo mira a Ud. como
innecesario; Ud. pasa por alto el hecho de que el plan se originó
en Dios, cuya sabiduría es infalible. Este plan lo ordenó
él". (p. 545).
¡Así que Dios ordenó este plan! Debería
haber funcionado entonces, pero fracasó. Esto fue confesado en el
Lake
Union Union Herald de feb. 24, 1915, así: "El dinero fue
llamado Benevolencia Sistemática, pero el método demostró
no ser satisfactorio, y lo descontinuamos después de un período
de prueba de dos años [más de quince años], y en su
lugar se adoptó el diezmo de acuerdo con los ingresos del individuo".
Sí, y yo fui la persona que hizo ese cambio. En
el invierno de 1875-1876, el pastor White me pidió que visitara
a todas las iglesias de Michigan y enderezara sus finanzas, que estaban
en muy mal estado. Encontré a estas iglesias desanimadas, atrasadas
en sus compromisos financieros, e insatisfechas con el plan de Benevolencia
Sistemática. Después de estudiar el asunto, hice a un lado
el plan, e hice que las iglesias adoptaran el plan del diezmo como esa
iglesia lo ha estado practicando desde entonces. Todos quedaron complacidos,
y las finanzas mejoraron enormemente. Fui a Battle Creek y expuse el nuevo
plan al pastor White. Él lo aceptó enseguida, y el cambio
se hizo general.
Ahora, ¿fue el otro plan ordenado por Dios? ¿Quedó
complacido con él? ¿Instruyó a la Sra. White para
que lo dijera así? No; su esposo lo aceptó, y ella lo apoyó.
Eso fue todo. Después de esto, sólo ella, y con el mismo
vigor, respaldó el diezmo como yo lo había diseñado.
¿Era mi plan mejor que el del Señor? Esto es un buen ejemplo
de cómo la Sra. White respaldaba lo que otros habían estudiado,
pero sobre lo cual no tenían luz especial, como ella profesaba tenerla.
Al mismo tiempo, encontré que las iglesias habían
estado descuidando la Cena del Señor, en muchos casos por años,
y que no había un calendario regular para reuniones de negocios.
Así que induje a todas las iglesias a donde iba a adoptar el plan
de tener reuniones regulares de negocios cada trimestre, cuatro veces por
año, para tratar todos los asuntos de negocios. Esto también
se adoptó, y la denominación lo ha estado practicando desde
entonces.
Hasta 1877, no se recogía en sábado en sus
iglesias ningún dinero para ningún propósito, ni siquiera
para las escuelas sabáticas. Se consideraba un sacrilegio recibir
dinero en sábado. Pero en Danvers, Mass., yo hice caso omiso de
esta costumbre, y tomé la primera colecta el sábado 18 de
agosto de 1877. Funcionó bien. Fui a Battle Creek, y presenté
el asunto al pastor White y de su esposa, que enseguida lo aprobaron. Esta
práctica ha sido universalmente adoptada por la denominación
desde entonces, y ha traído cientos de miles de dólares a
su tesorería. Esto nuevamente ilustra cómo la Sra. White
simplemente seguía y respaldaba lo que otros habían estudiado.
Así, la Review and Herald de sept. 7, 1916,
dice: "Estos extractos muestran claramente que este instrumento [la Sra.
White] es muy útil para confirmar en los creyentes las conclusiones
a las que habían llegado estudiando las Escrituras".
Exactamente. La Sra. White simplemente seguía y
confirmaba lo que otros habían estudiado, y eso fue todo lo que
jamás hizo. En el Lake Union Herald de noviembre 1, 1916, se da
otra buena prueba de esto. Cuenta cómo un hermano (Wayne), diez
años antes, y por varios años, desarrolló un plan
para obtener fondos misioneros vendiendo lo que ahora llaman documentos
de la "Recolección de la Cosecha". Demostró tener gran éxito.
Es ahora uno de sus planes establecidos para levantar fondos. Después
de que Wayne había desarrollado esto hasta convertirlo en un éxito,
apareció la Sra. White y lo respaldó. El periódico
dice: "Poco después de que el plan se inició, la Hermana
White le escribió al Hermano Wayne acerca de la luz que Dios le
había dado en relación con este plan, respaldándolo
plenamente por estar en armonía con la mente del Señor".
Aquí está nuevamente, la misma y antigua
historia. Alguien estudia un plan que tiene éxito, y luego la Sra.
White recibe una revelación en relación con él. ¡Según
ella, el Señor siempre estaba atrasado en sus instrucciones!
