COMENTARIO A LA OBRA "SU SANTIDAD"
(Juan Pablo II y la Historia Oculta de Nuestro Tiempo)
de Carl Bernstein y Marco Politi - 03
PARTE SEGUNDA
¿QUE ES EL TOMISMO?
LA FILOSOFÍA CATÓLICA CON LA QUE ROMPE KAROL WOJTYLA
CAPÍTULO III
MEMORIA GENERAL DE LA DOCTRINA CATÓLICA Antes de precisar en qué consiste el "Tomismo", la filosofía y teología católicas con las que rompe Juan Paulo II, hay que recordar brevemente lo que es la Santa Iglesia Católica y su doctrina. La Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana es una Institución de origen divino fundada por Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre. Por ser de origen divino posee por promesa de su Fundador la infalibilidad de sus enseñanzas en materia divinamente revelada. Estas verdades reveladas son asimismo inmutables por su origen, y no pueden estar por tanto jamás sujetas a variación, así como no cambia Dios quien las revela. La Santa Iglesia como depositaria de ellas tiene promesa de asistencia perpetua hasta el fin de los siglos para enseñarlas, con autoridad de Magisterio infalible e inmutable. La Doctrina de la Iglesia comprende una Filosofía y una Teología que se complementan, que unidas son el lenguaje y expresión de la Fe. Con toda razón la Escolástica o método filosófico tenido por propio, de la Iglesia, es llamada Fhilosophia perennis, o Filosofía Perenne, pues de tal modo a través de los siglos se ha ido elevando como un edificio sobre fundamentos de roca, que sólo de ella se puede esperar entre las mil variantes de pensamiento y creencias que propone el mundo, que lo que ha enseñado y propuesto no cambiará jamás. La Filosofía perenne de la Santa Iglesia, con su Teología, alimentadas en la Revelación divina y sustentadas en la divina Autoridad, son las únicas capaces de colmar el entendimiento humano con las respuestas a los interrogantes supremos del hombre y su existir, con la proposición de una Religión divinamente revelada. Cada punto de la Religión Católica ofrece razones de credibilidad para el entendimiento iluminado por la Fe. Ni habría que recordar el deber de aceptar la verdad revelada. No se trata de cualquier Filosofía, de cualquier Religión. Se trata nada menos que de Dios que ha venido al inundo a hablar al hombre, y a revelarle no sólo el misterio de la Vida divina y Trinitaria, sino también el medio de su salvación, y los dones de la Gracia. Todo esto está implicado, -con la gravísima responsabilidad de la aceptación o rechazo de estas verdades- en la Fe de la Iglesia. Ahora bien, a lo largo de los siglos la Filosofía y la Teología católicas, complementándose, han venido teniendo un desarrollo homogéneo con explicitación progresiva de las verdades de la Fe. (jamás con variantes en la doctrina dogmáticamente expuesta) y en este desarrollo han tenido lugar primordial los llamados "PADRES" Y "DOCTORES" de la Iglesia, de cuyos escritos se ha extraído lo que mejor expresaba con fidelidad los tesoros de la Revelación, y de cuyas doctrinas se han tomado inclusive muchas fórmulas para definiciones dogmáticas. De este manera por ejemplo, el gran San Atanasio influyó en el Concilio de Nicea (año 325) contra Arrio, quien negaba la divinidad de Cristo, habiendo adoptado el Concilio la fórmula dogmática consustancialem Patri (consustancial al Padre) para definir sobre esta cuestión. (Es de mencionar el hecho de que la Iglesia postconciliar empleando el truco de las lenguas vernáculas en la liturgia, traduce "de la misma naturaleza que el Padre"). La forma de expresarse de los Concilios dogmáticos en la formulación de los dogmas, repetimos, fue la de los Padres y Doctores en gran parte. Hasta que llegamos a Santo Tomás de Aquino,, cuyos conceptos y palabras precisas encontramos en la teología católica, en particular en los Decretos del Concilio de Trento, significativamente en los dogmas eucarísticos; a este respecto se ve trasladado el contenido del "Tratado de la Santísima Eucaristía" en formulaciones inmutables, de las que depende la validez de los Sacramentos. Pero también hay que hacer notar aquí que en la "Cena del Señor" de los postconciliares han sido aprovechadas las traducciones para cambiar las