COMENTARIO A LA OBRA "SU SANTIDAD"
(Juan Pablo II y la Historia Oculta de Nuestro Tiempo)
de Carl Bernstein y Marco Politi - 04
PARTE SEGUNDA
¿QUE ES EL TOMISMO?
LA FILOSOFÍA CATÓLICA CON LA QUE ROMPE KAROL WOJTYLA
CAPÍTULO III
CUANDO JUAN PABLO II CITA A SANTO TOMÁS Es indispensable tratar esta cuestión, ya que en toda la biografía de Juan Paulo II, "Su Santidad", se hace hincapié en el hecho de que su pensamiento opuesto al Tomismo "le hacía apto para ser jefe de la cristiandad". Es del todo inútil entrar aquí en infinitas comprobaciones de la manera como Wojtyla con toda su Secta, profesan una doctrina o conjunto de ellas, no sólo opuesta a Santo Tomás de Aquino Doctor de la Iglesia, sino a todo el Magisterio de la Iglesia Católica. Es más, tras de las aplicaciones de la doctrina herética que profesa Wojtyla a las Leyes y Culto de la Iglesia -como consecuencia de la usurpación inválida del Pontificado-, y que manifiestan cambios fundamentales en materia dogmática, Wojtyla y los postconcialiares no pueden, con ningún derecho y congruencia, citar no sólo a Santo Tomás, ni siquiera al Evangelio. Ante cada cambio doctrinal impuesto por los postconciliares, -a los que en lo sucesivo, les llamaremos los de la Secta-, es posible hacer plantar de pie a Santo Tomás para replicarles y condenarles. Citar de vez en cuando a Santo Tomás, como lo hace Juan Paulo II, es burlarse del Santo y de la Iglesia misma, ya no digamos de los humildes católicos a quienes se les presentan estas citas con clara intención de utilizarlas para "comprobar" el catolicismo y la sana teología del "jefe de la cristiandad", en particular nos referimos a las que aparecen en libros destinados a «concientizar» a los fieles católicos en las ideas de Wojtyla, como "Cruzando el Umbral de la esperanza" y "Signo de Contradicción". Juan Paulo II, por principio, no se ha defendido, no digamos ya de la acusación, sino de toda aquella abundante información que se refiere a las evidencias, públicamente conocidas desde antes de asumir el "papado", de que su pensamiento es fenomenologico y, por ello, radicalmente opuesto a los principios de Santo Tomás que la Iglesia ordena seguir; y resulta que, tanto en sus escritos como en sus alocuciones y en las numerosas entrevistas que concede, repetidas veces cita a Santo Tomás. ¿Por qué lo hace, si él no es sólo fenomenólogo sino hereje en cuanto niega toda la doctrina católica, en la cual el propio Santo Tomás es considerado Doctor?.. Esto puede tener como explicación el tratar de aparecer ante los ignorantes de la situación como muy eclesial, muy tomista y escolástico. Como las masas que siguen a Wojtyla ni siquiera imaginan la «oculta historia» y aún si llegan a leer la biografía «Su Santidad» no son capaces de percibir lo que realmente se esconde en ella, aunque mucho se habla ahí de «fenomenología» del «Papa», el que Juan Paulo II cite a Santo Tomás les parece lo más normal y hasta como un mentís, si algo han oído del «antitomismo» de su jefe. Pero lo cierto es que a las doctrinas que realmente profesa Juan Paulo, que son las que sustentan todos los cambios que afectan a la Fe Católica, se les puede aplicar punto por punto la doctrina católica de Santo Tomás haciendo volar todas las herejías de la secta como un explosivo teológico, demostrando la infame farsa que son el seudo-catolicismo y seudo-tomismo de Wojtyla y su secta. Hay otro hecho importante que no es posible dejar de considerar: Wojtyla ya como Juan Paulo II y, antes como cardenal, invariablemente cita a Santo Tomás cuando requiere utilizar sus argumentos para retorcerlos al servicio de sus propias ideas. Es preciso ofrecer un ejemplo, y el siguiente es significativo: Cuando habla Wojtyla para sus entrevistadores en la obra "Cruzando el Umbral de la Esperanza", se refiere con toda claridad y sin empacho, defendiéndola "autonomía de