Por unos días,
Colonia será la tercera ciudad cristiana del mundo, después de Jerusalén y
Roma, ha dicho Fritz Schramma, el alcalde de esta ciudad alemana a orillas del
Rin. Cuatro meses después de la muerte de Juan Pablo II y la elección de
Benedicto XVI, las masas católicas vuelven a reunirse en lo que algunos han
llamado el Woodstock del catolicismo.
Unos 400.000 peregrinos de 197 países se congregaron ayer en Colonia, Bonn y
Dusseldorf, en las tres macromisas misas de apertura de la 20ª edición de las
Jornadas Mundiales de la Juventud en la región de Colonia, que concluye el
domingo con una eucaristía con el Papa en la que se esperan a 800.000 personas.
"Por primera vez festejamos una jornada mundial de la juventud con dos
papas. El Papa Benedicto XVI aquí en la tierra y Juan Pablo II en el
cielo", dijo el obispo de Colonia, cardenal Joachim Meissner, ante miles de
jóvenes en el estadio de su ciudad.
Ideadas por Juan Pablo II, las Jornadas de la Juventud son uno de los eventos
multitudinarios y mediáticos de mayor proyección de la Iglesia católica.
Hasta el próximo domingo, habrá actos religiosos, debates y fiestas.
Benedicto XVI aterrizará mañana en
Alemania, el país donde nació.
Tiene previsto reunirse con
representantes de la comunidad judía
y musulmana, así como con el canciller
federal, Gerhard Schröder.
En la fachada de la catedral de Colonia se
ha instalado una imagen gigantesca de Juan Pablo II y la organización de los
actos, compartida por el Vaticano y la Conferencia Episcopal Alemana, ha
encargado tantas camisetas con la efigie de Juan Pablo II como con la efigie de
Benedicto XVI. Al precio de 12,90 euros cada una, puede ser interesante saber
quién vende más.
Por otra
parte, a muchos asistentes les resulta indiferente quién sea el Papa que
presida los actos. Según un sondeo realizado por el diario Die Welt, sólo
el 20% de los participantes acude a Colonia por motivos religiosos. Casi la
mitad, el 43%, dice viajar simplemente para encontrarse con otros jóvenes. El
sondeo ofrece un dato
Benedicto XVI deberá adaptarse al formato
de Wojtyla, que concebía las Jornadas Mundiales como unos Juegos Olímpicos de
la religión: más de 170 países representados, incluida la República Popular
China; varios estadios
alquilados para la ocasión y una sucesión ininterrumpida de fiestas, teatro, música,
danza y oración en la Cúpula del Arco Iris de Colonia, un campamento muy
parecido a una Villa Olímpica. Habrá 9.000 policías en la calle, tantos como
sacerdotes, y 750 obispos de todo el mundo.
El
cardenal de la ciudad alemana presidió la eucaristía inaugural de la Jornada
de la Juventud - Miles de peregrinos inundaron las calles con cantos y bailes
Las calles de Colonia están tomadas por los jóvenes
católicos. Durante el primer día oficial de la Jornada Mundial de la Juventud,
todos los peregrinos que ya estaban en Alemania aprovecharon la mañana para
hacer turismo por el centro de la ciudad. Iván de Vargas, de la Universidad Católica
San Antonio, describía la jornada como una gran fiesta donde las banderas, los
cantos y bailes dominaban el paisaje metropolitano.
Eucaristías multitudinarias. Tras una mañana eminentemente turística, se
celebraron por la tarde tres eucaristías simultáneas de apertura de las
jornadas en las ciudades de Colonia, Bonn y Dusseldorf. El cardenal arzobispo de Colonia,
Joachim Meisner, presidió la ceremonia en el estadio Rheinenergie de la ciudad,
en el que se congregaron cerca de 50.000 peregrinos. «Colonia es ahora la
capital católica del mundo», exclamó el arzobispo al dar la bienvenida «con
alegría y de corazón» a los fieles asistentes.
El arzobispo recordó durante la homilía el lema que Juan Pablo II sugirió
para esta jornada, «Hemos venido a adorarle». La ceremonia se desarrolló en un clima distendido y
agradable, hasta el punto de que el cardenal Meisner aceptó ponerse un gorro típico
de carnaval que un joven renano le ofreció durante la misa.
Al acabar el oficio religioso, el presidente alemán, que
también estuvo presente en las celebraciones, empezó a hablar pero los jóvenes
irrumpieron en gritos y silbidos mientras agitaban banderas y hacían la ola.
Koehler tuvo que interrumpir el discurso durante varios minutos y cuando recuperó
la palabra, pese a se le vio algo atónito mientras los gritos le obligaban a
callar constantemente, alabó «la energía y el entusiasmo» de los jóvenes y
deseó algo similar «para el mundo y para Alemania. Además, expresó su
confianza en que en Colonia los jóvenes creen una red de contactos, puesto que
«sólo juntos se puede luchar por la paz y la justicia». También destacó la
importancia de que al encuentro, se haya invitado también a protestantes,
miembros de otras religiones y personas no creyentes, como fue el deseo de Juan
Pablo II.
Durante la eucaristía en Colonia, el presidente del Consejo Pontificio para los
Laicos, monseñor Stanislaw Rylko, también quiso dirigir su particular saludo a
los jóvenes: «¡No tengáis miedo de arrodillaros ante Dios! ¡Porque adorar
al Creador no empequeñece al hombre, sino que le devuelve la plena humanidad y
dignidad!».
La ceremonia más multitudinaria se vivió, sin embargo, en la ciudad de
Dusseldorf, donde cerca de 100.000 fieles se reunieron en el estadio LTU-Arena,
y fue oficiada por el presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, Karl
Lehmann. El cardenal fue más matizado en sus manifestaciones de entusiasmo y
dijo que «hay que diferenciar la llamada de Dios de un simple reflejo debido a
la costumbre».
En Bonn, el obispo Franz-Josef Bode fue el encargado de presidir la
multitudinaria eucaristía y animó a los jóvenes a crear alianzas de «paz»
para hacer frente a las «del odio, la violencia, el terror».
Durante las tres eucaristías se vivió un ambiente festivo, donde diferentes
cantantes y grupos juveniles animaron permanentemente el encuentro. En Colonia,
el coro oficial de la Jornada Mundial de la Juventud y un grupo de músicos
profesional cantaron el himno de las jornadas, «Venite adoremus», en varios
idiomas.
Al caer la noche, las celebraciones continuaron en un festival de bienvenida,
que los jóvenes alemanes prepararon para acoger a los peregrinos de todo el
mundo. La fiesta contó con las actuaciones de artistas célebres de la ciudad
de Colonia y de los alrededores.
Pero también participaron algunos grupos menos conocidos que tocaron por
primera vez ante cientos de miles de personas.
Sin duda, Colonia, junto con Bonn y Dusseldorf, vivió ayer un día lleno de
alegría y de entusiasmo en cada rincón de la ciudad. Pero éste es sólo el
comienzo de unas jornadas que prometen una asistencia masiva de cerca de un millón
de personas.
Para los próximos días están previstas distintas actividades y catequesis en
las tres ciudades principales de la Jornada Mundial de la Juventud, pero, sin
duda, los días de mayor expectación llegarán con la presencia del Papa
Benedicto XVI. Mañana, el Santo Padre llegará a la ciudad renana y participará
en diferentes actos como el encuentro con los seminaristas, el recorrido por el
Rhin, la visita a la sinagoga de la ciudad y otros encuentros ecuménicos. Todo
el mundo está expectante: las jornadas ya están en marcha.
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