SÍNODO:
AFIRMAN UNA COSA, PERO
ABREN LA PUERTA PARA
LO CONTRARIO*
Señales
de futuros cambios de
criterio en lo
relativo a la comunión
de divorciados, causales
de anulación de
matrimonio, comunión de los
no-católicos
y celibato
sacerdotal
El Sínodo
de Obispos sobre la Eucaristía ya ha dado sus primeros
pasos. Y sus primeras sorpresas. El relator, cardenal
Scola, patriarca de Venecia, no se ha limitado a hacer el
tradicional discurso de apertura dedicado a resumir el
documento de trabajo. Con una claridad que a algunos les
resultará polémica ha apostado por mantener la actual
disciplina eclesiástica y no sólo en cuestiones no
sujetas a debate, como la comunión de los divorciados
vueltos a casar o la admisión a la comunión para
cristianos de otras confesiones, sino en otras ligadas a
una disciplina eclesiástica y, por lo tanto, de posible
modificación, como la admisión de casados al sacerdocio.
Sin embargo, cuando se leen con detalle las palabras de
Scola se perciben matices muy interesantes. Comprendo que
esos matices pasen desapercibidos para la mayoría de los
colegas periodistas, pero en ellos está precisamente la
clave de la noticia.
Por ejemplo, la cuestión de la comunión de los
divorciados vueltos a casar. Scola, como he dicho,
defiende la praxis actual, pero –en la misma línea que
sostuvo Benedicto XVI este verano– reflexiona sobre esas
situaciones en las cuales el matrimonio por la Iglesia se
hizo por tradición y no por convicción. Apunta el
cardenal de Venecia dos cosas interesantes: la posible
modificación de los criterios de nulidad y la creación
de unos tribunales especiales que simplifiquen el proceso.
En cuanto a la admisión de personas de otras confesiones
en la comunión, también hay señales de cambio. Se
admite abiertamente que, como medida excepcional y siempre
que el no católico lo pida espontáneamente y crea en lo
que la Iglesia cree sobre la Eucaristía, podrá ser
admitido a la comunión. ¿No recibió la Eucaristía
Roger Schutz, calvinista, nada menos que en el Vaticano el
día del funeral de Juan Pablo II y a manos del entonces
cardenal Ratzinger?
El tercer punto es el del celibato de los sacerdotes.
También aquí se apuntan novedades, aunque quizá menos
prácticas, como la alusión a imitar lo que los ortodoxos
hacen con sus monjes y los benedictinos con los suyos.
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