¡SOMOS CATÓLICOS!

 
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SE SACARON LA MÁSCARA: BENEDICTO XVI TIENE
TIENE LA MISMA FE QUE LOS JUDÍOS   EL RABINO
ROSEN DIJO QUE LA IGLESIA DEBE AHONDAR LAS
REFLEXIONES SOBRE LAS IMPLICACIONES DE
DECIR QUE EL PACTO DE DIOS CON EL PUEBLO
JUDÍO TODAVÍA ES VÁLIDO

 

¿Cuándo van a empezar a abrir los ojos, los
católicos conciliares? ¡En el Vaticano se 
ha instaurado una nueva religión!
Que nosotros sepamos, los judíos todavía no creen en el Dios Trinitario, 
¡Los judíos no tienen un pacto válido con Dios! Este es un dogma católico
fundamental: "Los judíos, herejes y cismáticos, no pueden compartir la vida
e irán a las tinieblas del fuego que fueron preparadas para los demonios,
a menos que se unan a la Iglesia Católica antes de la finalización de sus vidas

Concilio de Florencia, 1442

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   El evento del 27 de octubre auspiciado por la Comisión Vaticana para las Relaciones con los judíos, destacó el progreso hecho en el diálogo católico-judío. 

   El rabino jefe de Roma,  Riccardo Di Segni, no asistió a la ceremonia porque el Vaticano eligió como uno de los principales oradores al Cardenal  Jean-Marie Lustiger, el arzobispo de París retirado, que se convirtió del judaísmo al catolicismo en su adolescencia.

   El rabino Di Segni dijo a los periodistas que, de una forma simbólica, la elección parecía contradecir el hecho que requiere el diálogo respecto de la identidad de los otros  y la renuncia a tratar de convertirlos.

   Oded Ben-Hur, el embajador de Israel ante el Vaticano, asistió a la ceremonia junto con otros rabinos y y especialistas de otras partes de Europa y de Norte y Sud América. 

   El Cardenal Lustiger y el rabino David Rosen, presidente del Comité Internacional Judío para las Relaciones Interreligiosas, dieron los discursos inaugurales.

   Rabino Rosen dijo que "Nostra Aetate" y la modificada información sobre la enseñanza oficial de la Iglesia Católica con respecto a los judíos y al judaísmo deben ser tenidas más en cuenta en los programas de educación católica, especialmente en los seminarios.

   También dijo que la Iglesia debe ahondar las reflexiones sobre las implicancias de decir que el pacto de Dios con el pueblo judío todavía es válido.

   Dentro de la Iglesia, todavía existe el debate -dijo- acerca de si los católicos deben abandonar los intentos de convertir judíos al cristianismo, causando gran consternación entre los judíos  y reluctancia para dialogar con los católicos.

   "Estos 40 años desde la promulgación de 'Nostra Aetate' vieron una notable reubicación  de la posición de la Iglesia, tanto como un redescubrimiento de las raíces judías del Cristianismo, dijo el rabino. Miembros de la comunidad judía están empezando a repensar su relación con los cristianos, dejando de lado muchos de los miedos y sospechas del pasado, agregó. 

   Miembros de ambas comunidades, dijo, están conscientes de que deben trabajar juntos por el bien del mundo.

   En su mensaje, Benedicto XVI dijo que "el
aniversario ofrece razones suficientes para expresar gratitud a Dios omnipotente por el testimonio de todos los que, a pesar de una complicada y con frecuencia dolorosa historia, y de manera especial después de la trágica experiencia de la Shoá, que fue inspirada por una ideología neopagana racista, han trabajado con valentía por promover la reconciliación y fomentar la comprensión entre cristianos y judíos"(1).

   "Nostra Aetate,"dijo Benedicto XVI, estimuló a católicos y judíos "a reconocer sus raíces espirituales compartidas y a apreciar su rica herencia de fe en un único Dios, creador del Cielo y de la Tierra, que ha establecido su alianza con el Pueblo Elegido, revelado sus mandamientos y enseñado la esperanza en esas promesas mesiánicas que dan confianza y consuelo en las dificultades de la vida"
(2).

   El Cardenal alemán Walter Kasper, presidente of de la Comisión Vaticana para las Relaciones con los judíos, dijo que "Nostra Aetate" proclaimó el "no" al antisemitismo y al antijudaismo y el "si" a las raíces judías del cristianismo.

   "Es ina tragedia de la historia que tanto el  'no' as como el 'yes' hayan sido expresados después de la terrorífica experiencia de la Shoah, un atroz y -hasta ese momento-  inimaginable crimen," dijo.

