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EXIGEN QUE LA MUNICIPALIDAD 
HAGA UN DESAGRAVIO PÚBLICO

   Como no estaban totalmente seguros de que la Municipalidad de Córdoba clausuraría la muestra artística, diversos grupos religiosos relacionados con el sacerdote Julián Espina montaron guardia en la mañana de ayer frente al Cabildo.

   Una docena de señoras, que levantaban alto dos estandartes que decían, en latín, Legio Mariae (Legión de María), rezaban rosarios acompasada e interminablemente frente a la puerta principal del edificio.

   Uno de los hermanos abogados del sacerdote Espina, Carlos María, dijo a este diario que “como la terrible ofensa que hemos sufrido ha sido pública, y por haber permitido que el agravio se concrete, la autoridad municipal deberá realizar un acto de desagravio a Dios Nuestro Señor, a la Santísima Virgen y al Espíritu Santo”.

   Al mismo tiempo, y mientras los rezos ganaban en vigor, un sacerdote francés, Guillermo Devillers, identificado como miembro de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, repartía folletos que gritaban desde su título: “¡No a la blasfemia!”. El texto afirmaba: “Los perros ladran en defensa de sus dueños, decía San Jerónimo, y ¿me callaría yo cuando oigo blasfemar el santo nombre de Dios? ¡Podré morir, pero no callaré!”, y cosas así.

   Cuando el sacerdote Espina terminó la entrevista con este diario, en la plaza San Martín, parte del público que la seguía se trenzó en una discusión que estuvo cerca de llegar a los puños. “¡Fascistas, genocidas!”, gritaban de un lado, mientras los cercanos a Espina respondían: “!Marxistas, artistuchos, herejes”. Y cosas así.

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