palabras mismas de la consagración. Así ha ido siendo abandonada la misma Teología Dogmática, no sólo la Filosofía católica. Pero recordemos brevemente quién es Santo Tomas de Aquino, Doctor de la Iglesia, de cuya doctrina ordena la Iglesia no apartarse. Y ordena no apartarse, porque el Santo Doctor en tal forma -valga la redundancia- dio forma a la doctrina dogmática católica, que apartarse de él constituye un apartamiento de la misma Iglesia. SANTO TOMÁS DE AQUINO. LA ESCOLÁSTICA Santo Tomás de Aquino nació en el Castillo de Roccasecca, Italia, a fines del año 1224. Murió en Fosanova el 7 de marzo de 1274. En 1244 se hizo dominico. Al año siguiente marchó a París, donde tuvo por maestro a San Alberto Magno, con quien vivió cuatro años, participando de sus ideales religiosos y científicos. San Alberto Magno, maestro de Santo Tomás, nacido en Ausburgo, Suabia, era también dominico y Maestro de Teología en la Universidad de París. (También lo fue en Colonia). Es imposible separar los nombres de Santo Tomás y su Maestro San Alberto llamado "el Grande"; éste fue uno de los más extraordinarios talentos que han surgido en la Iglesia, y hay que añadir que sin duda en la humanidad. La mole impresionante de sus escritos versa desde la Historia Natural, la Filosofía, la Teología, la Exégesis y la Mística. "Grande" fue llamado por su labor en defensa de la Fe Católica. Santo Tomás, -otro talento inigualable, Santo y Doctor también- tuvo en aquel maestro la fuente de su saber y el estímulo a su virtud. Ambos santos llenan no sólo su época sino que su luz llega hasta el presente y lucirá hasta el fin, por sus cimientos, su fuente que salta de la verdad eterna y con la cual no ha habido quien pueda competir. Santo Tomás fue declarado por la Iglesia "Doctor", título que sólo da a los grandes teólogos que resumen con seguridad la doctrina, ofreciendo el patrimonio de la teología dogmática válida a perpetuidad. Santo Tomas pertenece a la Escuela de pensamiento llamada "Escolástica". (Escuela, síntesis de doctrinas y método de enseñanza). La Escolástica se inicia en la Iglesia con el gran San Anselmo en el siglo XI. Este santo abrió el camino a una profunda investigación sobre los dogmas, y el sistema escolástico consiste en que, poseída la verdad divina con una fe incondicional y viva, trata de penetrar su contenido, ejercitando toda la fuerza y todos los recursos del entendimiento. Este sistema es lógicamente preciso. Perfeccionado hasta principios del siglo XVI, Santo Tomás en su tiempo es considerado como el Maestro supremo de la Escolástica, de tal manera que al título de Doctor añadió la Santa Iglesia el de "Común", "Doctor Común" o "Doctor de las Gentes". Fue el método escolástico el empleado por Santo Tomás en sus grandes exposiciones doctrinales. Sobresalen en sus obras la "Suma contra los Gentiles" y la "Suma Teológica". El mérito de la Escolástica consiste en que esta Escuela o método, empleada y ratificada por santos y sabios Doctores, es la que ha sido aprobada y tenida como propia por la Iglesia, de tal manera que apartarse de esta Filosofía, -la Filosofía Escolástica-, es apartarse de la misma Iglesia. Así se llama -unido a la Escolástica-"Tomismo" al método doctrinal de Santo Tomás, que es el obligatorio en la Iglesia. La obligatoriedad de seguir la Escolástica y método de Santo Tomás en los estudios teológicos y filosóficos de la Iglesia se halla contenida en un Canon del Código de Derecho Canónico (el antiguo que continúa siendo el válido en la verdadera Iglesia Católica). Este es el núm. 1366 donde se lee sobre la enseñanza en los seminarios. "Los profesores han de exponer la filosofía racional y la teología e informar a los alumnos en estas disciplinas según los principios, el método y la doctrina del Angélico Doctor, siguiéndolas con toda fidelidad"[30]. Este Canon o ley obedece a lo dispuesto por los Sumos Pontífices a partir del inmortal León XIII, y explicita las razones de dicha ley San Pío X quien es su Encíclica Pascendi Dominici Gregis dice al respecto: "Y a los maestros exhortamos a que tengan fijamente presente que el apartarse del Doctor de Aquino en especial en cuestiones