.BENEDICTO
XVI EN BÚSQUEDA DE LA UNIDAD
El nuevo Papa se acerca a otras iglesias y religiones
¿Bajo
qué condiciones? ¿la única posible, que es la
conversión
de los no católicos? Sospechamos que NO
ROMA, sábado, 7 mayo 2005 (ZENIT.org).-
Un tema clave en los primeros pronunciamientos públicos del nuevo Papa es la
necesidad de una mayor unidad entre los creyentes. La determinación de
Benedicto XVI de mejorar las relaciones ecuménicas e interreligiosas fue
evidente en su mensaje a los cardenales en la misa del día después de su
elección.
«Alimentados y sostenidos por la Eucaristía, los católicos no pueden sino
sentirse estimulados a tender hacia aquella total unidad que Cristo tan
ardientemente deseó en el Cenáculo», indicaba el Santo Padre. Declaró su
intención, «como un compromiso primario, de trabajar sin ahorrar energías en
la reconstitución de la total y visible unidad de todos los seguidores de
Cristo».
Parte de esto implica el diálogo teológico, explicaba. También es necesario
que haya un cuidadoso estudio del trasfondo histórico que llevó a las
divisiones del pasado. Pero, continuaba, «lo que es urgente principalmente es
aquella ‘purificación de la memoria’, tantas veces recordada por Juan Pablo
II, que es la única que puede disponer los espíritus a recibir la plena verdad
de Cristo».
Benedicto XVI, antes cardenal Joseph Ratzinger, también declaró su buena
voluntad a entrar en diálogo con los seguidores de otras religiones, o con
aquellos «que simplemente buscan una respuesta a las cuestiones fundamentales
de la vida y todavía no la han encontrado».
La homilía durante la misa dominical inaugural de hace quince días invocó dos
imágenes bíblicas de la unidad: la del pastor y la red del pescador, que, a
pesar de contener muchos peces, permanece intacta. Desafortunadamente, la red
ahora se ha rasgado, decía el Papa. Sin embargo, «¡No debemos estar tristes!
Alegrémonos por su promesa, que no decepciona, y hagamos todo lo que podamos
para seguir el camino hacia la unidad que nos has prometido».
Luego, en un encuentro con representantes de otras religiones el día 25 de
abril, el Papa en su alocución les agradecía su presencia. La búsqueda de la
unidad, comentaba, requiere docilidad al Espíritu Santo y constante oración,
decía, dirigiéndose a los representantes de otras iglesias cristianas.
Benedicto XVI también saludó a los líderes de otras tradiciones religiosas y
les ofreció su «cálido y cariñoso saludo». El Papa añadió: «Les aseguro
que la Iglesia quiere continuar construyendo puentes de amistad con los
seguidores de todas las religiones, para buscar el bien verdadero de cada
persona y de la sociedad en su conjunto».
Mensajes de apoyo
En los primeros días tras la elección de Benedicto XVI muchas denominaciones
cristianas y otras religiones enviaron mensajes de felicitación. Un punto clave
en muchos de ellos fue el deseo de que continúe el fuerte compromiso de Juan
Pablo II por el ecumenismo y el diálogo interreligioso.
Un mensaje de la Federación Luterana Mundial indicaba: «La unidad de la
Iglesia, pedida por Cristo mismo, es una importante meta por la que esforzarse,
que también será una gran contribución a la unidad de la humanidad. El Papa
Benedicto XVI encontrará grandes expectativas en esta área, puesto que la
esperanza de la unidad cristianas exige nuevos acercamientos significativos».
El secretario general del Consejo Mundial de las Iglesias, el reverendo Dr.
Samuel Kobia, reconocía el progreso hecho en los últimos años. «Rezamos a
nuestro común Señor Jesucristo, pidiendo que en su Pontificado se consoliden
los instrumentos existentes de trabajo conjunto e inicien nuevas vías de
cooperación entre la Iglesia Católica Romana y el Consejo Mundial de las
Iglesias», indicaba Kobia.
El patriarca ortodoxo de Moscú y Rusia, Alexis II, expresaba la esperanza de
que bajo el Papa haya «un desarrollo de relaciones amistosas entre nuestras
Iglesias y un fructífero diálogo entre ortodoxos y católicos». Y añadía:
«Creo que ésta es una de las tareas más cruciales de la cristiandad».
