6
de abril de 2005
«JUAN
PABLO II ES CIERTAMENTE EL PAPA DE LOS JUDÍOS»
Rabino
Jacques Bemporad: «Juan Pablo II es ciertamente el Papa de
los judíos»
Habla el director del Centro para el Entendimiento
Interreligioso
NUEVA JERSEY, miércoles, 6 abril 2005 (ZENIT.org).-El
rabino Jacques Bemporad, director del «Center for
Interreligious Understanding» (Centro para el Entendimiento
Interreligioso), afirma que «Juan Pablo II es ciertamente
el Papa de los judíos».
Bemporad, refugiado del Holocausto proveniente de Italia, ha
participado en muchas de las negociaciones para mejorar las
relaciones entre cristianos y judíos.
En 1992, trabajó con el cardenal Edward I. Cassidy hasta
lograr el establecimiento de relaciones diplomáticas plenas
entre El Vaticano y el Estado de Israel. En 1999, en San
Pedro, pronunció un discurso, en la Conferencia sobre
Relaciones Intereligiosas del Vaticano, ante cincuenta mil
personas, entre ellas Juan Pablo II.
En enero de 2005, Bemporad se unió a otros 130
líderes, rabinos y cantores judíos en El Vaticano, para
encontrarse con Juan Pablo II, con motivo de la mayor
audiencia de la historia a líderes judíos. El
rabino Bemporad y otros dos rabinos ofrecieron una bendición
especial al Papa durante el encuentro,
reconociendo los pasos históricos de la Santa Sede para
mejorar las relaciones entre católicos y judíos.
Bemporad es hoy profesor de Estudios
Interreligiosos de la Universidad «Angelicum» de Roma. Es
autor de numerosos libros y artículos, entre ellos: «Our
Age: The Historic New Era of Christian-Jewish Understanding»
(«Nuestro tiempo: la nueva etapa histórica en el
entendimiento judeocristiano»)
«Juan Pablo II es ciertamente el Papa de los
judíos. Abrió los brazos para acoger al pueblo judío»,
afirma el profesor en una entrevista concedida a Zenit.
«Juan Pablo II será recordado por la
comunidad judía mundial como una figura valiente e
innovadora, que ha hecho más que cualquier otro Papa de la
historia por sanar las heridas del pasado, y construir
puentes de futuro entre nuestros dos credos», añade.
El rabino recuerda los «impresionantes pasos»
dados por el difunto pontífice «por mejorar la relación
de la Iglesia con el pueblo judío, basado en el respeto recíproco
y un afecto sincero».
«Ha sido el primer Papa en visitar la Gran Sinagoga de Roma
–añade--. Realizó la histórica declaración
"Nosotros recordamos", sobre el Holocausto.
Estableció relaciones plenas diplomáticas con el Estado de
Israel. Y, durante su peregrinación a Israel en 2000, pidió
perdón a los judíos por todos los actos de antisemitismo
pasados realizados por los hijos e hijas de la Iglesia». «Para
mí es sencillamente revolucionario», reconoce Bemporad.
Según el profesor, los esfuerzos del Papa por
encontrarse con el pueblo judío han sido «profundamente
significativos» porque «algunas de las mayores fuentes del
antisemitismo en la historia han sido las enseñanzas
cristianas».
Con sus palabras y su ejemplo, Juan Pablo II ha
enseñado que «hay que respetar las diferencias religiosas
y al mismo tiempo estrechar lazos de paz, basados en nuestra
común humanidad», subraya el rabino.
Para el pueblo judío, por tanto, Juan Pablo II
deja «una herencia de esperanza».
Por lo que se refiere al gran encuentro de líderes
judíos con el Papa, en el que estuvo presente, Bemporad,
afirma que lo que más recuerda es «la satisfacción
personal que el Papa sintió al ver a tantos judíos que venían
a darle las gracias. Sonrió con gran alegría y nos
sentimos muy cerca de él».
En cuanto a las relaciones judeocristianas,
ahora que ya no está el Papa, según el profesor «gracias
al Concilio Vaticano II y a Juan Pablo II», el siglo pasado
será recordado como el «de la reconciliación entre católicos
y judíos», mientras que el actual «verá la plena
realización» de las esperanzas del Papa.
«Juan Pablo II comprendió que la religión
cristiana se arraiga en el judaísmo y que habría sido
inconcebible sin el Antiguo Testamento. Afirmó que el Nuevo
Testamento ha hecho explícito lo que estaba contenido en el
Antiguo», explica.
«Le gustaba mucho el profeta Isaías y lo
citaba continuamente. Le gustaba y apreciaba el Antiguo
Testamento y al pueblo judío y esto era evidente en sus
palabras y acciones», concluye el rabino Bemporad.
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