LA IGLESIA ADVENTISTA
OCULTA ERRORES

Título de la obra en inglés:
White Out

Dirk Anderson



Capítulo 2

Un comienzo decepcionante

Cuando Cristo no regresó el 22 de octubre de 1844, como se había predicho, el fervor religioso comenzó a apagarse gradualmente, y muchos de los "profetas" regresaron a sus anteriores ocupaciones. Si bien algunos abandonaron la doctrina millerista, unos pocos persistieron en ella. Entre esos pocos se hallaba Ellen Harmon. Sus visiones parecían indicar que el regreso de Cristo era todavía inminente. Se sentía compelida por Dios a compartir esas visiones con otros. Comenzó a viajar por el noreste de los Estados Unidos compartiendo sus visiones con los creyentes adventistas dispersos. Obtuvo resultados variados. Mientras unos eran estimulados por sus visiones, otros tenían sus dudas. Al menos un testigo pensaba que las visiones eran más el resultado de la imaginación que de la inspiración:

"No puedo apoyar las visiones de Ellen como si fueran de inspiración divina, como tú [James White] y ella parecen creer que lo son ... Creo que lo que ella y tú consideran visiones del Señor son sólo ensueños religiosos, en los cuales la imaginación de ella corre sin control sobre temas en los cuales está sumamente interesada. Mientras está absorta en estos ensueños, queda perdida para todo lo que le rodea". 16
Debe haber sido frustrante para la joven profetisa el hecho de que tanta gente que presenciaba sus visiones, incluyendo a su propia familia, tuviera dudas de su origen divino. Ellen se quejaría más tarde de que "muchos" de los que presenciaron sus primeras visiones creyeron que eran producto de "la emoción y el mesmerismo", más bien que de la inspiración divina. 17 Isaac Wellcome, un ministro adventista que presenció varias de sus primeras visiones, las describe como sigue:
Ellen Harmon ... experimentaba una extraña angustia corporal y mental ... cayendo al piso ... (recordamos que la sostuvimos en dos ocasiones para evitar que cayera al piso) ... durante las reuniones hablaba con gran vehemencia y rapidez hasta que caía al suelo, momento en que, como aseguraba, se le mostraban escenas maravillosas del cielo y lo que estaba sucediendo allí. Afirmaba haber visto que Cristo había abandonado el oficio de mediador y asumido el de juez, que había cerrado la puerta de la misericordia, y que estaba borrando nombres del libro de la vida ... Le vimos en Poland, Portland, Topsham, y Brunswick al comienzo de esta carrera, y a menudo le oímos hablar, y varias veces le vimos caer, y le oímos relatar maravillas que ella decía el Padre celestial le había permitido contemplar. Sus escenas sobrenaturales o anormales no fueron entendidas en seguida como visiones, sino como percepciones espirituales de cosas invisibles, lo cual era bastante común entre los metodistas ... Estas visiones no eran sino los ecos de la predicación del pastor [Joseph] Turner y otros, y nosotros las consideramos como el producto de la sobreexcitada imaginación de su mente, y no como hechos". 18
El Sr. Wellcome subraya que las visiones que oía relatar a Ellen Harmon eran meros ecos de la predicación del millerista Joseph Turner. En el capítulo 5, discutiremos al Sr. Turner y su relación con Ellen Harmon.

Fue durante 1845 cuando Ellen Harmon conoció a James White, el fervoroso y joven ministro que más tarde se convertiría en su esposo. James y Ellen comenzaron a viajar juntos y a predicarle al rebaño disperso de adventistas que todavía sostenían la esperanza de que el regreso de Cristo era inminente. Las gentes habían sido amargamente desengañadas, y estaban ansiosas de oír que el regreso de Cristo todavía estaba a las puertas. La aspirante a profetisa resucitó las esperanzas hechas añicos de los creyentes milleristas profetizando que el Señor vendría en junio de 1845. Cuando esta fecha pasó sin incidentes, la profetisa hizo a un lado el error y fijó la fecha para más tarde, para septiembre. Lucinda Burdick, esposa de un ministro, y quien había presenciado las visiones de Ellen Harmon en 1845, describe el caos que estas predicciones que fijaban fechas causaron entre los creyentes adventistas:

