EL
SÍNODO Y LA CUESTIÓN DE LA COMUNIÓN
PARA CRISTIANOS DE OTRAS
CONFESIONES
Intercomunión
y hospitalidad eucarística
Si,
en la Nueva Iglesia se discute si se les debe permitir a
los no-católcos recibir los Sacramentos. Para aquellos
que no lo sepan, desde
1964, la Iglesia Conciliar ya
ha permitido la recepción de ciertos sacramentos a
ciertos no-católicos, bajo ciertas circunstancias. Esto
también está confirmado por las noticias:
"No se excluye que, bajo circunstancias especiales, se pueda admitir a la
Comunión Eucarística, como [peregrinos del pan], a
personas individuales pertenecientes a Iglesias o
comunidades eclesiales que no están en total comunión
con la Iglesia Católica". Además, ¿nadie le dijo
al "Cardenal"
Scola que los anglicanos y protestantes tienen una "Eucaristía"
inválida? ¿Que católicos, anglicanos y protestantes no
comparten las mismas creencias sobre la Eucaristía? ¿Que
para los católicos la Santa Misa es un verdadero
sacrificio, mientras que para los protestantes solamente
es una comida recordatoria?
CIUDAD DEL
VATICANO, lunes, 3 octubre 2005 (ZENIT.org).-
Entre los temas expuestos para el debate del Sínodo sobre la Eucaristía este
lunes, el relator general, el cardenal Angelo Scola, expuso la cuestión de la
«intercomunión», es decir, la posibilidad de que cristianos no católicos
puedan recibir la comunión eucarística.
En su «relación
antes de la discusión» («relatio ante disceptationem»), el patriarca de
Venecia reconoció que se trata de «un problema pastoral muy delicado», que
permite comprender mejor «el inseparable nexo entre Eucaristía e Iglesia».
«La causalidad de la Eucaristía sobre la Iglesia (la Eucaristía
hace la Iglesia) es esencial y prioritaria con respecto a la de la Iglesia sobre
la Eucaristía (la Iglesia hace la Eucaristía)», aclaró en este sentido.
Recordando que ya hay numerosos estudios sobre la materia, destacó
ante todo «la sustancial comunión de fe entre la Iglesia católica y las
Iglesias ortodoxas sobre el tema Eucaristía y sacerdocio, comunión que, a través
de una mayor y recíproca profundización de la Celebración Eucarística y de
la Divina Liturgia, está destinada a crecer».
«Se debe además recibir positivamente el nuevo clima a propósito
de la Eucaristía en las comunidades eclesiales nacidas a partir de la Reforma.
Según diversos grados y con alguna excepción, también tales comunidades
subrayan cada vez más el carácter decisivo de la Eucaristía como elemento
clave en el diálogo y en la praxis ecuménica», recordó el patriarca.
Por este motivo, indicó, se puede entender que, aún después de
los pronunciamientos del Magisterio sobre este tema, «no cesa de presentarse la
siguiente cuestión: la “intercomunión” de los fieles pertenecientes a
diversas Iglesias y comunidades eclesiales, ¿puede constituir un instrumento
adecuado para favorecer el camino hacia la unidad de los cristianos?».
«La respuesta depende de una atenta consideración de la
naturaleza de la acción eucarística en toda su plenitud del misterio de la fe.
La celebración eucarística, de hecho es por su naturaleza profesión de fe
integral de la Iglesia», respondió.
«Sólo cuando vive la plena profesión de fe apostólica en este
misterio, la Eucaristía hace la Iglesia. Si es la Eucaristía la que asegura la
verdadera unidad de la Iglesia, una celebración o una participación en la
Eucaristía que no implique el respeto de todos los factores que llevan a su
plenitud, terminaría, más allá de toda buena intención, dividiendo,
posteriormente y desde el primer momento, a la comunidad eclesial. La
intercomunión, por lo tanto, no parece un medio adecuado para alcanzar la
unidad de los cristianos», respondió Scola.
Esta afirmación sobre la intercomunión no excluye que, «en
circunstancias totalmente especiales y respetando las condiciones objetivas, se
puedan admitir en la comunión eucarística, en cuanto "panis viatorum"
[pan de los caminantes, ndr.], individualmente a personas pertenecientes a
Iglesias o comunidades eclesiales que no están en plena comunión con la
Iglesia católica».
«En este caso el necesario rigor eclesial exige que se hable de
hospitalidad eucarística --explicó el cardenal--. Estamos en presencia de la
solicitud pastoral (histórico-salvífica) de la Iglesia que sale al encuentro
de una especial circunstancia de necesidad de un fiel bautizado».
«En estos casos la Iglesia católica admite en la comunión eucarística
a un fiel no católico si éste lo pide espontáneamente, si manifiesta su
adhesión a la fe católica en lo relativo al sacramento eucarístico y está
espiritualmente bien dispuesto», recordó.
Las problemáticas que subyacen a la inadecuada categoría de
“intercomunión” y la praxis de la hospitalidad eucarística urgen al Sínodo
a realizar una ulterior reflexión, a partir del intrínseco nexo entre Eucaristía
e Iglesia, sobre la relación entre comunión eucarística y comunión eclesial,
propuso el relator.
El purpurado italiano concluyó explicando que «el no poder
acceder a la concelebración eucarística y a la comunión eucarística por
parte de los cristianos de diversas Iglesias y comunidades eclesiales y el carácter
de excepción de la hospitalidad eucarística, no pueden ser sólo causa de
dolor; más bien deben representar un estímulo permanente para la continua y
común profundización del misterio de la fe que exige de todos los cristianos
la unidad en la integral profesión de la fe».
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