La cada vez más escasa asistencia de fieles a misa es uno
de los problemas más agudos a los que se enfrenta la
iglesia conciliar en Europa. Antonio Ascione, sacerdote de
la parroquia de la Santísima Trinidad en Torre Anunziata,
una localidad de la región de Nápoles, lo sabe muy bien.
Harto de ver los bancos de su iglesia semivacíos y
ocupados mayoritariamente por ancianos, ha meditado sobre
lo que podía hacer para atraer a los más pequeños a los
cultos dominicales. Y, ¡eureka!, se le ha ocurrido una
idea muy acorde con los tiempos consumistas que vivimos:
poner en marcha un programa de puntos que premie con
regalos a los niños devotos que más asistan a misa.
Desde octubre pasado, los jóvenes fieles de la iglesia de
la Santísima Trinidad tienen a su disposición una tarjeta
con ocho casillas. Cada vez que acuden a la misa dominical
o a los cultos de las fiestas de guardar obtienen un
punto. Cuando consiguen rellenar las ocho casillas, pueden
canjear la tarjeta por rosarios de madera, crucifijos,
Biblias de bolsillo, cuadros con imágenes religiosas o
estampitas de santos.
La idea realmente no es nueva. Hace ya tiempo que, a fin
de incentivar a sus clientes a seguir haciendo uso de sus
servicios, numerosos supermercados, bancos, gasolineras y
demás negocios pusieron en marcha programas de ese tipo.
Ya se sabe cómo funcionan: el cliente va acumulando puntos
que luego puede canjear por una bonita vajilla de
porcelana vidriada para 6 personas o un práctico reloj
despertador de viaje con luz incorporada. Lo que ha hecho
el padre Ascione ha sido trasladar esa técnica de
marketing al terreno religioso.
Por supuesto, la iniciativa ha ido acompañada de la
consabida polémica. Muchos fieles de la parroquia de la
Santísima Trinidad han puesto el grito en el cielo. A
pesar de que la tan original iniciativa está destinada a
los niños, muchos progenitores se han espantado ante lo
que consideran una lamentable muestra de frivolidad y de
comercialismo. Sin embargo, las críticas no han hecho
mella en el padre Ascione.
«No entiendo el revuelo que se ha organizado», declaraba
ayer el sacerdote a los medios. «Todas las parroquias
utilizan técnicas de animación: música, bizcochos... No
entiendo el porqué de tanto escándalo. La iniciativa ha
tenido bastante éxito, pero, después del alboroto
generado, no vamos a volver a ponerla en marcha. Ha
suscitado demasiadas polémicas». el padre Ascione se
muestra convencido de que es necesario emprender
iniciativas así de arriesgadas para despertar el interés
de los jóvenes, cada vez más ausentes de los oficios de la
iglesia de la Santísima Trinidad. Así que en octubre
pasado, después de consultar su idea con los catequistas
de su parroquia, decidió poner en marcha su osado plan. A
cada uno de los niños que acuden a los cursos de
preparación a la comunión, y que en total suman algo menos
de un centenar, le entregó una de las tarjetas para pegar
los puntos y un papel con las instrucciones del juego
destinadas a sus padres. El párroco se muestra satisfecho
con los resultados obtenidos, aunque admite que la
iniciativa ha tenido menos éxito del que esperaba.
«Ocho puntos me parecen pocos dado el valor de la marca
Iglesia», se ríe entre dientes Biagio Manacor, director de
la Unión Italiana de Empresas de Marketing y de
Comunicación, mientras analiza las causa del escaso éxito
obtenido por al iniciativa del padre Ascione. «Tal vez el
objetivo de referencia, los jóvenes, no permitía otra
cosa. Y luego están los premios: rosarios, crucifijos y
otros atractivos de la Casa que, probablemente, no estaban
en línea con los regalos que los chicos esperaban
conseguir», sentencia.
SUGERIMOS ESTOS AFICHES PARA
PROMOCIONAR LA INICIATIVA
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