la conciencia por encima de la autoridad"[44]. En esta ocasión quiere hacer aparecer, inclusive como que el magisterio mismo de la Iglesia ha endiosado la conciencia humana en un sentido tal, y así, ron ello quedaría relativizado todo principio de responsabilidad moral ante la ley, no sólo humana, sino también divina. En esta presentación de Wojtyla encontramos el eco del enredo de los valores que hace Max Sheler. Lo que hay, en realidad, detrás de la famosa "libertad de conciencia" lo sabemos de sobra. Este es un principio de la Masonería preconizado por la Revolución Francesa que alaba el mismo Wojtyla, y que lo traslada al Vaticano II, obedeciendo a la inspiración masónica de dicho espíritu. Es en esta premisa en la que se pretende fundamentar, por encima de todo el "derecho" de no acatar la Revelación divina cuya depositaría es la Iglesia Católica. Esto es lo que hay en el fondo de esta cuestión. El pretextar el Non serviam de Lucifer, en nombre del Magisterio de la Iglesia y de Santo Tomás, para poder, así realizar las maniobras necesarias sobre las conciencias -todas, según eso buenas en su absoluta y total dependencia-, para conducirlas hacia la Gran Convergencia, dentro del círculo en que obedecerán la conciencia judaica. La Iglesia ya ha precisado las circunstancias de la conciencia errónea, involuntariamente equívoca y los atenuantes que pueden considerarse. Santo Tomás, es Maestro en esta cuestión, y puede decirse que se adelanta siete siglos a los muchos aspectos positivos de la moderna psicología, sobre todo en su "Tratado de las Pasiones", y los Pontífices han abundado en la consideraación de los distintos casos de las conciencias inculpablemente erradas. Pero de ahí, a que se pueda hablar de que la Iglesia defienda el principio de "la autonomía de la conciencia por encima de la autoridad", hay un mundo de sofismas de por medio, para poder afirmarlo. Y, Juan Paulo II, como modernista es un gran sofista. La conciencia autónoma por encima de la autoridad, implica la rebelión absoluta, la base y justificación de un derecho o seudo derecho para actuar contra toda ley, en una palabra, el caos. Pero esta libertad de conciencia la tienen que canonizar los de la secta para poder llegar a su «civilización del amor» formada por hombres siguiendo mil distintas leyes menos la de Cristo. Cada quién siguiendo su conciencia dentro del mundo «globalizado». (¿No han oído ustedes mucho esta palabrita últimamente?.. Vamos hacia la disolución de las patrias, hacia las que llama Juan Paulo «comunidades humanas» ...¡El mundo que hay detrás de esto!) Pero es preciso terminar esta consideración «en conciencia». Démosle la palabra a Santo Tomás aunque sea brevemente. Santo Tomás le reprocha a Juan Paulo y su Secta el legislar contra los dogmas fundamentales de la Unidad Eclesial "la cual significa y causa la Eucaristía"[45], por cuanto que este Sacramento es únicamente para los que pertenecen al Cuerpo Místico de la Iglesia por una sola Fe, un solo Gobierno, unas mismas finalidades[46]. Cuando Juan Paulo realiza la comunicatio in sacris con cismáticos y herejes -y quién sabe después con quiénes más-, está actuando contra la Unidad Eclesial, y si los sacramentos de la nueva iglesia fueran válidos, sacrílegamente. Santo Tomás condena a Juan Paulo II -junto con Roncalli y Montini-, el haber sustituido, por un ritual protestante y favorecedor del Judaísmo, la Misa Católica codificada en el Concilio de Trento, por las graves violaciones a los cánones dogmáticos que atañen a la consagración de la Eucaristía; doctrina no ahí inventada, sino que fue compendiada y explicitada en los siglos anteriores por el Santo Doctor, para la integridad del Sacramento...