"Conocí a James White y Ellen Harmon (ahora la Sra. White) a principios de 1845. ... Ella pretendía que Dios le mostraba cosas, pero éstas no sucedían. En una ocasión, ella vio que el Señor vendría por segunda vez en junio de 1845. La profecía fue discutida en todas las iglesias, y en un pequeño 'periódico de la puerta cerrada' publicado en Portland, Maine. Durante el verano, después de que pasó el mes de junio, oí que un amigo le preguntó cómo explicaba la visión. Ella contestó que 'se lo habían dicho en el lenguaje de Canaán, y que ella no entendía este idioma; que el Señor vendría en el septiembre próximo, en el segundo crecimiento de la hierba, en vez del primer crecimiento en junio'.

"Pasó ese septiembre, y muchos más han pasado, y todavía no hemos visto al Señor. Pronto fue evidente para todas las personas sinceras que a ella se le deben haber 'dicho muchas cosas en el lenguaje de Canaán', o en algún otro que ella no entendía, pues hubo repetidos fracasos. Yo podría mencionar muchos más, de los cuales yo misma me enteré". 19

 A pesar de sus dos primeros fracasos al predecir el retorno de Cristo, Ellen y James continuaron predicando el inminente advenimiento de Jesús. Tan cerca creían que estaba, que el matrimonio estaba fuera de toda consideración. En una carta escrita en 1846, James consideraba el matrimonio como una negación de su fe:
"Últimamente, la 'Esperanza Dentro del Velo' ha tenido dificultades, y me alegro, pues el redactor y el editor, varias semanas antes del cambio de punto de vista, negaron su fe al anunciar su matrimonio. Nosotros consideramos esto como una artimaña del diablo. Los firmes hermanos de Maine que esperan que venga Cristo no simpatizan con esta decisión". 20
Aunque James pueda haber considerado públicamente el matrimonio como una "negación de la fe" y "una artimaña del diablo", se estaban suscitando preguntas acerca de si era correcto o no que James y Ellen viajaran juntos sin estar casados. Así, pues, bajo la guisa de evitar "la apariencia del mal", decidieron casarse.

Mientras viajaban a través del estado de Maine, Ellen recibió espantosas visiones advirtiendo que los impíos se levantarían contra ellos y les encarcelarían. Ellos comunicaron estas alarmantes visiones a todas las iglesias que visitaban. Desafortunadamente, esto tuvo un efecto contraproducente cuando los acontecimientos profetizados no tuvieron lugar. Lucinda Burdick, testigo de estas visiones, cuenta la historia:

"Una vez, cuando estaban en camino hacia la parte este de Maine, ella vio que tendrían grandes problemas con los impíos, que serían encarcelados, etc. Contaron esto en las iglesias al pasar por ellas. Cuando regresaron, dijeron que la habían pasado muy bien.

"Los amigos les preguntaron si habían tenido algún problema con los impíos, o con la cárcel. Ellos contestaron: 'Ninguno en absoluto'. En todas las iglesias, la gente pronto comenzó a abrir los ojos, y se volvió decididamente contra las visiones; y, tan pronto lo hacían, ella les veía 'manchas en sus ropas', como ella decía. Yo personalmente conocí a varios ministros, a los que ella veía en el reino, diciendo: 'Oh, qué brillantes coronas, LLENAS de estrellas'. Pero, tan pronto ellos tomaban partido contra las visiones, ella los veía 'condenados, malditos, y perdidos para siempre, sin esperanza'". 21

A comienzos de su carrera, la Sra. White mostró un rasgo que habría de seguirle por el resto de sus días. Cuando fallaba una de sus profecías, o cuando cometía errores, en vez de reconocer su fracaso, se volvía severamente contra los que le señalaban sus errores y les declaraba "condenados" y "perdidos". Antes que estimular la fe en su don, se las arregló para ofender a varias personas. Ahora bien, a causa de esta costumbre y sus fallidas profecías, los White se encontraron en un ambiente más y más hostil. Muchos de los creyentes adventistas que en un tiempo habían aceptado a la hermana White como profeta ahora se volvieron contra ella. La credibilidad y los recursos financierios de los White estaban en un nivel tan bajo como nunca antes se había visto. Lo que necesitaban era un amigo influyente que pudiera ayudarles en este momento difícil.

