EL LIBRO DE LAS HEREJÍAS  
 DE JUAN PABLO II

Santa Fe de Bogotá, Mayo 31 de  1995 
FIESTA DE MARÍA REINA 
R. P.BASILIO MÉRAMO (*)


 

INTRODUCCIÓN

   Todo libro que se escribe debe ser juzgado según la doctrina de la Iglesia, sobre todo si el que escribe lo hace como miembro de la misma y si se da el caso de discrepar con la fe, ese libro debe ser atacado señalando públicamente el error y los puntos en donde niega o contradice la fe católica.

   Cuando un Papa escribe un libro, lo hace como persona privada, queda por lo mismo sujeto a la crítica teológica o filosófica según el dictamen de la doctrina de la Iglesia.

   Desgraciadamente el último libro de Juan Pablo II, "Cruzando el Umbral de la Esperanza" ed. Plaza y Janés Barcelona, Octubre 1994 1ª edición, expone el pensamiento íntimo de su autor respecto a la Iglesia, presentando una nueva concepción de la misma, formulando graves herejías que sin ninguna animosidad pero con toda la fuerza de la verdad nos proponemos combatir, siendo un deber so pena de claudicar en la fe, la cual debe siempre resplandecer como la luz, sin mancha. ni compromiso con el error, toda pura e inmarcesible, irradiando así la verdad sobrenatural.

   Las herejías contenidas en el libro de Juan Pablo II serán el objeto de este trabajo en defensa de la Fe de la Iglesia Católica Apostólica Romana, fuera de la cual no hay salvación.

   Claro que a primera vista parece inaudito que hablemos de las herejías de alguien que como Juan Pablo II es la cabeza visible de la Iglesia ¿Acaso un Papa puede decir herejías? Sí, cuando no habla desde la cátedra de Pedro, revestido así del carisma de la infabilidad, que lo preserva de todo error en materia de fe y moral.

   Un Papa puede decir herejías cuando no es fiel a su función, cuando no cumple su cargo en custodiar santamente y en exponer fielmente el depósito de la fe, enseñando doctrinas nuevas contra la tradición de la Iglesia, pues como declara el Magisterio de la Iglesia "no fue prometido a los  sucesores de Pedro el Espíritu Santo para que por revelación suya manifestaran una nueva doctrina, sino para que, con su asistencia, santamente custodiaran y fielmente expusieran la revelación  transmitida por los Apóstoles, es decír, el depósito de la fe" (D. 1836).

   El Papa está más que nadie obligado a defender la verdad de la fe (Cfr.D1834), él debe más que ninguno, por la plenitud de su potestad, apacentar, regir y gobernar a la Iglesia Universal (Cfr.D1835) y no conducirla hacia el error, las tinieblas y la apostasía enseñando públicamente doctrinas falsas que socavan la fe de la Iglesia.

   Los errores públicos hay que denunciarlos públicamente, las herejías públicas hay que combatirlas públicamente, vengan de quien vengan, aún si vienen de la más alta jerarquía de la Iglesia. Pues no hay jerarquía, ni cargo que valga aún el del mismo Papa, para enseñar el error en contra de la fe. La autoridad está al servicio de la fe, no hay autoridad que valga en contra de la fe católica, no hay obediencia que obligue en contra de la Fe. La Fe es como dice Santo Tomás uno de los fundamentos de la Iglesia, Ecclesia Fundatur in fide et sacramenta (S Th. Supo q6, a6). Sin fe no se puede agradar a Dios por eso dicen también las Escrituras mi justo vive de la fe (Heb 10,38). El justo vivirá por la fe (Rom. 1, 17). La fe hay que conservarla más que la vida misma. 

   Cuando la fe está en peligro hay que salir en su defensa tal como enseña el Angélico Doctor: "in casu necessitatis, ubi fides periclitatur, quilibet tenetur fidem suam aliis propalare, vel ad instructionem aliorum fidelium sive confirmationem vel ad reprimendum infedelium insultationem" (S. Th. II II, q3, a2, ad2). (En caso de necesidad, donde la fe esté en peligro, todos se hallan obligados a predicarla, sea para instrucción o confirmación de los fieles, sea para reprimir la audiencia de los infieles".

