LA
MÁXIMA AUTORIDAD JURÍDICA DEL VATICANO
A FAVOR DE LA COMUNIÓN
A DIVORCIADOS
En
la Iglesia Conciliar ¿ya no es pecado
mortal
el adulterio o no es necesario estar
en
gracia de Dios para recibir la comunión?
"Conocéis
los mandamientos: No cometerás adulterio, no
matarás..."
(Lucas
18,20)
"Quien
repudia a su mujer y se casa con otra, comete
adulterio
contra
la primera y si una mujer repudia
a su marido y se casa
con otro, ella comete adulterio"
(Marcos 10,
11)
Los millones de católicos divorciados y casados en
segundas nupcias que se cuentan en el mundo han encontrado un gran e inesperado
aliado dentro de la curia vaticana: el cardenal español y miembro del Opus Dei,
Julián Herranz, quien, al frente del Pontificio Consejo para los Textos
Legislativos, pasa por ser la máxima autoridad jurídica de la Iglesia. En una
controvertida intervención el martes ante el Sínodo de los Obispos, Herranz
defendió «el derecho» a recibir la comunión de los divorciados esposados de
nuevo.
Un «derecho fundamental»
Herranz acepta que, efectivamente, la eucaristía es una
expresión de la bondad infinita de Dios. Pero sostiene que, una vez que el Altísimo
ha concedido ese don a los hombres, «los fieles tienen derecho a recibir de los
pastores» la comunión.
Sin embargo, y aunque la eucaristía sea un «derecho
fundamental», el presidente del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos
admite que existen condiciones personales que limitan el ejercicio de tal
derecho.
«Es el caso de los que exhíben un comportamiento externo
grave, manifiesta y ostensiblemente contrario a la norma moral, y que impide que
les sea administrada la comunión», subrayaba Julián Herranz.
Pero, para el cardenal español, los divorciados que
han contraído nuevas nupcias sólo entrarían parcialmente en esa categoría,
recalcando además que lo que en ningún caso se les puede negar es la
posibilidad de ser perdonados. «Debemos seguirles con amorosa paciencia y
solicitud pastoral para tratar de que vuelvan a ser regulares y para evitar que
ningún fiel se aleje de la Iglesia o se considere incluso excomulgado por el sólo
hecho de no poder recibir la comunión», señalaba el cardenal.
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