COMENTARIO A LA OBRA "SU SANTIDAD"

(Juan Pablo II y la Historia Oculta de Nuestro Tiempo)

de Carl Bernstein y Marco Politi - 10

   .
APÉNDICE[*]

SIMPOSIO EN EL VATICANO SOBRE EL

ACERCAMIENTO CON EL JUDAÍSMO RELIGIOSO

 

Tema de apertura: «raíces del antijudaísmo en el ambiente cristiano»  

 

   Según la temática que presentan, tanto los trabajos de apertura del Simposio, como el primer documento emanado del mismo, serán dos los principales objetivos de dicho evento:

1. Exaltar la Shoa u «holocausto» de los judíos muertos a manos del nazismo, como el máximo genocidio de la historia.

2. Presentar a la Iglesia como culpable de todas las persecuciones, condenas y muertes de los judíos a través de la historia, haciéndola pedir perdón tras un «examen de conciencia».

3. Insistir en que las causas del antijudaísmo en la Iglesia -que según eso serían las mismas por las que otros grupos, por influencia de ella, habrían condenado el Judaismo-, se deben a «una interpretación errónea de la Sagrada Escritura en lo referente a la culpabilidad judía en la muerte de Cristo», haciendo astuta mente a un lado los motivos religiosos y políticos por los cuales los judíos han sido rechazados a través de la historia.

UN BREVE COMENTARIO SE IMPONE:

   El jueves 30 de octubre de 1997, dio inicio en la ciudad del Vaticano un Simposio (o Seminario) que se anuncia tendrá una duración de un año. El evento fue inaugurado por Juan Paulo II, y de la temática y otros detalles da cuenta el semanario del Vaticano y vocero del «papa», L'Osservatore Romano[112].

   El mencionado Simposio estará presidido por el cardenal Roger Etchegaray, quien es, además, significativamente, el Presidente del Comité Central para el Jubileo del año 2000. Tendrá, según se anuncia, un carácter «intelectual», con la participación de ortodoxos y protestantes. No se menciona a los judíos, pero seguramente tomarán parte.

   Juan Paulo II dirigió a los participantes reunidos para la inauguración un significativo discurso. No sólo la presencia de éste, sino otros datos que proporciona L'Osservatore, hacen resaltar la «oficialidad» -y por lo mismo la obligatoriedad de acatar, por el mundo que se cree católico sin serlo, las conclusiones del mismo-. Se menciona que la temática a desarrollar ha sido elaborada por la Comisión Teológico Histórica del Comité Central del Gran Jubileo del Año dos mil, bajo la guía del padre Georges Marie Cottier, O.P., teólogo de la Casa Pontificia, Secretario General de la Comisión Teológica Internacional, y miembro del citado Comité. O sea, que no hay más allá respecto a la «autoridad» con la que los miembros de estas supremas Comisiones y Comités, tan cercanos al corazón del «papa», han hablado y hablarán.

«CONTINUACIÓN DE LA REALIZACIÓN

DEL PLAN IGLESIA BAJO EL JUDAÍSMO»

   Juan Paulo se refirió en su discurso a las cuestiones centrales que deberá tratar el Encuentro:

   El objeto de vuestro Simposio es la interpretación teológica correcta de las relaciones de la Iglesia de Cristo con el pueblo judío.

   Y especificó lo que constituirá su punto central:

   «Vuestros trabajos completan la reflexión realizada sobre todo por la «Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo».

   Esta Comisión, -recuerda Juan Paulo-, opera en un orden a la aplicación de lo que fue decretado, entre otras cosas, en las «Orientaciones del primero de diciembre de 1974, y en las «Notas para una correcta presentación del Judaísmo y los judíos en la predicación y Catequesis de la Iglesia Católica, del 24 de junio de 1985». «Todo esto, -expresó-, sobre las bases que puso la Declaración Conciliar Nostra Aetate del Vaticano II».

   Recordemos que este documento, que obedeció a los esfuerzos de los judíos, -los de los últimos tiempos ya ni siquiera infiltrados anónimos- por reformar a su favor la doctrina de la Iglesia Católica, fue el punto de partida para los estudios, declaraciones «pontificias» y encuentros posteriores al concilio deseados y preparados por los judíos mucho antes del Vaticano II.