   No olvidemos que el mismo Santo Tomás considera que corregir el error forma parte de la caridad, de la corrección fraterna: "ubi immineret periculum fidei, etiam publice essent praelati a subditis arguendi. Unde et Paulus, qui erat subditus Petro, proper imminens periculum scandali circa fidem, Petrum publice arguit .". (S. Th. II - II q.33, a4, ad.2) (Cuando hubiera peliggro en la fe, los prelados pueden ser reprendidos aún públicamente por los súbditos, de donde Pablo que era súbdito de Pedro, con motivo de un inminente peligro de escándalo acerca de la fe, le reprendió públicamente.

    Es muy importante, además, tener presente la trascendencia de la fe en la Iglesia, sobre todo en estos tiempos donde es más atacada que nunca, habiendo una crisis de fe como nunca jamás, se ha visto; lo cual nos hace pensar en la Gran Tribulación y la Universal Apostasía de las que hablan las Escrituras.

   Santo Tomás dice que la primera nota (o característica) de la verdadera Iglesia de Cristo, es la Unidad Esta unidad está dada por la verdad de la fe, ya que todos los cristianos que pertenecen al cuerpo de la iglesia, creen lo mismo: "causatur autem unitas Ecclesiae ex tribus. Primo, ex unitate fidei Ommes enim christiani qui sunt de corpore Ecclesiae, idem credunt". (Opuscula Omnia T IV opus theol ed Mandonnet París 1927 p 378).

   Sin la fe, no hay ni puede haber unidad de la Iglesia, la fe le da principalmente la unidad a la Iglesia: "Unitas autem Ecclesiae est praecipue propter fidei unitatem" (Ib. p. 338).

   La fe no sólo consiste en creer de corazón sino también, confesar con la boca lo que se cree en lo interior estos dos actos se requieren  para su perfeccionamiento: Oportet scire quod duplex est actus fidei, scilicet corde credere et ore profiteri, ..." (Ib. 327).

   No sólo se debe creer interiormente con firmeza sin ningún titubeo, ya que la firmeza proviene de la infalibilidad de la verdad divina en la cual la fe se basa, sino que además la confesión de la fe debe ser simple, es decir sin simulación, sin mezcla con el error y sin variación (cambios): "Sed confessio fidei debet esse simplex, id est absque simulatione,...absque erroris permixtione,.. absque variatione (Ib p327).

   Se comprende así la importancia capital y fundamental de la fe como base y fundamento de la Iglesia. Si se ataca o contradice la fe, es imprescindible salir en su defensa. De la unidad de la fe depende la unidad de la Iglesia a tal punto que el Angélico lo manifiesta así: "hoc pro firmo est tenendum, unam esse fidem modernorum et antiquorum: alias non esset una ecclesia (De Ver, q 14, a 12).

Mentalidad de Juan Pablo II

   Antes de señalar los graves errores en la fe que son verdaderas herejías, de Juan Pablo II, conviene mostrar su mentalidad y sus relaciones (amistades) que explican su desvarío eclesiológico, vaciando toda la concepción católica sobre la Iglesia.

   La mentalidad de Juan Pablo II fue gravemente distorsionada desde su más tierna juventud, seguida de sucesivas etapas que lo llevaron a ser el hombre que la revolución y el ecumenismo necesitaban como podemos ver por las alusiones que él mismo hace: "Permítame que me refiera a los años de mi primera juventud.. Antes de entrar en el seminario, encontré a un laico llamado Jan Tyranowski, que era un verdadero místico. Aquel hombre, que considero un santo, me dio a conocer a los grandes místicos españoles y, especialmente, a San Juan de la Cruz... aquí tuvieron un papel esencial las palabras de mi padre, porque me orientaron a que fuera un verdadero adorador de Dios... Encontré la Iglesia como comunidad de salvación. En esta Iglesia encontré mi puesto y mi vocación... Comprendí a qué precio hemos sido redimidos. Y todo esto me introdujo aún más profundamente en el misterio de la Iglesia, que tiene una dimensión invisible. Lo ha recordado el Concilio. Este misterio es más grande que la sola estructura visible de la Iglesia y su organización. Estructura y organización sirven al misterio. La Iglesia, como cuerpo místico de Cristo, penetra en todos ya todos comprende. Sus dimensiones espirituales, místicas, son mucho mayores de cuanto puedan demostrar todas las estadísticas sociológicas". (Cruzando el Umbral... pp. 148-149). Aquí están condensados todos lo errores de Juan Pablo II, y que van poco a poco a desplegarse en una concepción de la Iglesia completamente errónea y herética.

