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UN CARDENAL CONFIRMA QUE LA IGLESIA 
BUSCARÁ INTEGRAR A LOS DIVORCIADOS
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Sergio Rubin. VATICANO ENVIADO ESPECIAL

CARDENAL RATZINGER CARDENAL HERRANZ

   Lo dijo el español Julián Herranz. Es el "ministro" de Justicia del Vaticano. Es en base a documentos del nuevo Papa que fueron revelados el viernes. Se trata del derecho de comunión para los vueltos a casar.

   Las sospechas de que el papa Benedicto XVI no será tan conservador como lo fue mientras se ocupaba de custodiar la ortodoxia doctrinaria del catolicismo, empezaron a recibir ayer indicios de que esa hipótesis es posible. El presidente del Consejo para los Textos Legislativos y de la Comisión Disciplinar del Vaticano, el cardenal español Julián Herranz, consideró que la Iglesia "necesariamente" volverá a estudiar las disposiciones eclesiásticas referidas a los católicos divorciados vueltos a casar, entre las que se cuenta la polémica prohibición de que puedan comulgar, un impedimento que causa dolor en muchos fieles.

   El diario italiano La Reppublica había anticipado el viernes que el nuevo Pontífice estaría por difundir cuatro documentos que impactarán en la opinión pública. Entre ellos, uno que permitiría a los católicos divorciados y vueltos a casar por el rito civil comulgar cuando el divorcio se produjo porque el cónyuge lo abandonó.

   "No excluyo que en un futuro los divorciados casados de nuevo y los sacramentos puedan ser temáticas que se profundicen en la Iglesia", opinó Herranz, considerado el "ministro" de Justicia del Vaticano. "Es una cuestión que la Iglesia deberá necesariamente plantearse, profundizar, confrontar con las expectativas de los creyentes, para tratar de dar respuestas serias a la luz de las verdades doctrinales", añadió. Y redondeó: "Es un asunto sobre el que se deberá reflexionar, teniendo en cuenta las expectativas, los numerosos matices sociales, teológicos y humanos ligados a un tema tan importante".

   La Iglesia avanzó en las últimas décadas hacia una posición más comprensiva con los católicos divorciados. A poco de comenzar su pontificado, hace más de un cuarto de siglo, Juan Pablo II subrayó que los fieles que están en esta situación siguen siendo miembros de la Iglesias y merecen toda la acogida y el apoyo. Y dijo que pueden y deben participar de las actividades religiosas. Sin embargo, siempre dejó en claro que no podían comulgar por estar en una situación de pecado permanente (tener relaciones sexuales fuera de la pareja consagrada en el sacramento matrimonial).

   Con todo, en los últimos años la Iglesia aumentó las causales para que un matrimonio separado pueda tramitar con éxito la declaración de nulidad de un sacramento matrimonial y entonces pueda contraer una nueva unión religiosa. Entre las causales de nulidad más comunes se encuentra la inmadurez de los cónyuges que los lleva a dar el sí sin tener plena conciencia de la obligación que están adquiriendo. Pero los juicios de nulidad son muy pocos en relación con la cantidad de los divorcios.

  
En realidad, el documento sobre los católicos divorciados y vueltos a casar venía siendo estudiado desde hace tiempo en la congregación que conducía el cardenal Joseph Ratzinger. Pero la decisión final estaba en manos de Juan Pablo II. Este texto no sería el único que podría cambiar, al menos en parte, la imagen conservadora de Benedicto XVI. El diario La Reppublica dice que el nuevo Pontífice estaría elaborando otro texto sobre el diálogo con los demás cultos cristianos para facilitar la reunificación.

   Afirma, en ese sentido, que Benedicto XV volvería sobre uno de los principales escollos de la unidad de los 2.000 millones de cristianos (1.100 millones de ellos católicos): el primado del Papa. En rigor, Juan Pablo II había ofrecido poner entre paréntesis el ejercicio de su primacía para facilitar el diálogo. Pero el avance en su papado fue mínimo. Ahora, Benedicto XVI estaría dispuesto a decir que el papado debe entenderse como un servicio y no como un privilegio.

   El miércoles, durante la primera misa como Papa, celebrada en la capilla Sixtina, Ratzinger dijo que los esfuerzos por la unidad de los cristianos será una prioridad en su pontificado. "El sucesor de Pedro asume el compromiso primordial de trabajar con todas las fuerzas por el reestablecimiento de la completa y visible unidad de todos los que siguen a Cristo", declaró. "Las buenas intenciones no son suficientes, hacen falta acciones concretas", completó.

   Con todo, no faltan quienes piensan que la Iglesia está siendo presionada con fuerza —sobre todo desde los medios de comunicación— para cambiar algunos de sus postulados. Con o sin presión, algunos cambios empiezan a insinuarse en Roma.

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