El 4 de agosto pp., mientras crecía en los católicos
de la isla y del destierro la esperanza de vientos
de libertad para la querida Patria cubana ante el
alejamiento del poder del sanguinario dictador
Castro, después de casi medio siglo de
persecuciones, crímenes y destrucción prácticamente
total de la sociedad, y de haber aplicado su diabólica
estrategia contra los católicos, enunciada en la
Universidad de La Habana, de "hacer apóstatas,
pero no mártires", un balde de agua fría
intentaba diluir esa esperanza.
Se
trataba de un comunicado de la Conferencia de
Obispos "Católicos" de Cuba (COCC),
difundido casi simultáneamente por el Granma
Internacional, órgano del Partido Comunista de
Cuba (PCC) y por la Agencia "Católica"
de Informaciones (ACI), en el cual se pedía
encarecidamente "oraciones" a
"todas" las comunidades católicas de la
isla para que Dios "acompañe en su
enfermedad al presidente Fidel Castro",
para que "ilumine a quienes han recibido
provisionalmente las responsabilidades de gobierno",
y para que "no pueda ser perturbado por
ninguna situación externa o interna" el
"deseo de paz y de fraterna convivencia
entre todos los cubanos".
El Granma Internacional, sin esconder su
complacencia, interpretó este mensaje como siendo
un llamado a "orar por la recuperación
del presidente Fidel Castro" y como un
"alerta" para que "la estabilidad y
la armonía social imperantes en Cuba" no
puedan ser alteradas por hechos internos o
externos.
La Conferencia de Obispos "Católicos"
de Cuba, que ahora presiona las conciencias de los
fieles pidiéndoles que recen por la salud del
Lobo rojo, es la misma que jamás se atrevió a
pedir públicamente oraciones por el rebaño
diezmado, por los millares de presos políticos
agonizantes en las cárceles, por los condenados a
muerte y por los fusilados en los paredones.
Según testimonios fidedignos llegados desde Cuba,
se nota en la población una tensión sin
precedentes, y existe en las calles una especie de
silencio pesado y expectante que se puede cortar
con una navaja. Hay quienes digan, parafraseando a
Andersen, que un grito de "¡el Lobo está
desnudo!" podría desencadenar episodios
similares a los de la caída del Muro de Berlín o
a los del fin de la dictadura del sanguinario
Ceaucescu, en Rumania.
Es en esta coyuntura que los Pastores se encargan
de alertar para que "hechos internos" no
vengan a alterar una "paz" artificial y
fraudulenta, que en Cuba no es otra sino la
"paz" sepulcral de los paredones. Son una
vez más los "Pastores" que, al
contrario de salir al defender al rebaño, se
ofrecen como escudos para proteger al Lobo.
Al
día siguiente del llamado de los Obispos cubanos,
se hizo eco del mismo nada menos que el Cardenal
Primado de las Américas y Arzobispo de Santo
Domingo, monseñor Nicolás López Rodríguez,
quien junto con pedir a los dominicanos que recen
"por la salud" del tirano, calificó de
"inhumana" la legítima esperanza de los
cubanos desterrados que se volcaron a las calles
de Miami, de que el deterioro físico de Castro
pueda traer una pronta liberación de la isla (cf.
Listín Diario Digital y La Plana Digital, República
Dominicana, 4 y 5 de agosto de 2006). Es el mismo
Cardenal que en agosto de 1998, antes de llegar
Castro a República Dominicana, convocó al pueblo
de ese país a darle una "feliz y cálida
bienvenida" (cf. A. Valladares, "Castro
en República Dominicana: el Pastor abre sus
brazos al Lobo...", Diario Las Américas,
Miami, 20 de agosto de 1998).
Después de haber sobrevivido por más de dos décadas
como preso político en las cárceles castristas;
de haber fortalecido mi fe católica al oír los
gritos de jóvenes mártires que murieron en el
paredón gritando "¡Viva Cristo Rey! ¡Abajo
el comunismo!"; de haber resistido, junto con
mis compañeros de infortunio, a presiones eclesiásticas
para acceder a una "reeducación" ideológica
y para vestir el uniforme de preso común; así
como de haber podido casi milagrosamente salir con
vida de la isla-cárcel, "esperando contra
toda esperanza", según el consejo del Apóstol
San Pablo, me he visto en la dolorosa obligación
de conciencia de escribir numerosos artículos
denunciando la colaboración eclesiástica con el
comunismo cubano.
En su mayoría, dichos artículos han sido
publicados en las generosas páginas del Diario
Las Américas, de Miami. Ofrezco esos textos a los
lectores interesados, bastando escribir al e-mail:
ArmandoValladares2005 @ yahoo.es (cf., por
ejemplo, "Fraudulenta ‘política
religiosa’ del dictador Castro", en vísperas
de la llegada del dictador Castro a Roma; "Sí,
Cardenal Ortega, el régimen comunista persiguió
y persigue a los católicos cubanos", en vísperas
de la llegada de S.S. Juan Pablo II a Cuba;
"El pedido de perdón que no hubo: la
colaboración eclesiástica con el
comunismo", "El Lobo y los Pastores
celebran encuentro ‘constructivo y
amistoso’", "Cardenal Sodano y Fidel
Castro: el Pastor sale en auxilio del Lobo,
"Cardenal Martino, Encuentro Nacional
Eclesial Cubano y comunismo cubano",
publicados, respectivamente, en el Diario Las Américas
del 16 de noviembre de 1996; 9 de enero de 1998;
22 de marzo de 2000; 11 de mayo de 2003; 29 de
noviembre de 2005 y 7 de marzo de 2006).
El reciente comunicado episcopal que acabo de
comentar, muestra la lamentable determinación de
los Obispos "católicos" de Cuba de
continuar con esa colaboración comuno-"católica",
aún en el caso de que el alejamiento temporario
del tirano Fidel Castro se torne definitivo. Para
las conciencias de los Pastores, dicho
colaboracionismo con el régimen comunista, que ya
dura décadas, constituye un lastre espiritual sin
precedentes, que no podrá pasar inadvertido ante
Dios y ante la Historia.
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