MEDITACIONES

PARA LOS DIFERENTES DÍAS DEL MES

DÍA 21

María en el primer abrazo de su Hijo resucitado.
Preludios del gozo del cielo.

    La primera de las apariciones de Cristo resucitado debió de ser para nuestra Madre y Señora. ¿Cómo podía negar este privilegio de amor a la que tan privilegiado lugar había tenido en la participación de sus dolores? Y si tan tierno estuvo el Señor con las mujeres y con lo discípulos, hasta con los que le habían ofendido con su cobardía, ¿cuánto no debió de estarlo para con su dulce Madre, tan digna siempre de su predilección?

   ¡Almas cristianas! los gajes del amor .son los dolores, pero no os asustéis; el bondadoso Dueño; a quien servimos cuida también lo suficiente de templarlos y consolarlos con regaladas dulzuras. Aquel céntuplo que promete el Señor a los que le sirven, junto con la vida eterna, dicen muchos expositores sagrados que es el galardón de los consuelos temporales que concede ya en este mundo a los que no rehuyen el padecer por su amor. Saben esto las almas fieles, y saborean frecuentemente las ignoradas dulzuras de este escondido maná. A los mártires en sus fatigas, a todas las almas verdaderamente fieles en sus luchas y contradicciones, hácese presente repetidas veces muestro buen Dios por medio de interiores consolaciones que obligan a exclamar al corazón embriagado con ellas: "¡Cuán grande es, Señor, la muchedumbre de los consuelos que guardas escondidos para los que te temen!" No las conoce ni las sospecha el mundo esas suavísimas intimidades del Esposo celestial. Mas no las desconocen, antes la sienten con inefable alegría cuantos de veras se han dedicado algunos años al servicio de Dios.

   Si te agobia, alma mía, alguna vez el peso de la cruz, confía en la Divina Bondad, que no tardará en hacértela más llevadera con el regalo de sus inefables abrazos, prenda y anticipación de los eternos que te reserva en el paraíso.

  Oraciones finales