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14 de Febrero de 2005

Condenas de los Papas a la separación
de la Iglesia y del Estado
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¡JUAN PABLO II PROPICIA LA SEPARACIÓN 
DE LA IGLESIA Y EL ESTADO! DICE:

"LA IGLESIA APOYA UNA
 LAICIDAD BIEN ENTENDIDA"

   Al celebrarse los cien años de separación Iglesia-Estado en Francia

   CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 14 febrero 2005 (
ZENIT.org).- La Iglesia apoya el principio de la laicidad, según ha explicado Juan Pablo II en una carta que ha enviado a los obispos franceses al celebrarse los cien años de la ley que introdujo la separación Iglesia-Estado en ese país.

   En su misiva, hecha pública este sábado por la Sala de Prensa de la Santa Sede, el pontífice repasa la historia de las relaciones entre religión y vida pública en el siglo pasado en Francia y apuesta por el diálogo entre las autoridades civiles y las religiosas a favor del bien común, en el respeto de la identidad de cada una de ellas.

   «El principio de laicidad al que vuestro país está sumamente apegado, si es bien comprendido, pertenece también a la Doctrina Social de la Iglesia», comienza aclarando la misiva.

   «Recuerda la necesidad de una justa separación de poderes», reconoce el Papa citando el recientemente publicado «Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia» (números 571-572), que se hace eco de la invitación de Cristo «Dad al César lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios» (Lucas 20, 25).

   «Por su parte, el carácter no confesional del Estado, que es una no involucración del poder civil en la vida de la Iglesia y de las diferentes religiones, así como en la esfera de lo espiritual, permite a todos los componentes de la sociedad trabajar juntos al servicio de todos y de la comunidad nacional», indica.

   Citando el Concilio Vaticano II, el Papa recordó que «la Iglesia no tiene la vocación de gestionar las realidades temporales, pues, en virtud de su cargo y competencia, no se confunde de ningún modo con la comunidad política y no está ligada a ningún sistema político».

   «Pero, al mismo tiempo, es necesario que todos trabajen en el interés general y por el bien común», propone, pues «la comunidad política y la Iglesia, aunque por diverso título, están al servicio de la vocación personal y social del hombre. Este servicio lo realizarán con tanta mayor eficacia, para bien de todos, cuanto más sana y mejor sea la cooperación entre ellas».
ZS05021407 
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