VIDA DE ELLEN G. WHITE
SUS AFIRMACIONES REFUTADAS
Por D. M. Canright
Publicado en 1919
Tomado de The
Ellen White Research Project
Prefacio
La Sra. E. G. White, la profetisa,
dirigente, y principal fundadora de la Iglesia Adventista del Séptimo
Día, afirmaba ser divinamente inspirada por Dios, tal como lo fueron
los profetas de la Biblia. Definiendo su posición, dice ella: "En
los tiempos antiguos, Dios habló a los hombres por boca de los profetas
y apóstoles. En estos tiempos, les habla por medio de los testimonios
de su Espíritu." ("Testimonios para la Iglesia," tomo 4, p.
148; tomo 5, p. 661; No. 88, p. 189). Esto es, por medio de ella a través
de sus escritos.
Ella afirmaba que cada una de las
líneas que escribió, ya fuera en artículos, cartas,
testimonios, o libros, le fue dictada por el Espíritu Santo y que,
por lo tanto, tiene que ser infalible.
Su pueblo acepta y defiende con
fuerza estas afirmaciones. Sus escritos se leen en las iglesias Adventistas,
se enseñan en las escuelas Adventistas, y son predicados por ministros
Adventistas como si fueran las Sagradas Escrituras. La Iglesia Adventista
se mantiene en pie o cae con las afirmaciones de ella. Esto lo admiten
libremente. Ella es para su pueblo lo que Mahoma es para los musulmanes,
lo que Joseph Smith es para los mormones, y lo que la Sra. Eddy es para
los Cristianos Cientistas.
De aquí que estas altas afirmaciones
sean tema para una investigación imparcial, la cual sus seguidores,
que han criticado libremente a otros que afirman tener inspiración
divina, no pueden objetar razonablemente. Han publicado varios libros sobre
su vida y su obra, en los cuales han reunido y construído todo lo
que han podido en su favor. Al leer estos libros, uno diría que
ella nunca cometió un error, ni plagió, ni practicó
el engaño, ni escribió cosas supuestamente inspiradas que
después tuvieron que ser suprimidas. Al narrar las vidas de los
hombres inspirados, Dios no disimula los fracasos de ellos ni pasa por
alto los errores y defectos de ellos.
El público, por lo tanto,
tiene derecho a conocer el otro lado de la vida de la Sra. White.
Más que ninguna otra persona
viva, este escritor está quizás mejor calificado para proporcionar
los hechos en relación con esa fase de la vida de ella, pues él
se unió a su pueblo desde el comienzo, hace casi sesenta años,
cuando ellos eran sólo como cinco mil. Este escritor posee todos
los escritos de la Sra. White en esos primeros tiempos. Algunos de los
más perjudiciales de estos escritos han sido suprimidos. Ni el público
ni su propio pueblo, excepto unos pocos dirigentes, conocen estas antiguas
"revelaciones." La íntima asociación de este escritor con
la Sra. White le dio la oportunidad de conocerla y observarla como nadie
sin esa asociación podría haberlo hecho.
Por qué una vez creí
que la Sra. White era inspirada
Yo una vez acepté la afirmación
de la Sra. White de que era inspirada, por la misma razón que la
mayoría de sus seguidores. Primero acepté el sábado,
y luego otros puntos de la fe, hasta que llegué a creerlos todos.
Una vez entre ellos, y ya siendo
uno de ellos, encontré que todos afirmaban en fuertes términos
que la Sra. White era inspirada por Dios. Supuse que ellos sabían,
y así, les tomé la palabra. Y eso es lo que todos los demás
hacen al entrar, por mucho que lo nieguen.
Pronto descubrí que las revelaciones
de ella estaban de tal manera conectadas con la historia entera y las creencias
de su iglesia que yo no podía separar las unas de las otras, de
la misma manera que una persona no puede ser Mormona y no creer en Joseph
Smith o ser Cristiana Cientista y no creer en la Sra. Eddy.
Creí en las demás
doctrinas tan firmemente que me tragué lo de las visiones también,
y eso es lo que todos hacen.
Cuando comencé a sospechar
de las visiones, encontré una presión tan fuerte que temí
expresar mis sospechas, o siquiera admitirme a mí mismo que las
tenía. Todos decían que estas dudas eran del demonio y que
conducirían al rechazo de la verdad y luego a la ruina. Así
que no me atrevía a abrigarlas ni a investigar el asunto. Y así
sucede con los demás.
Vi que todos los que expresaban dudas acerca de las visiones
eran inmediatamente tachados de "rebeldes," y se decía que estaban
"en tinieblas," que eran "guiados por Satanás," e "infieles."
