Atanasio y la Iglesia
de nuestro tiempo
(En su lucha contra el Modernismo)
MONSEÑOR
RUDOLF GRABER
Obispo de Regensburg
CIRCULAR DE SAN ATANASIO A TODOS LOS OBISPOS
"A la asamblea de sus hermanos
Obispos, a los queridos Señores, manda Atanasio sus saludos (alegría) en el
Señor.
Lo que hemos sufrido es terrible y casi
insoportable; no es posible explicarlo como corresponde. Pero, para que el horror de los
acontecimientos sea conocido más rápidamente, he considerado bueno recordar un pasaje de la Sagrada Escritura.
Un Levita, cuya mujer había sido gravemente ultrajada -era una hebrea de la tribu de Judá- conoció el horror de este crimen.
Trastornado por el ultraje que se le habla inferido, descuartizó -según refiere la Sagrada Escritura en el
Libro de los Jueces (Ju. 19)- el cuerpo de la mujer muerta y mandó los trozos a las Tribus de Israel. No solamente él, sino todos,
debían sufrir con él este grave crimen. Si ellos compartían su dolor y sufrimiento, todos a una
debían vengarlo también. Pero si no querían saber nada, debería caer la ignominia sobre ellos, como si fuesen los criminales. Los mensajeros dieron cuenta del
suceso. Pero los que lo vieron y oyeron, declararon
Vosotros, hermanos, conocéis este relato y lo que la Escritura quiere señalar con él. No quiero extenderme más sobre ello, puesto que escribo a enterados, y me esforzaré por atraer vuestra atención sobre lo que ha acontecido ahora, que es más espantoso que lo de entonces. Por esto he recordado este relato, para que podáis comparar los acontecimientos y hechos actuales con los descritos y reconozcáis que lo actual excede en crueldad a
lo de entonces. Y deseo que en vosotros crezca una mayor indignación contra los criminales, que la que entonces hubo. Pues la dureza de la persecución contra nosotros, es incluso superior.
Nimia es la desgracia del Levita comparada con lo que ahora se está haciendo con la Iglesia. Nada peor ha ocurrido jamás en el mundo,
ni nadie ha sufrido jamás mayor desgracia. En aquel tiempo fue una sola mujer la ultrajada, un solo Levita el perseguido.
Hoy es toda la Iglesia, la que sufre injusticias, todo el sacerdocio el que padece
insolencias y -lo que es aún peor- la religiosidad es perseguida por la teofobia y la
impiedad. Entonces cada tribu se asustó al ver un trozo de una sola mujer. Hoy se ve despedazada a trozos toda la Iglesia. Los mensajeros que os son enviados a vosotros
y a otros, para transmitir la noticia, sufren la insolencia y la injusticia. Conmoveos, os lo imploro, no sólo como si fuésemos nosotros solos los que hubiésemos sufrido injusticia, sino también vosotros mismos. Cada uno debe ayudar, tal como si él mismo lo sufriese. Si no, dentro de poco se derrumbará el orden eclesiástico y la fe de la Iglesia. Ambas cosas, amenazan, si Dios no restablece rápidamente y con vuestra ayuda, el orden querido, si el sufrimiento no
expía por la Iglesia.
No es ahora, cuando la Iglesia ha recibido el orden y los
fundamentos. De los Patriarcas los recibió bien y con seguridad. y tampoco es ahora que se
inició la fe, sino que nos vino del Señor a través de sus discípulos. Que no se pierda,
lo que desde el principio hasta nuestros días se ha conservado en la Iglesia; no malversemos lo
que nos fue confiado. Hermanos, como administradores de los Misterios de Dios, dejad conmoveros, ya que
veis como todo ello nos es robado por los otros. Los mensajeros de esta carta os dirán más cosas;
a mi sólo me cabe reseñároslo en breves líneas, para que realmente reconozcáis que jamás ha sucedido nada semejante contra la
Iglesia, desde el día en que el Señor, ascendido a los Cielos, dio el encargo a sus
discípulos con las palabras: "Id y enseñad a todos los pueblos, y bautizadles en
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" CAUSAS DE LA CRISIS INTERNA DE LA IGLESIA LO QUE SUCEDIÓ hace más de 1600 años, se repite hoy, sólo que con la doble o triple diferencia: Alejandría es hoy toda la Iglesia universal que se ve conmovida en sus cimientos y lo que entonces aconteció con violencia física y crueldad, se ha desplazado hacia otros planos. El exilio ha quedado sustituido por el silencio, y el asesinato lo ha sido por el desprestigio. Al Intruso Gregorio, que entonces se sentó en la sede episcopal de Alejandría, Pablo VI lo ha caracterizado como e1 "Satanás que se ha introducido en el templo de Diosa través de una rendija" (27). Si le hacemos responsable de la confusión existente en la Iglesia, no significa que sean inocentes los que son sus instrumentos o, incluso, los que creen poder negar su existencia, sino que solamente queremos poner de manifiesto claramente toda la verdad bíblica, afirmando que existe un diablo, que es el padre de la mentira (Jo 8, 44) y el homicida