[47]. Santo Tomás reprocha a Juan Paulo II su desprecio a la Sagrada Eucaristía -pues la presenta como si fuera la de laIglesia verdadera- poniéndola en manos de laicos incluyendo mujeres, que la distribuyen en templos y casas, contra lo que la santa Iglesia siempre prohibió, prescribiendo que por ser sacratísimo el cuerpo de Cristo solo deben tocarlo las manos consagradas[48]. Santo Tomás reprueba a Juan Paulo II y sus antecesores, es decir a Roncalli y Montini, así como a sus seguidores por los tratos y componendas con judíos y paganos, como siempre lo reprobó y reprueba la verdadera Iglesia, empezando por lo que consta en el Nuevo Testamento, donde dice San Pablo: No os unáis en yunta desigual con los infieles, pues ¿qué consorcio hay entre la justicia y la iniquidad? ¿Qué comunidad entre la luz y las tinieblas? ¿Qué concordia entre Cristo y Belial? ¿Qué parte del creyente con el infiel? ¿Qué concierto entre el templo de Dios y los ídolos? Pues vosotros sois hijos de Dios vivo... Salid de en medio de ellos -los paganos- dice el Señor, y no toquéis cosa inmunda... [49]. Toda la obra de Santo Tomás, profusa y profunda, no es más repetimos, que una exposición y apología exhaustiva de la Verdad Revelada de la que es depositaria la Iglesia Católica. Y un usurpador de la Sede de Pedro, que junto con los suyos hace escarnio de la Iglesia, no tiene derecho de citar a Santo Tomás, pero ni siquiera el evangelio. ¡Basta ya de burlarse de Dios y de los hombres! TESTIMONIOS RECIENTES DE ACTIVIDADES HERÉTICAS No es posible dejar pasar la ocasión de exponer los adelantos que, como fruto de la nueva "teología" igualadora de las religiones -para colaborar a ponerlas bajo el yugo judaico- va haciendo la Secta de Juan Paulo II. L'Osservatore Romano -vocero de la curia romana, y curso, como se ve, de las doctrinas de Wojtyla, mismas que publica para el clero católico del mundo-, en la página cuatro del número correspondiente a la edición del nueve de mayo de 1996 nos da la siguiente noticia cuyo texto reproducimos a continuación:"Coloquio de la World Islamic Call Society y del Consejo pontificio para el diálogo interreligioso". "Prosiguiendo la colaboración ya existente, la World Islamic Call Society y el Consejo pontificio para el diálogo interreligioso han organizado un coloquio sobre "La da'wah islámica" (invitación al Islam) y la misión cristiana en el siglo próximo. En el encuentro que ha tenido lugar en Roma del 27 al 30 de abril de 1996, han tomado parte diez representantes musulmanes y diez cristianos. Se celebró una sesión pública en el Instituto pontificio de estudios árabes y del islam, el martes 29 de abril, para brindar a un público más amplio la posibilidad de escuchar una breve relación sobre los debates y participar en el diálogo. "Los principales temas tratados por los estudiosos musulmanes y cristianos, y luego debatidos, fueron: El concepto de da'wah y de misión; la práctica de la da'wah y de la misión en el último siglo; y las perspectivas de la da'wah y de la misión en el próximo siglo. La presentación de los temas y su posterior discusión pusieron una vez más de manifiesto coincidencias y diferencias con respecto a la cuestión central para ambas religiones. La misión, como la definimos los cristianos, es la actividad de la Iglesia para dar testimonio y anunciar a todos los pueblos la buena nueva de la salvación de Dios realizada en su Hijo Jesucristo. La da'wah, tal como la definen los musulmanes, es la invitación a la humanidad a la alianza de Alá, el único y altísimo Dios, el Creador del universo, como lo predicaron todos los profetas y lo reveló Mahoma, el sello de los profetas. "El encuentro también brindó la ocasión de hacer una evaluación y una autocrítica con respecto a la manera en que cristianos y musulmanes han practicado la da'wah y la misión. Mirando hacia el futuro, los participantes han subrayado que, al vivir la propia fe, "se debe respetar siempre la dignidad humana". El resto de la nota transcrita es sólo redundancia. (Ver: Carta de JP2al Card. Francis Arinze con ocasión del V Coloquio Cristiano-Musulmán (20 de abril de 1996). Para cualquier católico no influenciado por las teorías sincretistas religiosas de los de la Secta, no haría falta comentario respecto a esa información. Pero no obstante algunas observaciones si resultan necesarias. I. Musulmanes y cristianos han tenido un "coloquio"; (según el Larousse, coloquio es una "conversación amigable"). 