VIVIENDO EN EL ESPÍRITU

Dale Ratzlaff

Traducido de Proclamation!
Septiembre-Octubre de 2002

Traducción de Román Quirós M.


"Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquélla en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra". (Rom. 7:6).

Tenemos que entender el papel central que el Espíritu Santo desempeña en el nuevo pacto. Sin esta comprensión, nos quedarían preguntas persistentes. Si el Espíritu no mora en nosotros, ¡seguiremos añorando el Sinaí! Cuando Jesús inició su ministerio como el Mensajero del pacto, fue bautizado en agua por Juan, y

"... mientras oraba, se abrió el cielo, y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma de paloma" (Luc. 3:21, 22).

Desde ese punto en adelante, vemos a Jesús siendo guiado por el Espíritu y demostrando todos los dones del Espíritu.

Lleno del Espíritu Santo, Jesús era guiado por el Espíritu por dondequiera que iba (Luc. 4:1)
Y Jesús regresó a Galilea en el poder del Espíritu (Luc. 4:14).
El Espíritu del Señor está sobre mí (Luc. 4:18).

Después del derramamiento del Espíritu en el día de Pentecostés, vemos el papel central que el espíritu Santo desempeñó en la iglesia, el pueblo del nuevo pacto de Dios. En su sermón, Pedro cita a Joel diciendo:

"Sucederá que en los últimos días - dice Dios - derramaré mi Espíritu sobre todo el género humano. Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán, tendrán visiones los jóvenes y sueños los amcianos. En esos días derramaré mi Espíritu aun sobre mis siervos y mis siervas, y profetizarán" (Hechos 2:17, 18).

Pedro le dijo a la gente:

"Arrepiéntase y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados, y recibirán el don del Espíritu Santo. En efecto, la promesa es para ustedes, para sus hijos y para todos los extranjeros, es decir, para todos a los que el Señor nuestro Dios quiera llamar" (Hechos 2: 38, 39).

La historia de la iglesia del nuevo pacto es una historia de las actividades del Espíritu Santo. "Llenos del Espíritu Santo, comenzaron a hablar la palabra de Dios sin temor alguno" (Hechos 4:31). Los diáconos estaban "llenos del Espíritu Santo" y hacían "grandes maravillas y señales entre el pueblo" (Hechos 6:3, 8). "El Espíritu le dijo a Felipe: 'Vé y júntate a ese carro'" (Hechos 8:29). "El Espíritu del Señor arrebató a Felipe" (Hechos 8:39). Ananías puso la mano sobre Saulo y éste fue lleno del Espíritu Santo (Hechos 9:17). Los discípulos fueron consolados por el Espíritu (Hechos 9:31). Por el Espíritu, predijeron sucesos venideros (Hechos 11:28). El Espíritu habló a la iglesia (Hechos 13:4). Pablo fue "enviado por el Espíritu Santo" (Hechos 13:4). Fueron llenos del gozo del Espíritu Santo (Hechos 13:52). Por el poder del Espíritu Santo, los enfermos eran sanados, los muertos resucitaban, los demonios eran echados fuera, y el poder del enemigo era quebrantado. Aquí venmos el cumplimiento de la promesa de Jesús:

"... Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego" (Luc. 3:16).
"Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre: el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará en ustedes" (Juan 14:16, 17).
"Cuando venga el Consolador, que yo les enviaré de parte del Padre, el Espíritu de verdad que procede del Padre, él testificará acerca de mí" (Juan 15:26).
"Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá sólo lo que oiga y les anunciará las cosas por venir" (Juan 16:13).

Un conocimiento preciso del papel del Espíritu Santo es fundamental para entender correctamente el nuevo pacto, y es también necesario para una correcta interpretación del sábado. El papel que la ley desempeñaba en el pacto antiguo está desempeñado por el Espíritu Santo en el nuevo pacto. La Escritura compara y contrasta la ley con el Espíritu de muchas maneras. Un sutil ejemplo de esto se ve en los sucesos que rodearon la entrega de ambos pactos. Después de que se entregó la ley, los hijos de Israel cayeron inmediatamente en desobediencia y en condenación. Fabricaron un becerro de oro, lo adoraron, le ofrecieron sacrificios, y dijeron: "Éste es tu Dios, oh Israel, que te sacó de la tierra de Egipto" (Éx. 32:8). A causa de este pecado, "aproximadamente tres mil de entre el pueblo cayeron aquel día" (Éx. 32:28). Estos tres mil fueron muertos por sus hermanos obedeciendo la orden de Dios.

