¿JEAN-MARIE
LUSTIGER EL PRÓXIMO "PAPA"?
Reportaje
a Mons. Lustiger* ("Documentation
Catholique", del 1° de marzo de 1981)
—¿En qué condiciones se realizó su conversión al cristianismo?
"Mis padres, venidos de Polonia, pertenecieron
a la generación del Bund[1];
no hice pues el Bar-Mitzva[2],
ni recibí tampoco ninguna Instrucción
judía. Tuve, sin embargo, conciencia de ser judío como cuando se es hijo de inmigrantes en París. Me sé judío, miembro de una minoría perseguida, cargada de un ideal; pero al mismo tiempo tuve conciencia de una misión universal, al servicio de los hombres.
"Tuve también conciencia de ser judío haciéndome molestar por
camarades a los cuales no escondía mi pertenencia, aunque sea por mi
nombre, Aarón, que siempre conservé. En mi niñez descubrí el judaísmo por
la cultura francesa, a través de la lectura de la Biblia que leí
clandestinamente desde la escuela primaria y a través del cristianismo. Desde
el inicio de mis estudios secundarios me planteé la custión fundamenta y
metafísica de Dios. La decisión de volverme cristiano no me pareció como una
renegación sino como una afirmación de una identidad judía asumida en el
cristianismo.
Esto no agradó a mis padres, pero ellos
consintieron en agosto de 1940; tenía 14 años.
Siempre
me consideré judío, aún cuando ésta no es la opinión de los rabinos. Nací
judío y lo seguiré siendo, aún cuando esto sea inaceptable para muchos.
—¿Habiendo sido usted mismo convertido, es usted favorable a la misión
proselitista de la Iglesia en el ambiente judío y particularmente entre la juvenud?
"Proselitismo no, pues no tiene sentido, sería una Infidelidad. Tanto la fe judía como la fe cristiana es un llamado de Dios. Si uno se halla trente a un judío que es creyente, si Dios lo llama a observar los mandamientos, no se puede ir contra la voluntad de Dios.
"Si un judío descubre otra cosa del cristianismo y lo pide, no
se lo prohibirá.
"Si ser judío es responder a un llamado de Dios, no sólo personalmente pero también en su pertenencia,
¿en nombre de qué se obstaculizará ese llamado?"
—¿Existe, al menos, una misión proselitista en la Iglesia?
"Quiero afirmar que frente a Israel ésta no existe."
—Usted será arzobispo de una capital en la cual se encuentra la comunidad
Judía más fuerte de Europa Occidental.
¿Piensa que este hecho ha sido considerado por el Vaticano, con motivo de su designación?
"No sé... Puedo suponer que sí.
"No sé, por otra parte, cómo esto pudo haber sido considerado.
¿Es que esto sería tomado como una ofensa o como un gesto de tolerancia?
"Por mi parte, nunca escondí quien era, cuales eran mis opiniones. Si esto puede constituir un problema es sólo en la medida que yo pueda ser tomado por ofensor quizá por algunos que no tienen esta comprensión de un cierto universalismo del judaismo.
"Para mí la vocación de Israel es que la luz sea llevada
a los goyim[3]. Es mi esperanza y creo que el cristianismo es una manera de lograrlo. Pienso que siendo discípulo de Cristo a mi manera entro en el plan de Dios por una parte de
promesa realizada."
—Israel es un país que le es cercano.
¿Ha pensado usted en visitarlo?
"Fui una quincena de veces desde 1950 con estudiantes. Volví dos veces en los seis
últimos años."
—¿Ha pensado instalarse allí?
"Lo pensé. Durante los meses que precedieron a mi nombramiento en Orleans empecé a aprender hebreo, solo, por cassettes. ¿Parece,
acaso, absurdo hacer el Alyah[4]? Pensé
entonces que había acabado lo que tenía que hacer aquí, llegaba a la vuelta de mi vida y una de
las hipótesis era estar en Israel. Pensé en encontrar allí mi lugar."
Estas son las declaraciones de monseñor
Lustiger
quien
fue nombrado por Juan Pablo II, obispo de Orleans, en 1979, y
luego, a principios de 1981, arzobispo de París.
Allí el nuevo arzobispo afirma claramente que no es católico,
pues decir hoy que "tanto la fe judía como la fe cristiana es un llamado de Dios"
es
sostener que Dios hace un llamado para negar la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, pues es por todos conocido que los judíos no reconocen su
divinidad. O sea, según monseñor Lustiger, existe un "llamado de Dios" para negar a Dios.
Califica el nuevo arzobispo al "proselitismo" católico
—o sea el apostolado para traer a los incrédulos al camino de salvación— con los judíos, de cosa que "no tiene sentido" y también de
"infidelidad". O sea que los Apóstoles, el día de Pentecostés, al predicar la Religión verdadera a los judíos obraron "sin
sentido", cometieron una "infidelidad". También los esfuerzos que hizo la Iglesia durante los siglos para convertir a los judíos
serían actos "sin sentido", repetidas "infidelidades", que irían "contra la voluntad de Dios". Como se ve, es
otra prueba que da el arzobispo de París recientemente designado de su carácter
acatólico, además de que la peregrina doctrina por él inventada es una falta
total de caridad hacia los judíos, los que según el prelado en cuestión no
deben ser evangelizados, no se los debe atraer al camino recto para la salvación
de sus almas.
Es evidente que para ser obispo, sea de París o de cualquier
otra sede menos importante, es indispensable ser católico. Por supuesto un converso,
sea de origen judío o proveniente de cualquier otra religión, puede ser
nombrado perfectamente arzobispo, pero tiene que estar convertido a la fe católica,
cosa que, según se desprende del citado reportaje, no es el caso del nuevo
arzobispo de París. Es obvio que no entra en las facultades de ningún Papa
nombrar obispo a un apóstata, hereje, judío, musulmán, pagano, agnóstico, o
sostenedor de cualquiera de los errores que andan por el mundo para la perdición
de las almas, sino tan sólo a quien profese la Religión católica, fuera de la
cual no hay salvación como nos enseña el catecismo hoy tan olvidado. Dice
nuestro divino Redentor, en el Evangelio: "Id por todo el mundo;
predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere, y se bautizare, se salvará,
pero el que no creyere, será condenado".
Y también: "El cielo y la tierra pasarán,
pero mis palabras no pasarán". BIOGRAFÍA a
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