desde el principio (misma referencia) y el cual al tentar a Jesús pudo afirmar de sí mismo, que le era dado todo el poder y la gloria sobre todos los reinos de la tierra y que los cede a quien quiere (Luc. 5, 5 y ss.). En aquélla época ya se reconoció de dónde provenía la herejía y Basilio escribió en 373: "Cuando el Demonio vio que a pesar de la persecución, que partió de los paganos, la Iglesia iba creciendo y floreciendo aún más, modificó su plan y ya no luchó abiertamente, sino que preparó la persecución secreta, escondiendo su traición bajo el nombre que lleváis, de manera que sufrimos lo mismo que en su día nuestros padres, pero no por Cristo, puesto que también los perseguidores llevan el nombre de cristianos" (28). ¿No corresponden estas palabras exactamente a nuestra situación actual? Las persecuciones sangrientas parecen haber pasado, hoy se procede de una manera más fina y elegante y más endiablada. Realmente existe un plan demoníaco (29), que ya señala el Papa León XIII, cuando dice: "En estos monstruosos y oscuros esfuerzos, parece evidenciarse, en cierto modo, el indestructible odio y la sed de venganza de Satanás contra Jesucristo" (30). Hemos de ver este plan en sus inicios, y con ello tocamos ya la cuestión de las causas de la actual crisis interna de la iglesia. El Papa San Pío X, en su encíclica sobre el Modernismo, ha designado a este como "el colector de todas las herejías" ("omnium haereseon conlectum") (31). Y en efecto, si miramos hacia la Iglesia de la Antigüedad, vemos las doctrinas heréticas de entonces surgir con nueva vestimenta. Arrio, que negó la consubstancialidad, la unidad del Logos con el Padre, sigue viviendo. Vive allí, en donde se quiere eludir el credo unívoco de que Cristo es el verdadero Dios, evadiéndose hacia designaciones más diversas, humanas y quizá aparentemente más bellas. Pero el dogma central de nuestra fe es prácticamente negado. Pelagio, que niega el pecado original y exagera de tal forma la fuerza de la voluntad humana, hasta el punto de que la Gracia no juega papel alguno, sigue viviendo. Es curioso, como estas doctrinas heréticas están cobrando nueva virulencia. ¿Cuál es la causa? Es la huída ante el misterio, es la autocracia del hombre con su ratio, la que aclara la solución arriana del Misterio de Cristo, ya que la hace comprensible; es el orgulloso alarde de la voluntad del hombre, que puede todo lo que quiere y no se deja llevar de la tutela de las fuerzas sobrenaturales de la Gracia. Todo ello va entremezclado con una especie de Gnosis, que trata de integrar en el mundo al primitivo Cristianismo en una de sus direcciones (32), es decir, que ya entonces se quiso llevar a cabo un aggiornamiento. Mas, dejemos esto aparte. Saltemos todo un milenio y nos hallaremos en el esclarecimiento del proyecto luciférico, de la mayor revolución espiritual de nuestra Historia, en el Humanismo y el Renacimiento. Pues aquí es donde se inicia el proceso secular, que desde entonces viene determinando la orientación de la Historia y del sentido de la vida. Aquí es donde se produce el "viraje copernicano" en sentido inverso. Mientras que hasta entonces el hombre y la Historia se orientaban hacia Dios, el hombre se halla ahora en el centro, al cual cuatro siglos más tarde, se le agrega la materia, la cual incluso llega a dominarle. El hombre es desde aquel momento la medida de todas las cosas. ¿Debemos aducir aquí ejemplos del presente? La "Teología de Dios ha muerto" -no importa como se interprete- es la última novedad. Y esta tendencia no se para ni ante lo más Sagrado. Dios ha sido puesto de lado e incluso en las oraciones es el hombre el que predomina. LA ILUSTRACIÓN La Ilustración es otro paso en la realización del diabólico plan. En el homenaje a Hans Lilje, con motivo de su 65º aniversario (el 20 de agosto de 1964), "Despido del cristianismo, 17 respuestas de publicistas y teólogos a una provocación contemporánea", hay una aportación de Hans Jürgen Baden, titulada "La segunda Ilustración" (33). El autor evangélico opina, como alguno de nuestros contemporáneos, que ahora hemos entrado en un segundo período de la Ilustración y que han vuelto los típicos síntomas de la Ilustración de hace 250 años (34). También esto es de sobras conocido. Pero vale la pena releer en el "Athanasius" de Görres, como éste describe al Clero en la última fase de la Ilustración, poco antes de la Revolución Francesa y nos preguntamos si -dejando aparte el estilo- lo que Görres denigró entonces, no lo encontramos actualmente por doquier. "Pues, no se puede negar ni ocultar que muchos miembros de este Clero ya se habían entregado en los penúltimos tiempos, -es decir antes de producirse los últimos cambios-, tanto masivamente en muchas de sus