Durante
el siglo XIX, los estudios microscópicos de las células suscitaron
la sospecha en los científicos de que el núcleo de la célula
contenía los mecanismos importantes para la herencia. Descubrieron que
la cromatina, la sustancia que proporciona al núcleo su aspecto
granular, puede observarse en los núcleos de las células cuando
éstas no se dividen. Inmediatamente antes de que una célula experimente
la división, la cromatina se condensa formando unos corpúsculos
oscuros separados, denominados cromosomas.
Con el redescubrimiento de los experimentos de Mendel sobre la herencia, a principos
de este siglo, pronto se puso de manifiesto que los cromosomas contenían
los genes.