   La traición a la Iglesia de Jesucristo ha sido evidente a través de la terminología que han empleado Paulo VI, Juan Paulo II y sus «comisiones» después del Vaticano II. Sobre la incongruencia de las «Relaciones de la Iglesia Católica con el Judaísmo Religioso» hemos tratado ya en el curso del libro. Afirmamos una vez más, que el Judaísmo Religioso con el que actualmente tienen relaciones los usurpadores de la Sede de San Pedro, constituye una explícita negación de la Encarnación del Hijo de Dios.

«EXAMEN DE CONCIECIA» QUE TIENE QUE HACER LA IGLESIA POR
SU ACTITUD PARA CON LOS JUDÍOS A TRAVÉS DE LOS SIGLOS»

   El Jubileo del Año dos mil será una especie de «cumbre» judaica, según se deduce de los discursos y documentos que además de los temas del «Simposio» se han venido presentando últimamente. En este contexto se insiste sobre el «examen de conciencia» que ya se está haciendo hacer a la Iglesia -a través de la voz de los de la Secta sobre el antijudaísmo profesado por ella a través de los siglos. Dice Juan Paulo II:

«Vuestro coloquio se inserta en la preparación para el Gran Jubileo, con motivo del cual he invitado a los hrjos de la Iglesia a hacer el balance del milenio que está apunto de concluir, y especialmente en nuestro siglo, con el espíritu de un necesario examen de conciencia, en el umbral de lo que debe ser un tiempo de conversión y reconciliación» (Cír. Tertio Millennio Adveniente, 27, 35).

   Y menciona en su alocución la llamada Shoa, o sea el «Holocausto»; esto es, el acontecimiento de la muerte de muchos judíos a manos del nazismo. Muchos, decimos, porque no fueron los millones que nos presentan los judíos, como si se tratara del máximo y más importante genocidio de la historia. Además, como hemos visto, lo atribuyen al «antijudaísmo que en el ambiente cristiano promovió la Iglesia Católica».

   Aquí cabe un paréntesis para recordar varias cuestiones: En primer lugar, no fue a causa de su religión por lo que los nazis persiguieron a algunos judíos, sino por motivos políticos ya comprobados.

   Y aquí no podemos menos de hacer notar que Teilhard de Chardin, el gran maestro homenajeado de la «nueva iglesia», propone como un acto de caridad en orden a la preparación del terreno para el «Ultra Humano» que él afirma que llegará, la eliminación de los inútiles e incurables. La caridad, según eso debe ejercerse así para facilitar en la evolución el predominio de los mejores[113]. Teilhard de Chardin fue el inspirador de Maritain, y se puede afirmar que sin necesidad de dicho intermediario, lo es directamente de Juan Paulo y su Secta. No queremos pensar en lo que puede suceder el día en que el Judaísmo ponga en práctica estas normas del sectario de Chardin.

   Volviendo al tema, en el curso de esta obra hemos mencionado los millones de muertos que ha causado el Judaísmo tanto directamente como a través de sus instrumentos como las herejías y la Masonería. Los primeros cristianos en la misma Jerusalén fueron los primeros mártires de los judíos, -y eso sí que fue por motivos religiosos-. El mismo apóstol San Pablo antes de su conversión fue perseguidor de los cristianos, y tras de convertido, víctima de la persecución, prisiones y maltratos de los judíos. De todo ello dan cuenta los Hechos de los Apóstoles[114].

   Los tres siglos de persecución y muerte de los cristianos bajo el Imperio Romano tuvieron -como vimos en el curso de esta obra- como motivo la animadversión de los judíos, que instigaban las persecuciones. Juan Paulo II se ha quedado impávido al anunciarse recientemente la demolición del Coliseo Romano, memoria del testimonio de sangre de millares de mártires cristianos, y edificio considerado patrimonio de la humanidad. ¿Será obra a trasmano, de los judíos, dicha demolición? Porque es muy significativa, mientras no se habla de tocar las ruinas históricas, milenarias, de otros países.