Con mucho, la parte más importante de su obra es
la circulación de sus publicaciones. En Testimonies, tomo 9, p.
65, la Sra. White dice:
"En la noche del 2 de marzo de 1907, muchas
cosas me fueron reveladas en relación con el valor de nuestras publicaciones", y el pequeño esfuerzo que se hacía para hacerlas circular.
¿Qué ocasionó esta revelación? En la misma
página, ella dice: "La tarde del 2 de marzo la pasé en consulta
con el hermano y la hermana Haskell". Luego seguían dos páginas
en las cuales ella contaba de la responsabilidad que Haskell sentía
sobre el tema, y sus planes para impulsar la obra. Haskell había
llenado la mente de ella con sus ideas y planes, y luego a la noche siguiente
ella está inquieta en su sueño, y tiene una "revelación",
que respaldaba vigorosamente respaldaba los planes de Haskell. Así
fue siempre, de principio a fin.
Es aquí donde sus revelaciones han sido de gran
ayuda para la iglesia. De hecho, los Adventistas del Séptimo día
aseguran que la iglesia no podría haber tenido éxito sin
sus "testimonios". Hombres prominentes seguían adelante y
estudiaban doctrinas y planes, luego ella los seguía con una "revelación
divina", respaldando cada una de éstas a su vez. Eso daba la aprobación
divina a cada una de ellas. Ellos no pueden mencionar ni una sola acción
que no haya ocurrido así.
Considérese su Sociedad para Tratados y Obra Misionera.
El pastor Haskell comenzó esto primero. Luego la Sra. White lo adoptó
y lo respaldó. El Dr. Kellogg abogaba vigorosamente por la obra
médica misionera. La Sra. White entonces le dio seguimiento con
un fuerte respaldo. Y así ha ocurrido con cada acción que
se ha tomado. Estas ilustraciones demuestran el hecho de que ella, en sus
testimonios, ha sido dirigida por hombres, no por Dios. Ahora los dirigentes
le dan media vuelta a esto, y dicen que ella ha ido por delante en todas
las acciones tomadas, lo cual es absolutamente falso. Ellos hacen esto
para exaltar sus testimonios de manera que puedan usarlos para ejecutar
sus planes.
Nunca en la historia, desde Adán hasta ahora, había
Dios escogido un hombre o una mujer sin educación como dirigente
en ninguna crisis o reforma de la iglesia. "Fue enseñado Moisés
en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras
y obras". (Hech. 7:22). Esdras "era escriba diligente en la ley de Moisés".
(Esdras 7:6). Era amigo de confianza del rey. Nehemías era copero
del rey, y "tenía mucha autoridad". (Neh. 2:1). A Pablo, Agripa
le dijo: "Las muchas letras te vuelven loco". (Hech. 26:24). La iglesia
cristiana le debe más a Pablo que a todos los otros apóstoles
juntos. Él fue el grande y educado dirigente de la recién
nacida iglesia. En la gran Reforma en el origen del Protestantismo, todos
los reformadores estuvieron entre los grandes eruditos de ese tiempo, hombres
que tenían poderosa influencia sobre los goberrnantes y las masas.
Tales eran Lutero, Melanchton, Erasmo, Zwinglio, Knox, y muchos otros.
John Wesley, el gran reformador inglés, el padre
del Metodismo, era de familia real, graduado de Oxford, en Londres, la
más alta sede del saber en el mundo de habla inglesa. Era hombre
de inmensa influencia, y maduro erudito. Sus obras en prosa comprenden
siete tomos, además de numerosos himnos, "Notas sobre el Nuevo Testamento",
etc.
La Sra. White no tenía ninguna de las marcas distintivas
de un gran reformador. Se demuestra fácilmente que sus libros de
cualquier interés general fueron en su mayor parte copiados de los
de otros autores, y pulidos por sus ayudantes. Véase el capítulo
que trata de sus plagios. Nunca ejerció la más pequeña
influencia sobre mandatarios o el público en general, como la habían
ejercido todos los otros reformadores, desde Moisés hasta Wesley.
Ella había infundido en su pueblo un espíritu tan intensamente
sectario, y hostil a todas las otras iglesias, que, tanto en la patria
como en los campos de las misiones, ellos son considerados como estorbos
a la obra cristiana. Después de más de setenta años
de prueba, la Sra. White es considerada por todo el mundo cristiano como
una falsa maestra, y esto por los más inteligentes, devotos, y sinceros
obreros cristianos de esta generación. El Sr. Moody, un fervoroso
partidario de la doctrina de la segunda venida de Jesús, condenó
al movimiento entero. Debe haber algunas buenas razones para todo esto.