Por otra parte, cuando se dio el Espíritu en el nuevo pacto, encontramos un desenlace diferente y mejor. "Se añadieron a la iglesia aquel día como tres mil almas" (Hechos 2:41). Creo que estas cifras se registran para señalar la naturaleza contrastante de los dos pactos, y mostrar la relación entre la ley y el Espíritu.

Obsérvese reflexivamente cómo el Espíritu Santo toma el lugar de la ley en las comparaciones y los contrastes que Pablo hace entre el pacto antiguo y el nuevo en 2 Cor. 3:3-18.

EL PACTO ANTIGUO
EL NUEVO PACTO
Escrito con tinta
Escrito con el Espíritu
En tablas de piedra
En tablas del corazón
No de la letra
Sino del Espíritu
La letra mata
El Espíritu da vida
Ministerio de muerte
Ministerio del Espíritu
Ministerio de condenación
Ministerio de justicia
Vino con gloria
Abunda en gloria
Gloria que se desvanece
Gloria que permanece
      
A menos que el cristiano del nuevo pacto entienda el papel del Espíritu Santo y experimente su presencia, sentirá nostalgia por Sinaí. Es sólo cuando el Espíritu Santo mora  en nosotros y nos confiere poder que él, el Espíritu, puede escribir los principios de la ley de amor del nuevo pacto en nuestros corazones, para que tengamos una Persona siempre presente que nos enseñe todas las cosas (Juan 14:26), nos guíe a toda verdad (Juan 16:13), y nos testifique de Cristo (Juan 15:26). La ley del viejo pacto era externa - escrita en piedra. La ley del nuevo pacto es interna - escrita en nuestros corazones. El Legislador del nuevo pacto está presente en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo.

"El que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre le amará, y haremos nuestra vivienda en él" (Juan 14:23).

El Espíritu y la Palabra

En alto grado, la iglesia ha adoptado en la actualidad la posición del mundo occidental, que elimina lo sobrenatural. Esa no es la posición de la Escritura. El libro de Hechos, así como la totalidad de la Escritura, está llena de las actividades sobrenaturales del Espíritu Santo. Es mi creencia que el cristiano del Nuevo Testamento que rechaza los dones actuales del Espíritu Santo no está experimentando la plenitud del nuevo pacto: una relación personal con el Cristo que mora en el interior,

"... que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginar o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros" (Efe. 3:20).

La Biblia deja bien claro que el Espíritu Santo prefiere trabajar por medio de la palabra de Dios, la Biblia. Creemos que la Biblia es la palabra de Dios inspirada por el Espíritu Santo y que, por lo tanto, el Espíritu Santo toma esta palabra escrita (logos) y nos habla la palabra viva (rhema) de Dios, mientras la leemos y la estudiamos con oración.

"Tomen el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios" (Efe. 6:17).

Los que intentan vivir según los "impulsos del Espíritu Santo" sin un correspondiente estudio de la palabra de Dios se colocan en una posición en que creen que están recibiendo dirección especial del Espíritu Santo cuando, en realidad, están escuchando su propia mente subconsciente o sus propias ilusiones. A veces, oímos decir a la gente "Dios me dijo esto" o "Dios me dijo aquello", y después de estos comentarios, hacen afirmaciones que son incongruentes con la palabra escrita.

Aunque la obra del Espíritu Santo no puede ser puesta como en un recuadro ni descrita perfectamente, es importante que el cristiano no trate de vivir por la palabra escrita sin el Espíritu Santo como guía para interpretarla, ni vivir por el Espíritu Santo sin permitir que el Espíritu Santo hable por medio de la palabra escrita.

¿Cómo viviremos, pues?

En el libro de Gálatas tenemos la más clara enseñanza sobre el reino de la ley. Vino con Moisés y cesó con Cristo (1). Bajo la guía directa del Espíritu Santo, Pablo previó las preguntas que harían algunos cristianos inmaduros de Galacia que habían sido desviados por un "evangelio" enfocado en la ley. Por lo tanto, tenemos su clara respuesta a la pregunta implícita: "Pablo, si ya no estamos bajo la ley, ¿cómo viviremos?" Su respuesta es clara, poderosa, y relevante para aquellos de nosotros que venimos de una religión centrada en la ley. Lea esta sección por completo en contexto y entonces explicaremos lo que se enseña.

"Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa. Porque ésta desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu desea lo que es contrario a ella. Los dos se oponen a ella, de modo que ustedes no pueden hacer lo que quieren. Pero si los guía el Espíritu, no están bajo la ley. Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas. Los que son de Cristo Jesús han crucificado la naturaleza pecaminosa, con sus pasiones y deseos. Si el Espíritu nos da vida, andemos guiados por el Espíritu. No dejemos que la vanidad nos lleve a irritarnos y a envidiarnos unos a otros" (Gál. 5:16-26).

La sección que antecede es tan importante que quiero comentar cada elemento clave:

La afirmación de Pablo: "Si ustedes son guiados por el Espíritu, no están bajo la ley" concuerda perfectamente con lo que hemos descubierto hasta ahora. Ser guiado por el Espíritu es seguir justo a donde el Espíritu nos conduce. Si el cristiano anda con el Epíritu Santo y se alimenta de la Palabra de Dios, ya no necesita una serie de reglas externas.

La lucha no es entre el cristiano y la ley, como lo presenta Romanos 7:7-24, donde Pablo describe cómo es la vida para el cristiano que vive según el pacto antiguo. Más bien, la guerra que el cristiano tiene que librar es entre el Espíritu y la carne. El resultado es determinado por quién es el amo de nuestras vidas: El Espíritu o la carne.

Pablo no define el mal como transgresión de la ley porque los cristianos están libres de la ley. Más bien, Pablo define el mal como las obras de la carne. Estas obras son el desarrollo normal si obedecemos los impulsos de nuestra naturaleza caída. Dice Pablo que estas "obras de la carne son evidentes". El cristiano maduro y lleno del Espíritu (2) no necesita que se le diga que estas obras son malas. El Espíritu Santo operando en la conciencia del creyente fundamentado en la Escritura es una guía suficiente.

Las obras de la carne

Ahora consideremos la lista de Pablo de las obras de la carne, una lista que puede ser subdividida en cinco categorías (3):

Pecados sexuales:

"Inmoralidad sexual" incluiría el adulterio, las relaciones sexuales fuera del matrimonio, o podríamos decir, los "pecados sexuales naturales".
"Impurezas" incluirían los pecados sexuales no naturales, como la homosexualidad, el lesbianismo, el incesto y la bestialidad.
"Libertinaje" alude a tener, aun en público, una actitud de indiferencia o incorrección hacia los pecados y deseos sexuales.

Pecados de fidelidad:

"Idolatría" es encapricharse y enamorarse de cualquier cosa o cualquier persona aparte del Dios Todopoderoso. Este pecado está muy difundido en el mundo occidental y en la iglesia.
"Brujería" tiene dos connotaciones básicas. La raíz de la palabra implica el uso de drogas. Más tarde, el uso de esta palabra se aplicó a cualquier actividad relacionada con los poderes del mal, incluyendo reuniones secretas con espíritus malignos. Hoy día, el significado incluiría un vasto número de actividades asociadas con lo oculto. Practicar la brujería es buscar el poder o la guía de alguna fuente maligna o una fuente diferente de Dios y el Espíritu Santo. Esto incluiría los tableros de Ouija, los horóscopos, la predicción de la buena suerte, los libros sobre percepción extrasensorial, etc. ¡No todo el poder es de Dios!

Pecados sociales o de relación:

"Odio" consiste de sentimientos hostiles o negativos.
"Discordia" se refiere a ser parcial, hacer guerra de palabras, formar camarillas, y cometer actos faltos de amor.
"Celos" ocurren cuando envidiamos a otros y a menudo les odiamos en secreto porque les consideramos mejores que nosotros.
"Arrebatos de ira" son palabras hirientes pronunciadas apresuradamente cuando están presentes el odio y la discordia.
"Rivalidades" se refiere a argumentos en cuanto a quién tiene razón y quién está equivocado.
"Disensiones" reflejan división, deslealtad, y actitudes negativas.
"Sectarismo" nace de las anteriores obras de la carne. Ocurre cuando la gente se forma en grupos, y éstos entonces hacen campaña para defender sus propias agendas sin consideración por los demás.
"Envidia" es el deseo desordenado de poseer lo que tienen otros, como riqueza, popularidad, prestigio, posición y poder, etc.

Pecados de autocontrol:

"Borrachera" es abusar de cualquier substancia hasta el grado de que afecta la propia capacidad para pensar y/o hace daño a la propia persona o a los demás.
"Orgías" se refiere a actividades como fiestas desenfrenadas, que a menudo se asocian con personas fuera de control y donde están presentes tentaciones innecesarias y el mal.
"Y cosas como éstas". Aquí Pablo da a entender que esta lista podría ampliarse mucho más. Sin embargo, ha sido lo bastante específico como para que sus lectores puedan entender lo que él quiere decir.