metafísicas, nunca dejará de ser de gran peligro". ¿Vale la pena redundar aquí en la cuestión de la importancia del Tomismo y cómo han insistido en su conservación para la enseñanza filosófica y teológica los últimos Papas?.. Creo que sí, y es más, que no es salirse del tema dedicar unas líneas a esta cuestión, ya que se trata de hacer notar la enorme trascendencia que tiene para la Iglesia Católica, el hecho de que a partir del Vaticano II se haya ido abandonando la Escolástica, ¡hasta llegar a un "Papa" antitomista!... Este trágico vuelco ha conducido a los estudiantes de la nueva teología no sólo al desprecio de Santo Tomás, sino al "árido desprecio del Magisterio mismo de la Iglesia", como decía San Pío X. Y ha trastocado a tal punto la enseñanza que se ha trocado el estudio de Santo Tomás por el de Teilhard de Chardin. A esto se prestan las divagaciones contenidas en los cánones del Nuevo Código de Derecho Canónico nacido de las reformas postconciliares, acerca de la formación intelectual de los seminaristas, pues si bien en unos cánones se insta a los maestros a basarse en la "filosofía perenne" y a "tener como principal maestro a Santo Tomás" lo contenido en otros cánones deja en la ambigüedad lo recomendado sobre la Escolástica, pues se dice que los estudiantes -seminaristas- deben ser animados a "tener en cuenta la investigación filosófica realizada en el progreso del tiempo", para que ésto contribuya "a aguzar su mente", y los haga "capaces de examinar las cuestiones con método científico realizadas por ellos mismos"... Para que "ya en el ministerio lo ejerzan todo adecuado a las necesidades del tiempo y del lugar". (Cánones de los números 247 al 252)[31]. Aquí cabe comentar, entonces, las "cuestiones" fundamentales que ofrecen ya solucionadas la filosofía perenne, y la teología de la Iglesia, no bastan, sino que los muchachos de los seminarios, después de leer lo que constituye la enseñanza aprobada de la Iglesia, "deben, -o sea, pueden- examinar las cuestiones con método científico (el propio) realizadas por ellos mismos". Cabe decir que dicho método propio y científico lo realizó ya por ejemplo Teilhard de Chardín aventando la Escolástica por la ventana. Con estas aperturas quedan por ver muchos próximos entes de "genio aguzado", -más aguzado que el de Santo Tomás-, inventando nuevas formas de Cristogénesis y Cosmogonías eclesiales. Aquí cabe una explicación acerca del antiguo y nuevo Derecho Canónico. El antiguo "Código de Derecho Canónico" -que es el que sigue vigente para la única Iglesia Católica- fue promulgado por el Papa Benedicto XV, pero no constituyó una invención del momento. Su desarrollo data del siglo IV. En este Derecho está contenido el Canon Nº 1366 que trata sobre la obligación de seguir el método y doctrina de Santo Tomás en la enseñanza en los seminarios. Juan Paulo II por su parte tenía que reformar la ley de la Iglesia como la Liturgia para ponerlas de acuerdo con las doctrinas heréticas del Vaticano II. Así promulgó un nuevo Derecho el 25 de enero de 1983, veinticuatro años después de que Juan XXIII anunciara su intención de reformar el antiguo Código. Juan Paulo II expresa claramente en su llamada Constitución Apostólica Sacra Disciplinas Leges que esta nueva Ley (que, repetimos mil veces, hasta en cuestiones de fe se opone a la permanente y válida) ha sido formulada para obedecer -e imponer- el espíritu del Vaticano II. Así dice en su documento por el cual entrega el Derecho reformado; "El Código es un instrumento que corresponde de lleno a la naturaleza de la Iglesia, especialmente como la presenta el magisterio del Concilio Vaticano II en general, y de modo particular en doctrina eclesiológica... De aquí se derivan algunos criterios fundamentales por los que se debe regir el Nuevo Código en el ámbito de su materia específica, así como en el lenguaje relacionado con ella. Más aún: se podría afirmar que de aquí proviene también el carácter complementario que el Código representa con relación a la enseñanza del Concilio Vaticano II de modo especial a las dos Constituciones, la dogmáticas la pastoral[32]. Se trata, pues, de imponer las novedades, sobre