Los White conocen a Joseph Bates

Joseph Bates, un capitán de mar retirado que se había convertido en predicador, era tenido en alta estima por los adventistas. Era influyente, tenía alguna educación, y era hombre de un carácter moral transparente. Conoció a los White en el otoño de 1846. En ese tiempo, la joven profetisa sólo tenía diecinueve años, era débil, no tenía educación, y era todavía desconocida para la mayoría de los adventistas. James tenía veintiséis años, y una limitada educación. Él y su esposa eran pobres y desvalidos. Un amigo influyente como Joseph Bates era exactamente lo que la joven pareja necesitaba. Sin embargo, al principio los White y Bates estaban un poco escépticos el uno del otro. James y Ellen miraban con escepticismo el sábado de Bates, al cual le veían poco valor. Mientras tanto, Bates tenía sus dudas acerca del don profético de Ellen. En cierta ocasión, Bates escribió:

"Han pasado como dos años desde la primera vez que vi a la autora [Ellen White] por primera vez y le oí relatar la esencia de sus visiones como las ha publicado desde entonces en Portland (abril 6, 1846). Aunque no pude ver en ellas nada que militase contra la palabra, me sentí sobremanera alarmado y probado, y por mucho tiempo renuente a creer que aquello fuese otra cosa más que lo producido por un prolongado estado de debilidad de su cuerpo". 22
Como muchos otros, Bates pensaba que las visiones de Ellen eran más un resultado de la mala salud causada por una terrible lesión cerebral que revelaciones inspiradas por Dios. Sin embargo, con una bien calculada visión sobre el tema favorito de Bates - la astronomía - los White a su debido tiempo lograron vencer la resistencia a las visiones de Ellen. En noviembre de 1846, Ellen tuvo una visión especial del sistema solar durante una reunión a la que asistió Bates. Mientras Bates escuchaba, ella describió varios detalles del sistema solar y el así llamado espacio abierto en Orión. Orión era entonces un tema de  gran interés para el público debido a las recientes observaciones telescópicas del astrónomo William Parsons. Sólo algunos meses antes, Bates había escrito un tratado titulado "The Opening Heavens" [Los Cielos Se Abren], relatando los descubrimientos, pero la Sra. White le aseguró a Bates que ella no tenía ningún conocimiento previo de astronomía.

Estando en visión, la Sra. White comenzó a describir los varios planetas del sistema solar. Al describir los cinturones teñidos de rosa que veía a través de la superficie de un planeta, ella exclamó: "Veo cuatro lunas". Bates replicó: "¡Oh, está viendo a Júpiter!"
23 Ella entonces hizo movimientos como si estuviese viajando por el espacio, y luego procedió nuevamente a describir unos cinturones y unos anillos y a decir: "Veo siete lunas". Bates exclamó: "Está describiendo a Saturno". 24 Una dama adventista llamada la Sra. Truesdail, que también estuvo presente en la misma reunión, describe cómo esta visión borró todas las dudas de la mente de Bates en relación con las visiones de la Sra. White:

"El estado de salud de la Sra. White era muy débil, y mientras se ofrecían oraciones en favor de ella, el Espíritu de Dios reposó sobre nosotros. Pronto notamos que ella era insensible a las cosas terrenales. Esta era su primera visión del mundo planetario. Después de contar en voz alta las lunas de Júpiter, y poco después las de Saturno, hizo una hermosa descripción de los anillos de éste último. Luego dijo: 'Los habitantes son un pueblo de gran estatura, majestuoso, bien diferente de los habitantes de la tierra. El pecado jamás ha entrado allí'. A juzgar por el rostro sonriente del hermano Bates, era evidente que sus pasadas dudas en relación con el origen de las visiones le estaban abandonando rápidamente. Todos sabíamos que el Capitán Bates era un gran amante de la astronomía, pues a menudo localizaba muchos de los cuerpos celestes para enseñarnos. Cuando la Hermana White contestó sus preguntas después de la visión diciendo que ella nunca había estudiado ni tenido ningún conocimiento en este sentido, Bates se llenó de gozo y felicidad. Alabó a Dios, y expresó su creencia de que esta visión concerniente a los planetas había sido dada para que nunca más volviese a dudar". 25
Aunque esta visión aparentemente disipó las dudas de Bates, tendría un efecto opuesto en las generaciones posteriores. La quinta luna de Júpiter fue descubierta en 1892, pero, para entonces, Bates había desaparecido y hacía mucho que la visión de 1846 había sido olvidada. Más tarde, las sondas satelitales descubrirían que las superficies tanto de Júpiter como de Saturno consisten de hidrógeno líquido, y que ambos están desprovistos de vida, como sabemos. Además, Júpiter tiene por lo menos 16 lunas y una banda de anillos. Saturno tiene por lo menos 18 lunas. Aunque ella se acercó lo suficiente a Júpiter y a Saturno como para ver los "habitantes altos y majestuosos", nunca menciona haber visto las otras lunas y los anillos alrededor de estos planetas. La visión ciertamente no sería muy convincente para un auditorio moderno. Esta es quizás una de las razones por las cuales la visión rara vez es mencionada por los adventistas en la actualidad. Como muchas de sus primeras visiones, sonaba bien al principio, pero se volvió menos y menos creíble con el paso de los años. Sin embargo, sirvió su propósito. Bates quedó convencido, y los White y Bates formaron una amistad que habría de durar varios años.

Parece que los White adoptaron rápidamente las peculiares enseñanzas de Bates en relación con el regreso de Cristo. Bates creía que el tiempo de examen y evaluación se había cerrado para el mundo en 1844, y que los creyentes adventistas estaban ahora en un período de prueba de siete años. Bates describe cómo llegó a establecer este período de siete años:

"Creo plenamente que las siete manchas de sangre sobre el altar de oro y delante del propiciatorio representan la duración de los procedimientos judiciales contra los santos vivos en el Lugar Santísimo, y que todo este tiempo, hasta siete años, permanecerán en su aflicción; por medio de su voz, Dios les librará, 'porque la misma sangre hará expiación de la persona' (Lev. 17:11). Luego, el número siete consumará el día de la expiación". 26
Es fácil ver por qué al principio los White se sentían un poco escépticos de Bates. ¡Se necesita una gran dosis de fe para arribar a la conclusión de que siete manchas de sangre sobre el altar equivalen a un período probatorio de siete años! Bates creía que los que no eran parte del movimiento millerista de 1844 estaban perdidos y no podrían salvarse, y que los adventistas estaban ahora siendo probados sobre la verdad del sábado. Finalmente, los White adoptaron esta enseñanza y comenzaron a guardar el sábado siguiendo a Bates desde las 6 p.m. del viernes hasta las 6 p.m. del sábado. El año de 1851 marcó el fin de los siete años de prueba, y al acercarse el fin de este período, los White nuevamente comenzaron a proclamar el inminente regreso de Cristo, y una vez más su exigua banda de seguidores se emocionó.

En 1849, Bates anunció que "la tribulación ha comenzado"
27, y en el verano de ese año, una peste local atacó la región. La Sra. White, viendo esto como cumplimiento de la profecía que indicaba el fin del mundo, predijo que esta peste pronto se extendería. Su alarmante profecía apareció en el número de septiembre de 1849 de Present Truth, la revista de poca duración de los White:

"Lo que hemos visto y oído sobre la peste no es sino el comienzo de lo que veremos y oiremos. Pronto los muertos y los moribundos estarán por todas partes a nuestro alrededor". 28
Con esta profecía, la Sra. White continuó con lo que sólo puede describirse como una significativa sucesión de fracasos y desastres. No mucho tiempo después de que esta profecía se escribió, la peste terminó, y los Estados Unidos entraron en un período de relativa paz y prosperidad que duró muchos años. Treinta y cinco años más tarde, en 1882, cuando el artículo mencionado se volvió a publicar en el libro Early Writings [Primeros Escritos], la frase sobre los "muertos y los moribundos" estaba extrañamente ausente. Había sido eliminada por un redactor que debe haberse dado cuenta de que, si la dejaba allí, suscitaría considerables dudas sobre la capacidad profética de la Sra. White.