2. En el corazón de Roma, y con el Consejo Pontificio para el diálogo interreligioso. Ahora no se trata de convertir a infieles a Jesucristo, sino de encontrar los "puntos comunes" de creencia. 3. Primero es mencionada la da'wah y en segundo lugar la misión cristiana. Se habla de "cristianos" no de católicos; menos mal. 4. El debate versó sobre las "coincidencias" de ambas "fes". Es notable la manera como se exaltala da'wah, como "invitación a la alianza de la humanidad en Alá, el único y Altísimo Dios, Creador del Universo como lo predicaron todos los profetas". Para nosotros, como católicos, el concepto de Dios es la Santísima Trinidad, Jesucristo, como lo anunciaron los profetas. Nuestro Señor es mencionado casi como de pasada, y la misión de la Iglesia según eso, es aquí "anunciar la buena nueva", no predicar la conversión. En cuanto a la salvación que anuncian estos "cristianos", no puede ser más que la incondicional que predica Juan Paulo II para instaurar la "civilización del amor". Casi de entrada están invitando a convertirse a la religión de Mahoma. 5. Se colocan en un plan de igualdad la da'wah -mencionada en primer lugar- y la misión cristiana. En el encuentro, se dice, hicieron una "evaluación y autocrítica" de la manera en que cristianos y musulmanes han practicado "la da'wah y la misión", esto además de ser ignominioso para la Iglesia Católica, constituye un absurdo rayando en lo increíble, ya que implica la negación total de Cristo y la verdadera misión dada por Él a la Iglesia. Dicen los redactores de la nota del suceso que "Alá el único y altísimo Dios... reveló a Mahoma su Alianza", y que "Mahoma es el sello de los profetas". Esto lo afirman, sin ponerlo siquiera en duda. Todo el texto constituye una alabanza de las bondades del islamismo, no sólo equiparado en valor, sino hasta puesto en plano superior -se puede colegir del contexto- de la "misión" cristiana. Las dos religiones, la de Mahoma y la de Cristo, han estudiado en la reunión mencionada sus respectivos métodos de apostolado, sus avances anteriores, y sus proyectos futuros, en los cuales no se habla de intentar la conversión de unos por otros, sino de trabajo común, como si se tratara de dos sociedades benéficas. Todo esto en el corazón del Vaticano. Sólo un hombre corno Karol Wojtyla, Juan Paulo II, que demostradamente es anticatólico, podía ser el "jefe de una tal cristiandad" convertida en gloria de la masonería, y por vía de ella, del Judaismo. Mas no paró ahí este asunto. La mencionada reunión tuvo por objeto preparar la participación de los musulmanes y otros infieles en la "concelebración eucarística" que encabezaría Juan Paulo en Beirut, Líbano. L'Osservatore Romano del 14 de mayo de 1996, da cuenta de lo dicho por Wojtyla durante una audiencia posterior al viaje. Dijo: "Durante la celebración eucarística del domingo 11 de mayo... se dice que participaron no sólo los cristianos católicos y ortodoxos, sino también muchos musulmanes. El Líbano es patria de las diversas expresiones de la comunidad musulmana: sunnitas, chutas y drusos..." Ahora bien, esa información no nos dice en qué forma participaron. En otra nota, el órgano oficial del Vaticano indica que los jefes musulmanes ocuparon lugares de honor. Pero participar en la concelebración es otra cosa. Participar en lo sagrado (por lo menos hacer oración común lo es) con los paganos, para los sedicentes católicos, más para uno de ellos