Las alusiones que hagamos a Mons. Williamson tienen
ese sólo motivo, tenida cuenta de su investidura episcopal y la reverencia que
mantenemos a quien fuera nuestro profesor en Ecône.
Cuando comenzamos a pelear contra el modernismo hace unos treinta años,
el Card. Ratzinger no era aún Cardenal pero ya todos los inmiscuidos en esa
pelea lo identificábamos como una expresión del modernismo en la Iglesia, un
culpable de Vaticano II. En el Seminario de Ecône, hace 26 años, Mons.
Williamson pensaba igual acerca del futuro Cardenal, hoy reconoce en el mismo
hombre al Soberano Pontífice de la Iglesia y nosotros no, al menos no
formalmente aunque de hecho esté allí en Roma. Pensamos distinto de la misma
persona de la cual pensábamos igual, persona que según ella misma, no ha
cambiado su manera de pensar.
Monseñor Williamson,
-
- No dice la misma Misa que el Papa que reconoce.
-
- No da la comunión en la mano como él.
-
- No la da a los protestantes, lo que sería un sacrilegio contra el
Sacramento, como lo ha hecho el Cardenal Ratzinger en la Misa de exequias de
Juan Pablo II.
-
- No canta Vísperas con “Obispas” protestantes, como lo hizo el
mismo Cardenal.
-
- No enseña Vaticano II.
-
- No admite el mismo Derecho Canónico que Benedcito XVI, al menos en
parte.
-
- Como el Card. Ratzinger y cualquiera que tenga sentido común, no
admite el matrimonio entre homosexuales.
-
- De igual manera no admite mujeres al sacerdocio,
como tampoco dicho Cardenal, lo cual sería a las claras inválido siendo que el
sacerdocio es para los hombres por disposición del mismo Jesucristo.
-
- Tampoco admite los maricas al sacerdocio, que a las claras sería una aberración.
-
- Al revés del Card. Ratzinger sí exige a los Protestantes que admitan
los dogmas posteriores al cisma; o a los ortodoxos que reconozcan la noción del
Papado tal como la entiende la Iglesia Romana.
-
- Al revés del Card. Ratzinger no hace la distinción entre dogmas
primarios y secundarios condenada por la Pascendi.
-
- Al revés del Card. Ratzinger, creemos que considera vigente el
Syllabus de S.S. Pío IX.
-
- No afirma la evolución de la doctrina como el Cardenal
sino que los
dogmas deben expresarse con las mismas
palabras y en el mismo sentido.
Por el contrario:
- Sí admite la declaración de Mons. Fellay posterior a su última
entrevista en Castel Gandolfo con el Card. Ratzinger, pidiendo o anhelando un
lugar para la Tradición en la Iglesia. ¿Merece la Tradición un lugar en la
Iglesia? La Tradición no es “algo” en la Iglesia, es todo, es
la expresión unánime y continua, por su realidad local, geográfica y cronológica;
es lo que siempre y en todas partes enseñó la Iglesia. La Misa Tradicional no
es una forma de decirla, es la propia de la Iglesia Romana, salvo los ritos
inmemoriales contemplados por S.S. San Pío V. No sólo la Tradición tiene como
lugar propio la Iglesia sino que tiene todo el lugar, o no entendemos en
absoluto qué es la Tradición de la Iglesia. Lo que no tiene lugar, lo que no
puede tenerlo en la Iglesia es la Misa Nueva cuyo sólo destino lícito es ser
erradicada de cuajo. La Tradición es la Iglesia misma, siempre y en todo lugar
enseñando lo mismo. Las voces disonantes no son católicas.
¿Entonces
en qué somos diferentes?
En teología somos diferentes del Card. Ratzinger y de los modernistas.
No aceptamos nada de Ratzinger, a no ser él su autoridad que de hecho no sigue,
ya que no diría la misa nueva si se lo mandara como lo manda a toda la Iglesia.
Ambos nos oponemos radicalmente al modernismo y al liberalismo que hoy está
mandado en la Iglesia. ¿Por qué, entonces el Card. Ratzinger sí es católico,
puesto que es Papa para él y nosotros no lo somos?
Vayamos al grano.
Mons.
Williamson distingue así:
-
- Obedezco al Papa en todo... soy liberal.
-
- No le obedezco ni le reconozco... soy sede
vacantista.
-
- Lo reconozco pero no le hago caso... soy católico.
La primera y la segunda premisa serían los extremos, la tercera afirmación
la correcta.
Para que dos cosas sean extremos relativamente entre sí, es decir el uno
respecto al otro, han de ser del mismo sujeto, por ejemplo las dos puntas de una
cuerda. Liberalismo y sedevacantismo son opuestos, y enormemente y sí son
extremos de lo mismo por ser uno liberal y el otro sedevacantista. Noche y día,
luz y obscuridad, cielo e infierno sí se oponen y en lo mismo, sobre la misma línea.
Liberalismo y sedevacantismo se oponen, y enormemente, porque son extremos
de una misma realidad , no son extremos de una tercera realidad que sería el
catolicismo.