   En cuanto a los más de cuarenta años de matanzas en la guerra de ocupación, confiscaciones y destierros de los Palestinos y gente de otros pueblos masacrados por los judíos, para hacer efectivo el gracioso regalo de la judaica ONU a ellos, para establecer el espúreo Estado de Israel, -hechos que prosiguen-, los de la Secta postconciliar no los toman en cuenta. Cuando algo citan siguiendo a Juan Paulo II, -por compromiso y por no dejar-, se limitan a lamentar «el problema del Medio Oriente» «Cuyos aspectos todos conocemos»[115]. Esto, sin tomar partido. Así cada quien reconoce sus propios motivos para estar en guerra: Los palestinos los suyos y los judíos los propios; Wojtyla no declara estar a favor de nadie, pero bien sabemos a favor de quiénes están los del usurpado Vaticano, con sus relaciones oficiales con el Estado de Israel.

INSISTENCIA DE JUAN PABLO II EN

LA CULPABILIDAD DE LA IGLESIA

   En su discurso en la inauguración del Simposio Juan Paulo II insiste en la culpabilidad de la Iglesia, en la hostilidad, a través de los siglos, manifestada hacia los judíos por todos los pueblos europeos. Esta hostilidad la presenta como fundamentada en una fraudulenta interpretación por parte de la Iglesia, del Nuevo Testamento.

   Así dice:

   «Los motivos de la hostilidad hacia el pueblo judío, se han debido a algunas interpretaciones erróneas e injustas del Nuevo Testamento, referentes a la supuesta culpabilidad del pueblo judío».(Se entiende que en la muerte de Cristo).

   Y añade, como curándose en salud, ya que él sabe que los católicos verdaderos tienen por infalible el Magisterio de la Iglesia Católica:

«Esta interpretación no la ha hecho la Iglesia en cuanto tal, sino el mundo cristiano».

   Ahora bien, no es preciso hacer notar que esta frase entraña un sofisma: el sofisma es parte importante la dialéctica postconciliar, para confundir a los ignorantes. Cabe preguntarse: ¿Qué cosa es la Iglesia para Juan Pablo II? ¿Acaso no es el Magisterio de la Iglesia Católica el que interpreta para el mundo «cristiano» católico- el acervo total de la revelación divina contenido en las Sagradas Escrituras? Además, tratándose de los hechos concernientes a la muerte de Nuestro Señor Jesucristo, no son cuestiones para «interpretar» sino relatos evidentes, que la Santa Iglesia ha tenido desde un principio por ciertos, como consignados por los evangelistas que fueron testigos. En todo caso, tratándose de la aversión de los judíos a Cristo durante su vida, y lo que le hicieron en su Pasión y Muerte, sería preciso hacer desaparecer los Evangelios enteros. Es lo que los judíos desean, ciertamente. Por principio han estado (desde mucho tiempo antes del Vaticano II manteniendo gente suya en las Comisiones Bíblicas del Vaticano) reformando con fraudulentas «traducciones» nuevas la Sagrada Escritura. El inefable Agustín Bea logró mucho ciertamente en los últimos tiempos.

   La reforma de la Sagrada Liturgia de la Iglesia Católica ha ido teniendo lugar según las sugerencias de Jules Issac, vocero oficial del Judaísmo Mundial ante el Vaticano II. Por citar algo de lo más notable, en el nuevo ritual de la «celebración eucarística» se ha omitido -con varias intenciones- el primer Evangelio de San Juan, Himno al Verbo de Dios hecho hombre, «que vino a los Suyos y los Suyos no le recibieron». También el Himno llamado «Imprecaciones» del Viernes Santo, que dice: «Pueblo mío, ¿qué te he hecho? (Popule mei, ¿quid fecit tibí?) pregunta con la que Cristo Nuestro Señor, reclama a los judíos su infidelidad, que le pagaron todos los beneficios dándole muerte. Recordemos que la reforma de la Biblia, la Liturgia y la Catequesis, han obedecido a órdenes expresas manifestadas a través de «autoritarios» documentos de Paulo VI y Juan Paulo II.