que se dice Papa, constituye el indiferentismo absoluto. Además de considerar necesario comentar este hecho, para presentar a los lectores esta evidencia más junto con los nuevos sucesos que recientemente se han venido verificando, de la manera como la Iglesia católica está siendo utilizada ahora como uno de los medios más eficaces para la realización de los designios de la Gran Sinarquía, tampoco nos hemos salido del contexto de lo que se trata en la biografía de Karol Wojtyla, escrita por Bernstein y Politi, pues ahí se exponen de manera muy amplia los planes sincretistas que Karol Wojtyla tiene como pretexto para que según él se logre paz, paz "galáctica" dirían no pocos, en nuestros días: "El Papa quiere ver reconciliadas la Cruz, la Luna Creciente y la Estrella de David"[50]. Para lograr la paz entre las naciones de estas religiones, no hacía falta que Wojtyla promoviera actos litúrgicos en común. Esto es ya otra cosa, y no sólo con los de estas religiones, como hemos dejado comentado, con la Católica como una religión más, sino con los otros actos realizados con todas las que ha podido, además de los "Pancristianos". Pero, esto no es nada nuevo, ya que en la celebración del Año Santo de 1975, setenta y cinco bonzos llevaron las ofrendas en Roma durante la celebración eucarística. Los autores de "Su Santidad" además de mencionar el efusivo encuentro en la Sinagoga de Roma entre Juan Paulo II y el Gran Rabino Toaff, nos narran también que Karol Wojtyla "fomentó la construcción en Roma, de la mezquita más grande de la Europa occidental, con cupo para dos mil creyentes, pese a la oposición de los fundamentalistas católicos"[51]. En esta referencia que hacemos de lo escrito por Bernstein y Politi los "Fundamentalistas" no son otros que los fieles verdaderamente católicos, es decir, aquellos a los que los postconciliares, en concreto pretenden estigmatizar con la denominación "tradicionalistas los que por cierto, se oponen y protestan por las arbitrariedades de Wojtyla, y no sólo los laicos, sino también muy a su pesar, incluyen unos pocos jerarcas y clérigos. Ahora aplican a los católicos que se resisten, la misma denominación que dan a los musulmanes radicales, ortodoxos y otros mahometanos, así que sepan que los católicos que se resisten ahora son "fundamentalistas". Respecto a la burda farsa de los de la Secta, con una supuesta intención pacifista para unificar todas las religiones de modo indiferentista e irenista, menospreciando gravemente la misma fe de Nuestro Señor Jesucristo, los mismos autores de "Su Santidad nos dan pruebas, por ejemplo los budistas nada tienen que ver con las tres "religiones monoteístas" y, son muy alabados -primero por el Vaticano II- y, luego por el mismo Juan Pablo II, quien lo ha hecho evidente ante el mundo con teatrales acciones. Bernstein y Politi nos dan cuenta mucho acerca de lo que es la misión universal verdadera de Wojtyla. Haremos referencia a lo que ellos mencionan acerca de la visita que éste hizo a Bangkkok en 1984. Las primeras palabras del emotivo relato que nos ofrece sobre el encuentro del jefe de la cristiandad con el Patriarca supremo de los budistas, es decir, el Dalai Lama, son las siguientes: "Había momentos en que una simple imagen resumía a la perfección la misión universal que el Papa se empeña en transmitir" En mayo de 1984 tal vez para preparar la reunión por la Oración de la Paz en Asís en 1985, en Bangkok, Karol Wojtyla, como "Papa" se reunió con el Patriarca supremo de los budistas tailandeses, en su monasterio. Sin zapatos, Juan Paulo II caminó suavemente hasta una tarima sobre la cual se encontraba, en posición de loto, Vasana Tara, de ochenta y seis años. El Papa hizo una leve reverencia y se sentó en un sillón frente a la estatua de Buda. (Preguntamos, ¿porqué no él también en posición de loto? en sus visitas a los paganos