En una « entrevista concedida
a la Agencia I.MEDIA especializada en noticias sobre la
Santa Sede y al semanario ‘ Famille Chrétienne’»,
(fuente: el Salon belge[1]),
el padre Ricard (alias Cardinal Ricard) declara:
«Creo que
este Motu proprio
(decreto)
traerá problemas»
a los adeptos del obispo
cismático Marcel Lefebvre
«pues
les exige que reconozcan la validez de la reforma litúrgica
adoptada por la Iglesia en 1970»
Ricard
[2],
Diario La Croix, del 7 de julio de 2007
Y el supuesto cardenal Barbarin declara en ‘le
Figaro’ del 9 de julio de 2007:
'los que dependen de 'Ecône ciertamente se
sentirán afectados por esta fuerte exigencia de Benedicto XVI.
El mismo Mons.
Fellay, responsable de la Fraternidad San Pío
X, dijo que es imposible ser católico y seguir separado de
Roma[3].
Será pues un verdadero paso hacia la unidad, si ellos aceptan
reconocer
«el valor y la santidad» del misal de Pablo
VI y si dejan de excluir por principio la celebración según el
nuevo rito»' Barbarin, Le Figaro, del 9 de
julio de 2007
Está claro.
Nosotros mostramos en un precedente VM
[4],
en un cuadro comparativo,
las afirmaciones de Ratzinger de 1982, de 1995, de 2003 y
ahora, las de 2007 demostramos que
desde hace 25 años, Ratzinger no ha cambiado jamás de opinión:
¡quiere hacer que la FSSPX reconozca el Novus Ordo Missae de
1969!
Para eso, lo asocia al
verdadero rito de San Pío V inventando el aparente argumento
de las dos formas en un rito.
Ese
es el corazón emponzoñado del Motu Proprio
y va adornado de numerosas
decisiones prácticas y disciplinarias, de forma de hacer valer
mejor el anzuelo.
Resumiendo, el Motu Proprio es un
señuelo y una trampa sutil en la que Mons.
Fellay se precipitó con entusiasmo con pies y manos atadas
y quisiera arrastrar a toda la FSSPX con él.
Sigamos en el buen Combate.
Abbé Marchiset
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