ACTO
EN URUGUAY EN HOMENAJE A LA MEMORIA
DE JUAN PABLO II Y AL 40º ANIVERSARIO
DE “NOSTRA AETATE"*
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El
secretario general del Congreso Judío
Latinoamericano, Saúl Gilvich, con el cardenal
Jorge Mejía. |
El
cardenal Jorge Mejía con el presidente del Comité
Central Israelita del Uruguay, Ernesto Kreimerman |
El
Comité Central Israelita del Uruguay a través de su
Comisión de Lucha contra el Antisemitismo, la
Confraternidad Judeo-Cristiana y la B’nai B’rith del
Uruguay efectuaron un Acto de Homenaje a la memoria del
Papa Juan Pablo II y a la conmemoración del 40ª
aniversario de la Declaración Conciliar “Nostra Aetate”.
Orador central fue el cardenal Jorge Mejía, presidente de
la Delegación Católica de la Comisión Conjunta entre la
Santa Sede y el Gran Rabinato de Israel.
El acto tuvo lugar en la sede de la Comunidad Israelita
del Uruguay. Entre los participantes figuraron la esposa
del presidente de la República, Tabaré Vázquez, Sra.
María Auxiliadora Delgado de Vázquez; el ex presidente
de la República Luis Alberto Lacalle, el embajador de
Israel, Joel Salpak y una gran cantidad de destacadas
personalidades, entre ellas el presidente del Comité
Central Israelita del Uruguay, Ernesto Kreimerman. El
Congreso Judío Latinoamericano estuvo representado por su
secretario general, Saúl Gilvich y su director adjunto,
Claudio Epelman.
Previo a la exposición efectuada por el cardenal Mejía,
hicieron uso de la palabra los rabinos Mordejai Maarabi y
Alejandro Bloch, así como también el arzobispo de
Montevideo, Mons. Cotugno; el nuncio apostólico, Mons.
Bolonec; el presidente de la Conferencia Episcopal del
Uruguay, Mons. Galimberti; y el co-presidente de la
Confraternidad Judeo-Cristiana del Uruguay, pastor Armin
Ihle.
Las disertaciones destacaron el aporte brindado por Juan
Pablo II al diálogo interreligioso en el marco encuadrado
por la Declaración Conciliar “Nostra Aetate”, la cual
dicho Pontífice tomó como norte de su gestión hacia el
pueblo judío, coincidiendo todos los expositores en señalar
el espíritu fraterno que demostró Juan Pablo II a partir
de su histórica visita a la Gran Sinagoga de Roma y al
Muro Occidental en Jerusalem, culminando con la mención
expresa en su testamento al Gran Rabino de Roma, Elio
Toaff.
Un hecho de notable significación en este homenaje fue la
presencia de seminaristas católicos, a modo de demostración
de la continuidad de las ideas sostenidas por Juan Pablo
II en las próximas promociones de sacerdotes.
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