LA IGLESIA
CONCILIAR ES MIEMBRO
DE VARIOS
CONSEJOS DE IGLESIAS
Pío
XI,
MORTALIUM ANIMOS:
...invitan
a discutir allí promiscuamente a todos, a infieles de todo género,
de cristianos y hasta a aquellos que apostataron miserablemente de
Cristo o con obstinada pertinacia niegan la divinidad de su
Persona o misión. Tales tentativas no pueden, de ninguna
manera obtener la aprobación de los católicos, puesto que están
fundadas en la falsa opinión de los que piensan que todas las
religiones son, con poca diferencia, buenas y laudables, pues,
aunque de distinto modo, todas nos demuestran y significan
igualmente el ingénito y nativo sentimiento con que somos llevados
hacia Dios y reconocemos obedientemente su imperio.
Cuantos sustentan esta opinión, no sólo
yerran y se engañan, sino también rechazan la verdadera religión,
adulterando su concepto esencial, y poco a poco vienen a parar al
naturalismo y ateísmo; de donde
claramente se sigue que, cuantos se adhieren a tales opiniones y
tentativas, se apartan totalmente de la religión revelada por Dios.
Desde el Concilio
Vaticano II, la iglesia conciliar
participa activamente en el Movimiento Ecuménico
(especialmente por medio del Grupo Mixto de Trabajo y de su
participación en la Comisión de Fe y Constitución). Aún no es
miembro del CMI (Consejo Mundial de Iglesias), pero forma
parte de un número creciente de organismos ecuménicos a nivel
local, nacional y regional de los que iglesias miembros del CMI
también forman parte. De los 120 Consejos existentes, es miembro
de 70, y participa en tres de los siete Consejos regionales de
Iglesias, y en siete de los Consejos regionales de Iglesias
asociados al Consejo mundial de Iglesias de Ginebra (según los
datos con que se contaba en septiembre de 2004, la iglesia
conciliar es miembro con pleno derecho en tres Consejos regionales
de Iglesias: el Caribe, Oriente Medio y el Pacífico. También es
miembro de catorce Consejos nacionales cristianos o Consejos de
Iglesias en África, de tres en Asia, diez en Oceanía, doce en el
Caribe, veinticinco en Europa, uno en América del norte y cinco en
América del sur.
MENSAJE DE JUAN PABLO II AL
CUMPLIRSE LOS 50 AÑOS DE
LA FUNDACIÓN DEL CONSEJO
MUNDIAL DE IGLESIAS
[*]
Al Rev. Dr. Konrad Raiser, Secretario
General del CMI
Con ocasión del 50 aniversario
de la fundación del Consejo Mundial de Iglesias, me complace hacer
llegar mis mejores deseos y felicitaciones a los delegados de las
iglesias miembros reunidos en Harare para la Octava Asamblea del
Consejo, que se ha de celebrar del 3 al 14 de diciembre de 1998,
con el tema "Buscad a Dios con la alegría de la esperanza".
Deseo aprovechar esta
oportunidad para manifestar mi profundo agradecimiento al Consejo
Mundial de Iglesias por la labor que ha realizado estos años. El
Consejo Mundial de Iglesias ha sido un valioso instrumento al
servicio del Movimiento Ecuménico y ha contribuido en gran medida
al fomento de la unidad de los cristianos, en respuesta a la
oración del Señor "para que todos sean uno" (Jn 17:21).
La celebración del jubileo de oro del Consejo Mundial y el tema de
la Asamblea ofrecen una ocasión inapreciable para dar gracias y
alabar al Dios Trino por los progresos realizados hacia el gran
año jubilar 2000, que puede proporcionar una oportunidad única
para que todos los cristianos den un concreto testimonio común de
su único Dios Jesucristo.
Por lo que respecta a la relación entre el
Consejo Mundial de Iglesias y la Iglesia Católica, confiamos en
que se hallarán fórmulas de colaboración futura en el marco del
Grupo Mixto de Trabajo para intensificar la búsqueda de la unidad
de los cristianos, incluso en su dimensión visible.
En esta feliz ocasión, es para mi motivo de
satisfacción reiterar el compromiso irreversible de la Iglesia
Católica de trabajar sin descanso por el logro de la plena unidad
de todos los cristianos. "Esta unidad, que el Señor dio a su
Iglesia y en la cual quiere abrazar a todos, no es accesoria, sino
que está en el centro mismo de su obra [...] Pertenece [...]al ser
mismo de la comunidad" (Carta Encíclica "Ut Unum Sint", párr.9)
Ese compromiso forma parte de la vocación
cristiana, puesto que todo cristiano está llamado, en virtud del
bautismo, a buscar la unidad de todos los cristianos, tomando como
modelo la vida de la Santa Trinidad. "Creer en Cristo significa
querer la unidad; querer la unidad significa querer la Iglesia;
querer la Iglesia significa querer la comunión de gracia que
corresponde al designio del Padre desde toda la eternidad. Este es
el significado de la oración de Cristo: 'Ut unum sint’."
Que los dones abundantes del Dios Trino lo
acompañen así como a todos sus colaboradores, en esta importante
labor.
Juan Pablo II
El Vaticano, 24 de noviembre de 1998
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