MEDITACIONES

PARA LOS DIFERENTES DÍAS DEL MES

DÍA 3

María en su Infancia.
Compensación por los años perdidos.

    Crecía la tierna hija de Ana y Joaquín, y es de suponer que, como se dijo más tarde del Divino Jesús, adelantaba cada día en sabiduría y gracia ante Dios y ante los hombres. Veíala el Eterno y se complacía en esta delicada Flor, de la que esperaba muy en breve tan suaves como sazonados frutos.

   ¿En qué has empleado, alma mía, los años de tu niñez y juventud? Para quién fueron aquellas primicias de la vida, aquélla lozana flor de ella aquélla su deliciosa primavera? ¿No es cierto que tal vez la ofreciste al enemigo de tu alma y de tu Dios por la disipación, por la liviandad, o siquiera por la ociosidad y descuido en el divino Servicio? Grave obligación te nace de ahí. Los años perdidos para Dios debes en adelante compensarlos con más extraordinario fervor y con abundantes obras de supererogación. No te limites a lo prescripto y mandado, pues tienes pendiente con Su Divina Majestad tales deudas y atrasos. Podrías en cierta manera regatearle al Señor tus obras voluntarias, cuando durante toda tu vida hubieses sido para con Él fiel y exacto pagador. Has de obrar ahora sin pararte en tasas y medidas, ya que largos tiempos de tu vida y los más preciosos se los has vilmente defraudado. Nuevo estímulo del fervor y de la devoción debe serte este recuerdo de los años robados al servicio de tu Señor. Aprovecha la vida que hoy se te da para tomar el desquite y saldar cuentas con el divino Juez.

   Medita seriamente estas tremendas verdades, y ponte luego a los pies de María, pidiéndole decisión para trabajar en adelante con más ahínco en la obra de tu salvación.

  Oraciones finales