DÍA 23

PIDAMOS HOY AL SAGRADO CORAZÓN
POR LOS POBRES INCRÉDULOS Y MALOS CRISTIANOS

I

   Hay hermanos nuestros criados como nosotros por Dios, redimidos COmo nosotros por la sangre divina, de destinados como nosotros para el reino eterno, y que sin fe, en ciego y voluntario paganismo. Estos son los pobres incrédulos. ¡Cuántos de esos gentiles hay en medio de nuestra sociedad cristiana! ¡Cuántos de nuestros amigos y conocidos, y quizás parientes, no tienen de Dios y de su ley y de sus misterios mayor conocimiento que el que tiene un pobre salvaje, para quien es absolutamente desconocida la cruz! Roguemos, pues, hoy al Sagrado Corazón de Jesús por este doloroso estado de tantas almas.

   ¡Oh Jesús, Señor Nuestro! ¿Cómo es posible que veinte siglos después de vuestra venida haya aún quien no os conozca? Abrid, ¡oh buen Jesús!, los ojos a esos ciegos del alma, Vos que a tantos alumbrasteis los del cuerpo en vuestra vida mortal. Señor, os diremos como aquel cieguito del Evangelio: Señor, ¡que vean! Que vean, que sientan, que gocen de la verdad de vuestra doctrina, la suavidad de vuestra ley, la ternura de vuestro amor, la eficacia de vuestros Sacramentos! Que os conozcan ¡oh buen Jesús! estas pobres almas, a quienes tiene engañada la idea de que pueden salvarse por ventura, con sólo una honradez mundana, que Vos no reconoceréis como de buena ley en vuestro juicio. Rasgad, Divino Sol, las densas tinieblas en que están envueltos tantos hermanos nuestros, y que les impiden ver el espantoso abismo de la eternidad que tienen abierto a sus pies. ¡Misericordia por ellos, piadosísimo Jesús! Aceptad por ellos, Corazón Sagrado, los humildes ruegos de nuestro rendido corazón.

   Medítese unos minutos.

II

   Además de los incrédulos están los malos cristianos; es decir, aquellos que creen en verdad, pero no practican; tienen fe y no quieren dejar de ser llamados católicos, pero tienen malas costumbres y cometen criminales acciones. ¿Qué les valdrá a los infelices su creencia, si no procuran traer ajustada su conducta? ¡Ah! les valdrá sólo de mayor responsabilidad en el tribunal de Dios.

   Os pedimos también, amorosísimo Corazón de nuestro Jesús, por esos malos  cristianos cuya vida criminal y viciosa deshonra vuestra ley y da ocasión a que se burlen de ella vuestros enemigos, al paso que es mortal escándalo para los incautos. ¡Oh indigna ingratitud! Creen en Vos, Señor, pero no os sirven; admiten vuestra ley, pero la pisotean y afrentan; temen vuestro infierno, pero nada hacen por no caer en él.

   ¡Oh Señor! Despertad con el trueno de vuestras amenazas a esos dormidos! ¡Limpiad de la asquerosidad de sus malas costumbres a esos leprosos! ¡Tocad con vuestra inspiración a esos Lázaros hediondos con la podredumbre de sus vicios! Haced brillar aquí a la vez vuestro poder y vuestra misericordia. Pecadores fueron muchos, que por vuestra misericordia, son hoy lumbreras de santidad y ornamento de la Iglesia.

   ¡Sagrado Corazón de Jesús! Por los infelices incrédulos, por los endurecidos pecadores, os pedimos hoy luz, gracia, perdón.

   Medítese, y pídase la gracia particular.

ORACIONES FINALES