   Juan Pablo II deja ver la concepción que tiene de la Iglesia. Esta nueva noción de la Iglesia como "dimensión invisible" más allá que la "estructura visible de la Iglesia" que "penetra en todos y a todos comprende, pues sus "dimensiones espirituales, místicas" son mayores que la Iglesia visible jerárquica. 

   De esta noción "mística", "espiritual" de la Iglesia, es decir de una concepción trascendental de la Iglesia se derivan los demás errores de Juan Pablo II sobre la Iglesia y la salvación de las almas, como más adelante veremos.

   Juan Pablo II hace referencia al ámbito polaco como altamente propicio para el Ecumenismo, que él lleva en la sangre: "... es oportuno detenerse en la iniciativa del Concilio Vaticano II de reactualizar la vía ecuménica en la historia de la Iglesia. Esta vía me es muy querida; provengo de una nación que, teniendo fama de ser sobre todo católica, tiene también enraizadas tradiciones ecuménicas. A lo largo de los siglos de su milenaria historia, Polonia ha vivido la experiencia de ser un Estado de muchas nacionalidades y de muchas confesiones cristianas, y no sólo cristianas. Tales tradiciones hicieron y hacen que un aspecto positivo de  la mentalidad de los polacos sea la tolerancia y la apertura hacia la gente que piensa de modo distinto, que habla otras lenguas, que cree, reza o celebra los mismos misterios de la Fe de modo diferente" (Cruzan. pp 151-152).

   Aquí está pintada el alma ecuménica, de tolerancia y de apertura de Juan Pablo II se diría que tenía que ser un Papa polaco el más indicado para implantar el Ecumenismo del Vaticano II. El currículum vitae de un Papa polaco era el más apto para el Ecumenismo a juzgar por lo que dice el mismo Juan Pablo II de la mentalidad de su país, tan favorable a la apertura, la tolerancia y el ecumenismo.

   Según Juan Pablo II hay una íntima afinidad entre Polonia y el ecumenisrno, el pluralismo religioso, justificándolo así: "el mutuo respeto es condición previa para un auténtico ecumenismo. He recordado poco antes las experiencias vividas en el país donde nací, y he subrrayado cómo los acontecimientos de su historia formaron una sociedad pluriconfesional y plurinacional, caracterizada por una gran tolerancia. En los tiempos en que en Occidente tenían lugar procesos y se encendían hogueras para los herejes, el último rey polaco de la estirpe de los Jaghelloni dio prueba de ello con estas palabras: 'No soy rey de vuestras conciencias'." (Cruzan. p 160).

   Esto nos revela la mentalidad modernista de Juan Pablo II y de su espíritu profundamente ecumenista, pluralista, interconfesional, tal como lo exige la revolución introducida en la Iglesia y que se expresa, entre otras cosas, por la desdichada libertad religiosa.

   Otra de las facetas de la mentalidad de Juan Pablo II nos la dan sus amistades con las cuales tiene una profunda afinidad. No en vano existe el dicho: dime con quien andas y te diré quién eres. Estas amistades, como declara Juan Pablo II, y por las que tiene gran admiración son Yves Congar y Henri De Lubac, ambos teólogos progresistas y en gran parte responsables de los errores doctrinales actuales.

   En estos términos se expresa Juan Pablo II de estos dos siniestros teólogos: "Mucho debo en particular al Padre Yves Congar y al Padre Henri De Lubac. Recuerdo todavía palabras con que éste último me animó a perseverar en la línea que había yo definido durante las discusiones. Esto sucedía cuando las sesiones se desarrollaban ya en el Vaticano. Desde aquel momento estreché una especial amistad con el Padre De Lubac." (Cruzan. p 165)

