Los
judíos al negar con abominable incredulidad al
Cristo Hijo de Dios, demostraron una vez más su
dureza de corazón, su desprecio por los antiguos
profetas, su incomprensión de los nuevos,
prefiriendo así ignorar el advenimiento de Cristo
más bien que reconocerlo, negarlo más que
creerlo. Al que aceptan como venidero, no lo
reciben. Al que leen que ha de resucitar,
resucitado no creen que pueda hacerlo. Pero la
última razón por la que fingen no entender esto,
es porque conocen que todo esto se ha cumplido con
su sacrilegio. |