todo en materia eclesiológica. Para realizar esta revolución en la ley de la Iglesia por principio en el nuevo Código se suprimieron 662 -seicientos sesenta y dos- cánones de los que formaban parte del antiguo, y entre los añadidos y reformados los hay que contradicen la doctrina dogmática de la Iglesia en materia de sacramentos, como el núm. 884 donde se dice que, en resumen, "los católicos pueden pedir los sacramentos de la penitencia, eucaristía y unción de los enfermos a los ministros no católicos, de las iglesias orientales u otras iglesias donde sean válidos estos sacramentos... Lo mismo que los ministros católicos pueden administrarlos a los miembros de estas iglesias, y también a los demás cristianos que no están en plena comunión con la Iglesia". El pretexto es que "haya necesidad, o lo aconseje una verdadera utilidad espiritual", y que el dicho intercambio de sacramentos entre cismáticos, herejes, y católicos, (claro que ellos no nombran por su nombre a los separados o a medio separar) se haga entre quienes tienen la "misma fe" en dichos sacramentos. Todo ésto último deja la cuestión volando en el aire, pues sobrarán pretextos y necesidades, como por ejemplo, la utilidad próxima que tendrá para los de la secta, que comulguen todos, -cristianos o no- en el año dos mil, que es a lo que van. EL RECHAZO A SANTO TOMÁS Hemos visto lo ordenado por S.S. León XIII y San Pío X, pero vale la pena recordar a S.S. Pío XI en su Encíclica Studiorum Ducem del 29 de junio de 1923, insistiendo una y otra vez en que se cumpla todo lo prescrito por el Canon 1366, y por último podemos recurrir a la gran encíclica HumaniGeneris de S.S. Pío XII, del 12 de agosto de 1950. En ese entonces los Modernistas, (conjunto de teólogos modernos que dice San Pío X que "sus doctrinas constituyen la Suma de todas las herejías"), han introducido ya descaradamente sus doctrinas -en particular el evolucionismo dogmático basado en las modernas filosofías profanas en la Iglesia, oponiéndose con sus conclusiones a la Escolástica y en particular a Santo Tomás. El resumen de las teorías de los Modernistas es la afirmación de que "todo está sujeto a cambio, no puede existir verdad inmutable, y lo que pudo ser verdadero en una época resulta falso en otra". Estas teorías encuentran amplio apoyo por ejemplo en la Fenomenología de Husserl que profesa contra el Tomismo, Juan Paulo II, junto con toda la secta postconciliar. Pero es imposible hacer una exposición exhaustiva de la cuestión; los lectores tienen mucho a qué recurrir; conozcan en resumen lo que una vez más enseña con el poder del Magisterio Su Santidad Pío XII al respecto: Habla el Papa sobre el espíritu evolucionista que respiran tantas filosofías de hoy, lamentando que se hayan infiltrado en la teología, preconizando una teología sujeta a cambio y evolución constantes; una teología que nunca aprehende la verdad de manera firme y estable; una teología que padecería el verdadero suplicio de Tántalo, pues cuando le parecería llegar a la verdad, se le escaparía, porque la ley inexorable de la actualidad que pasa, del ahora que desaparece, la convertiría en cosa ya completamente distinta de lo que era. Y señala particularmente en HumaniGeneris (porque también se expresó al respecto en otras ocasiones, alocuciones por ejemplo) la nota de desprecio que caracteriza a los filósofos y teólogos modernistas de las nociones tradicionales de la teología escolástica. Dice, respondiendo a la inculpación de que se trata de nociones que una vez sirvieron pero ya no sirven: "Lo que los doctores católicos, con general aprobación, han ido componiendo durante el espacio de varios siglos para llegar a obtener alguna inteligencia del dogma no se funda, indudablemente, en cimientos deleznablcs; Se funda realmente en principios y nociones deducidas de las cosas creadas; deducción realizada a la luz de la verdad revelada, que por medio de la Iglesia iluminaba (Nota del que escribe iluminaba a aquéllos doctores, quiere decir, no que se trate de la Iglesia que ya no ilumine) como una estrella la mente humana. Por eso no hay que admirarse de que algunas nociones suyas (de los doctores) hayan sido