El año de 1846 marcó el punto crucial en
su vida. En agosto 30 de ese año, se casó con el pastor James
White, un Adventista de 1844. Era seis años mayor que ella, sano
y fuerte, y más educado que ella. Ella era una muchacha enfermiza
de sólo diecinueve años, y sin un solo centavo. Los años
posteriores demostraron que el pastor White era un negociante astuto, de
visión, que poseía una voluntad fuerte y dominante, un dirigente
nato. En una obra titulada "The Vision of Mrs. White" (pp. 25, 26), E.
P. Woodward, de Portland, Maine, hace el siguiente estimado del relativo
poder mental del Sr. y la Sra. White:
"He aquí a esta muchacha impresionable,
religiosa hasta el extremo, con sus nervios debilitados y destrozados por
las circunstancias de su niñez, que estaba pasando justo por el
primer gran cambio fisiológico y psicológico de su vida,
lanzada a un estrecho contacto con esta mente dominante - y esto en un
momento en que el aire mismo estaba recargado de excitación religiosa,
agravada por un desengaño amargo y desesperado".
Es fácil ver qué influencia tendría
naturalmente esta mente fuerte y autoritaria sobre aquella frágil
muchacha. En años posteriores, uno sólo habría necesitado
estar en la familia un corto tiempo para ver que la voluntad de él
era suprema, y que ella constantemente tenía que ceder ante ella.
A menudo lo oí hablarle ásperamente, mientras ella no oponía
ninguna defensa.
El pastor J. N. Andrews me dijo que una vez estaba sentado
mientras la Sra. White leía un suave testimonio de reproche para
su esposo, el cual dijo: "Ellen, dame eso". Ella obedeció, él
lo tomó, ¡y lo lanzó al fuego!
Sin embargo, el pastor White podía ver enseguida
que le convenía tener el respaldo divino para todos sus planes;
de aquí que, desde el mismo principio, respaldara vigorosamente
las visiones de ella, y nunca tolerara en otros la más ligera duda
de la legitimidad de ellas, aunque él mismo sintiera poco respeto
por ellas cuando lo reprendían. En su primera publicación, A Word to the Little Flock (1847), p. 13, argumentaba en favor de las
visiones en los últimos días. De aquí que, desde el
principio, la Sra. White tuviera la influencia y el estímulo de
su esposo para creer que las visiones eran de Dios. Esto ayudó a
su propia fe vacilante.
En el mismo año (1846), el pastor Bates respaldó
sus visiones. Era hombre de mucha mayor influencia que el pastor White
o su esposa. Bates mismo era un soñador, un visionario, que confiaba
en sueños y visiones. Dice él: "Pedí un sueño,
unas visiones, o cualquier cosa que fuera consistente con Su voluntad para
instruirme. Hasta donde puedo recordar, lo siguiente que ocurrió
fue un sueño". (Past and Present Experience, p. 75; 1848). Siendo
visionario él mismo, en seguida respaldó las visiones de
la Sra. White. Fue el primer hombre de alguna influencia que lo hizo. Esto
alentó grandemente a la Sra. White, y aumentó su influencia.
Al mismo tiempo, el pastor Bates presionaba a la Sra.
White y a su esposo sobre la necesidad de guardar el sábado. Aunque
ellos al principio no le dieron ninguna importancia, lo aceptaron.
La misma Sra. White ha proporcionado una ilustración
de cómo sus testimonios eran dados a la orden según eran
solicitados por los oficiales que los necesitaban. En 1867, el primer edificio
para el Instituto de la Reforma Pro Salud (Sanatorio) estaba siendo planeado
y construído en Battle Creek, Mich., el pastor White estaba enfermo
y lejos de su hogar. Así que el pastor Loughborough y otros siguieron
adelante con la obra. Se necesitaba dinero. Como de costumbre, fueron a
la Sra. White y le pidieron un testimonio para que los hermanos donaran
los medios. El testimonio fue entregado como había sido pedido.
He aquí algunas líneas de él:
"Se me mostró que aquí había
una empresa digna de que en ella se ocupara el pueblo de Dios". "Nuestro
pueblo debería tener una institución propia". "En especial,
los que tienen medios deberían invertir en esta empresa". (Testimonies
for the Church, tomo 1, pp. 492, 494).
A través de varias páginas, ella continúa
urgiendo a los hermanos a enviar su dinero para levantar ese edificio.