También debemos observar la clara advertencia de Pablo contra los que acostumbran ceder a las obras de la carne. Pablo no dice que irán al cielo, sino sólo que no recibirán la misma recompensa que los que no hacen tales obras de la carne. Más bien, dijo, "como les he advertido, los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios". En otras palabras, los que acostumbran hacer las obras de la carne no son criastianos genuinos. No son controlados por el Espíritu Santo. Tienen otro señor y amo. Dentro del nuevo pacto hay ninguna puerta abierta para "vivir en pecado" y tener la certeza de la salvación. Es verdad que todos fallamos, pero nuestra lealtad a Dios se ve en que andamos al paso del Espíritu Santo que mora en nuestras vidas, y no andamos tras la carne.

El fruto del Espíritu

Habiendo bosquejado las obras de la carne, Pablo se vuelve ahora al fruto del Espíritu, que será manifiesto en la vida del cristiano genuino.

"Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas" (Gál. 5:22,23).

Aquí hay otro discernimiento que vale la pena subrayar. La ley del nuevo pacto puede resumirse en un principio básico y abarcante:

"Y éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado" (Juan 15:12).

En Gálatas encontramos que el fruto (singular) del Espíritu se manifiesta primero en amor. Amamos porque Él nos amó primero. ¡He aquí la guía para vivir en el nuevo pacto! Mientras que los "dones" del Espíritu se dan individualmente como el Espíritu quiere, todos deben participar en el fruto del Espíritu. Estas virtudes son una mayor evidencia del control del Espíritu que cualquiera de los más espectaclares dones mencionados en 1 Corintios 12-14. Examinemos esta cosa maravillosa llamada el fruto del Espíritu. Observaremos que todos los aspectos del fruto del Espíritu son sobrenaturales y están fuera del ámbito de los logros personales sin el poder del Espíritu Santo morando en el interior de la persona.

"Amor" es amor ágape - un amor desinteresado que ama, no por amor a sí mismo, sino por amor a la otra persona que necesita nuestro amor. Es un amor de sacrificio, un amor incondicional, un amor que no termina nunca. Es una actitud íntegra hacia los demás, que resulta en acciones positivas, y cuyo modelo supremo es Cristo.

"Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros" (Rom. 5:8).
"Lleven una vida de amor, así como Cristo nos amó y se entregó por nosotros ..." (Efe. 5:2).

Este amor no es un amor natural que puede ser despertado. Es verdaderamente un "fruto del Espíritu".

"... Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado" (Rom. 5:5).

"Gozo" es una actitud interior de alegría que no depende de las circunstancias. Es un gozo sobrenatural, que a menudo se expresa en presencia misma de la persecución y las dificultades.

"Pero los judíos incitaron a mujeres muy distinguidas y favorables al judaísmo, y a los hombres más prominentes de la ciudad, y provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé. Por tanto, los expulsaron de la región. Ellos, por su parte, sacudieron el polvo de sus pies en señal de protesta contra la ciudad, y se fueron a Iconio. Y los discípulos quedaron llenos de alegría y del Espíritu Santo" (Hechos 13:50-52).
"Y aunque mi vida fuera derramada sobre el sacrificio y servicio que proceden de su fe, me alegro y comparto con todos ustedes mi alegría" (Fil. 2:17.

"Paz" es contento interior y serenidad mental. Es lo que yo llamo "vivir la clase de vida eterna". Es saber que somos salvos y que, no importa lo que nos suceda, estaremos con Cristo. Es experimentar la vida eterna AHORA. Paz es la certeza de que todo está bien entre nosotros y Dios. Es un don sobrenatural del evangelio. Es paz con Dios.

"En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo" (Rom. 5:1).

Es también la paz de Dios.

"Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús" (Fil. 4:7).

"Paciencia" es el soportar pacientemente y esperar con esperanza el tiempo de Dios. Es una cualidad divina que nos permite soportar a otras personas y sus acciones ofensivas sin que estas circunstancias desencadenen las obras de la carne y nos hagan vengarnos. Es ver a los que nos causan frustración o verdadero daño como necesitados de nuestro ofrecimiento de perdón y nuestra oración de estímulo.

"El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan" (2 Pedro 3:9).
"Y un siervo del Señor no debe andar peleando; más bien, debe ser amable con todos, capaz de enseñar y no propenso a irritarse" (2 Tim. 2:24).