no sólo empleadas, sino también sancionadas por los concilios ecuménicos; de suerte que no es lícito apartarse de ellas... El desprecio de los términos y de las nociones que suelen emplear los teólogos escolásticos lleva naturalmente a enervar la teología especulativa, la que, por fundarse en razones teológicas, ellos, (los teólogos modernos) juzgan que carece de verdadera certeza". Pero sería cuestión de remitir al lector al documento mismo de Pío XII al respecto para conocer toda su exposición. Aquí interesa hacer notar cómo hasta este Papa el método escolástico y en particular la doctrina dogmática propuesta por Santo Tomás aparecen como aprobados y ordenados a seguir por lo que constituye el Magisterio de la Iglesia. No fue Santo Tomás un filósofo opinante cuya doctrina se pueda tomar o dejar a sabor por los católicos, ¡ni mucho menos por los que se digan Papas!.. Es el Magisterio de la Iglesia el que ha hablado, y es lo que nos importa, y este Magisterio se ha expresado así acerca del contenido de las Encíclicas, -consideradas inválidas por los postconciliares-. Sobre el valor permanente de las Encíclicas dice S.S. Pío XII; se trata precisamente de lo que expone en HumaniGeneris a sabiendas de que los Modernistas van a replicar que "no está proclamando dogma de fe": "Ni hay que creer que las enseñanzas de las Encíclicas no exijan de suyo asentimiento, por razón de que los Romanos Pontífices no ejercen en ellas la suprema potestad de su Magisterio ordinario, del cual valen también aquellas palabras: "El que a vosotros oye a Mí me oye" (Luc. 10,16) y la mayor parte de las veces, lo que se propone e inculca en las Encíclicas, ya por otras razones pertenece al patrimonio de la doctrina católica. Y si los Sumos Pontífices en sus Constituciones de propósito pronuncian una sentencia en materia disputada, es evidente que, según la intención y voluntad de los mismos Romanos Pontífices esa cuestión no se puede tener ya como de libre discusión entre los teólogos"... Refiriéndose una vez más a la doctrina filosófica de Santo Tomás (que no propone, sino que impone como la católica junto con los otros Pontífices) dice: "Esta filosofía, reconocida y aceptada por la Iglesia, defiende el verdadero y recto valor del conocimiento humano. Los inconcusos principios metafísicos, a saber, los de razón suficiente, causalidad y finalidad, y la posesión de la verdad cierta e inmutable"[33]. Ahora bien, necesariamente surge una interrogación: Wojtyla seminarista, estudiante de filosofía,y teología, ¿acaso no fue educado en la doctrina católica por sus maestros eclesiásticos? Ciertamente, a causa de la dominación, primero nazi y después comunista en Polonia, realizó sus estudios eclesiásticos en forma clandestina e improvisada, bajo el sistema de ocultación que organizó el entonces arzobispo metropolitano de Cracovia, Adam Sapieha, bajo cuya influencia Karol Wojtyla se decidió a abandonar la carrera teatral por la que se inclinaba (y en la cual ya hacía progresos) por la vida sacerdotal. Pero hay que hacer notar que en la clandestinidad en ese mismo tiempo estudiaron muchísimos seminaristas en toda Europa ocupada, y que sepamos, por lo menos de nombre ilustre, no hubo quien perdiera la fe a causa de los estudios clandestinos. De hecho, Sapieha fue quien invitó a Wojtyla a ser sacerdote, preguntándole qué haría al terminar los estudios secundarios; Karol le había contestado entonces que iba a estudiar literatura polaca y filología. Sapieha hizo la insinuación al estudiante de que ingresara al seminario después de que el muchacho tuvo a su cargo el discurso de bienvenida al metropolitano en ocasión de una visita de éste a Wadowice. Esto sucedía en el año 1938. Para 1942 la carrera teatral de Wojtyla anunciaba un éxito definitivo. Se había dedicado a ser actor desde los catorce años de edad y para 1941 el comentarista y director Julius Osterwa podía decir: "Ha nacido un gran actor"[34]. Pero en 1942, "tras una larga conversación con su confesor, el padre Figlewicz, Karol Wojtyla fue a la residencia del arzobispo Sapieha para anunciar: "Deseo ser sacerdote" Así se unió de inmediato a las filas de los seminarista