En
los 26 años de su Pontificado, Juan Pablo II recorrió el
mundo, posó sus manos sobre la gente, besó a los niños,
bendijo a los enfermos, y según los reportes que se van
acumulando, habría una media docena de milagros que se
produjeron tras el paso de Wojtyla.
En marzo de 1979, Kay Kelly tenía cáncer, y
pudo cumplir el sueño de estar cerca de Su Santidad. El
ama de casa que vive en Liverpool pudo saludar al Santo
Padre, quien le dio un beso. Kelly asegura que pocos meses
más tarde, desapareció el tumor.
Ese mismo año, Juan Pablo II visitó Irlanda
durante el mes de septiembre. Bernhard y Mary Mulligan habían
tenido una beba con severos problemas renales. El médico
que la atendía les había dado la peor noticia: la pequeña
de pocos meses corría serios riesgos de muerte. La fe de
este matrimonio llevó a que esperaran al Santo Padre
entre la multitud y a su paso, elevaron a la beba para que
Wojtyla la viera. Su Santidad la acarició y los padres
aseguran que sanó y hoy vive una vida normal.
En 1980, Juan Pablo II saludaba a los niños,
como era su costumbre. Stefanía Mosca tenía 10 años y
sufría de una especie de autismo por el cual no hablaba y
solía negarse a recibir alimentos. El Papa le dio un beso
a la pequeña, que rápidamente transformó su vida,
recuperó la alegría, se contactó con su alrededor y
vivió normalmente.
Un terremoto ocurrido en 1980 provocó un
accidente que dejó en silla de ruedas a Emilio Ceconni.
En 1984, en una visita al Santo Padre, éste posó las
manos sobre la cabeza del joven que pocos días más tarde
recuperó la movilidad total de sus piernas, y hasta pudo
demostrar sus antiguas habilidades en el fútbol.
Ese mismo año, el Papa visitó la isla de
Puerto Rico. Allí estaba Lucía, que a los 17 años sufría
de ceguera. El Papa posó sus manos, y cuando la joven
regresó a la casa, recobró la vista.
El otro caso que conmovió a México, fue el
que quedó documentado en las imágenes de TV. En 1990,
una de las últimas visitas del Santo Padre a México, José
Heron Badillo estaba junto a sus padres esperando el paso
del Papa. Su cara demostraba el frágil estado de salud a
partir de una leucemia que habían diagnosticado como
irreversible. El conmovedor instante grabado por las cámaras
de TV, muestra a Juan pablo II posando sus dos manos en
las mejillas del chico, mientras la madre lo mantiene
abrazado.
Poco tiempo después, los médicos
diagnosticaron que su cuerpo ya no tenía nada, que su
leucemia había curado. En el 2002, toda la familia viajó
a Roma, para pedir una audiencia y agradecer al Santo
Padre.
La Iglesia no habla de milagros hasta después
de la muerte de una persona. Si el proceso de canonización
se iniciara en los plazos habituales, recién podrían
estudiarse estos milagros, dentro de cinco años, pero
todos confían en que se adelantará, como ocurrió con la
Madre Teresa.