Para abril de 1850, la Sra. White proclamaba que "el poderoso zarandeo ha comenzado".
29 Mientras tanto, su esposo James afirmaba que la partida del pueblo de Dios de Babilonia (Apoc. 18:4) estaba completa:

"Babilonia, la iglesia nominal, ha caído. El pueblo de Dios ha salido de ella. Ella es ahora la 'sinagoga de Satanás' (Apoc. 3:9). 'Habitación de demonios, guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible' (Apoc. 18:2)". 30
El 27 de junio de 1850, la Sra. White escribió que a la gente le quedaban sólo unos pocos meses para prepararse:
"Dijo mi ángel acompañante: 'El tiempo casi ha terminado. Preparaos, preparaos, preparaos'... ahora el tiempo casi ha terminado ... y lo que a nosotros nos ha tomado años aprender, ellos tendrán que aprenderlo en pocos meses". 31
La Sra. White les estaba diciendo a los creyentes adventistas que las verdades sobre el sábado y el santuario celestial que ella y sus asociados habían pasado años aprendiendo tendrían que ser aprendidas rápidamente por los nuevos conversos en los pocos meses que le quedaban a la tierra.

La Srta. Sarah B. Harmon, hermana mayor de la Sra. White, escribió una carta a la Sra. P. D. Lawrence de Brookfield, estado de New York, el 29 de julio de 1850, que decía: "Creo que este es el último invierno que veremos antes de que salga Jesús, nuestro Gran Sumo Sacerdote. Oh, vivamos para Dios y sacrifiquémosnos fielmente por él".

Para septiembre de 1850, la Sra. White advertía que estaban en el "tiempo del sellamiento" y que Jesús casi había concluído su labor en el Lugar Santísimo:

"Vi que el tiempo de permanencia de Jesús en el Lugar Santísimo casi había terminado, y que el tiempo no podía durar sino un poquito más ... El tiempo de sellamiento es muy corto y pronto terminará". 32
Esta fue una de las últimas en una serie de frustrantes predicciones sobre el regreso de Cristo. Cuando la fecha de 1851 pasó sin novedad, Joseph Bates perdió prominencia entre los creyentes adventistas, lo mismo que los White. James decidió hacer desaparecer la revista Present Truth e iniciar una nueva, titulada Advent Review and Sabbath Herald. Volvió a publicar muchos de los artículos de la Sra. White, pero tuvo buen cuidado de borrar aquellas partes que la expondrían a acusaciones de ser una falsa profetisa.

Ser profetisa no es tarea fácil, especialmente cuando sus seguidores esperan que pueda detectar falsas enseñanzas. Bates estaba errado en cuanto al regreso de Cristo en 1851, y la profetisa de Dios aparentemente fue extraviada por las enseñanzas de él. Los seguidores de ella probablemente se preguntaron por qué sus mensajeros angélicos ni una sola vez le dieron a entender que la teoría de Bates estaba equivocada, aunque ella afirmaba haber recibido muchas decenas de visiones durante este período. La gente había esperado mucho más de una profeta. Querían una profeta como lo profetas bíblicos, que se erguían como elevadas rocas de verdad mientras alrededor de ellos soplaba todo viento de doctrina. Querían una profeta que detectase errores como el que Bates propagaba, y que advirtiese a la gente. Era mucho pedir que una joven profetisa estuviese a esta altura.

La primera década de Ellen White como profetisa sólo puede describirse como de chasco, tanto para ella personalmente como para sus seguidores. Sus mordaces acusaciones contra los que dudaban de sus visiones sólo sirvieron para que sus críticos se sintieran más molestos con ella, y para que los no convencidos se volvieran aún más escépticos. Los conversos a la observancia del sábado eran pocos y estaban muy dispersos. A este paso, pueden necesitarse muchas décadas paras alcanzar la mágica cifra de 144.000. Como sus profecías dejaron de cumplirse una y otra vez, muchos pusieron en duda su inspiración divina. Durante un tiempo a principios de la década de 1850, su influencia pareció quebrantarse, y pareció tener pocas visiones. Fue un frustrante comienzo para una carrera profética.