Una y otra vez, ella dice: "Se me mostró", queriendo decir
que era una clara e inspirada revelación de Dios. Así que
el dinero llegó. Yo mismo di veinticinco dólares, y aún
tengo el certificado. El edificio se inició, y el primer piso se
había echado, cuando el pastor White regresó. Se enojó
porque él no lo había planeado ni dirigido. Todo hubo que
derribarlo - hasta la última piedra. Luego él lo levantó
nuevamente de manera diferente, ¡con una pérdida de $11,000
del dinero del Señor!
Esto puso a la Sra. White en aprietos. Él exigió
otro testimonio repudiando el primero. Ella tuvo que obedecer humildemente,
y lo hizo. Aquí está su confesión:
"Lo que apareció en el Testimonio No.
11 en relación con el Instituto de la Salud no debería haber
sido dado hasta que yo pudiera escribir todo lo que había visto
en relación con él... Por lo tanto, ellos [los oficiales
de Battle Creek] me escribieron que la influencia de mi testimonio en relación
con el instituto se necesitaba inmediatamente para conmover a los hermanos
en relación con el tema. Bajo estas circunstancias, rendí
mi juicio al de otros, y escribí lo que apareció en el No.
11 en relación con el Instituto de la Salud.... En esto me equivoqué".
(Id., p. 563).
Esto prueba que la
Sra. White era influída por los
dirigentes para que escribiera un testimonio, tal como lo
querían,
para usarlo en la obtención de dinero. Luego, a la exigencia del
pastor White, ¡ella escribe otro testimonio, confesando que el
primero
estaba equivocado! ¿Le dio el Señor ese testimonio?
¿Se
equivocó Él? ¿Cómo se le "mostró" a
ella lo que ella dice que "vio"? Vea Ud. aquí la influencia
controladora
que su esposo ejercía sobre ella. Ella se retractó para
adaptarse
al deseo de él de mandar en todo.
Refiriéndose a esta transacción, el Dr.
J. H. Kellogg, en su respuesta a un comité examinador, dijo: "Fue
una cosa infame, un crimen, echar abajo esa construcción, por la
sola razón de que el pastor James White no había sido consultado".
Pero, a través de sus testimonios, la Sra. White le dio la sanción
divina a todo ello.
Después de la muerte de su esposo en 1881, la Sra.
White trabajó extensamente en Europa en compañía de
varios hombres prominentes. Allí visitó a Inglaterra, Alemania,
Francia, Suiza, Italia, y los Países Bajos, mientras la obra de
ellos allí era todavía joven. Su influencia al dar a la obra
la aprobación divina ayudó a impartir celo a los obreros.
Permaneció allí dos años.
Regresando a los Estados Unidos, trabajó como de
costumbre hasta 1891, cuando fue a Australia. Permaneció allá
nueve años, visitando las diferentes colonias y estimulando e impartiendo
celo a los obreros allá. También escribió mucho mientras
estuvo allá. También allá, su "autoridad divina" fue
de gran ayuda al respaldar los planes y actividades de los obreros.
En 1900, a la edad de setenta y tres años, regresó
a los Estados Unidos, todavá llena de vigor. Durante 1901, hizo
un viaje a través de los estados del sur, visitando los lugares
donde la obra se había iniciado. También ese año,
asistió a la Conferencia General.
Por este tiempo, hubo una gran rebelión y una ruptura
en la obra en la oficina principal de Battle Creek, Mich., donde estaban
situadas sus mayores y más importantes instituciones. El Dr. J.
H. Kellogg, presidente del Sanatorio allí, era hombre de influencia
y tenía muchos amigos. La Sra. White trató de gobernarlo
como había gobernado a tantos otros. Pero él era demasiado
fuerte para ella. Así que ella no escatimó términos
para denunciarlo. El resultado fue que el Sanatorio, con un gran número
de hombres influyentes, salió de la denominación. Luego la
Sra. White exigió que las oficinas principales de la denominación
fueran quitadas de esa rebelde ciudad.
En 1902, el Sanatorio y la gran casa publicadora de Battle
Creek fueron reducidos a cenizas. Si fue por accidente, providencialmente,
o bueno, de alguna otra manera, queda por verse.
Al principio, la Sra. White describió estos incendios
como misteriosos, y prohibió que nadie intentara explicarlos. En
un testimonio fechado el 20 de febrero de 1902, poco después del incendio
que destruyó el Sanatorio, ella dijo: "Que nadie intente explicar
por qué se permitió que esta calamidad ocurriera... Que nadie
trate de explicar esta misteriosa providencia". Pero, más tarde,
en 1903, ella llamó a estos incendios "juicios", y les reprochó
a los hermanos el no haber tratado de averiguar su significado. Ella dijo:
"En
las calamidades que han sobrevenido a nuestras instituciones en Battle
Creek, tenemos una amonestación de parte de Dios. No dejemos pasar
esta amonestación descuidadamente sin tratar de entender su significado".