más nobles Instituciones, como personalmente en muchos de sus individuos y de un modo cada vez creciente, a una progresiva laxitud; que por ende condujo ya en aquélla época, a que entrasen y saliesen hastiados de las catedrales, construidas por el entusiasmo y la fe de sus mayores, y que en las imágenes, con que su mano artífice adornó el interior de las mismas, no viesen otra cosa que trastos viejos; sin apenas sospechar o tener nociones del rico tesoro, del cual debían ser custodios y transmisores. Junto a la generación que se iba y que, con la seriedad de otros tiempos, trataba de conservar rigurosamente los últimos vestigios de antiguas y vivas tradiciones, se levantó una gene ración nueva que, despreciando aquélla, consideraba dicha seriedad como oscura superstición monacal y la severidad como inútil automortificación declarando ambas cosas como pasadas de moda y buscando puntos de entendimiento con las ideas de la época. Como brillante ejemplo aparecía ante sus ojos el protestantismo; al cual sólo bastaba aproximarse para rejuvenecer lo anticuado en rápida transformación. Se decidió poner manos a la obra, lo que no obstante, debía hacerse en principio con toda moderación y respeto y sin detrimento de lo fundamental. En primer lugar se procedió a la Dogmática, que contenía muchas cosas cuyo entendimiento en la creciente mediocridad de los tiempos, se iba perdiendo paulatinamente; ahora se declaró como completamente incomprensible, repudiándolo como tal, del ámbito de lo único digno de saber. El Misterio, que en su quieta luminosidad requería para su apreciación y cognisción de una mirada profética espiritual y en su hondura de una profundidad espiritual, lo suficientemente completa para captarlo, sólo halló miradas atónitas, y su profundidad fue colmada por la sabiduría del mundo: por ello, su luz espiritual se iba apagando ante el brillo de lo físico y, dado que se sustraía totalmente las fuerzas de captación de la época, ya tampoco lo quiso conservar en sus signos externos. La antigua doctrina había convertido su plenitud interior en muchos principios que representaban baluartes avanzados contra el mundo; pero ahora, ya que con la vida interna del núcleo iban enfriándose también las extremidades, se abandonaron igualmente éstas, eliminándolas y desechándolas como inútiles y superfluas. Así, una vez vaciada la alta fortaleza desde el centro y abandonadas las avanzadas exteriores, la doctrina quedó relegada a las necesidades cotidianas y al campo de la vida material, quedando totalmente secularizada en su simplicista limitación. Con respecto a la disciplina se procedió por los mismos medios. También aquí se había perdido completamente el sentido y significado de la ascesis, y el convencimiento de su ineludible necesidad para el sacerdote había desaparecido por completo. Por ello, la antigua disciplina se consideró de una dureza imperdonable contra la naturaleza; por esta razón, como todo lo que se exagera, no podía conducir jamás a la meta sino más bien a la rebelión de los así maltratados, apartándolos de su camino. De esta manera, por doquier se sentían incitados a contribuir a la liberación de los oprimidos; las tensas riendas de la castidad y moral se fueron aflojando en todas partes y en algunas, incluso parcial mente soltadas, a la vez que se iba eliminando y sustituyendo en el servicio externo, la antigua y amplia toga por las clámides (clergis) más cómodas. Todo ello iba pasando, muy pronto, de la práctica individual a las instituciones; las reglas de las Ordenes religiosas y las tradiciones de todos los estamentos se fueron suavizando por doquier y en todas partes iba imponiéndose la laxa observancia frente a la estricta, incluso en los Seminarios, en los que los seminaristas se iban educando conforme a tales principios" (35). SOCIEDADES SECRETAS O ESOTÉRICAS En la época de la Ilustración o de las Luces surgieron una serie de asociaciones antieclesiásticas, de las cuales citaremos solamente dos, la Masonería, fundada en Londres en 1717 y la orden de los Ilumniados, fundada el 1º de mayo de 1776 por el Profesor de Derecho Eclesiástico Adam Weishaupt en Ingolstadt (36). Con ello tocamos el problema de las sociedades secretas o esotéricas y su in fluencia sobre la Iglesia y la sociedad. Una y otra vez se ha leído, que la Revolución Francesa se debió a la Masonería. Sin embargo, un libro reciente plantea la fórmula de que: "la masonería no hace las revoluciones, las prepara y luego las prosigue" (37). Sea como fuere, en el seno de estas asociaciones secretas se sembró lo que más tarde se llamó Sinarquía, es decir un Estado Mundial único con un gobierno uniforme, proyectado como Contra-Iglesia. Pero a esto nos referiremos más tarde. En todo