EL SIMPOSIO CONTINUARÁ POR

TODO UN AÑO DANDO MALOS FRUTOS

   Podemos esperar la serie de documentos que saldrán de dichos encuentros, los cuales, por su contenido, harán seguramente «más alegre la fiesta que será también para los judíos el Jubileo del Año dos mil». Pero aunque por permisión divina «es la hora del poder de las tinieblas» en la Pasión de la Iglesia, «las puertas del infierno no prevalecerán contra Ella». Entretanto los católicos debemos orar y velar, y hacer penitencia, tratando de dar a conocer la verdad sobre los hechos terribles al mayor número de católicos engañados.

APARECE EL PRIMER DOCUMENTO

REDACTADO POR EL SIMPOSIO

   L'Osservatore Romano[116] reproduce el documento de la Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo, titulado «Nosotros recordamos: Una reflexión sobre la Shoa». El título es significativo, ya que con motivo del cincuentenario de la fundación del Estado de Israel, y evidentemente como preparación para el Jubileo del Año dos mil, el Judaísmo Mundial ha emprendido una campaña «para recordar», a quienes vivían al tiempo del «Holocausto», o dar a conocer a las jóvenes generaciones que lo ignoren, lo que tienen como la máxima ofensa hecha a la humanidad, -ya que se trató de ellos, los judíos-, y en particular, para doblegar según ellos a la Iglesia, haciéndola aparecer como culpable de todas las persecuciones de la historia «por malinterpretar la Sagrada Escritura respecto del judaísmo».

   Al mismo tiempo estamos viendo aparecer el lema judío que dice: «No debemos olvidar», inserto bajo el título de filmes referentes a la persecución de los judíos por parte del nazismo. Asimismo en los diarios de todo el mundo una abundante exaltación de la misma Shoa, y una machacona insistencia en la resurrección del tema del nazismo. Esto al tiempo que Netanyahu, primer ministro de Israel, prepara el asalto final al resto de la Ciudad de Jerusalén. Por cierto, en otro documento de reciente aparición, directamente aprobado por Juan Paulo II, titulado «La Peregrinación en el Gran Jubileo del Año dos mil» [117]. Wojtyla además de hacer aparecer a Cristo como un peregrino más, dentro de la peregrinación de la Humanidad, declara Ciudades Santas la ciudad de Benarés, de los hindúes, la Meca de los Musulmanes, y, ¡esto no lo imaginábamos!.. Ciudad Santa y meta de peregrinación la ciudad de Auswicht... Así que los católicos (o lo que sean, pues estos ya no lo son) tendrán que ir a postrarse ante las santas ciudades de la Shoa. ¡Roma y Jerusalén ya no son las únicas ciudades santas para los católicos!

   Reproducción de párrafos donde la Iglesia y los católicos son acusados de haber sido causantes de todos los pesares, a través de los siglos, a los judíos, en el documento arriba mencionado, donde se invita a los católicos a recordar con un solo corazón la Shoa de la que son culpables. Subrayamos lo importante.

   «Se está concluyendo rápidamente el siglo XX y ya despunta la aurora de un nuevo milenio cristiano. El bimilenario del nacimiento de Jesucristo impulsa a todos los cristianos, e invita a todo hombre y a toda mujer, a tratar de descubrir en el devenir de la historia los signos de la divina Providencia que actúa en ella, así como los modos en los que la imagen del Creador ha sido ofendida y desfigurada.

   Esta reflexión, -continúan- atañe a uno de los sectores principales en que los católicos pueden tomar seriamente la exhortación que dirigió Juan Paulo II en la carta Apostólica Tertio Millennio Adveniente: Es justo que mientras el segundo milenio llega a su fin, la Iglesia asuma con una conciencia más viva el pecado de sus hijos, recordando todas las circunstancias en las que, a lo largo de la historia, se han alejado del espíritu de Cristo y su evangelio, ofreciendo al mundo, en vez del testimonio de una vida inspirada en los valores de la fe, el espectáculo de modos de pensar que eran verdaderas formas de antitestimonio y de escándalo»...