"Dios no habría permitido que el fuego destruyera nuestras instituciones
en Battle Creek sin una razón. ¿Vais a pasar por alto la
providencia de Dios sin averiguar lo que significa? Dios desea que estudiemos
este asunto". ("Special Testimonies," Serie B, No. 6, pp. 6,11,33).
En 1905, su segunda mayor casa publicadora, situada en
Mountain View, Cal., cincuenta y cinco millas al sur de San Francisco,
fue destruída por el terremoto de ese año. Se erigió
un nuevo edificio. Pero, al año siguiente, éste también
fue destruído por el fuego. En este incendio, la Sra. White misma
experimentó la mayor pérdida. Unas ilustraciones, por las
cuales había pagado miles de dólares a un artista de New
York, y que serían usadas para reilustrar algunos de sus libros
más grandes, se habían dejado por descuido fuera de la caja
fuerte, y fueron destruídas por completo. Después de esto,
la Sra. White tuvo poco que decir acerca de que estos incendios eran "juicios"
de Dios. Esta vez, el rayo había caído demasiado cerca de
ella.
El 24 de abril de 1911, la casa publicadora en las nuevas
oficinas principales de Washington, D. C. sufrió un incendio que
produjo pérdidas por $28,000. Los incendios parecen haberlos seguido
dondequiera que ellos han ido.
Después de reconstruir el Sanatorio de Battle Creek,
los principales oficiales, respaldados por la Sra. White, trataron de liberarlo
del control que el Dr. Kellogg tenía sobre él y ponerlo bajo
el control de la iglesia. Ella dijo: "Nuestros principales hermanos,
los hombres que ocupan puestos oficiales, han de examinar la situación
del Sanatorio de Battle Creek para ver si el Dios del cielo puede tomar
control de él". (Testimonies, Serie B, No. 6, p. 33).
Pero los principales hermanos decidieron que Dios no podía tener
control del Sanatorio, así que lo lanzaron por la borda. Luego,
la Sra. White predijo más juicios sobre la ciudad condenada, ninguno
de los cuales ha sobrevenido.
Respaldados por los testimonios de ella, los oficiales
luego se embarcaron en una decidida campaña para aplastar al Dr.
Kellogg. En una reunión del consejo, el pastor A. G. Daniells, presidente
de la Conferencia General, dijo: "El Dr. Kellogg tiene una voluntad
imperiosa que hay que quebrantar". Esto revela el espíritu que
impulsaba tanto a ella como a ellos. Si no podían gobernar a los
hombres, estaban listos a aplastarlos, quebrantar sus voluntades, y pedir
que cayeran juicios sobre ellos. Pero en este caso sus esfuerzos fracasaron.
Simplemente, perdieron al Dr. Kellogg, su médico más capaz
y más notable, y su sanatorio más grande y mejor equipado,
que el genio y los incansables esfuerzos del Dr. Kellogg habían
levantado.
Por varios años, la Sra. White permaneció
la mayor parte del tiempo en California, visitando la obra en diferentes
lugares, pero pasaba mucho tiempo escribiendo. En 1905, asistió
a la Conferencia General en Washington, D. C. Después, regresó
a California. Allí escribió lo que sigue: "Mientras estaba
en Loma Linda, Calif., el 16 de abril de 1906 pasó delante de mí
una representación de lo más maravillosa". (Life Sketches
of Mrs. E. G. White, p. 407, edición de 1915). Estaba sobre una
elevación del terreno, con un ángel a su lado. Vio caer grandes
edificios, vio terrible destrucción, y oyó los gritos de
los moribundos. "Los ángeles destructores de Dios estaban haciendo
su trabajo", dijo ella. Dos días más tarde (abril 18), San
Francisco fue sacudido por un tremendo terremoto, ¡tal como ella
lo había visto! Pero, ¿cuándo dio ella aviso de esta
gran advertencia? ¡Días después de que la ciudad había
sido destruída! En la página 409 del mismo libro, ella dice:
"Me ha tomado muchos días escribir una porción de lo que
me fue revelado en esas dos noches". Nótese: Ella no dijo lo que
el ángel le había mostrado sino hasta
después
de que el suceso había ocurrido. ¿Por qué no le dijo
el ángel qué ciudad y cuándo sería destruída?