No teniendo fe en ninguna otra doctrina ni en ningún
otro pueblo, no sabía qué hacer ni a dónde ir. Así
que traté de creer en las visiones y seguir adelante, tal como hacen
miles de ellos, a pesar de que, en realidad, tienen dudas todo el tiempo.
Esto los conduce a practicar el engaño y públicamente hacer
como que creen lo que para sus adentros no creen, o aquéllo de lo
cual dudan, en el mejor de los casos. Véase el caso de Uriah Smith
en el capítulo que trata de su posición.
Hace más de cuarenta años, al comienzo de
mi ministerio y cuando todavía era un firme creyente en todas las
doctrinas Adventistas del Séptimo Día, escribí una
fuerte defensa de la Sra. White. Durante todos los años desde entonces,
ninguno de sus defensores ha producido nada más contundente. Esto
queda demostrado por el hecho de que mi documento ha sido copiado por ellos
en defensa de ella, pero omitiendo mi nombre. Además, en sus escritos
contra mí citan esto y dicen que contradice lo que ahora digo. No
los culpo, pero mi respuesta es esta: "Un hombre sabio rara vez cambia
de opinión, pero un estúpido, jamás."
En la época en que yo escribí esa defensa
de la Sra. White, hace cuarenta años, yo nunca había visto
una copia de sus primeras visiones, contenidas en "A Word to the Little
Flock," de 1847, ni en Present Truth, de 1849 y 1850, ni los folletos
del Pastor Bates de la misma fecha. Habían sido suprimidos tan efectivamente,
que yo no sabía ni siquiera que habían existido. Ellos contienen
la evidencia más lesiva al argumento de su inspiración. Todos
estos documentos llegaron a mis manos más tarde. Con el paso de
los años, otras evidencias fueron acumulándose gradualmente,
hasta que me vi obligado a cambiar de opinión.
Durante sus primeros años en el Parlamento, Gladstone,
el gran estadista inglés, presentaba discursos defendiendo vigorosamente
el lado al cual él pertenecía. Más tarde, cambió
de opinión y se unió a la oposición. Entonces un miembro
de su antiguo partido se levantó y leyó uno de los discursos
de Gladstone para condenar vigorosamente los puntos de vista que él
ahora defendía. Al terminar de leer, todos los ojos estaban vueltos
hacia Gladstone. ¿Qué podía decir? Se levantó
lentamente y dijo: "De eso hace mucho tiempo, y muchas cosas han sucedido
desde entonces." Eso fue todo. La Cámara lo ovacionó a rabiar.
Había respondido a su oponente efectivamente. Mi respuesta para
los Adventistas es la misma: "De eso hace mucho tiempo, y muchas cosas
han sucedido desde entonces."
Los hechos presentados en este libro dan algunas de las
razones por las cuales dejé de tener fe en la afirmación
de la Sra. White de que era inspirada. Los hechos son indiscutibles; por
lo tanto, las conclusiones basadas en ellos deben ser, por su misma naturaleza,
inevitables.
Al llevar a cabo esta tarea, el autor, conociendo la fragilidad
de la naturaleza humana, ha usado un lenguaje tan suave y mostrado tanta
caridad como lo permitan los hechos en cada caso. Pero, sabiendo los errores
y los engaños que han estado relacionados con la Sra. White y su
obra, el autor ha considerado su deber hacia el mundo cristiano establecer
los hechos.
El Autor.
Mi posición actual
Desde que me retiré de la Iglesia Adventista hace
más de treinta años, ellos han continuado informando que
yo he lamentado haberlos dejado, que he tratado de regresar, que he repudiado
el libro que escribí, y que he confesado que ahora soy un hombre
perdido. Jamás ha habido ni una palabra de verdad en ninguno de
estos informes. Supongo que dirán que me he retractado en mi lecho
de muerte. Todo esto se hace para estorbar la influencia de mis libros.
Ahora reafirmo todo lo que he escrito en mis libros y tratados contra esa
doctrina.
Varios ministros Adventistas han proporcionado ayuda inapreciable
en la preparación de estas páginas. Una vez creyeron en la
inspiración divina de la Sra. White, pero los simples hechos finalmente
los obligaron a renunciar a la fe en los sueños de ella.
D. M. Canright,
Pastor Emérito de la Iglesia Bautista Berea, Grand
Rapids, Mich.
La impostura se encoge ante la luz,
Y teme al ojo que escudriña;
Pero las verdades sagradas invitan a la prueba,
Nos invitan a investigar y ensayar.
Ojalá que mantengamos
Una mente mansa, inquisitiva,
Seguros de que no buscaremos en vano,
Sino que encontraremos tesoros escondidos.
Con entendimiento bendito,
Creado para ser libre,
No nos atrevemos a poner nuestra fe en el hombre,
Sólo confiamos en Tí.
-- Anóe;nimo
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