La Sra. White parece haber aprendido lentamente su lección sobre predecir el regreso de Cristo. Gradualmente, dejó de hacer predicciones específicas sobre la segunda venida de Cristo. Hizo su última predicción específica durante una conferencia en 1856:

"Se me mostró la compañía presente en la conferencia. Dijo el ángel: 'Algunos serán pasto de los gusanos, algunos estarán sujetos a las siete postreras plagas, algunos estarán vivos y quedarán en la tierra para ser trasladados a la venida de Jesús'". 33
Puesto que esta predicción no falló inmediatamente, recibió amplia publicación en los libros titulados Testimonies for the Church [Testimonios para la Iglesia]. Los dirigentes de la iglesia quedaron un poco en un dilema sobre qué hacer cuando todas las personas que asistieron a la conferencia hubiesen fallecido. Como no podían borrar la afirmación sin despertar una gran controversia, comenzaron a explicarla como una profecía condicional. La fallida profecía no era culpa de Ellen White. La culpa era del pueblo adventista. No habían convertido a suficientes personas al adventismo, así que Dios tuvo que demorar sus planes para el regreso. Esta explicación probablemente habría sido más convincente si se hubiesen incluído las condiciones cuando la visión se dio, no años más tarde, dcspués de que habían muerto todas las personas que habían asistido a la conferencia. ¿Para qué sirve una profecía si su fracaso puede explicarse más tarde afirmando que nunca se cumplieron algunas condiciones que antes no se conocían y que no habían sido definidas?

Para los que estaban dispuestos a aceptar la explicación de la "profecía condicional", todavía quedaba una pregunta: ¿Cómo sabía el ángel de la Sra. White el tiempo del regreso de Cristo? Después de todo, Jesús había dicho: "Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre". (Mateo 24:36).

Después de casi 30 años, la Sra. White nuevamente vio indicios del inminente regreso de Cristo. En 1884, ella envió un testimonio llamando a los adventistas al celibato:

"No era de acuerdo con nuestra fe o con la voluntad de Dios que nuestros misioneros se llenaran las manos con cuidados y con cargas que no eran esenciales para la obra.... Se me mostró que el hermano y la hermana V--- se habían apartado del consejo de Dios al traer niños al mundo.... El tiempo es y ha sido por años, que traer niños al mundo es más una ocasión de dolor que de gozo.... Satanás controla a estos niños, y el Señor tiene poco que ver con ellos ... Ha llegado el momento de que, en cierto sentido, los que tienen esposa sean como si no la tuvieran". 34
Como era de esperarse, el testimonio resultó en caos entre los que lo oyeron. Un adventista escribe su opinión de los sucesos que ocurrieron:
"Ese testimonio fue leído delante de gente reunida, pero evidentemente fue destruído cuando encontró mucha resistencia, y la prueba de su existencia anterior sólo puede obtenerse de los que lo oyeron leer o fueron testigos presenciales de la consternación que causó.... Muchos trataron de ponerse a la altura de las instrucciones de ella. Yo estaba sentado en la Iglesia Adventista de Missoula, estado de Montana, y vi al ministro, Rollin D. Quinn, ponerse de pie delante de la congregación y, con lágrimas corriéndole por las mejillas, confesar que Satanás le había tentado durante las oscuras horas de la noche y había pecado, pero que con la ayuda de Dios, permanecería firme de ahora en adelante, sólo para repetir la escena el sábado siguiente. Un ministro le dijo a mi padre que no se atrevía a confiar en sí mismo de estar en casa con su esposa, así que hacía que ella se encontrase con él en la estación del ferrocarril". 35
Por razones obvias, el testimonio de la Sra. White sobre el celibato jamás fue publicado en los Testimonies for the Church. Permaneció oculto y a salvo en una caja fuerte hasta que muchos de los manuscritos de la Sra. White fueron dados a la luz pública por el White Estate en la década de 1980.