¿Por qué no lo dijo ella al día siguiente? Evidentemente,
pensó revelar la "visión de la noche" más tarde, cuando
no era peligroso contarla. Pero sus seguidores la aceptaron. Después
de los fracasos de los primeros años, ella tuvo buen cuidado de
no mencionar fechas ni lugares sino hasta después de que los sucesos
habían ocurrido.
Este terremoto, tan cerca, la asustó. Así
que inmediatamente escribió: "Fuera de las ciudades, fuera de las
ciudades, este es el mensaje que el Señor me ha dado". (misma página).
En 1909, la Sra, White nuevamente visitó Washington,
donde asistió a la Conferencia General, y tomó parte activa
en ella, aunque tenía ochenta y un años de edad. A su regreso
a California, asistió a reuniones en varios lugares, hablando en
ellos como de costumbre.
Durante los restantes seis años de su vida, estuvo
demasiado débil para viajar: así que pasaba el tiempo escribiendo
libros, con la ayuda de sus asistentes. Se sabe que por muchos años
la mayor parte del material para sus libros más grandes y
más importantes había sido reunido, organizado, y escrito,
no por la Sra. White misma, sino por sus asistentes. Ella simplemente supervisaba
el trabajo. Su biógrafo confiesa esto. Él dice: "Encontró
tiempo para supervisar Sketches From the Life of Paul (p. 434, mismo
libro citado más arriba). Mayormente, por lo tanto, estos libros
eran la producción de otros, "supervisados" por ella. ¿Fueron
estas ayudantes inspiradas también? ¡Estos libros son ahora
aceptados por sus seguidores como infaliblemente correctos, todos inspirados
por Dios!
Sus parientes cercanos nos informan que durante estos
años finales de su vida, cuando estos importantes libros estaban
siendo preparados, ella a menudo no reconocía a sus amigos más
cercanos, ni siquiera a algunos de sus asistentes a los que veía
casi diariamente. Cuando trataba de hablar en la iglesia de su ciudad natal,
se repetía una y otra vez, y había que decirle cuándo
debía detenerse. Ninguna de estas debilidades aparecen en la composición
de sus obras preparadas en ese tiempo porque, como la mayor parte de su
obra al comienzo, estas obras fueron preparadas por otras personas. Seguramente
su "supervisión" no podría haber sido mucha debido a su estado
mental en ese tiempo.
Finalmente, sufrió un accidente fatal, una caída
en su propio hogar, el 13 de febrero de 1915, que le causó la muerte
el 16 de julio de 1915, a la edad de casi ochenta y ocho años.
Desde su muerte, los dirigentes han estado exaltándola,
a ella y a sus "testimonios," mucho más que antes. Ellos han estado
alentando a los miembros para que compren un juego completo de sus obras.
En la última página de uno de los folletos de Escuela Sabática
para 1915, dicen: "Los escritos completos de la Sra. E. G. White pueden
obtenerse ahora por una suma que los pone al alcance de virtualmente cada
hogar". Y la modesta suma por uno de estos juegos, en tela, es de $18.60;
en cuero, $26.00 - muchas veces el precio de una buena Biblia marroquí.
¿Y cuál ha sido el efecto general de los
"testimonios"? Han tendido a crear en sus seguidores un espíritu
de espionaje y crítica, criticándose y juzgándose
los unos a los otros. Además, han engendrado en casi todos los miembros
un espíritu estrecho, intolerante, y hostil hacia todas las demás
iglesias,
un espíritu que no les permite cooperar con otros cristianos en
ninguna obra evangélica. De hecho, los Adventistas del Séptimo
Día usan todos los medios posibles para ganar adeptos de entre todas
las otras iglesias. Para ellos, todas las demás iglesias son "Babilonia,"
que han caído porque rehusaron respaldar el millerismo. En Early
Writings [Primeros Escritos], (Suplemento, p. 37), la Sra. White dice:
"Vi que ni los jóvenes ni los adultos deberían asistir a
sus reuniones". No es de asombrarse que los seguidores de ella sean estrechos
de criterio, intolerantes, y exclusivistas.
En el número obituario de la Review and Herald
de agosto 5, 1915, publicado poco después de su muerte, el pastor
M. C. Wilcox dijo: "Su corazón sentía gran caridad por los
miembros de las grandes denominaciones protestantes que no podían
ver todo lo que ella vio". La cita que acabamos de dar refuta esto, y el
punto de vista de ella sobre "la puerta cerrada", que ella sostuvo por
años, eliminaba por completo a "las grandes denominaciones protestantes"
de la misericordia de Dios. Hasta el final, ella les aplicó el término
"la caída de Babilonia".
