VAILANKANNI,
vienes, 28 enero 2005 (ZENIT.org).-
Al mes del maremoto que golpeó --entre los países del Índico-- las costas
indias, el santuario mariano de Vailankanni (en la diócesis de Thanjavur,
Estado de Tamil Nadu), arrasado también por la fuerza de las aguas, acogerá un
encuentro interreligioso que dirigirá el cardenal Telesphore Toppo, presidente
de la Conferencia de los Obispos Católicos de la India.
Cuando la fuerza del «tsunami» impactó contra Vailankanni el 26
de diciembre, domingo, se estima que segó la vida de 1.500 personas, la mayoría
peregrinos –cientos de otros Estados de la India--, así como pescadores y
gentes del lugar. En el santuario mariano --conocido como el «Lourdes de
Oriente»-- murieron más de 1.100 personas.
Durante días sacerdotes, religiosas y equipos de voluntarios de la
diócesis de Thanjavur se lanzaron al rescate y al operativo de ayuda en
Vailankanni y en los pueblos vecinos. Lograron recuperar cientos de cuerpos. La
Basílica de Nuestra Señora de la Salud de Vailankanni ya ha reanudado sus
actos.
De acuerdo con el padre Anthony Philim Raj, de la Conferencia
Episcopal india, un gran número de representantes eclesiales y de líderes de
otras comunidades religiosas se reunirán en Vailankanni en una celebración única
de oración interreligiosa, que organiza la Iglesia católica.
Comenzará a las 17.30 horas y será presidida por el cardenal
Toppo. Kundrakudi Ponnambala Adigalar --de Kundrakudi Mutt— y Mohammad Khalifa
Sahib --de Nagore Dhurgah— representarán a las comunidades hindú y musulmana
respectivamente, confirma el servicio informativo del episcopado indio (ICNS).
El obispo de Thanjavur, monseñor Devadass Ambrose Mariadoss, y un
gran número de sacerdotes y religiosas de la diócesis también participarán
en el encuentro de oración. El prelado, que corrió con un equipo de
voluntarios y sacerdotes a la costa después de que el «tsunami» golpeara la
ciudad de peregrinación, sigue supervisando la ayuda y rehabilitación en la
zona.
Antes del encuentro interreligioso, el cardenal Toppo inaugurará
las casas provisionales que ha levantado la diócesis de Thanjavur para los
residentes y pescadores de la zona que perdieron sus viviendas.
Veinte millones de peregrinos de toda la India y del sudeste asiático
visitan anualmente el Santuario de Vailankanni. Menos de la mitad no son
cristianos, sino sobre todo hindúes y musulmanes.
El 11 de febrero de 2002 Vailankanni se convirtió en el centro del
mundo católico al acoger la Jornada Mundial del Enfermo. Y en su mensaje para
la ocasión, Juan Pablo II constató que «en la India, tierra de religiosidad
tan profunda y antigua, ese santuario dedicado a la Madre de Dios es realmente
un punto de encuentro para miembros de diversas religiones y un ejemplo
excepcional de armonía y diálogo interreligioso».
No hay un documento histórico que pruebe cuando surgió la primera
iglesia, pero la tradición oral es rica en relatos a partir de una cabaña de
paja, construida en el lugar donde un hombre vio a María con el Niño Jesús en
brazos. Era el siglo XVI.
Desde que la Virgen curó a un niño cojo al que se apareció, la
iglesia empezó llamarse Arokia Matha, Madre de la Salud. A partir de ese
momento se han conocido numerosos favores y curaciones. En el respeto a la
tradición india, la imagen de la Virgen está vestida con un sari.
Pero tras el «tsunami», Tamil Nadu también fue noticia en la
primera semana de enero cuando saltó la alarma por la ambigüedad con que las
autoridades actuaban respecto a las operaciones de socorro.
«En Vailankanni, el gobierno local, con ayuda de la policía, está
reuniendo las ayudas que llegan al santuario para las víctimas diciendo que se
ocupará de la distribución a través de sus medios», constató el presidente
de «All India Catholic Union», John Dayal.
En su opinión la coordinación era comprensible, pero no que se
tomara ventaja política de la distribución de ayuda. También relató que había
visto «a la policía desviar los camiones con ayuda destinada a Vailankanni»,
según citó «Asianews».
Después del maremoto sacerdotes locales, durante dos días,
pidieron en vano al gobierno excavadoras para salvar a los supervivientes; y en
la primera semana la Iglesia trabajó sola en la distribución de medicinas,
alimento, combustible y generadores eléctricos en los campos de acogida.
Igualmente líderes de organizaciones cristianas y representantes
eclesiales del país lanzaron entonces un llamamiento para que las ayudas se
centraran en los «dalit» --o «intocables»-- y en los pescadores pobres de la
zona. Además se puso de manifiesto la necesidad de proyectos para proteger el
santuario de Vailankanni y las iglesias de Tranquebar de futuras catástrofes
como la ocurrida
A
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