   Prosiguen: «Este siglo ha sido testigo de una tragedia inefable que nunca se podrá olvidar; el intento del régimen nazi de exterminar al pueblo judío, con el consiguiente asesinato de millones de judíos... Esta fue la Shoa, uno de los principales dramas de la historia de este siglo, que nos afecta todavía hoy...

   «Frente a ese terrible genocidio, nadie puede quedar indiferente... mucho menos la Iglesia, por sus vínculos tan estrechos de parentesco espiritual con el pueblo judío, y por el recuerdo de las injusticias del pasado»... «Sin embargo, no se trata de volver sólo al pasado. El futuro común de judíos y cristianos exige que recordemos, porque «no hay memoria sin futuro». La historia misma es memoria futura... «Al dirigir esta reflexión a nuestros hermanos y hermanas de la Iglesia Católica esparcidos por el mundo, pedimos a todos los cristianos que se unan a nosotros para reflexionar en la catástrofe que se abatió sobre el pueblo judío, y en el imperativo moral de asegurar que nunca más el egoísmo y el odio puedan crecer hasta el punto de sembrar tal sufrimiento y muerte. Especialmente pedimos a nuestros amigos judíos, cuyo «terrible destino se ha convertido en símbolo de las aberraciones adonde puede llegar el hombre cuando se vuelve contra Dios» (citan documentación de la Santa Sede para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo) que dispongan su corazón para escucharnos...»

CONTINÚAN: «LO QUE DEBEMOS RECORDAR» II

   «El pueblo judío al dar su singular testimonio del Santo de Israel y de la Torah, ha tenido que sufrir mucho en diversos tiempos y en numerosos lugares, pero la Shoa fue el peor sufrimiento de todos. La crueldad con que los judíos han sido perseguidos y asesinados en este siglo supera la capacidad de expresión de las palabras. Y todo ello se les hizo, por el mero hecho de que eran judíos...

   ... «Este acontecimiento no puede valorarse plenamente sólo con los criterios ordinarios de la investigación histórica, pues exige «una memoria moral y religiosa y especialmente entre los cristianos, una reflexión sobres las causas que lo provocaron»...

   ...El hecho de que la Shoa se haya producido en Europa, es decir, en países de una civilización cristiana de largo tiempo, plantea la cuestión de la relación entre la persecución nazi, y las actitudes de los cristianos, a lo largo de los siglos, con respecto a los judíos.

   «La historia de las relaciones entre judíos y cristianos ha sido más bien una historia tormentosa. Lo ha reconocido el Santo Padre Juan Paulo II, en sus repetidos llamamientos a examinar nuestra actitud en lo que atañe a nuestras actitudes con el pueblo judío. En efecto, el balance de estas relaciones durante dos milenios ha sido más bien, negativo. «En el mundo cristiano (y aquí se refieren a Juan Paulo II) no digo de parte de la Iglesia en cuanto tal, algunas interpretaciones erróneas e injustas del Nuevo Testamento con respecto al pueblo judío y su supuesta culpabilidad, han circulado demasiado tiempo, dando lugar a sentimientos de hostilidad en relación con ese pueblo». Estas interpretaciones (afirman) fueron rechazadas de forma total y definitiva por el concilio Vaticano II.

... «Conviene preguntarse si la persecución del nazismo con respecto a los judíos no fue facilitada por los prejuicios antijudíos presentes en la mente y en el corazón de algunos cristianos. El sentimiento antijudío, ¿hizo a los cristianos menos sensibles, o incluso indiferentes, ante las persecuciones desencadenadas contra los judíos por el nacional socialismo cuando alcanzó el poder? Y enseguida los autores del documento hacen un galimatías acerca de las razones por las cuales los cristianos hicieron, o dejaron de hacer, algo a favor de los judíos. La conclusión que podemos sacar es la de que, en medio de la confusión de la guerra, todos los católicos debieron estar entregados únicamente a salvar judíos. Mencionan así los autores que «muchos tuvieron miedo por sí mismos, -los católicos- y por sus seres queridos». Algo, creemos, muy normal en aquellas circunstancias en las cuales salvar la propia vida y la de los propios era un imperativo primordial. No obstante, los del «recuerdo de la Shoa inmortal», reconocen que «muchos cristianos dieron toda la asistencia posible a los perseguidos, y en particular a los judíos».