Y el obispo Hilarion Alfeyev, de Viena y Austria, representante de la Iglesia
Ortodoxa Rusa ante las instituciones europeas, envió un mensaje a Benedicto XVI
pidiendo el establecimiento de «una alianza europea católico-ortodoxa». De
esta forma, decía, «los representantes oficiales de las dos iglesias serán
capaces de elaborar una posición común sobre todos los grandes temas sociales
y éticos, y hablar con una voz».
El obispo Hilarion pidió que la atención no se centrara exclusivamente en los
temas que dividen a las dos iglesias. «Mi temor, sin embargo, es que al
concentrarnos exclusivamente en los temas que nos dividen perdamos un precioso
tiempo que podríamos utilizar para dar un testimonio común al mundo
secularizado. Europa, en particular, se ha descristianizado tan rápidamente que
se necesita una acción urgente para salvarla de perder su antigua y secular
identidad cristiana».
En el día de la toma de posesión del Papa, más de 60 representantes de las
iglesias británicas e irlandesas católicas, ortodoxas, anglicanas,
protestantes y pentecostales enviaron un mensaje para saludar a Benedicto XVI.
Los representantes, que forman la organización Churches Together in Britain and
Ireland, indicaban: «Damos la bienvenida a la temprana indicación del Papa
Benedicto de desarrollar una relación y un diálogo no sólo con otros
cristianos para llevar a plenitud la oración de Cristo mismo ‘Que todos sean
uno’ (Juan 17:21), sino también con las hermanas y hermanos de otros credos
en el mismo mundo de Dios».
Defensores judíos
Una parte de la prensa británica, fuertemente criticada por sus colegas
alemanes, destacó el hecho de que el nuevo Papa hubiera sido miembro de las
juventudes hitlerianas cuando era adolescente, incluso a pesar de que era
obligatorio serlo para todo adolescente de la época.
Sin embargo, portavoces de una diversidad de grupos judíos defendieron rápidamente
a Benedicto XVI. El rabino David Rosen, director internacional de asuntos
religiosos del Comité Judío Americano, despreció los ataques. El Jerusalem
Post informaba el 19 de abril de las palabras de Rosen sobre el nuevo Papa: «su
propio trasfondo nacional le hace sensible a los peligros del antisemitismo y a
la importancia de la reconciliación judeo católica».
Y el 20 de abril, el periódico israelí Ha’aretz citaba a Israel Singer,
presidente del Congreso Mundial Judío, que decía que el cardenal Ratzinger «ha
sido el hombre que proporcionó los soportes teológicos para la decisión de
Juan Pablo II de iniciar relaciones con Israel. Resolvió el verdadero problema
que existía – la vieja cuestión teológica de 2.000 años. Él era uno de
los que tenían las llaves para abrir esa cerradura. En los últimos 20 años ha
cambiado una historia de 2000 años de relaciones entre los judíos y el
cristianismo. Creo que continuará la política de Juan Pablo II sobre las
relaciones con los judíos e Israel».
Uno de los primeros actos de Benedicto XVI fue enviar un mensaje al rabino jefe
de Roma, Ricardo di Segni. Después de este gesto, en una entrevista con el periódico
La Stampa el 23 de abril, el rabino Segni comentaba que el deseo del Papa de
enviarle un mensaje tan pronto después de su elección era un claro signo de
que Benedicto XVI esperaba continuar con la especial relación entre la Iglesia
y la comunidad judía en Roma que comenzó con el Papa Juan XXIII y alcanzó
nuevas alturas con Juan Pablo II.
Sin embargo, el camino que queda por delante no promete ser fácil, puesto que
divisiones de siglos no se remedian fácilmente. De hecho, el patriarca ortodoxo
Alexis II vertió un jarro de agua fría sobre uno de los sueños incumplidos de
Juan Pablo II, una visita del Papa a Rusia, informaba el 25 de abril Associated
Press.
Tal visita con el nuevo Papa no será posible hasta que las diferencias entre
las Iglesias se resuelvan, afirmaba Alexis II. «No puede haber una visita por
el motivo de la visita. No puede haber un encuentro sólo para las cámaras de
televisión», insistía el patriarca. Benedicto XVI, cuyo deseo de un
ecumenismo verdadero parece evidente, estaría de acuerdo con el líder ortodoxo
en este punto.
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