JERUSALÉN,
martes, 12 julio 2005 (ZENIT.org).-
Judíos y católicos están de acuerdo en que las relaciones
entre el estado y las religiones deben ser de colaboración,
no de antagonismo, respetando la autonomía de papeles de
cada quien.
Esta es la conclusión a la que llegó la reunión
de la Comisión bilateral de las delegaciones de la Comisión
de la Santa Sede para las Relaciones con el Judaísmo y del
Gran Rabinado de Israel para las relaciones con la Iglesia
católica, celebrada del 26 al 28 de junio de 2005 en
Jerusalén.
El encuentro, que tenía por argumento «Las
relaciones entre autoridad religiosa y civil en las
tradiciones judía y cristiana», sirvió para subrayar el
derecho a la libertad religiosa de toda persona y comunidad.
«La relación entre religión y estado debe
fundamentarse en la reciprocidad, en el respeto recíproco y
en la colaboración», afirman las delegaciones católica y
judía en un comunicado final.
Ambas reconocen que «medidas de ley a favor de
determinados valores religiosos son legítimas, cuando se
aplican en armonía con los principios de los derechos
humanos».
Judíos y católicos aseguran que «los valores
religiosos son de vital importancia para el bienestar del
individuo y de la sociedad».
«El objetivo de la autoridad civil es el de
servir y promover el bien común --aclaran--, respetando la
vida y la dignidad de cada individuo»
Subrayando la importancia de la democracia, en
el encuentro se recalcó que «es esencial salvaguardar con
la ley a la sociedad del individualismo extremo, de la
manipulación por parte de grupos que tienen intereses de
parte, de la insensibilidad ante los valores culturales y
morales de las tradiciones religiosas».
En la primera jornada de la reunión intervino
el rabino jefe de Israel, Shlomo Moshe Amar, para expresar
«su ferviente apoyo al diálogo, subrayando los profundos
valores compartidos por las dos tradiciones, sin ignorar la
distinción que hacen de nosotros diferentes comunidades de
fe», explica el comunicado.
La delegación judía estaba presidida por el
rabino jefe Shear Yashuv Cohen; mientras que la católica
tenía como presidente al cardenal argentino Jorge Mejía, y
contaba, entre otros, con la presencia del cardenal suizo
George Cottier, O.P., teólogo de la Casa Pontificia.
Dado que era la
primera reunión que se celebraba tras el fallecimiento de
Juan Pablo II, la Comisión bilateral, «fruto de su
iniciativa», recordó «de manera especial su histórica
contribución a la reconciliación entre católicos y judíos».
Al mismo tiempo, apreció «el compromiso
manifestado por su sucesor, Benedicto XVI, para seguir
promoviendo estas relaciones bilaterales».
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