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18 de abril de 2008

ENCUENTRO INTERRELIGIOSO

 

   Al final del siguiente vídeo, se puede ver a Benedicto XVI, saludando y recibiendo los presentes de los representantes de las falsas religiones.

 

   "En este plan de amplísimo ecumenismo, podríamos decir quo todas las religiones, que tengan un dios, una creencia, tienen una fe, que es la misma que nuestra fe católica. Monoteísmo o politeísmo; aceptación o negación de la Trinidad en la Unidad Esencial de un Dios; un dios inmanente o un dios trascendente; un Cristo cósmico y evolutivo o un Cristo extraordinario como hombre, pero que no es Dios: todo es lo mismo en el sicretismo ecuménico, en el que solamente puede florecer la paz y la fraternidad en la gran familia humana" [1].

   Viernes, 18 abril.- En la sala redonda, del  Centro Cultural Juan Pablo II de Washington, fundado hace 10 años, más de 200 representantes de las religiones budista, musulmana, judía, hindú y jainista recibierono con aplausos a Benedicto XVI, acompañado por el rector de la institución Mons. David O’ Connell y el Encargado de los asuntos para el ecumenismo y el diálogo interreligioso de la Conferencia episcopal de EEUU, Mons. Richard Sklba.

   Ratzinger recordó la historia de colaboración entre las diversas religiones en varios campos de la vida pública de EEUU, que van desde la oración interreligiosa hasta las comunes iniciativas caritativas y promoción del bien común.

   El "Pontífice" recalcó que esta institución “responde a la convicción –bien arraigada en Estados Unidos- de que los hombres deben ser libres de conquistar su felicidad conformes a su razón y propia voluntad, y en la cual, la religión y la libertad están íntimamente ligadas en su contribución a una democracia estable que favorece la participación de todos en la vida comunitaria. Justamente esta diversidad, que hoy por hoy, reúne en áreas urbanas y rurales a personas de culturas y religiones diversas, que sientan a jóvenes de todas las religiones, en las aulas de todo el país, representa -según el "Papa"-, un desafío y una profunda reflexión sobre los principios fundamentales de una sociedad democrática, una sociedad unidad en la pluralidad de los pueblos y en el reconocimiento de la libertad religiosa como derecho civil”.
 
   Porque, “la tarea de defender la libertad religiosa no se ha completado nunca –matizó- tutelar la libertad religiosa dentro de las normas de la ley no garantiza que los pueblos en particular las minorías estén exentas de injusticias, formas de discriminación y prejuicio”.

   Al respecto, Benedicto XVI subrayó que garantizar que todos los ciudadanos puedan practicar pacíficamente su culto y poder transmitir ese patrimonio religioso a las nuevas generaciones, “no sólo alimenta la cultura que los circunda, sino que enriquece el diálogo entre las religiones, pues en la medida en que crezca la comprensión de los otros y se comparta el aprecio por los valores éticos y las verdades morales presentes en todas las personas de buena voluntas, se podrá servir más ampliamente a la sociedad. Al insistir en que esta solidaridad y comprensión de los grupos religiosos pueden ejercer una influencia positiva sobre la cultura”.

   El "Santo Padre" abogó por la formación en las escuelas confesionales que formando a los niños intelectual y espiritualmente, y orientados a descubrir la dignidad donada por Dios a cada ser humano, aprenden a respetar las creencias y las practicas religiosas de los contribuyendo a la vida civil de la nación. “Qué enorme responsabilidad tienen los líderes religiosos¡ -ha exclamado el Papa- Ellos deben pernear la sociedad con un profundo respeto por la vida humana y la libertad, garantizar que la dignidad humana sea reconocida y apreciada, facilitar la paz, la justicia, enseñar a los niños que es lo justo, lo bueno y lo razonable”.

   Ante el encomiable interés creciente de los gobiernos por promover diálogo interreligioso e intercultural para alcanzar la paz, el Papa se detuvo en un objetivo más concreto de esta libertad religiosa y de este diálogo entre religiones, que es el de”descubrir la verdad, dar respuestas sobre el origen y el destino del genero humano, qué es el bien y el mal, qué nos espera al final de nuestras vidas, pues sólo enfrentando estas cuestiones se puede construir una base de paz y seguridad para la familia humana”.

   “Vivimos en una época en la cual estas preguntas son frecuentemente marginadas. Sin embargo, ellas no podrán nunca ser canceladas del corazón humano –ha señalado Benedicto VXI- Los líderes espirituales tiene un particular deber, y podríamos decir una especial capacidad, para poner en primer plano las preguntas más profundas en las conciencias humanas, despertar a la humanidad frente al misterio de la existencia humana, y abrir un espacio, en un mundo frenético, a la reflexión y a la oración”.
 
   En este sentido, Benedicto XVI advirtió en el diálogo interreligioso en el intento de descubrir los puntos en común, se ha evitado la responsabilidad de discutir sobre las diferencias, a las que no se debe temer porque la verdad nos revela la relación esencial entre el mundo y Dios. “Somos capaces- dijo el "Papa"- de percibir que la paz es un ‘don celestial’ que nos llama a conformar la historia humana al orden divino. Esta es la verdad de la paz”.
 
   “Queridos amigos –dijo después el "Papa"- dejen que nuestro sincero diálogo y nuestra cooperación inspiren a todas las personas a meditar las preguntas más profundas sobre su origen y su destino. Que puedan los seguidores de todas las religiones estar unidos en la defensa y la promoción de la vida y la libertad religiosa en todo el mundo”.
 
   Al concluir el encuentro, el "Papa" mantuvo una breve reunión con los representantes de las comunidades judías a quienes entregó un mensaje de felicitación por la Fiesta del Pesah, asegurándoles su oración “mientras hacen memoria de los signos y prodigios que Dios ha obrado para liberar el pueblo elegido”. “Motivado por nuestra común herencia espiritual -Benedicto XVI les ha entregado su mensaje- como signo de nuestra esperanza que se funda en el Omnipotente y en la misericordia”.

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  • "La nueva Iglesia Montiniana", pag. 118, Editores asociados, S. de R. L., Méjico