La paciencia es puesta a prueba no sólo cuando tenemos que esperar algo. La paciencia se demuestra cuando nos han hecho algo malo y no reaccionamos contra el que nos lo ha hecho.

"Amabilidad" es no sólo una actitud que desea lo bueno para los demás, sino también una cualidad divina que nos mueve a acciones positivas que son apreciadas por otros.

"¿No ves que desprecias las riquzas de la bondad de Dios, de su tolerancia y de su paciencia, al no reconocer que su bondad quiere llevarte al arrepentimiento?" (Rom. 2:4).

La amabilidad será la cualidad sobrenatural expresada a otros que les señale a nuestro amable Dios.

"Bondad" es una cualidad divina que nos motiva a ser buenas personas. Las buenas personas evitan hacer mal a otros y procuran el bien de todos.

"El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón saca el bien, pero el que es malo, de su maldad saca el mal" (Mat. 12:35).

En la cita de Jesús que antecede, está claro que el corazón debe ser renovado por el Espíritu Santo. Es el "nuevo hombre" el que debe estar presente en el interior antes de que podamos sacar algo bueno del corazón. En su condición irregenerada, el corazón es desesperadamente malvado e impuro.

"Humildad" es una cualidad divina que tiene cuidado de no causar perjuicio o daño. Es una cualidad que se necesita cuando tratamos de restaurar a otros.

"Hermanos, si alguien es sorprendido en pecado, ustedes que son espirituales deben restaurarlo con una actitud humilde. Pero cuídese cada uno, porque también puede ser tentado" (Gál. 6:1).

La humildad es de largo alcance; aunque alguien sea sorprendido en cualquier violación, él o ella debe ser tratado con espíritu de humildad.

"Dominio propio" es una virtud abarcante proporcionada por el Espíritu. Una persona que tiene dominio propio no tiene arrebatos de ira ni disputa. El dominio propio le permite a uno ser verdaderamente libre - libre para decidir cómo él o ella responderá a circunstancias variadas y adversas, más bien que ser controlado por pasiones y deseos desenfrenados.  Una persons con dominio propio es una persona madura, que necesita pocas leyes externas, si es que necesita alguna, para gobernar su conducta.

Pablo concluye esta sección diciendo:

"... contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu" (Gál. 5:22, 23).

Es claro y evidente que el que anda por el Espíritu no necesita la ley del pacto antiguo para que gobierne su conducta externa porque tiene la guía interna y el poder del Espíritu Santo. La vida en el Espíritu es vida madura - una vida que se vive por unos pocos principios abarcantes enseñados por Cristo e interpretados y aplicados por la gracia y el poder del Espíritu Santo. Examine reflexivamente la lista de obras de la carne y el fruto del Espíritu. ¡No pueden coexistir! Ambos son expresiones del hombre interior, el corazón. O es motivado por la carne o por el Espíritu. Sí. ¡La verdad es que la vida en el Espíritu produce justicia mucho más allá de la ley! ¡Ahora está claro cómo y por qué el Espíritu reemplaza la función del viejo pacto en la vida del creyente!
 
Resumen
  1. El Espíritu Santo desempeña un papel indispensable en la vida del cristiano, enseñándole "todas las cosas", "testificando de Cristo", "guiándonos a toda verdad", y "revelando lo que ha de venir".
  1. En el nuevo pacto, el Espíritu Santo desempeña en gran medida el mismo papel que desempeñó la ley en el pacto antiguo.
  1. El Espíritu Santo habita realmente en el creyente, y allí reside el secreto de la vida en el Espíritu.
  1. Si un cristiano es guiado por el Espíritu, él/ella no está bajo el dominio de la ley del pacto antiguo.
  1. Pablo define el mal, no como transgresión de la ley, sino como las obras de la carne.
  1. Las obras de la carne son "evidentes" para un cristiano guiado por el Espíritu.
  1. El fruto del Espíritu es una manifestación sobrenatural de las cualidades del amor.
  1. El Espíritu Santo morando en el creyente es una guía mejor para una vida justa que la ley del pacto antiguo.
  1. El Espíritu Santo trabaja en unión con la Palabra de Dios, la Biblia.
  1. El Espíritu Santo no sólo guía al creyente sino que proporciona el poder para vivir la vida cristiana.

(1) Gál. 3:15-29.
(2) El cristiano genuino que permite que el Espíritu Santo reine en su vida.
(3) Algunas de las reflexiones presentadas aquí fueron reunidas del excelente juego de cintas "The Christian and the Mosaic Law", por Clinton Chisholm, y están disponibles en Life Assurance Ministries.

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