La
segunda parte de la Función Litúrgica del Viernes Santo, la
constituyen las "Súplicas solemnes", que son oraciones por
todas las necesidades de la Iglesia y del género humano, cuya
forma data del siglo II, las cuales se decían primitivamente
todos los días. Las oraciones van precedidas de un preámbulo,
en el que el celebrante, con las manos juntas, anuncia la
intención; inmediatamente dice Oremus, el diácono
añade: Flectamus génua, todos arrodillados oran en
silencio por un breve espacio de tiempo; después, el mismo
diácono dice: Levate, todos se ponen de pie y el
celebrante, extendidas las manos y en tono ferial, dice la
oración. Antes de la reforma del Misal Romano hecha por Juan
XXIII, en la 8ª intención de estas "Súplicas Solemnes", se
oraba por los «pérfidos judíos», suprimiendo el «flectámus
génua» (doblemos las rodillas).
8ª
Intención (Por los judíos) |
. |
Oremos también por
los pérfidos judíos, para que Dios nuestro Señor
quite el velo de sus corazones, a fin de que ellos
también reconozcan a Jesucristo Nuestro Señor.
R.
Amén |
|
Oremos
et pro pérfidis Judaeis, ut Deus, et Dominus
Noster áuferat velámen de córdibus eórum: ut et
ipsi agnóscant Jesum Christum Dominum Nostro.
R.
Amén. |
|
. |
Oración |
. |
Oh
Dios todopoderoso y eterno, que no rechazas de tu
misericordia a los pérfidos judíos: oye las
plegarias que te dirigimos por la ceguedad de
aquel pueblo, para que, reconociendo la luz de tu
verdad, que es Jesucristo, salgan de sus
tinieblas. Por Jesucristo Nuestro Señor
R.
amén |
|
Omnípotens sempiterne Deus,qui étiam judáicam
perfídiam a tua misericordiam non repéllis: exáudi
preces nostras, quas pros ilíus pópuli obaecatióne
deférimus; ut ágnita veritatis tuae luce, quae
Christus est, a suis ténebris eruántur. Per eúndem
Dominum.
R.
Amén. |
|
Debemos
admirar la magnanimidad de la Iglesia Católica al orar pública
y solemnemente por los judíos, como para contrarrestar la
maldición que ellos mismos se echaron el primer Viernes Santo,
sobre sí y sus hijos.
En realidad, la expresión «oremus et pro perfidis Judaeis», traducida del
latín significa etimológicamente «recemos también por los
judíos que no son fieles a nuestra fe», pero en los idiomas
vernáculos se tradujo como: «pérfidos judíos».
El primer Viernes Santo tras su elección, el 27 de marzo de
1959, Angelo Roncalli suprimió totalmente la expresión y lo hizo
saber a las parroquias con una circular del Vicariato de Roma,
la diócesis de los Papas, del 21 de marzo. Desde entonces se
diría: «Recemos por los judíos». Además, agregó el «flectámus
génua» (doblemos las rodillas).
El Viernes Santo de 1963, el mismo Roncalli-Juan XXIII subrayó la importancia que le daba a esta
decisión. En la celebración, por
error, alguien leyó el antiguo texto.
Roncalli interrumpió la
liturgia y ordenó que las grandes invocaciones litúrgicas, los
improperios, recomenzaran desde el inicio siguiendo el nuevo
texto.
En el misal del «Novus Ordo» que entró en vigor en 1970, bajo
Pablo VI, se dice: «Recemos
por los judíos a quienes Dios habló en primer lugar: para que
progresen en el amor de su Nombre y en la fidelidad a su
alianza». O sea, que
la iglesia conciliar no reza por la conversión de los judíos,
sino para que sigan en su error.
Esta es la razón por la que Ratzinger otorga su permiso para
que se use el misal
de Juan XXIII todos los días menos durante el Triduo Pascual.
Nos preguntamos qué hará la Fraternidad San Pío X, que usa el
Misal de Juan XXIII, pero, adaptándolo a su gusto (no suprime
el Confiteor antes de la comunión de los fieles).
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