ROMA, 14/12/2005 — Uno de los tabúes más arraigados
del cristianismo ha caído hecho añicos. Detrás de las
verjas de hierro verde del convento franciscano de Betania
que se alza en pleno corazón de Roma, en el distrito de
Giustiniana, monjas y frailes habitan ¡juntos! Se trata
de la primera hermandad mixta oficialmente reconocida por
el Vaticano. «¿Qué hay de raro?», se pregunta fray
Paolo, el hermano al frente de esta comunidad, sorprendido
por el revuelo mediático que ha provocado la noticia de
su existencia. «Hay muchas mentes calenturientas que se
empeñan en verle el lado malicioso al asunto y que
piensan que aquí, por fuerza, tiene que cocerse algo.
Lamento decirles que no es así.. La nuestra es una
convivencia serena, como la de cualquier familia. Y, como
en cualquier familia, hermanos y hermanas vivimos juntos.
Eso es todo», asegura con beatífica tranquilidad en
declaraciones a EL MUNDO. Sin embargo, en este edificio de
ladrillo rojo y reciente construcción se ha desencadenado
una pequeña revolución. Las cerca de 180 almas que
componen esta atípica comunidad, de los cuales casi la
mitad son hombres y la otra mitad mujeres, viven (y
duermen) todos bajo el mismo techo. Cada uno tiene su
celda, dotada con cuarto de baño individual. Las de las
hermanas se encuentran en el piso de abajo, mientras que
las de los frailes se hallan en el piso de arriba. Pero
todos comen juntos, rezan unidos, se reparten el cuidado
del huerto y realizan a medias las tareas domésticas,
incluidas las de cocina. Y, por supuesto, ven juntos los
telediarios, los únicos programas de televisión que están
permitidos en este convento, así como las películas de
contenido religioso que de vez en cuando se proyectan por
la tarde en el salón de la hermandad. Plegarias Pero,
sobre todo, rezan y rezan y rezan. Las plegarias de los
180 jóvenes habitantes del convento de Betania en Roma
-la edad media es de 33 años- arrancan en plena
madrugada: a las 3.00 horas. Los rezos siguen luego a las
7.30 horas, continúan después del desayuno, se repiten
antes de la comida A diario, los hermanos y hermanas del
Convento de Betania imploran juntos a Dios durante unas
cinco horas. Y a eso hay que sumar las horas de plegaria
individual que cada uno de ellos realiza. Entre las 180
personas que componen esta hermandad hay numerosos
licenciados universitarios. El hermano Paolo, por ejemplo,
es economista y tenía por delante una prometedora carrera
en Zúrich cuando decidió abandonar todo y consagrar su
vida al Señor. La hermana Elena, de 38 años, era
campeona de kárate cuando sintió la llamada de Dios. Y
hay matemáticos, abogados, maestros Las nacionalidades
también son diversas: hay italianos, franceses, suizos «Españoles
no tenemos ninguno. Todavía », añade rematando la frase
con un carcajeo. Fray Paolo asegura que en el año que
lleva en marcha este convento mixto jamás se ha
desencadenado ningún problema por el hecho de que hombres
y mujeres vivan juntos. «Hoy en día, y a excepción de
los conventos de clausura, los miembros de todas las órdenes
tienen relación con personas del sexo opuesto. La vida
consagrada no significa para los sacerdotes dejar de ver a
mujeres ni, para las monjas, dejar de ver a hombres. No
hemos tenido nunca ningún problema, somos todos unos
enamorados de Jesús», sentencia. Es más: en opinión de
Fray Paolo, la convivencia entre hombres y mujeres puede
crear un «caudal de energía positiva». Y, quién sabe,
quizás esta idea de los conventos mixtos puede ayudar a
que muchas personas se animen a tomar los hábitos.