secretos en un sistema que los biógrafos dicen "estaba cuidadosamente organizado", aunque ciertamente es de creer que en aquellas circunstancias sería difícil desarrollar un completo plan de estudios. Si consideramosque Wojtyla ingresó al "seminario" clandestino en 1942, con cambios de "escondite", presión de riesgos, seguramente con necesaria carencia de maestros, y que fue ordenado sacerdote sólo cuatro años después, en 1946, y ésto "seis meses antes que sus compañeros de curso"[35], podemos apreciar que no tuvo tiempo de llevar las materias debidas en el tiempo que la Iglesia prescribe siendo además enviado a terminar la teología, -y la filosofía bajo el judío Ingarden, su obligado maestro en la Universidad del Estado, la Jagellona, donde recibiría influencias de pensamiento anticatólico que -por lo que sea- no rechazó para permanecer fiel al pensamiento católico. Pero hay otro punto interesante qué considerar. Dicen los biógrafos que a cada seminarista estudiante en 1a clandestinidad se le asignaba "un profesor que 1o supervisaba individualmente. El director de estudios de Wojtyla fue según eso un sacerdote llamado Kazimerz Klosak, quien puso en manos de su alumno una obra llamada "Teología natural", de un autor llamado Kazimierz Wais. De este libro dicen los biógrafos que dijo el improvisado estudiante: "Finalmente me abrió todo un mundo nuevo, me mostró una manera nueva de ver la realidad y me hizo tomar conciencia sobre asuntos que yo escasamente alcanzaba a vislumbrar antes". Esta afirmación podría no llamar la atención si posteriormente no se hubiera observado la "insólita nueva manera" totalmente distinta de la católica, de ver la realidad que después expondría Wojtyla. No conocemos la obra que tanto le inspiró en su juventud, pero por el resultado evidente de aquella formación podemos suponer que podría tratarse de alguna de las novedades filosóficas teológicas de tipo modernista, -herético- contra las cuales ya venían luchando los Pontífices. La expresa mención de dicha obra en la biografía es ya significativa; algo tiene que ver con la "oculta historia" sin duda; de no ser así no la mencionarían con los elogios de Wojtyla. Por el ejemplo de Wojtyla insertado en un plan por los interesados, se puede colegir que ni la guerra que alcanzó a su patria libró a la Iglesia de la conspiración judeo-masónica y de la invasión del pensamiento modernista. Por otra parte, personajes y sucesos se relacionan en "Su Santidad". Fue el arzobispo Sapieha quien necesariamente designó el director de estudios al seminarista Karol Wojtyla, director que pondría en manos de éste sospechosas obras. Aquí es imposible no preguntarse: ¿EL ARZOBISPO SAPIEHA PARTE DEL PLAN SOBRE EL FUTURO "JEFE DE LA CRISTIANDAD? Dentro del plan de esa «oculta historia» parecen surgir muchos nombres, y aquí cabe hacer otra observación sobre el arzobispo Adam Sapieha, quien llamó al sacerdocio a Karol Wojtyla y lo ordenó sacerdote con cuatro años de estudios y seis meses antes que a sus compañeros. Tal parece que Sapieha tenía prisa en ordenar sacerdote a Wojtyla, particularmente si ponderamos el hecho de que le había negado el permiso para ingresar a un convento de religiosos carmelitas; permiso que denegó dos veces, la segunda de éstas cuando Wojtyla, al regresar de Roma a donde le envió a estudiar por dos años, le solicitó nuevamente el permiso. Se dice en la biografía que comentamos, que cuando el provincial de los carmelitas insistió ante el arzobispo que concediese el permiso solicitado, «Sapieha le hizo saber qué lugar ocupaba Wojtyla en los planes del arzobispo... Al finalizar la guerra nos quedamos con muy pocos sacerdotes. Necesitamos mucho a Wojtyla en la diócesis». Para luego añadir: Más adelante lo necesitará la Iglesia entera»[36]. Demasiadas y trascendentes coincidencias para tratarse de casualidades sobre «profecías» acerca de un futuro «Papa». Del arzobispo Adam Sapieha dicen los biógrafos de Wojtyla que «era un patricio, un patriota y un político», que tenía orígenes aristocráticos. Su padre y su abuelo habían participado en rebeliones contra el Zar, y durante la segunda guerra mundial, «cinco de sus parientes