   Se comprende así cómo Juan Pablo II elevó al cardenalato para gratificarle su deuda y manifestarle su aprecio a estos dos personajes, pudiendo nosotros afirmar que Henri De Lubac, es un hereje, ateniéndonos a las consideraciones del Cardenal Siri y del Padre Meinville, pues niega la gratitud de la gracia: "En 1946 (dice el Cardenal Siri), publicó su libro 'Lo Sobrenatural', donde expresa todo su pensamiento de entonces. Afirmaba que el orden sobrenatural está exigido necesariamente por el orden natural. Como consecuencia de este concepto, fatalmente se derivaba que el don del orden sobrenatural no es gratuito porque es deudor de la naturaleza. Entonces, excluida la gratitud del orden sobrenatural, la naturaleza, por el hecho de existir, se identifica con lo sobrenatural." (Getsemani. ed. Cete. Avila 1981 pp. 57-58) Esto es herético, evidentemente. Además, el Cardenal Siri deja muy en claro la desviación de De Lubac: "De todas maneras, el Padre De Lubac habla de un 'deseo natural absoluto' de la visión de Dios. Esta noción de deseo natural absoluto, a pesar de todos lo esfuerzos especulativos empleados excluye la gratitud de lo sobrenatural, es decir de la visión beatífica." (Get. 9. 65). Con tamaña herejía se congratula haciendo de este hereje un Cardenal.

   El Padre Meinvielle señala también el mismo error y lo tilda de gnóstico y cabalista "Esta  idea del rechazo del extrinsecismo es importante en el tratado de la gracia y de la destinación del hombre a lo sobrenatural. Se quisiera excluir la gracia y la vocación sobrenatural del hombre a la gloria y a la gracia, como dones puramente gratuitos, como dones que vienen de afuera Se quisiera insinuar, que de alguna manera, hay una exigencia del hombre. Henri De Lubac, con su 'surnaturel' es el autor más representativo de esta corriente que es evidentemente gnóstica o cabalistica." (De la Cábala al Progresismo. ed. Calchaquí. Salta 1970. p. 422).

   Monseñor Spadafora no titubea al afirmar también la herejía de Henri De Lubac cuando dice que: "El Papa Karol Wojtyla, admirador entusiasta del herético Padre Henri de Lubac, a quien hizo Cardenal". (La Nouvelle Théologie. ed. Courier de Rome. 1994. pp. 7).

   Respecto a Congar, tenemos que adhiere a Maritain, como hace ver el Padre Meinvielle cuando dice: "Por ello, la responsabilidad de Maritain que en su 'Humanismo Integral' inició, allá por la década del 30, el actual Progresismo. De aquí también la responsabilidad del teólogo Ives Congar, O.P. que, al adherirse a Maritain y a Mounier en la destrucción de la cristiandad, ha contribuido al actual progresismo". (Un Progresismo Vergonzante. ed. Cruz y Fierro Bs. As. 1967. p. 7).

   De otra parte el Padre Meinvielle recalca: "El Padre Congar. al pretender reencontrar a Dios-Hombre-Mundo y excluir por otro lado, de este Mundo y de este Hombre la vida pública, separa al mundo y al hombre de la Iglesia. El planteamiento de Congar es por lo misrno contradictorio, como lo es el de Teilhard, a quien invoca, ya que el mundo que este pensador quiere conciliar con la Iglesia es el mundo moderno; no sale el mundo de Dios sino Dios del mundo ¿Ignora Congar que el mundo moderno, en su racionalismo, está impulsado por la soberbia de creerse Dios? Los estudios del famoso Cardenal Pie denunciando precisamente esta soberbia de un mundo que ha apostatado de la Iglesia, de Cristo y de Dios mantienen toda su actualidad." (La Iglesia y el Mundo Moderno. ed. Theoria. Bs. As. 1966 p. 106).

   Estos son los amigos de Juan Pablo II, hechos Cardenales de la Iglesia, en premio a sus ideas progresistas y modernistas que son también las suyas propias.

   Otro personaje que revela la mentalidad de Juan Pablo II es el gnóstico Mircea Eliade a quien cita en su libro como alguien importante: "por eso, para el pensamiento contemporáneo es importante la filosofía de la religión; por ejemplo, la de Mírcea Eliade..." (Cruzan. p. 56).

   Todas estas afinidades de Juan Pablo II ayudan a comprender su pensamiento y nos permiten ver la veta de sus errores y herejías.

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  • * La publicación de esta OBRA no implica el alineamiento de la Asociación "Católicos Alerta" con la posición de la Fraternidad San Pío X.

  • (1) Sacerdote de la Fraternidad San Pío X.