Ángel Gregorio Villoldo: el papá del tango
Vicente Greco: fundador de la orquesta típica
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Quizá el autor más prolífico de la Guardia Vieja,
el "papa del tango" fue también el primer letrista profesional del género.
Cuando interpretaban El Esquinazo, la clientela acompañaba
con golpes de pies, o de lo que estuviera a mano. El lugar quedaba
a la miseria.
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... Un solo tanto le habría bastado a
Ángel Villoldo para conquistar la fama que ostenta en la
historia del tango:
El Choclo,
página de las más bellas de la música porteña y de las
más grabadas en todo el mundo.
Autor sumamente prolífico -probablemente el que más títulos produjo durante la Guardia Vieja-,
fue, también, el primer letrista profesional del género. Pero además, fue cantor, ejecutante de
guitarra, piano, violín y armónica, payador, poeta costumbrista,
periodista, actor y bailarín.
... Con el nombre de Angel Gregorio Villoldo Arroyo, nació en Barracas el 16 de febrero
de 1861 (según consta en los archivos de la sociedad de autores y compositores de Francia,
de la que era socio, anteriormente se habían dado diversas fechas erróneas) en el hogar formado
por Juan Villoldo y Victoria Arroyo. Mucho tiempo esperó el gran compositor para acceder a la
popularidad; en sus comienzos debió ejercer diversos oficios para subsistir, como el de
cuartedador en la Calle Larga (actual Montes de Oca), resero para los mataderos de Pereyra
y Pizzurno, "clown" en el circo Rafetto, tipógrafo en la editorial Jacobo Peuser y en
La Nación y varios otros. No obstante, en sus ratos de ocio, hacía conocer él mismo
sus composiciones en almacenes, cafés y glorietas de su barrio, la Boca, Corrales Viejos o
San Telmo, o en las romerías de la Vírgen del Pilar, en Recoleta; el centro aún le quedaba
lejos.
... La fama lo tocó tardíamente con su varita mágica. Ocurrió cuando, en 1903, Dorita
Miramar convirtió en ruidoso éxito su tango
El Porteñito,
desde el escenario del varieté Parisiana de la calle Esmeralda, más allá de que desde
un año atrás Pepita Avellaneda había interpretado algunas páginas suyas en el
Concierto Variette de la Avenida de Mayo. Inmediatamente despues otras cantantes
incluyeron a Villoldo en sus repertorios, e incluso compuso expresamente para algunas de ellas
varios tangos, como es el caso de
La Pamperito,
para la cantante con ese seudónimo;
La Morocha,
con música de Enrique Saborido, para Lola Candales;
El Entrerriano,
con melodía de Rosendo Mendizábal, para Pepita Avellaneda y muchos otros.
... En aquél mismo 1903, Jose Luis Roncallo, al frente de su sexteto de selecta música
internacional, estrenó
El Choclo,
en el restaurant El Americano, aunque camuflado como "danza criolla": la categoría del
local no admitía la inclusión de tangos. Cuando la triquiñuela fue descubierta, Roncallo
no pudo dejar de ejecutarlo; el público lo exigía noche tras noche. El célebre tango fue
editado recién en 1905, por lo cual algunos escritores han creído erróneamente que
ése fue el año de su estreno.
... En 1907, la casa Gath & Chaves lo contrató junto con sus amigos, el matrimonio
Alfredo Eusebio Gobbi y Flora Hortensia Rodríguez -los futuros padres del violinista
Alfredo Gobbi- para grabar tangos en París. El viaje inició el primer furor de nuestro
tango en la capital francesa. El éxito de Villoldo y los Gobbi -al que pronto se sumaron
varios argentinos más, como Enrique Saborido, Casimiro Aín y otros- hizo que la boga
tanguera se extendiera al resto de Europa. Villoldo, entretanto, se afiliaba a la sociedad
de autores y compositores franceses, a raíz de lo cual fundó luego en Buenos Aires
la Sociedad del Pequeño Derecho, precursora de SADAIC.
... Ya por aquellos días, Villoldo era uno de los tanguistas -así se decían en la época-
más populares, y varios de sus tangos están ligados a curiosas anécdotas, como
El Esquinazo y
Cuidao con los cincuenta!,
Del primero se sabe que fue tal su furor allá por 1903, que cuando se lo interpretaba
en el Restaurante del Parque 3 de Febrero, popularmente conocido como "lo de Hansen",
la clientela solía acompañar los golpecitos del segundo compás con golpes de manos
o de pies, lo cual no tardó en convertirse en golpes de cucharitas sobre las tazas
de café y finalmente en otros golpes de copas, platos, sillas o lo que estuviera a mano.
El lugar quedaba a la miseria todas las noches, hasta que el dueño decidió exhibir
el cartelito salvador: "Terminantemente prohibida la ejecución del tango 'El Esquinazo';
se ruega prudencia en tal sentido. El propietario". En cuanto al segundo tango, referido
a los cincuenta pesos de multa por decir piropos procaces en la vía pública, el propio
Villoldo contó en un reportaje de La Razón (1917): "un amigo me aconsejó
que yo debía hacer lo posible por pagar los 50 pesos de multa, lo cual me serviría
de "réclame" (...) resolví piropear a la primera mujer que pasara. En el primer caso
la señora no se dio por aludida; al rato pasa otra y a mi galantería contesta con un
!Pavote, viejo enamorado! Desistí de la "réclame" en tal forma y edité yo mismo la pieza.
Sus composiciones
... Reproducir la lista de las composiciones del "papá del tango" -como se lo ha
llamado- llevaría interminables páginas. Algunos de esos titulos:
El Choclo,
(letras del propio Villoldo, de Carlos Marambio Catán y de Enrique
Santos Discépolo),
El Porteñito,
El Torito, La Caprichosa,
Cuidao con los cincuenta!,
Soy tremendo!, El criollo más criollo, El pechador,
Yunta brava,
El Esquinazo
(todos con letras propias; algunos de ellos también tuvieron versos posteriores
de Carlos Pesce y Antonio Polito), El argentino, Ciudad de Londres, Un mozo bien,
La pipeta!, Chiflale que v'a venir, La budinera, El cachorrito y muchos más.
Cosas de la vida
... El 14 de octubre de 1919, el músico que en tiempos posteriores podría
haber vivido más que holgadamente de sus derechos autorales, murió
en la miseria. Días despues, le llegó el primer cheque de la sociedad de
compositores de Francia. Demasiado tarde; a veces la vida puede ser injusta
con quienes la embellecen a traves de admirables melodías. Angel Villoldo fue
uno de ellos y éste nuestro pequeño pero emocionado homenaje.
argentinayjapon.
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