UNA
"BEATIFICACIÓN" SUSPENDIDA* Para
complacer a los "Hermanos Mayores"
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VENERABLE
LEÓN DEHON |
En días pasados, el Papa Benedicto XVI suspendió la
planeada beatificación del sacerdote francés León Dehon,
"mientras se investigan presunciones de antisemitismo
en sus escritos". El caso del reverendo León Dehon,
quien fundó en 1877 la orden del Sagrado Corazón de Jesús
es importante, porque de haber vivido unos días más Juan
Pablo II, probablemente lo habría beatificado. La
ceremonia estaba prevista para el 24 de abril. Juan Pablo
II falleció el dos de abril, y Benedicto fue instalado
como Papa el 24, lo que obligó a aplazar la ceremonia de
beatificación. Pero, en lugar de reprogramarla para después
de su ceremonia de entronización, Benedicto XVI decidió
formar una comisión para estudiar el caso Dehon, poniéndolo
en suspensión, luego de que obispos franceses se quejaron
de tintes de antisemitismo en sus escritos. La prensa
comenta que la decisión es un indicio más de que el
nuevo Papa, quien nació en Alemania y sirvió bajo las
Juventudes Hitlerianas, "tiene el propósito de no
ofender a los judíos". En dos meses en el puesto, ha
acentuado su acercamiento a los judíos, invitando
personalmente al rabí principal de Roma a su ceremonia de
instalación, y programando este agosto una visita a la
sinagoga de Colonia, Alemania.
En su "Catecismo Social", que redactó en 1898,
el reverendo León Dehon escribió que los judíos
"han mantenido su odio hacia Cristo, y como resultado
se han inclinado a luchar en todas partes contra los actos
de la iglesia, favoreciendo deliberadamente a todos los
enemigos de la Iglesia Católica". El diario La Croix
dijo que Dehon había escrito que "el Talmud (libro
sagrado de los judíos) es un manual de bandidos,
corruptor y destructor social, añadiendo que el
antisemitismo era ‘una señal de esperanza’".
El Padre Dehon vivió de 1843 a 1925, fue ordenado
sacerdote en 1868 y fundó la orden del Sagrado Corazón
de Jesús en 1877, posterior a la visita que hizo a la
capilla italiana de Loreto. Después de que la comisión
estudie el caso del reverendo, el Papa Benedicto XVI tomará
la decisión final. Ojalá que la comisión encabezada por
cuatro cardenales, no se equivoque en su juicio, porque el
Padre Dehon es un verdadero santo que defendió a la
Iglesia Católica de sus enemigos, diciendo únicamente la
verdad. Ojalá que no se equivoquen los teólogos, y se
libere el Vaticano de una vez por todas de la presión que
hacen los malos judíos cada vez que se sienten lesionados
en sus intereses. Aquí se vuelve a comprobar que decir la
verdad –como lo hizo este sacerdote- es riesgoso;
recordemos lo que le sucedió a Nuestro Señor Jesucristo
cuando vino a este mundo a decirnos la Verdad, y
posteriormente fue crucificado.
Juan Pablo II, en los últimos meses de su vida, también
se vio presionado por la influyente comunidad judía para
que no beatificara a Pío XII, alegando que este Papa
"no dio protección suficiente a los judíos durante
la Segunda Guerra Mundial", acusación por demás
falsa, según lo demuestra la historia contemporánea.
Inexplicablemente, el proceso de beatificación de Pío
XII da la impresión de estar detenido, después del
fallecimiento de Juan Pablo II. ¿Seguiremos en la Iglesia
Católica sacrificando a los nuestros con tal de darle
gusto a los judíos? Una cosa es la caridad que los católicos
siempre hemos tenido con hermanos de otras religiones, y
algo muy distinto es permitir que se involucren en las
decisiones importantes que sólo a nosotros nos competen.
Para enterarnos del comportamiento que los judíos han
tenido a través de la historia, es conveniente leer el
maravilloso libro titulado Derrota Mundial del escritor
mexicano Salvador Borrego. En uno de sus últimos capítulos
nos dice con valor y con verdad de lo que son capaces los
judíos cuando quieren conseguir algo: "Después de
la Segunda Guerra Mundial, el cargo más grave que se hizo
a los líderes nazis fue el de haber cometido crímenes
contra la humanidad; en otras palabras, ejecuciones de judíos.
Los israelitas calcularon en seis millones el número de
ejecutados. Antes de la guerra sólo había 600 mil judíos
en Alemania. Y una vez terminada la contienda aún había
tantos que pudieron asumir innumerables puestos públicos,
montar tribunales en contra de los nazis y ocupar cargos
directivos en el comercio, en la industria, en la banca y
en general en todas las actividades públicas. Entonces,
¿cómo se explica la ejecución de seis millones de
israelitas? Todo esto tiene por objeto desplegar una
enorme cortina de compasión hacia los hebreos para
encubrir los móviles económicos, políticos y religiosos
de sus dirigentes internacionales. Y como ganancia extra
–cosa muy importante- Israel se basa en ese cuento para
cobrarle a Alemania las indemnizaciones que ha venido
exigiendo. En agosto de 1989 éstas importaban un total de
43 mil millones de dólares. Ningún otro país ha hecho
negocio con sus muertos, y mucho menos con sus
"muertos vivos". En el sitio "Web" del
Vaticano, he encontrado varias páginas hablando de la
vida virtuosa que tuvo el Padre León Dehon y que fueron
escritas semanas antes de la suspensión decretada por el
Vaticano: "A los 20 años es doctor en derecho y
abogado del foro de París. En la ciudad obrera de San
Quintín, descubre la condición obrera y la brecha que
separa a la iglesia de la sociedad de su época. Esto será
decisivo en la orientación de su vida y de su
pensamiento. El P. Dehon es un místico que pone en la
contemplación del Corazón de Jesús, la fuerza y la
eficacia de su apostolado. Al fundar una congregación
religiosa (los sacerdotes del Corazón de Jesús), dona a
la iglesia un nuevo carisma que en la contemplación del
amor de Dios, se hace totalmente presente a los hombres.
En julio de 1925, una epidemia de gastroenteritis reina en
Bruselas. El P. Dehon quien no duda en visitar a sus
hermanos enfermos es alcanzado por el mal. En la noche del
nueve al diez de agosto, una complicación cardiovascular
pone en peligro sus días. El 12 de agosto, mientras
miraba la imagen del Sagrado Corazón pronuncia sus últimas
palabras: ‘Para él yo vivo, para él yo muero’.
Cuando el fundador fallece, deja 700 religiosos repartidos
en gran parte del mundo y 80 novicios. ‘Rezad y haced
rezar por esta obra de Roma’, insistió él".
Me parece que no es justo ni correcto que se cancele esa
beatificación que ya estaba aceptada y programada. Invito
a todas las personas de buena fe a que se unan en oración
junto a los religiosos y novicios de la Congregación del
Sagrado Corazón para que esto no suceda.
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