6
de octubre
LA IGLESIA CONCILIAR REABRE
EL
DEBATE SOBRE LA
POSIBILIDAD DE
QUE LOS
DIVORCIADOS COMULGUEN
¿Se debe
administrar la comunión a los divorciados que han contraído
nuevas nupcias por lo civil? Un pequeño atisbo de
esperanza comienza a inundar a los afectados, a quienes
hasta ahora la Iglesia siempre ha negado la eucaristía.
Porque, en el Sínodo de Obispos que desde el pasado lunes
se celebra en Roma, despuntan signos de una cauta apertura
en la materia.
El
arzobispo neozelandés de Wellington, monseñor John
Atcherley Dew, fue el encargado de poner el dedo en la
llaga de tan espinosa cuestión. «Hay personas cuyo
primer matrimonio ha acabado de manera triste», aseguraba
el arzobispo Dew refiriéndose a los católicos
divorciados y que han contraído nuevas nupcias por la vía
civil.«No han abandonado jamás la Iglesia, pero en la
actualidad son excluidos» del rito de la comunión, se
quejaba.
En defensa de su postura, el representante de la Iglesia
neozelandesa llegó incluso a trazar un paralelismo entre
los que sufren hambre en el mundo y los que tienen
apetencia de eucaristía. «Este Sínodo debe tener un
acercamiento pastoral: como obispos, tenemos el deber
pastoral y la obligación ante Dios de considerar y
discutir las dificultades que oprimen a tanta gente. Pero
debemos afrontar también el escándalo de aquellos que
tienen hambre de alimento eucarístico, de la misma manera
en que debemos afrontar el escándalo del hambre físico»,
señalaba Dew.
Según el arzobispo de Wellington, «la Iglesia se vería
enriquecida si pudiese invitar a católicos comprometidos
y actualmente excluidos de la eucaristía a regresar a la
mesa del Señor». «Debemos encontrar el modo de incluir
a cuantos tienen hambre del pan de la vida», concluía.
Pero el arzobispo de Wellington no está solo en su
batalla a favor de que los divorciados puedan recibir la
comunión. El arzobispo auxiliar de Puerto Príncipe, el
haitiano Pierre Antoine Paulo, ya se manifestó hace unos
días en el mismo sentido, hablando de la necesidad de «profundizar
y valorar la cuestión» y decantándose por conceder la
comunión a los divorciados casados en segundas nupcias.
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