El
New York Times ha filtrado la noticia de que el Vaticano ha ordenado una
investigación exhaustiva en los seminarios de EE UU para descubrir
homosexuales. Tanto a «practicantes» como a los que tienen tendencia, según
ese periódico, les van a «aconsejar» que se vayan a casa.
No sabemos si la noticia es verdadera y, desde luego, hay motivos en EE UU para
estar asustados. Sin embargo, lo que llama la atención es que la Iglesia
Conciliar muestre más interés por el comportamiento de sus curas que
por sus enseñanzas. No pretendemos, en absoluto, justificar ningún pecado y mucho
menos el que tiene como víctimas a los niños. Lo que queremos decir es que hay
otro tipo de pecados, del cual a veces también son víctimas los niños, a los
que no les dan importancia. Nos referimos a los errores doctrinales que envenenan el
alma, transmitidos en las clases de catecismo, en las homilías, en los cursos de Biblia
y a lo que con total impunidad se enseña en muchas facultades de Teología,
universidades pontificias y seminarios.
Recientemente, un amigo que estudia en un seminario diocesano de un país
hispano, nos comentó que les enseñan que no hay que rezar, ni ir a misa y que la
castidad no tiene valor. Les dicen que ellos no están para amar a Jesús, sino
para caminar como compañeros suyos hacia la implantación del Reino. Por «Reino»
entienden la construcción de un paraíso de justicia y libertad terrenal. Además, han
asumido totalmente la teología de la liberación impregnada de marxismo y en
aras de la construcción de ese «Reino», vale el uso revolucionario de la
violencia. Éste es un caso, pero no es el único. ¿Y los curas que en las
homilías insultan a la Virgen? ¿Y los que niegan la resurrección? ¿Y los que
dicen que da igual cómo te comportes porque va al cielo todo el mundo? ¿Y los
que justifican la violencia para la liberación de una patria supuestamente
oprimida? Es importante detectar homosexuales en los seminarios, pero
fácilmente podemos constatar que la Iglesia Conciliar tolera
la enseñanza de la herejía.
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