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17 de Febrero de 2005

CARTA DE MONS. BASEOTTO
AL MINISTRO DE SALUD PUBLICA

Buenos Aires, 17 de febrero del año 2005
SEÑOR MINISTRO DE SALUD PÚBLICA
DOCTOR GINES MARIO GONZÁLEZ GARCÍA

   De mi consideración: Me han hecho llegar la  transmisión de una entrevista que Ud. sostuvo con un periodista el 14 de este mes. Como deja la impresión de que  el único Obispo que dice las cosas es el Arzobispo de La Plata, por la presente  quiero informarle que sobre el aborto, la anticoncepción, la corrupción de  menores, etc, se ha pronunciado el Episcopado Argentino en repetidas ocasiones,  y el Papa Juan Pablo II en toda oportunidad que se ofrece. Lo hizo la semana  pasada ante la nueva embajadora de Holanda. El 10 de enero decía en el discurso  al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede: En estos últimos años el  desafío de la vida se está haciendo cada vez más amplio y crucial. Se ha  centrado particularmente en el inicio de la vida humana, cuando el hombre es más  débil y debe ser mejor... La posición de la Iglesia apoyada en la  razón y la ciencia, es clara: el embrión humano es un sujeto idéntico al niño  que va a nacer y el que ha nacido a partir de ese embrión. Por la tanto, nada  que viole su integridad y dignidad es éticamente admisible. Usted es médico. Sabe  perfectamente que el feto en gestación tiene ADN propio, ni del padre, ni de la  madre. Suyo propio. Es una persona humana. Al privarlo de la vida se está  pisoteando su derecho humano primordial. La multiplicación de los  abortos que usted propicia con fármacos conocidos como abortivos es apología del  delito de homicidio... Cuando usted repartía públicamente profilácticos a los  jóvenes, recordaba el texto del Evangelio donde nuestro Señor afirma que todos los  que escandalizan a los pequeños merecen que le cuelguen una piedra de molino al  cuello y lo tiren al mar... Usted afirma que es para  prevenir el SIDA. Todos queremos que nadie sea aquejado por semejante  enfermedad. Pero usted sabe de la información que los poros del latex permiten el paso del virus. Y no son la barrera que  tanto pregona la industria del latex que mueve cifras millonarias. Y al facilitarles a los  jóvenes e inducirlos a la vida sexual prematura, de hecho los están induciendo a  contagiarse de la enfermedad que dicen combatir. ¿Por qué nunca dicen que ser  casto, dueño de sí mismo, es el medio más eficaz para prevenir el SIDA? ¿O cree  que ningún joven es capaz? ¿No lo están haciendo ya en Estados Unidos, donde ya  están de vuelta de esta libertad suicida? Señor Ministro: lo menos que  puedo decir es que es anticientífico propiciar el aborto: asesinato de hombres  inocentes; que distribuir profilácticos es propiciar el libertinaje sexual y  difundir impunemente el sida, que es ampliar el mercado de los que negocian y  lucran con la salud física y moral de nuestra juventud. Se está contribuyendo a la  degradacia  de nuestra sociedad, con los mismos principios de los emperadores  romanos: ¿opanes et circenses?. Pan queda poco si no propiciamos la  cultura del trabajo. Circo nos sobra... A buen entendedor pocas  palabras. Saluda a Ud. atte, 

Mons. Antonio Juan  Baseotto, profesor de Biología y obispo castrense

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