El liberal en teología es liberal por doctrina (no hablamos del
liberal por sentimiento o por flojedad de conducta, que los hay por todas
partes). Si el liberal es aquel que sigue todas las reformas que destruyen a la
Iglesia no está entonces de acuerdo con la doctrina tradicional que condena
todo lo que él acepta (es el caso del Card. Ratzinger). El liberal no está de
acuerdo con la Iglesia Católica, no es católico. El sedevacantista sí lo está,
completamente y mucho, simplemente que ante la disyuntiva de seguir las
reformas y al reformista o hacerlas a un lado, no lo sigue y las hace a un lado
justamente por ser católico, en tanto que la posición intermedia no las
acepta, no las sigue al menos en parte ya que acepta parte del nuevo Derecho Canónico,
y reconoce al reformista con el título y las prerrogativas propias del defensor
de la Tradición por definición, que tendría que ser el Soberano Pontífice.
Para nosotros entonces:
El
sedevacantista no respeta ni la doctrina ni la autoridad de aquél que
usa su doctrina y su “autoridad” para destruir los sagrados tesoros de la
Iglesia. Si en la Iglesia se dice una pseudo-misa, si dudamos de las
ordenaciones y consagraciones episcopales modernistas, de sus óleos y
confirmaciones, si son incompletos, al menos, sus bautismos, etc., entonces ¿Por
qué no se pone en tela de juicio lo mismo del Card. Ratzinger?
El sedevacantista lo es porque es católico y el liberal justamente porque
no lo es. El sedevacantista no se opone al católico, el liberal sí. La
teología católica admite la posibilidad de la sedevacancia, Mons. Williamson
niega la posibilidad misma.
Nadie es sedevacantista per se sino per accidens y como consecuencia
de lo que se observa y se puede concluir. –
¡Ud. Dice que el Papa no es Papa! Digo que éste no lo es en la realidad, si Ud.
quiere, en su formalidad misma, porque no lo muestra, porque muestra lo
contrario, porque al árbol por sus frutos. Si es Papa diga la Misa católica,
confiera los sacramentos católicos y del modo católico, rechace el nuevo
Derecho como lo rechazaba Mons. Lefebvre, condene
los errores modernistas, no llame hermanos mayores a los que niegan que
Jesucristo es Dios, no afirme la aberración de que “no es vana la espera del
Mesías en los actuales judíos”. Si lo esperan, no es el nuestro pues ya vino;
si es el nuestro, no lo quieren puesto que lo rechazan. Entonces ¿Qué es lo que
esperan?
Nunca se convierte al hereje, al idólatra o al pagano haciéndoles el
caldo gordo, se los convierte sí con caridad y mucha, pero afirmando la verdad, y
entera.
La sedevacancia sigue los principios teológicos puestos
los cuales se da la conlcusión que si alguien y en determinado caso se
comportara de determinada manera no podría ser verdadero Pontífice católico.
Es evidente que esto
presupone un juicio acerca de la ortodoxia y la moralidad de alguien, juicio
necesariamente subjetivo aunque fundado en principios y datos objetivos, ya que
no hay en la Iglesia hoy una autoridad competente que de hecho juzgue y esto
hasta tanto contemos con el juicio ineludible de la autoridad de la Iglesia,
restablecida la misma cuando recupere su orden trastocado.
¿Imagina Ud. a San Pedro dando la comunión a Simón Mago, o a San
Atanasio dándosela a Arrio?
¿Por qué entonces aceptar que el Card. Ratzinger haya dado la comunión
a Roger Shultz de Taizé que nunca fue católico? No se puede amar sin respetar
a Dios que es regla de todos los amores.
¿Qué dirían de mí si yo dijera la misa nueva? ¿Qué si yo diera la
comunión a
los evangelistas?
Es entendible que Mons. Williamson, nacido anglicano y fervorosamente
convertido a la Fe católica sea caritativo y hasta comprensivo con sus amigos o
parientes aún en la herejía. Aún así el Card. Ratzinger no nació hereje,
fue seminarista y joven sacerdote bajo S.S. Pío XII pero simplemente nunca
estuvo de acuerdo con la Iglesia tal como la confesó y la amó Pío XII.
Su Iglesia no es la misma. ¿Con buena o mala intención? Con la que
quiera, poco importa si no debemos juzgar su consciencia o su eternidad, que eso
último es de Dios. Mucho importa si debo obedecerle, reconocerle,
venerarle, nombrarle en el canon de la Misa, besar su anillo, admitir su derecho
a excomulgar a Mons. Lefebvre, admitirle como vicario de un Cristo que “pudo
revelar porque Dios se lo reveló”, en textuales palabras del Card. Ratzinger
ya Prefecto de la Doctrina de la Fe, como si Nuestro Señor hubiera sido un
profeta más.
Reconozca al menos el Sr. Obispo fiel a la Misa católica que el
sedevacantista es católico y quiere serlo, que sí es opuesto al liberal
pero no al católico, que es una posición ortodoxa y no diga que no somos
católicos confundiendo y dividiendo a las almas buenas.
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Padre Andrés Morello.
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18
de enero del 2006.
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C.C.
165 (8430)
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El
Bolsón, Río Negro.
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Argentina |
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