hace todo lo que ellos hacen en sus rituales)...Se sentó -prosiguen- mirando al patriarca directamente a los ojos, -como exigía la tradición durante largos minutos en silencio absoluto. De un lado los monjes budistas con sus túnicas de color de azafrán, v del otro lado los cardenales católicos con sus cuellos romanos y sus solideos rojos, en silencio, en la sala dorada,, con paredes de un azul celestial. En la conversación subsiguiente que, brevemente, se dignó dispensarle el Patriarca budista, con el auxilio de •un intérprete, el Papa sonrió beatíficamente, —y pensar que nosotros, los católicos, creíamos que sólo sonreían así los Papas, por ejemplo, ante una imagen de la Santísima Virgen— . El Patriarca, inmóvil como una estatua, pronunció unas breves palabras. "Podemos traer felicidad y paz a la humanidad —dijo Vasana Tara— con nuestras enseñanzas y observaciones para evitar el mal y hacer el bien, y purificar nuestras mentes". «Eso era, exactamente, lo que creía Karol Wojtyla»[52]. Eso, el dar a entender y enseñar en todas las formas posibles que todas las religiones son igualmente buenas para «evitar el mal y hacer el bien, y purificar las mentes, y que la paz y la felicidad se consiguen lo mismo siendo católico que budista, musulmán o adorador de serpientes, eso repetimos, es la MISIÓN UNIVERSAL de los últimos juanes y paulos que han usurpado la Sede Romana. ¡Porque no nos digan que un verdadero Papa católico tiene esto por misión!.. EN EL GRAN JUBILEO DEL AÑO DOS MIL SE PRETENDE CONSOLIDAR ESTA MISIÓN Los autores de "Su Santidad" nos hablan del gran sueño dorado de Juan Paulo II. Dicen: "El más ambicioso proyecto de Juan Paulo II es celebrar el nuevo milenio con un jubileo que acerque más a la humanidad a Dios y lanzar una nueva evangelización al mundo... [53]. Esta nueva evangelización ya está realizándose, en realidad consiste en una "des-evangelización" católica que está constituida por las herejías que vienen siendo enseñadas desde el Vaticano. Y aquí nos dan los autores la obligada mención de la semejanza entre lo católico y lo judío... «El año del jubileo es una antigua tradición israelita adoptada por la Iglesia Católica, que la celebra cada veinticinco años, en vez de los cincuenta originales, como señal de renovación espiritual» (misma pág. obra citada). También Juan Paulo II en su encíclica Tertio Milennio Adveniente cuando se refiere a los preparativos para el Jubileo, y cómo se organizarán los actos cumbre, menciona los jubileos judaicos en relación con el Jubileo que se dice será de Cristo. Pero he aquí que sus biógrafos nos dan otra muestra clara del filohebraísmo de Wojtyla al hablar de los sueños, que ellos mencionan como los postreros, dada la mala salud de este, al escribir: "El Papa todavía abriga sueños de realizar una gran peregrinación retomando los pasos de Abraham, seguirle la huella a partir de Ur, de Mesopotamia (el actual Irak) pasar por Harán (Siria), Líbano, Jordania, Israel y Palestina, y seguir hasta Egipto, la tierra de los faraones. Cuando Juan Paulo II habla de esto, su rostro se transfigura"[54]. Al respecto cabe comentar que sin duda el objeto de seguir las huellas al patriarca Abraham será aprovechar el viaje para insistir en aquello de que "tenemos por padre a Abraham, judíos y cristianos". En Tertio Milennio Adveniente, Wojtyla también invita a católicos en ocasión del Jubileo, a todos aquéllos lugares que se hallan en el camino del Pueblo de Dios de la Antigua Alianza"[55]. Esto lo ponen en negrilla los editores del ejemplar que tenemos a la vista. Pero la encíclica Tertio Millennio Adveniente, merecería un opúsculo aparte. Aquí solo hemos querido según hemos subtitulado este opúsculo, «comentarios», referirnos a lo que los autores de «Su Santidad» exponen en torno a los temas básicos, sobre todo pro-judaicos, de la vida y palabras -aunque de éstas