Por primera vez al cabo de
medio siglo de relaciones espinosas, el Vaticano celebrara
una cumbre de todos
los responsables para definir una política clara respecto a China en respuesta a
las ordenaciones ilegítimas de obispos seleccionados por el Partido Comunista.
La cumbre será presidida hoy y mañana por el secretario de Estado, Tarcisio
Bertone, mientras que el Papa recibirá individualmente al cardenal
Joseph Zen,
de Hong Kong, y los obispos venidos de Taiwán, Hong Kong y Macao, para trabajar
con los responsables de la Curia vaticana.
La
apertura ofrecida por Benedicto XVI a China parecía prometedora, pero China pasó
a una política de «ducha escocesa» en la que ha alternado los gestos de deshielo
con tres ordenaciones ilegítimas de obispos -el 30 de abril en Kumming, en 3 de
mayo en Anhui y el 30 de noviembre Xuzhou- que provocaron «profundo dolor» a
Benedicto XVI y la excomunión de los interesados -salvo que sufriesen coacción grave-,
según manifestó el Vaticano.
La
ordenación de obispos-títere para los puestos de mando de la Iglesia
(Asociación) Patriótica de China, controlada por el Partido Comunista, pretende
controlar a los católicos sin necesidad de represión y manteniendo los templos
abiertos. La Iglesia Patriótica reúne a unos 5 millones de católicos, mientras
que la Iglesia clandestina, fiel a Roma, suma unos 10 millones y sufre
persecución.
En contraste con los tres nombramiento de obispos ilegítimos, la consagración
episcopal de
Pablo Pei Junmin como obispo auxiliar de Liaoning se produjo por
consenso, pues
Benedicto XVI nombró a un sacerdote propuesto por el Gobierno chino a
través de la Iglesia Patriótica, que indica a los fieles y al clero el candidato
que deben «elegir» para el episcopado.
El
diario de Hong Kong «South China Morning Post» informó ayer de un acuerdo
similar para nombrar a Gan Junqiu nuevo obispo de Cantón. El diario citaba
«fuentes vaticanas», pero ayer no hubo confirmación de Roma aunque tampoco
desmentido. El portavoz del Ministerio chino de Asuntos Exteriores, Liu Jianchao,
afirmó desconocer el caso mientras que el jefe de la Iglesia Patriótica Liu
Bainian comentó que «si es cierto, es una buena noticia».
Un
extraño «ballet»
Desde hace
varios años, China y el Vaticano protagonizan un extraño «ballet» que
alternativamente les acerca o les aleja del establecimiento de relaciones
diplomáticas. Pekín exige que
el Vaticano rompa con
Taiwán y renuncie a la «intromisión en los asuntos internos de China», incluida
la selección de los obispos.
El
Vaticano está dispuesto a trasladar la Nunciatura desde Taipei a Pekín en
cualquier momento, pues la ruptura de relaciones en 1951 la impuso Mao cuando el
Papa excomulgó a dos obispos nombrados por Pekín para iniciar un cisma por la
vía de los hechos consumados.
La jerarquía de Taiwán
comprende que la «despedida» es inevitable,
pero los 300.000 católicos de la isla seguirán unidos a Roma a través de sus
obispos.
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