   Pero afirmando en un párrafo y contradiciéndose en el siguiente, los de la Shoa vuelven a insistir respecto de que en la actividad a favor de los judíos, los católicos no actuaron (¿por fin, sí o no?) con la valentía que debían. De esta falta de valor deben arrepentirse, y desde luego, pedir perdón. Así dicen:

   «No podemos saber cuántos cristianos en países ocupados o gobernados por potencias nazis o por sus aliados, constataron con horror la desaparición de sus vecinos judíos, pero no tuvieron la fuerza suficiente para elevar su voz en protesta. Para los cristianos (entiéndase católicos), este grave peso de conciencia de sus hermanos y hermanas durante la segunda guerra mundial debe ser una llamada al arrepentimiento». Aquí cabe preguntarse: ¿y por qué no también los judíos tenían que dedicarse a salvar cristianos?... Esto, y lo que es de suponer, que si los cristianos hubieran elevado «su voz de protesta» dicha protesta sólo hubiera servido -tal como se portaban los nazis-, para ir a engrosar las filas de los condenados. ¿Y además, por qué razón nuestras conciencias de católicos que vivimos en los tiempos actuales, tienen que cargar con el peso de lo que no hayan hecho nuestros hermanos en tiempos de la última guerra, respecto a salvar a judíos?.. En ese caso, nosotros aducimos, y con verdadera razón, que los judíos de hoy que no protestan por la injusticia de la muerte de Cristo, cargan en sus conciencias ese pecado. Máxime cuando sus padres, -y ellos tienen veneración por sus antepasados- clamaron ante el Hijo de Dios pidiendo Su muerte a Pilatos que buscaba exculparle: «¡Crucifícale!.. ¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos»!118]. Pues hijos de aquéllos son estos judíos, y si no protestan ni se arrepienten, cargadísimas están sus conciencias delante de Dios y de los hombres.

   Pero, y aquí se advierte la melosa voz de Juan Paulo II, -en el estilo del documento se advierte que el escrito es obra suya-, los de la Shoa lloran por la culpa de los católicos que no colocaron sus corazones de alfombra para los judíos en las calamidades de una guerra espantosa que abarcó a todos. Dicen:

   «Deploramos profundamente los errores y las culpas de esos hijos e hijas de la Iglesia. Hacemos nuestro lo que dijo el concilio Vaticano II en la Declaración Nostra Aetate, que afirma inequívocamente: «La Iglesia, recordando el patrimonio común con los judíos, e impulsada, no por razones políticas, sino por la religiosa raridad evangélica, deplora los odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de que han sido objeto los judíos de cualquier tiempo, y por parte cualquier persona». Y para que los católicos se aprendan bien este nuevo catecismo, que les tendrán que enseñar a todos los siervos de L'Osservatore, repiten una vez más: «Recordamos y hacemos nuestro lo que afirmó el Papa Juan Paulo II, al dirigirse a los fieles de la comunidad judía de  Estrasburgo en 1998: «Repito de nuevo, junto con vosotros, la más firme condena de todo antisemitismo y de todo racismo, opuestos a los principios del cristianismo». (Buena sustitución del Catecismo de Ripalda).

   Pero, ¿acaso no es suficiente ya con tantas repeticiones de la culpa católica, de la Iglesia, y de la necesidad de arrepentimiento? Pues aunque resulte ya chocante al oído y ofensivo al arte literario, todavía no terminan. Continúan:

   «Al final de este milenio, la Iglesia católica -así, con minúscula porque ya no es título para ellos- desea expresar su profundo pesar por las faltas de sus hijos e hijas en las diversas épocas. Se trata de un acto de arrepentimiento, teshuva pues como miembros de la Iglesia, compartimos tanto los pecados como los méritos de sus hijos. La Iglesia se acerca con profundo respeto y gran compasión a la experiencia del exterminio, la Shoa, que sufrió el pueblo judío durante la segunda guerra mundial. No se trata de meras palabras, sino de un compromiso vinculante. Nos arriesgaríamos a hacer morir nuevamente a las víctimas de muertes atroces, si no sintiéramos pasión por la justicia, y no nos comprometiéramos, cada uno según sus posibilidades, a lograr que el mal no prevalezca sobre el bien, como sucedió a millones de hijos de Israel. La humanidad no puede permitir que todo eso suceda nuevamente».