más cercanos fueron asesinados por los nazis». ¿Asesinados, acaso por ser judíos? Si no fuera así ¿por qué la mención de que murieron a manos de los nazis? Pero, este comentario podría quedar incompleto si no exponemos algo sobre la filosofía Fenomenológica de Wojtyla, «bella por su antitomismo» -como la calificó el vocero del Vaticano, Navarro Vals- que sustenta, entre otras teorías anticatólicas, Juan Paulo II. ...Mencionando a Navarro Vals, conviene hacer una breve reseña sobre este personaje, que ocupa tan importante cargo cerca de Karol Wojtyla. Aquí referiremos datos proporcionados en el libro titulado «Un escritor en busca de Dios», del novelista español José Luis Olaizola, que se editó con el subtítulo El Opus Dei, mi Trayectoria Personal»[37]. Además de narrar dicha trayectoria, el autor dedica el Capítulo XII, en las páginas 169 a 203, a su entrevista en Roma con el Dr. Navarro Vals, haciendo con este motivo una significativa presentación de Juan Paulo II, con quien Navarro Vals está en estrecha y constante comunicación, no sólo en virtud de su cargo sino, además, por otras coincidencias de pensamiento, sin las cuales no podría ocupar dicho puesto. Joaquín Navarro Vals, español, tiene una trayectoria de su vida intelectual un tanto difusa. Se graduó como médico, hizo luego una especialidad en psiquiatría en la Universidad de Barcelona. Después dejó la medicina para dedicarse al teatro, mostrando así otra afinidad con Wojtyla, y dirigió a un grupo teatral en Granada. Posteriormente obtuvo un título en la Escuela de Periodismo, y sus aptitudes le valieron ser nombrado corresponsal del periódico madrileño ABC en Roma y en el Mediterráneo Oriental. En Roma estuvo varios años realizando diversas actividades antes de ocupar el puerto que ahora desempeña en el Vaticano. En el Mediterráneo se especializó, curiosamente, en lengua hebrea. Durante su estancia en Roma antes, como miembro numerario del Opus Dei, cumplió algunas otras encomiendas, y siendo Presidente de la Asociación Internacional de Periodistas, fue cuando lo invitó; personalmente, Juan Paulo II, para ocupar el cargo de Director de la oficina de Prensa del Vaticano. Ya antes había conocido a Juan Paulo II, en algún viaje. Navarro Vals es también autor de un libro titulado «Fumata Blanca». (Probablemente, sin gran suspicacia, la obra podría relacionarse con la «fumata» que anunció la «elección» de Karol Wojtyla, como Juan Paulo II). Mas pasemos a la breve exposición sobre el tipo de la filosofía antitomísta sustentada por Karol Wojtyla, y la que, precisamente, por ser anticatólica, según su preceptora, la doctora Tymieniecka, le hizo «apto para ser el futuro jefe de la cristiandad». Uno de los movimientos filosóficos que aparecen a principios de este siglo, es la Fenomenología, a la que se le menciona entre los tres más importantes. A partir de 1925 esta corriente filosófica se constituye en un factor de poderosa influencia entre los pensadores de esta época y de los años subsiguientes. Su fundador, más bien compendiador con ideas nuevas, es el alemán Edmundo Husserl, nacido en 1859 y fallecido en 1936. Sus teorías se derivan de las doctrinas anteriores de Franz Bentano y Alexius Meinong, rompiendo con las tendencias filosóficas del siglo XIX. La Fenomenología, para decirlo brevemente, es una visión del ser, de la existencia y sus fenómenos, especial y distinta de otras filosofías, radicalmente distinta de la Filosofía Escolástica, en particular opuesta al pensamiento de Santo Tomás de Aquino. Discípulos de Husserl fueron, entre los más notables, Max Sheler, Nicolás Hartman, y Martín Heidegger, quienes a su vez formaron sus propias corrientes. La Fenomenología se inserta con el Existencialismo entre las filosofías distintas y opuestas, como ya lo hemos mencionado, al Tomismo, y que lógicamente no pueden hacer suyas los católicos sin grave rompimiento con la doctrina de la Iglesia Católica, como lo han expresado los Papas. Ahora bien, ¿a cuál de estas corrientes se adhiere Karol Wojtyla? No es nuestro propósito hacer aquí una exposición extensa del tema. Pero nos basta con hacer notar que el pensamiento del actual «jefe de la