Todas las energías de su vida fueron dedicadas
a construir una secta y promulgar puntos de vista estrechos y sectarios.
Ella levantó bien alto el muro intermedio o división que
separaba a sus seguidores de todos los otros creyentes en Cristo.
Era centrada en sí misma y, a veces, jactanciosa.
Sus escritos para su pueblo abundan en referencias a ella misma, su mala
salud, y a cómo a menudo ella era levantada de su lecho de enferma
para asistir a reuniones. El objeto evidente de esto era despertar simpatía,
y hacer que sus seguidores la consideraran como objeto especial de la providencia
de Dios.
En cuanto a afirmaciones jactanciosas, lo siguiente es
un ejemplo: "Yo podría demostrar que soy más devota que cualquier
ser viviente ocupado en la obra". (Testimonies, tomo I, p. 581). Véase
Proverbios 27:2.
Al abogar por reformas, ella, siendo naturalmente fanática,
era inclinada a asumir posiciones extremas, las cuales, aunque en ese momento
se presentaban como fundamentadas en revelaciones divinas, más tarde
se vio obligada a abandonar o modificar grandemente.
Con sus amigos era sociable, y su compañía
era agradable. Pero nunca toleraba ninguna pregunta acerca de su autoridad,
o cualquier duda expresa acerca de su inspiración. Cualquiera de
las dos cosas despertaba instantáneamente su mayor ira.
Ella admite haber manipulado los mensajes que dice que
Dios le daba para otros, y nunca parece estar segura de que los escribía
completamente bien. Al principio dice: "Cuando me veía obligada
a declarar el mensaje, a menudo lo suavizaba, y lo hacía aparecer
favorable para el individuo hasta donde fuera posible... Era difícil
relatar los testimonios claros y cortantes que Dios me había dado".
(Testimonies, tomo I, p. 73). En Testimonies, tomo V, p. 19, ella niega
haber hecho esto. Dice: "No retengo nada. Yo no suavizo nada para que
se adapte a sus ideas, ni excuso sus defectos de carácter".
Más tarde, cuando se volvió más audaz
y severa en su obra, ella dice que Dios habría "aprobado"
que ella
"hubiese adoptado una posición más fuerte y sido
mucho más severa". (Tomo I, p. 318).
Pero, finalmente, en 1901, dice: "He escrito algunas
cosas muy fuertes... Posiblemente he escrito demasiado fuertemente".
("A Response", por el Dr. Charles E. Stewart, p. 54). ¿Cuándo,
entonces, escribió ella correctamente, si es que alguna vez lo hizo?
¿Y qué se puede decir de un profeta que se atreve a manipular
los mensajes de Dios? Ella misma admite que se sentía inclinada
a ser cortante y severa.
En sus comentarios sobre la vida de ella, el pastor Wilcox
dijo además: "La Sra. White procuraba enseñar a los hombres
a mirar a Dios para recibir dirección en tiempos de perplejidad,
y no a ella o a cualquier otro ser humano". Esto está lejos de ser
verdad. Ella enseñaba a su propio pueblo a buscar en ella constantemente
guía e instrucción para cada decisión y cada detalle
de la vida. Esto difícilmente podría haber sido de otra manera,
pues ella reclamaba la inspiración divina para todos sus escritos,
y afirmaba que era la "mensajera" especial de Dios para este tiempo.
Nuevamente, el pastor Wilcox dice: "La Sra. White nunca
reclamaba o asumía el liderazgo entre su pueblo". La verdad es todo
lo contrario. Ella hacía ambas cosas. Los más importantes
oficiales de la denominación estaban sujetos a ella. Como el Papa
de Roma en tiempos medievales, el poder y la influencia de ella en la iglesia
crecieron hasta que ella se convirtió en autoridad suprema. Ella
hacía y deshacía presidentes de conferencias con una palabra
de su boca o un plumazo. Ella decía quién ocupaba y quién
no ocupaba un puesto. Ella decía dónde comprar y construir,
y dónde no hacerlo. Si ella decía: "Adelante", nadie en la
denominación se atrevía a contradecirla, aunque ello significara
la pérdida de miles de y decenas de miles de dólares.
El mismo escritor dijo además que los testimonios
de ella no eran "garrotes para destrozar, ni dagas para destruir almas".
Esto también es falso, pues muchos de ellos fueron invocados, escritos,
y usados de esta misma manera.
Al examinar el lector los capítulos subsiguientes
de este libro, se impresionará muchas veces con estas características
dominantes de su vida, mezcladas como estaban con un celo sin límites
y una intensa naturaleza religiosa.