   El Cardenal Kasper dijo que el documento del  Vaticano II fue "justo el comienzo del comienzo" y requirió futura reflexión teológica católica sobre el pacto de Dios con el pueblo judío y su actual validez, así como también reflexión teológica de los judíos sobre el cristianismo.

   La nueva relación, dijo el cardenal, también requiere una seria colaboración en promover fe y moralidad, justicia y paz, Especialmente en esa tierra que es sagrada para ambos".

   El Cardenal Lustiger dijo que como creyentes en Dios y seguidores de sus mandamientos, "judíos y cristianos juntos tienen una responsabilidad ante la civilización y ante toda la humanidad".

   Como personas que reconocen a Dios como creador de todas las cosas, cristianos y judíos pueden ser una fuerza para el establecimiento de la unión entre los pueblos, basada en el respeto y en la obligación de prestar especial cuidado a los más desposeídos, dijo.

   El Arzobispo norteamericano William J. Levada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe, asistió a la ceremonia , así como también los Cardenales norteamericanos  William H. Keeler de Baltimore y Theodore E. McCarrick de Washington.

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MENSAJE DE BENEDICTO XVI 40 AÑOS DESPUÉS  
DE LA PUBLICACIÓN «NOSTRA AETATE»

   CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 27 octubre 2005 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje enviado por Benedicto XVI al presidente de la Comisión de la Santa Sede para las Relaciones con el Judaísmo, el cardenal Walter Kasper, con motivo del cuadragésimo aniversario de la promulgación de la declaración «Nostra Aetate» del Concilio Vaticano II.

* * *

   A mi venerable hermano
cardenal Walter Kasper,
presidente de la Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo

   Han pasado cuarenta años desde que mi predecesor, el Papa Pablo VI, promulgara la declaración del Concilio Vaticano II sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas,
Nostra Aetate, que abrió una nueva era en las relaciones con el Pueblo Judío y sentó la base de un sincero diálogo teológico. Este aniversario nos ofrece razones suficientes para expresar gratitud a Dios omnipotente por el testimonio de todos los que, a pesar de una complicada y con frecuencia dolorosa historia, y de manera especial después de la trágica experiencia de la Shoá, que fue inspirada por una ideología neopagana racista, han trabajado con valentía por promover la reconciliación y fomentar la comprensión entre cristianos y judíos.

   Al poner los cimientos de una renovada relación entre el Pueblo Judío y la Iglesia, la «Nostra aetate» subrayó la necesidad de superar los prejuicios, las incomprensiones, la indiferencia y el lenguaje de desprecio y hostilidad del pasado. La declaración fue la oportunidad para una mayor comprensión y respeto recíprocos, para la cooperación y, con frecuencia, para la amistad entre católicos y judíos. Les ha desafiado, además, a reconocer sus raíces espirituales compartidas y a apreciar su rica herencia de fe en un único Dios, creador del Cielo y de la Tierra, que ha establecido su alianza con el Pueblo Elegido, revelado sus mandamientos y enseñado la esperanza en esas promesas mesiánicas que dan confianza y consuelo en las dificultades de la vida.

   En este aniversario, en el que volvemos nuestra mirada a las cuatro décadas de contactos fructuosos entre la Iglesia y el Pueblo Judío, es necesario que renovemos nuestro compromiso a favor del trabajo que todavía queda por hacer. En este sentido, desde los primeros días de mi pontificado, y en particular durante la reciente visita a la Sinagoga en Colonia, he expresado mi firme determinación de recorrer las huellas trazadas por mi predecesor, el Papa Juan Pablo II. El diálogo judeocristiano tiene que seguir enriqueciendo y profundizando los lazos de amistad que se han desarrollado, y la predicación y la catequesis tienen que comprometerse para asegurar que se presenten nuestras relaciones recíprocas a la luz de los principios establecidos por el Concilio.

   Mirando hacia el futuro, espero que tanto en el diálogo teológico como en la colaboración cotidiana los cristianos y los judíos ofrezcan un testimonio compartido aún más convincente del único Dios y de sus mandamientos, de la santidad de vida, de la promoción de la dignidad humana, de los derechos de la familia y de la necesidad de edificar un mundo de justicia, reconciliación y paz par las futuras generaciones.

   En este aniversario, le aseguro mis oraciones por usted y por todos los que están comprometidos en promover una mayor comprensión y colaboración entre cristianos y judíos, de acuerdo con el espíritu de «Nostra Aetate». Invoco la bendición de Dios de sabiduría, alegría y paz sobre todos vosotros.

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