   Así que católicos, teshuva, a arrepentirse y pedir perdón a los judíos. A quemar dos mil años de libros de historia de conspiraciones judías contra la Iglesia y los reinos y estados católicos. A echar al fuego -como ya se está haciendo por parte del clero sectario- las obras de los Padres y Doctores, los documentos de los concilios y de los Papas que a través de veinte siglos defendieron a la Iglesia de la amenaza y de la acción judaica. Y ¿qué los judíos no se «arriesgan a hacer morir nuevamente a Cristo, víctima de muerte atroz», al no sentir esa «pasión por la justicia» respecto de Él?..

   Sólo los judíos de ayer y de hoy merecen justicia y piedad?..

   ¡Ah!.. pero hay que mencionar una vez más hacia dónde van los autores -o autor- del documento comentado. Lo del «patrimonio común» con los judíos es un escarnio a Cristo. Patrimonio es herencia, y nosotros sólo reconocemos como herencia divina a Cristo Nuestro Señor. En cuanto a religión, el Judaísmo no tiene ya razón de ser, porque su existencia estaba orientada a la venida del Mesías que «no recibieron». He aquí el párrafo antepenúltimo del escrito, -donde una vez más se insiste en los pecados de la Iglesia- y en el cual se contiene la finalidad de la teshuvo, esto, además de humillar a la Institución divina de Cristo.

   «Pedimos a Dios que nuestro dolor por la tragedia que el pueblo judío ha sufrido en nuestro siglo, lleve a nuevas relaciones con el pueblo judío. Deseamos transformar la conciencia de los pecados del pasado, en un firme compromiso de construir un nuevo futuro, en el que no existan ya sentimientos antijudíos entre los cristianos, o sentimientos anticristianos entre los judíos, sino más bien un respeto recíproco, como conviene a quienes adoran al único Creador y Señor, y tienen un padre común en la fe, Abraham».

   Nuestro Señor Jesucristo ha sido negado una vez más. Los judíos autores del documento mienten una vez más al afirmar que «tenemos un padre común en la fe, que es Abraham», porque como hemos demostrado en el curso de este opúsculo, el mismo Cristo reprochó a los ludios el afirmar que Abraham era su padre, y en esa ocasión fue cuando les dijo palabras terribles: «No tenéis por padre a Abraham, porque Abraham vio mi día y se regosijó; vosotros sois hijos del demonio»[119] .

   Y baste de comentario a este «documento» con sus mil repeticiones sobre la culpa de la Iglesia y la teshuva ¡preparativo para el dos mil Aniversario de la Encarnación del Verbo!..

Contenido del Sitio


NOTAS
  • [*] Tanto este "Apéndice" como el resto de la obra, fueron escritos antes del famoso pedido de perdón. Para ver el texto original de "Memoria y Reconciliación", Las culpas de la Iglesia Católica, ir al Sitio del Vaticano:  http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_con_cfaith_doc_20000307_memory-reconc-itc_sp.html

  • [112] L'Osservatore Romano. Siete de noviembre de 19977. Simposio sobre «las raices del antijudaísmo en el ambiente cristiano».

  • [113] La Energía Humana. Pierre Teihlard de Chardin. Ediciones Taurus, Claudio Coello 69-B, Madrid 1 , pág. 47.

  • [114] Hechos de los Apóstoles. Capítulos 22, 1 a 30; 23 a 35; 24, 1 a 27.

  • [115] L'Osservatore Romano. Veinte de marzo de 1998, «una reflexión sobre la Shoa».

  • [116] Ibid.

  • [117] L'Osservatore Romano. Ocho de mayo de 1998. (La peregrinación del Gran Jubileo del año 2000)

  • [118] San Mateo, 27, 24.

  • [119] San Juan. 8, 44, 56.