se mencionen pocass- de Karol Wojtyla. Volviendo al asunto del tema del Jubileo, estarán invitados a subir al Monte Sinaí -cuna de la Antigua Alianza-, no sólo a los miembros del pan-cristianismo, sino también, como se dice en ese documento, a los de «todas las religiones cuyos representantes manifiesten interés por la alegría común de todos los discípulos de Cristo» Así que los infieles y paganos no están invitados a convertirse a Cristo, sino que, tal como son, paganos, están invitados a manifestar su alegría nada más, por el jubileo de Cristo, aunque no estén dispuestos a creer jamás en El. Según la «Iglesia» o secta postconciliar, y la doctrina particular de Juan Paulo II, no la necesitan para salvarse, pues toda la humanidad está salvada y justificada por la sola encarnación del Verbo. Este contrasentido de que sean invitados representantes hasta de la creencia en otras "encarnaciones" divinas a festejar a Cristo como una encarnación más, propuesta en nombre de la Iglesia Católica, es la más increíble e ignominiosa de las afrentas, que cualquiera pudiera imaginar, a Nuestro Señor Jesucristo, Su Iglesia, y los católicos. No podemos inhibirnos de ofrecer una imagen previa de lo que será el oprobioso proyecto del jubileo. Así pues nos arriesgamos a trazar algunos aspectos de la escena que imaginamos por anticipado. Además de los representantes de las ciento cincuenta religiones que asistieron a orar con Juan Paulo II en 1985, en Asís, considerando que existen en todo el mundo infinidad de presuntas religiones, mismas que también puede presumirse serán invitadas en los actos celebratorios del jubileo del Año 2000, los "cristianos católicos" podrán escoger para acompañarse, en la sinárquica peregrinación del Sinaí, entre muchísimos grupos de "hermanos menores" de la Fe de Juan Paulo II, ya que, recordemos, los "hermanos mayores" son los judíos. Como las bondades del orientalismo han sido "canonizadas" por el Vaticano II y confirmadas hasta con la común oración de Wojtyla, muchos podrán acompañarse de los miembros de la World Islamic Society. Desde luego podrán optar subir con el grupo judío, cuyos grandes rabinos esperarán en la cima, si es que estos aceptan ser mezclados con los no-judíos; mientras, podrían ir entonando salmos de victoria contra Cristo. O podrán ir acompañados por los budistas, con cuyas cabezas, Wojtyla, el "jefe de la cristiandad", comparte su misión universal para instaurar la "civilización del amor". Podrán colocar estatuas de Buda junto a la Cruz sobre la mesa-altar, como ya se hizo en la Oración de Asís. Los bonzos, tal vez tengan sitio especial, como aconteció durante los actos del Año Santo de 1975, cuando llevaron las ofrendas en la concelebración eucarística en Roma, setenta cinco de ellos. O podrán escoger la compañía de los papúes, cuyas mujeres, desnudas de la cintura para arriba, ya han hecho ante Juan Paulo II y sus colaboradores, las lecturas durante una "celebración" o seudo-misa católica, en África. Los "cristianos católicos" también pueden preferir ir, confundidos con los adoradores de Shiva, la tercera encarnación de Dios después de Brahma, llevando el círculo rojo en la frente, como se lo dejó poner Juan Paulo II, por una sacerdotisa del ritual pagano hindú. Aquí hay que hacer notar que Wojtyla parece tener especial predilección por honrar otras "encarnaciones", sedicentemente divinas, que no son las del Verbo de Dios encarnado. Pues también los drusos, invitados por Juan Paulo II a participar en una concelebración en Beirut, rinden pleitesía a su propia encarnación divina. Esta sería la de Hakem, quien fuera sexto califa de Egipto por el año 1000, y a quien sucedió Hamzé, que actualmente concentra todos los títulos de los "iluminados", incluyendo hebreos y cristianos, pues Hamzé es "la Razón Universal", "El Centro", el "Mesías de las Naciones", "Jesús, el