El evento del 27 de
octubre auspiciado por la Comisión Vaticana para las
Relaciones con los judíos, destacó el progreso hecho en el
diálogo católico-judío.
El
rabino jefe de Roma, Riccardo Di Segni, no asistió a
la ceremonia porque el Vaticano eligió como uno de los
principales oradores al Cardenal Jean-Marie Lustiger,
el arzobispo de París retirado, que se convirtió del
judaísmo al catolicismo en su adolescencia.
El rabino Di Segni dijo a los periodistas que,
de una forma simbólica, la elección parecía contradecir
el hecho que requiere el diálogo respecto de la identidad
de los otros y la renuncia a tratar de convertirlos.
Oded Ben-Hur, el embajador de Israel ante el
Vaticano, asistió a la ceremonia junto con otros rabinos y
y especialistas de otras partes de Europa y de Norte y Sud
América.
El Cardenal Lustiger y el rabino David Rosen, presidente del
Comité Internacional Judío para las Relaciones
Interreligiosas, dieron los discursos inaugurales.
Rabino Rosen dijo que "Nostra Aetate"
y la modificada información sobre la enseñanza oficial de
la Iglesia Católica con respecto a los judíos y al
judaísmo deben ser tenidas más en cuenta en los programas
de educación católica, especialmente en los seminarios.
También dijo que la Iglesia debe ahondar las
reflexiones sobre las implicancias de decir que el pacto de
Dios con el pueblo judío todavía es válido.
Dentro de la Iglesia, todavía existe el debate -dijo-
acerca de si los católicos deben abandonar los intentos de
convertir judíos al cristianismo, causando gran
consternación entre los judíos y reluctancia para
dialogar con los católicos.
"Estos 40 años desde la promulgación de
'Nostra Aetate' vieron una notable reubicación de la
posición de la Iglesia, tanto como un redescubrimiento de
las raíces judías del Cristianismo, dijo el rabino.
Miembros de la comunidad judía están empezando a repensar
su relación con los cristianos, dejando de lado muchos de
los miedos y sospechas del pasado, agregó.
Miembros de ambas comunidades, dijo, están
conscientes de que deben trabajar juntos por el bien del
mundo.
En su mensaje, Benedicto XVI dijo que "el aniversario
ofrece razones suficientes para expresar gratitud a Dios
omnipotente por el testimonio de todos los que, a pesar de
una complicada y con frecuencia dolorosa historia, y de
manera especial después de la trágica experiencia de la
Shoá, que fue inspirada por una ideología neopagana
racista, han trabajado con valentía por promover la
reconciliación y fomentar la comprensión entre cristianos
y judíos"(1).
"Nostra Aetate,"dijo Benedicto XVI,
estimuló a católicos y judíos "a reconocer sus
raíces espirituales compartidas y a apreciar su rica
herencia de fe en un único Dios, creador del Cielo y de la
Tierra, que ha establecido su alianza con el Pueblo Elegido,
revelado sus mandamientos y enseñado la esperanza en esas
promesas mesiánicas que dan confianza y consuelo en las
dificultades de la vida"(2).
El
Cardenal alemán Walter Kasper, presidente of de la
Comisión Vaticana para las Relaciones con los judíos, dijo
que "Nostra Aetate" proclaimó el "no"
al antisemitismo y al antijudaismo y el "si" a las
raíces judías del cristianismo.
"Es ina tragedia de la historia que tanto
el 'no' as como el 'yes' hayan sido expresados
después de la terrorífica experiencia de la Shoah, un
atroz y -hasta ese momento- inimaginable crimen,"
dijo.
El Cardenal Kasper dijo que el documento
del Vaticano II fue "justo el comienzo del
comienzo" y requirió futura reflexión teológica
católica sobre el pacto de Dios con el pueblo judío y su
actual validez, así como también reflexión teológica de
los judíos sobre el cristianismo.
La nueva relación, dijo el cardenal, también
requiere una seria colaboración en promover fe y moralidad,
justicia y paz, Especialmente en esa tierra que es sagrada
para ambos".
El
Cardenal Lustiger dijo que como creyentes en Dios y
seguidores de sus mandamientos, "judíos y cristianos
juntos tienen una responsabilidad ante la civilización y
ante toda la humanidad".