caso, la Revolución Francesa fue un importante eslabón en este plan diabólico. No exageramos, si decimos que muchos ámbitos católicos se apropian hoy de sus ideas principales: la libertad, por la protesta contra las estructuras jerárquicas en la Iglesia; la igualdad por la democratización con el sistema de consejeros, y la fraternidad, por el humanitarismo horizontal, donde la Vertical, Dios y toda la trascendencia de por sí, queda absolutamente excluida. Hasta qué punto se relaciona el Concilio Vaticano II con la Revolución Francesa, lo demuestran unas manifestaciones hechas en el XI Congreso del Partido Comunista Italiano de 1964, a las que nos referiremos más adelante. Pero con ello ya nos hallamos de inmediato ante las causas de la crisis interna de la Iglesia, de la segunda mitad del siglo XX. Hay que tener en cuenta aquí, que las grandes Revoluciones -y nosotros nos hallamos en una de ellas- no se producen espontáneamente; tienen sus precursores, que suelen ser secretos, sus profetas que van sembrando a su alrededor la semilla de la revuelta y finalmente; vienen los cabecillas y los ejecutores. Les precede una fase subterránea; le sigue otra, la de la incubación" (38), hasta que se produce la erupción. Con ello hemos contestado una objeción que se nos podría hacer, cuando pasemos a comentar ciertas Sociedades Esotéricas y sus prohombres del siglo XIX. Es exacto, que muchos de estos nombres no se encuentran tan siquiera en las Enciopedias (39), pero ello no cambia nada en el hecho de que la emponzoñada semilla haya seguido actuando, saliendo a la superficie por primera vez con el Modernismo de principios del siglo XX, que inmediatamente el Santo Papa Pío X yuguló con mano enérgica. A Pierre Virion le corresponde ante todo el mérito, de haber llamado la atención en sus escritos sobre estas sociedades secretas. Aunque solamente se lea una fracción de lo que Virion recopiló de los textos más o menos desconocidos de los secretos prohombres, uno queda sorprendido y asustado de que a finales del siglo pasado ya apareciesen todas esas ideas, que hoy en día, en plena época postconciliar, someten a la Iglesia a una prueba de rotura. Sin embargo, debe tenerse en cuenta, que todas estas ideas destructivas van orientadas secretamente hacia un fin único, es decir, a crear la Contra-Iglesia o una "nueva" Iglesia, minando y refundiendo la Iglesia antigua, y ello menos por un ataque proveniente de fuera que, como suele decirse en el ámbito político, por la "marcha a través de las Instituciones". Ya hemos citado antes la expresión francesa para todas estas tendencias, que es Sinarquía. Se trata aquí de la suma de poderes secretos de todas las "Ordenes" y escuelas, que se han unido para formar un invisible Gobierno Universal. Desde el punto de vista político, la Sinarquía aspira a la integración de todos los poderes sociales y financieros, que este gobierno universal debe comportar y promover, naturalmente, bajo una dirección socialista. El Catolicismo, como todas las demás religiones, debería ser absorbido por un sincretismo universal. Ni pensar que se le suprimiría, sino que sólo sería integrado y ello ya se está avistando claramente en el Principio de la Colegialidad. Precisamente aquí es donde se aprecian ya las consecuencias subversivas del cuño de nuevas palabras. En último caso, la Sinarquía plenamente realizada, significaría la Contra-Iglesia (40). De nuevo debemos responder a la objeción de que tales relaciones se deben externamente a una igualdad de palabra y, lógicamente, deben irse a buscar más lejos. Mas oigamos lo que Alphons Rosenberg dice a esto: "...todos estos (y otros) grupos ejercen, aunque siempre de forma Invisible, una influencia sobre la marcha de la reforma de la Iglesia. Sus ideas, sin que se citen propiamente, son introducidas, por medio de la evolución y el cuidadoso cribado de teólogos y pastores (!), en la circulación sanguínea espiritual de la Iglesia..." (41). Estas palabras deberían considerarse como una de las más fuertes y claras pruebas de los métodos dirigidos de infiltración, por parte del enemigo, sacando de ellas las indispensables consecuencias. ¿Se sacarán? El proyecto de la Sinarquía fue elaborado en los años 1880-1890. Sin entrar en detalles sobre los diversos agrupamientos, como por ejemplo, la Orden cabalística de los Rosa Cruz, de los Martinistas y de los Simbolistas (42), diremos únicamente que el jesuita Riquet y Alec Mellor (43), que defienden la aproximación de la Iglesia a los masones, mantienen estrechas relaciones con estos grupos (44). Del fundador del primero de ellos, el ex-sacerdote Stanislas de Guaita (1861-1897) poseemos, por cierto, un himno a Satanás (45).
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