Finalmente, en 1911, sólo cuatro años antes
de su muerte, como ya se ha dicho, se hizo la afirmación acerca
de la infalibilidad de la Sra. White y sus escritos. Esto no era sino el
clímax lógico de las afirmaciones que ya se habían
hecho en favor de ella, y las que ella misma había hecho.
Muy apropiadamente, la publicación que hacía
esta afirmación fue escrita para silenciar a los herejes y apóstatas
de la fe. Ninguna afirmación semejante se hizo jamás en relación
con el Papa de Roma. Como la afirmación de la infalibilidad papal
se hizo posteriormente en la historia de la Iglesia Católica, de
manera similar la afirmación acerca de la Sra. White llegó
a finales de su vida; y una no es más presuntuosa que la otra. Hasta
donde se sabe, ella nunca repudió esta afirmación, hasta
el día de su muerte. Su hijo, el pastor W. C. White, la respaldó.
Pero personas inteligentes y pensantes han encontrado
que la Sra. White cometió muchos errores; que ella a menudo, muy
a menudo, era influída por una persona en contra de otra; y que
ella obtenía su información de hombres, no de Dios. Los casos
eran tan patentes y numerosos que no podía haber dudas de ello.
Entonces estas personas debían o consentir en lo que dudaban o no
creían, o rebelarse y abandonar la denominación. De aquí
que, con el correr de los años, muchos se fueron, mientras que otros
se tragaban sus dudas y se quedaban.
Podríamos llenar páginas de este libro simplemente
con los nombres de ministros, editores, maestros, médicos, y misioneros
que han abandonado la iglesia por no creer en la inspiración de
los escritos de la Sra. White. En cuanto a miembros laicos, su número
forma legión, y aumenta rápidamente. Iglesias enteras, muchas
de ellas, se han salido de la denominación. Lo peor de esto es que
muchos que una vez tuvieron fe implícita en la Sra. White, y la
perdieron, perdieron la fe en la religión por completo. Este es
uno de los tristes pero inevitables resultados de los cultos que están
fundados en tales fanatismos. Es por esto que muchos infieles se encuentran
en países que una vez fueron fuertemente católicos. Habiendo
perdido la fe en el Papa, y la iglesia que afirmaba tener el único
medio de salvación, sin saber a dónde volverse y poner su
fe y su confianza, abandonaron todo. La misma tendencia a la infidelidad
se ve en Utah entre los mormones.
Así que, en este caso, se encuentran ex-Adventistas
infieles en gran número dondequiera que han trabajado Adventistas
del Séptimo Día. Battle Creek, por largo tiempo el hogar
de la Sra. White, es un terrible ejemplo de esto.
Ahora está apareciendo una fuerte influencia para
atraer y retener a miles a la fe, por las oportunidades oficiales y financieras
ofrecidas, y esto a personas de muy ordinaria capacidad y poco adiestramiento.
Estas deseables posiciones ciegan los ojos y amortiguan la conciencia,
de manera que los obvios fracasos y errores de la Sra. White pasen inadvertidos
cuando ellos insisten en otras cosas de las cuales se sienten seguros.
Las siguientes páginas de este libro señalan
en detalle, y con pruebas indiscutibles, algunos de los más flagrantes
de estos errores y fracasos, que los dirigentes de la denominación
han hecho lo mejor posible para ocultar del público y de su propio
pueblo.
A pesar de todos estos errores y fracasos, los Adventistas
del Séptimo Día afirman que la Sra. White era igual al mayor
profeta que Dios jamás envió a los hombres. Pero, si ella
no era inferior a ninguno de los profetas de los tiempos pasados, ¿por
qué Dios no le dio a ella alguna credencial como se la dio a ellos?
Ella nunca realizó ningún milagro; nunca lo afirmó,
ni se atrevió a afirmarlo. Los profetas de la antigüedad hicieron
muchos milagros. Si el poder de Dios estaba con ella, ¿por qué
no hubo ninguna prueba tangible de ello?
De acuerdo con su propio testimonio, ella tuvo a menudo
que ser curada una y otra vez; pero no tenía poder para sanar a
otros. Su hijo mayor, Henry, un muchacho fuerte y saludable de dieciséis
años, súbitamente cayó enfermo. Ella y su esposo oraron
por él fervorosamente, pero murió. Su último hijo
cayó enfermo, y al poco tiempo murió. Su esposo contrajo
un resfriado, se enfermó, ella misma oró por él, pero
de repente murió a la temprana edad de sesenta y un años.
Ella oró por otros, pero murieron. Ella nunca tuvo más poder
para sanar enfermos que cualquier cristiano común.
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