Como personas que reconocen a Dios como creador
de todas las cosas, cristianos y judíos pueden ser una
fuerza para el establecimiento de la unión entre los
pueblos, basada en el respeto y en la obligación de prestar
especial cuidado a los más desposeídos, dijo.
El Arzobispo norteamericano William J. Levada,
prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe,
asistió a la ceremonia , así como también los Cardenales
norteamericanos William H. Keeler de Baltimore y
Theodore E. McCarrick de Washington.
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MENSAJE
DE BENEDICTO XVI 40 AÑOS DESPUÉS
DE LA
PUBLICACIÓN «NOSTRA
AETATE»
CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 27 octubre 2005 (ZENIT.org).-
Publicamos el mensaje enviado por Benedicto XVI al
presidente de la Comisión de la Santa Sede para las
Relaciones con el Judaísmo, el cardenal Walter Kasper, con
motivo del cuadragésimo aniversario de la promulgación de
la declaración «Nostra Aetate» del Concilio Vaticano II.
* * *
A mi venerable hermano
cardenal Walter Kasper,
presidente de la Comisión para las Relaciones Religiosas
con el Judaísmo
Han pasado cuarenta años desde que mi
predecesor, el Papa Pablo VI, promulgara la declaración del
Concilio Vaticano II sobre las relaciones de la Iglesia con
las religiones no cristianas,
Nostra
Aetate, que abrió
una nueva era en las relaciones con el Pueblo Judío y
sentó la base de un sincero diálogo teológico. Este
aniversario nos ofrece razones suficientes para expresar
gratitud a Dios omnipotente por el testimonio de todos los
que, a pesar de una complicada y con frecuencia dolorosa
historia, y de manera especial después de la trágica
experiencia de la Shoá, que fue inspirada por una
ideología neopagana racista, han trabajado con valentía
por promover la reconciliación y fomentar la comprensión
entre cristianos y judíos.
Al poner los cimientos de una renovada
relación entre el Pueblo Judío y la Iglesia, la «Nostra
aetate» subrayó la necesidad de superar los prejuicios,
las incomprensiones, la indiferencia y el lenguaje de
desprecio y hostilidad del pasado. La declaración fue la
oportunidad para una mayor comprensión y respeto
recíprocos, para la cooperación y, con frecuencia, para la
amistad entre católicos y judíos. Les
ha desafiado, además, a reconocer sus raíces espirituales
compartidas y a apreciar su rica herencia de fe en un único
Dios, creador del Cielo y de la Tierra, que ha establecido
su alianza con el Pueblo Elegido, revelado sus mandamientos
y enseñado la esperanza en esas promesas mesiánicas que
dan confianza y consuelo en las dificultades de la vida.
En este aniversario, en el que volvemos nuestra
mirada a las cuatro décadas de contactos fructuosos entre
la Iglesia y el Pueblo Judío, es necesario que renovemos
nuestro compromiso a favor del trabajo que todavía queda
por hacer. En este sentido, desde los primeros días de mi
pontificado, y en particular durante la reciente visita a la
Sinagoga en Colonia, he expresado mi firme determinación de
recorrer las huellas trazadas por mi predecesor, el Papa
Juan Pablo II. El diálogo judeocristiano tiene que seguir
enriqueciendo y profundizando los lazos de amistad que se
han desarrollado, y la predicación y la catequesis tienen
que comprometerse para asegurar que se presenten nuestras
relaciones recíprocas a la luz de los principios
establecidos por el Concilio.
Mirando hacia el futuro, espero que tanto en el
diálogo teológico como en la colaboración cotidiana los
cristianos y los judíos ofrezcan un testimonio compartido
aún más convincente del único Dios y de sus mandamientos,
de la santidad de vida, de la promoción de la dignidad
humana, de los derechos de la familia y de la necesidad de
edificar un mundo de justicia, reconciliación y paz par las
futuras generaciones.
En este aniversario, le aseguro mis oraciones
por usted y por todos los que están comprometidos en
promover una mayor comprensión y colaboración entre
cristianos y judíos, de acuerdo con el espíritu de «Nostra
Aetate». Invoco la bendición de Dios de sabiduría,
alegría y paz sobre todos vosotros.
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