MEDITACIONES

PARA LOS DIFERENTES DÍAS DEL MES

DÍA 10

María en el Nacimiento de Jesús.
Espíritu de pobreza.

   Llegan a Belén los fatigados Esposos y buscan hospedaje entre aquellos vecinos. Ninguno abre sus puertas a los pobres forasteros, y ya al caer de la tarde salen de la ciudad ingrata y recógense en una cueva junto, a sus vie jas murallas. Allí, entre dos bestias, nace en mitad de la fría noche y bajo destechado establo el Unigénito de Dios. Unos pobres pastores, llamados por un Ángel, acuden a adórarle. Coros celestiales cantan su gloria sobre el ruinoso portal.

   No te alarme, alma mía, la pobreza ni te desconsuele el desamparo, ni te aflija el menosprecio de tus propios amigos y parentela. En estas condiciones quiso Dios se hallase su amantísima Madre en el momento más solemne de su vida, y en ellas quiso Él nacer. Esta fue su corte y su palacio y su triunfal entrada en el mundo que venía a hollar con sus pies. Si te favoreció Dios con riquezas, no permitas se fije tu corazón en ellas, no les vendas tu propia alma a costa tal vez del amor a tu Dios. Sé pobre, alma cristiana, aun entre el fausto y la opulencia, viviendo mortificada en medio de ellos, sin querer apurar la copa de sus dulzuras; gozándote antes en que por tu generosidad las saboreen los pobres, en quienes debes ver vivas imágenes de tu buen Jesús. Mas si eres realmente pobre, ama, alma mía, esta real pobreza como el título más honroso de semejanza que te da derecho a llamarte hermano y fa miliar del pobrecito Niño de Belén. Y si eres, como Él, fino amador de la santa pobreza, sobre tu ruin techo cantarán los Ángeles del cielo cantares de paz y te anticiparán los dulces y suaves regocijos del paraíso.

   ¡Niño pobrecito! ¡Bendito José! ¡Santa Virgen María! ¡ Familia de pobres, que el mundo despreció y redujo a la vileza de un establo y a la compañía de unos brutos animales ! ¡ Os ama mi corazón y  quiere seguir enamorado de vuestra pobreza, más gloriosa que el esplendor de los reyes!

   Oraciones finales