cristiandad», ha sido rigurosamente estudiado por los filósofos y teólogos católicos, que han puesto de relieve la total oposición de las doctrinas wojtylianas con la fe católica. Como en su tiempo también fue estudiado el pensamiento de Paulo VI, así como previamente se hizo lo propio con el de Juan XXIII. A Dios gracias, existe un abundante material sobre el examen hecho a. las teorías de Juan Paulo II desde el principio de su elección. La Encíclica Redemptoris Hominis mereció comentarios como el del Dr. Wiegand Siebel: «El programa de Juan Paulo II», y la «Antroposophia de Karol Wojtyla, una Confrontación doctrinal», del Dr. Carlos Disandro. En la actualidad entre otros el teólogo alemán Johannes Dormann nos ofrece una análisis reciente de las doctrinas de Karol Wojtyla, con un espacio dedicado a la filosofía de éste. Por ello, junto con Dormann y otros eminentes pensadores católicos, opinamos, que la corriente fenomenológica por la que se inclina Wojtyla es la de Max Sheler [38]. ALGO MÁS SOBRE EL PRIMER MAESTRO FILÓSOFO JUDÍO DE WOJTYLA Insistimos en el origen judío de Román Ingarden, porque los biógrafos de Karol Wojtyla insisten en ello, en el libro "Su Santidad". Vale la pena recordar pues, que este mismo filósofo fenomenólogo, fue profesor, en la Universidad Jagellona, de la Dra. Tymieniecka, quien después fue estrecha colaboradora por más de cuatro años de Karol Wojtyla, quien también fue alumno del mismo profesor Ingarden, pues estos mismos personajes se enlazan en la trama de la "historia oculta de nuestro tiempo" que nos revelan Bernstein y Politi, y de esas paginas, emerge otro nombre importante: Ignacy Bochénski. Bochénski es presentado en "Su Santidad" como "un sacerdote polaco, autoridad en filosofía marxista", de quien se dice que "alguna vez fue escogido por el arzobispo Sapieha para llevarle una carta al Papa Pío XII en la que pedía ayuda al Vaticano para luchar contra la ocupación nazi en Polonia, sin que el Papa hubiera prestado ninguna ayuda"[39]. No indican los autores qué clase de ayuda se solicitaba. La mención de Bochénski está relacionada, según podemos deducir de los datos siguientes, con la formación intelectual de Karol Wojtyla, ya que sus principales preceptores estuvieron relacionados. De Bochénski no se dice que sea judío, pero se hace hincapié en el libro el que Anna Teresa Tymieniecka haya sido su discípula. Así se narra que ésta tras de haber obtenido en 1951 su grado de maestría en la Sorbona en París, "se doctoró en la Universidad de Friburgo -Suiza-, en 1952, en donde trabajó durante seis años en su doctorado bajo la dirección del catedrático Ignacy Bochénski[40]. Tenemos, además, otros datos más acerca de este personaje, que aparecen en una obra suya, que tenemos a la vista, cuyo título es "La Filosofía Actual", de la colección de los Breviarios de la editorial Fondo de Cultura Económica[41]. En el capítulo dedicado a la Fenomenología, Bochenski concede un lugar especial, en la lista de los fenomenólogos importantes, al citado Román Ingarden. Este último, sin embargo, no es mencionado en las mas importantes Historias de la Filosofía contemporáneas, por ejemplo, de la Historia escrita por Michele Federieo Sciacca. Precisamente de esta falta de mención entre los historiadores de filosofía moderna, se queja el mismo Bochénski, tratando de explicar la omisión de Ingarden "por estar escrita su obra en polaco"[42]. Pero él no deja de alabarlo y recomendarlo, destacando en forma particular su obra principal, "La Lucha por la Existencia del Mundo" (dos Volúmenes, editados en 1948). Por lo pronto introduce el nombre y despierta el interés sobre este preceptor de Karol Wojtyla. Otro dato que es importante no dejar pasar, es que Bochénski al citar a Edith Stein entre los fenomenólogos, hace notar que ésta "entró en un convento de carmelitas y murió en un campo de concentración nazi"[43]. ¿A qué se debe que incluya este dato sobre la filosofa judía Stein? En ninguna Historia de Filosofía se da cuenta de la causa de la muerte de los filósofos. El que Bochénski publique este detalle resulta muy significativo. |
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