Unido", o sea el "Unido con el Dios hombre" y quién sabe cuántos títulos más[56]. Son los adeptos de Hamzé además de los mahometanos los invitados de honor, por Juan Paulo II. Nos hemos extendido en hacer notar esto, para que los lectores tengan los testimonios más recientes de las formas de realización de la misión universal de Karol Wojtyla, misión que secundan sus seguidores, incluso, inocentemente, los que se creen católicos y son herejes sin saberlo, por ignorancia superable. Ciertamente Wojtyla y los de su Secta están realizando un trabajo enorme para llegar a conocer bien a sus hermanos de todas las religiones, pues al parecer se equivocan al definirlos. Los "cristianos católicos" que están siendo preparados para la subida al Sinaí, con motivo de la anunciada celebración del Jubileo, deberían hacerse de unos buenos y autorizados libros de Historia de las Religiones, para que al menos sepan lo más que sea posible acerca de sus nuevos "hermanos en la fe"; en este caso nos referimos a los "hermanos menores". Se nos pasaba mencionar que dentro de los grupos aceptados ya por Juan Paulo II, los fieles seguidores de este señor pueden acompañarse también de los adoradores de serpientes, -yendo con una arrollada al cuello para distinguirse- ya que reconoció sus divinidades Wojtyla bebiendo la bebida sagrada de estos paganos en su estancia en Togo[57]. Pero no es posible mencionar aquí todo aquello entre lo cual pueden escoger. Para terminar mencionaremos a los de casa, si prefieren escoger entre ellos. Pueden acompañarse de los «carismáticos pentecostales», e ir con ellos contorsionándose y aullando todo el camino, balbuciendo quién sabe qué. -¿o tal vez ahora sí en hebreo?-, hasta llegar a desplomarse en la cima del monte en mística convulsión... También pueden ir con los grupos de muchachos guitarristas y las monjas que cantan en la televisión, en fin, amenizadores todos de las «concelebraciones», más ahora que será tan significativa. Cabe preguntarse, por último: Este Jubileo, ¿será el "Acontecimiento", de que habla Malachi Martin en su libro "El Cónclave Final", preparado desde hace doscientos años? A nuestro ver, todavía no. Más bien este sería un Concilio Vaticano III, pues el II no llenó las condiciones anunciadas por el Abate Roca. Según se deduce de los planes judeo-masónicos, clarísimamente expuestos por los mismos judíos y Sectarios, falta esa reunión triunfal a la que asistirán unidos con la "jerarquía católica", en el corazón de Roma, los representantes de las Religiones para declarar entonces el establecimiento de la Gran Sinarquía; la declaración final del "Derecho del Hombre" de no creer en Cristo; la glorificación, pues, de todas las religiones, eso sí, sometidas a Jehová, máximo dios reconocido. Pero un evento de tal naturaleza, que tal vez llamen -y así será por congruencia, si es concebido como "concilio"-, Vaticano III, pero que en estricto sentido eclesiológico no será ni "concilio", ni "Vaticano", ni "tercero". Como el anterior, denominado Vaticano II, tampoco fue ni "Vaticano", ni "segundo", por carecer de las notas propias de un Concilio Católico. Fue obra de usurpadores. Más no deseamos alargar esta cuestión, que sería interminable. Nos basta decir, con Nuestro Señor Jesucristo: "Por sus frutos los conoceréis", y recordar la advertencia sobre los "falsos pastores, lobos con piel de oveja, hipócritas", y que, a más de alguno, "más le valiera no haber nacido" hablando de Judas: «¡Ay de aquél por quien el Hijo del Hombre será entregado»! ¡Ay de aquellos, podemos decir ahora, por quienes el Hijo de Dios está siendo entregado a la befa de la ignominia!.. Pero es preciso continuar lo significativo que aparece en la biografía «Su Santidad» aunque no sea posible hacer un trabajo exhaustivo dado el espacio con que contamos. |
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