La joven Ellen fue arrebatada y arrastrada por el fervor religioso de la década de 1840. Hizo lo mejor que pudo para emular a los reconocidos profetas de su tiempo. Hizo lo mejor que pudo para encontrar nuevos materiales para sus visiones y así captar el interés de la gente. Hizo lo mejor que pudo para inspirar a sus seguidores con el pronto retorno de Cristo. Pero, a pesar de sus mejores esfuerzos, las cosas no le salieron como las había planeado. El profeta Foy apareció por sorpresa en su reunión, se puso de pie en medio de ella, y exclamó que aquello era exactamente lo que él había visto, y luego se fue, para no regresar nunca. Sus fallidas predicciones sobre la persecución y el regreso de Cristo en 1845 y en 1846 habían perturbado la fe que muchos creyentes habían tenido en ella. Finalmente, encontró un amigo en el capitán Bates, alguien en quien ella creyó que podía confiar. Desafortunadamente, el haber apoyado las defectuosas enseñanzas proféticas de él  por poco echan a perder su ya maltrecha reputación. En algún momento, debe haberse preguntado si realmente tenía lo que se necesitaba para ser profeta de Dios.

Por malo que fuera todo esto, las fallidas predicciones de la Sra. White sobre el retorno de Cristo no eran su peor problema. Estas cosas podían ser manejadas. James podía aplicar su magia editorial al texto de las visiones originales. Si alguien seguía preguntando por qué habían fallado sus profecías tocantes al regreso de Cristo, se le podía echar la culpa al pueblo adventista, que había dejado de cumplir la obra de Cristo de amonestar al mundo. Quizás la más condenatoria de todas las acusaciones contra ella era la afirmación de que había visto una falsa enseñanza en visión. En el siguiente capítulo examinaremos la falsa enseñanza conocida como "la puerta cerrada"...



Notas:

16. James White, Word to the Little Flock, p. 22, 1847.
17. Ellen White, Early Writings, p. 21.
18. Isaac Wellcome, History of the Second Advent Message (Yarmouth, Maine: Advent Christian Publication Society, 1874); Jacob Brinkerhoff, The Seventh-day Adventists and Mrs. White´s Visions (Marion, Iowa: Advent and Sabbath Advocate, 1884), 4-6.
19. Miles Grant, An Examination of Mrs. Ellen White´s Visions, Boston: Published by the Advent Christian Publication Society, 1877.
20. James White, 1846. Citado en la obra de Arthur Patrick (La Sierra University): "Ellen White, the Adventist Church, and its Religion Teachers: A Call for Transformed Relationships".
21. Ibid.
22. James and Ellen White, A Word to the Little Flock, 1847, p. 21.
23. Arthur White, Ellen G. White: The Early Years Volume I - 1827 -1862, p. 113.
24. Arthur White, p. 113.
25. Mrs. Truesdail´s letter, Jan. 27, 1891.
26. Joseph Bates, The Typical and Anti-Typical Sanctuary, p.10, 1850.
27. Joseph Bates, A Seal of the Living God, 1849.
28. Ellen White, Present Truth, Sept. 1849.
29. Present Truth, April 1850.
30. Ibid.
31. Ellen White, Early Writings, pp. 64-67.
32. Ellen White, Experience & Views, pp. 46-47.
33. Ellen White, Testimonies, Vol. I, p. 131.
34. Ellen White, MS 34, 1885. El White Estate no ha dado este documento a la luz pública. Las copias archivadas en el White Estate no son originales. W. C. White y D. E. Robinson escribieron un documento (DF 360A) titulado "Counsels Regarding Parenthood" en la década de 1930, en el cual reconocen este testimonio.
35. "The Story of Ellen White´s Suppressed Testimony", Limboline, (Glendale, Calif: Church of the Advent Fellowship), Jan. 7, 1984, pp. 10, 11.



Volver

Índice| Prólogo|Introducción

| 1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12

Sección de libros

Index