EL NOVUS ORDO Y 
LA MISA DE LUTERO Y CRANMER

AUTOR ANÓNIMO

   Nos dirigimos a todos los fieles Católicos, que asisten a la "nueva misa". ¿Es ésta una Misa católica o una diabólica perversión? Muchos se escandalizarán y dirán que no puede ser una diabólica perversión de la Misa, pues la celebran en las iglesias a las que siempre asistieron, sacerdotes de la diócesis y que han estado en las parroquias muchos años.

   Pero recordemos que en tiempos pasados, la Misa fue pervertida y finalmente destruida  por miembros de la jerarquía y del clero, quienes usaron edificios Católicos para hacerlo. 

   A principios del siglo XVI, los países europeos eran Católicos. No había mas clero, que el Católico. Y, sin embargo, antes de finalizar ese siglo, en algunos países Europeos el Santo Sacrificio de la Misa había sido destruido, principalmente en Alemania y en Inglaterra. Y los católicos asistían a los nuevos servicios religiosos en la misma iglesia a la que siempre habían asistido, y los servicios eran conducidos por los mismos obispos y sacerdotes que habían conocido siempre.

   Demostraremos el paralelismo existente entre los eventos del siglo XVI y el período post-conciliar.

   En Alemania, Martín Lutero, sacerdote católico, fue el primero en instigar la destrucción de la Misa. Veamos algunas de sus afirmaciones, tal y como se encuentran en sus escritos:

   ..."Cuando hayamos aniquilado la Misa, habremos aniquilado el Papado en su totalidad. Porque es sobre la Misa, como sobre una Roca que el Papado se apoya con sus monasterios, sus obispados, sus colegios, sus altares, sus ministros y sus doctrinas. Todos estos caerán cuando su sacrílega y abominable Misa haya sido reducida a polvo".

   ..."Sin embargo, para conseguir este fin con éxito y sin peligro, será necesario preservar algunas de las ceremonias de la misa antigua para los de mente débil, quienes se escandalizarían con un cambio muy rápido".

   Atendiendo al ruego ardiente de sus primeros discípulos, Lutero escribió su famosa "Formula Missae". Con relación a ésta nos dice: "Debemos declarar en primer lugar que nuestra intención jamás ha sido abolir la adoración a Dios, sino únicamente purgar la forma que se usa de todas las adiciones que la han mancillado. Me refiero a ese abominable Cánon que es una confluencia de lagunas repugnantes; han hecho de la Misa un Sacrificio, le han agregado ofertorios. La Misa no es un sacrificio, no es el acto de un sacerdote supremo ofreciendo un sacrificio. Considerémosla como un sacramento, o un testamento. Llamémosla una bendición, o eucaristía, o la Mesa del Señor, o el memorial del Señor. O démosle cualquier título que nos guste, con la condición de que no se mancille con el término de sacrificio o representación. Al descartar el Cánon, descartemos todo lo que implica Oblación, y nos quedamos con lo que es puro y Santo". (Recordemos que estas son las palabras de un sacerdote Católico legítimamente ordenado).

   Tengamos en la mente lo dicho por  Lutero, y leamos ahora la declaración que apareció en L'Osservatore Romano (periódico del Vaticano) en octubre 13 de 1967: "La reforma litúrgica ha dado un notable paso al frente en la senda del ecumenismo. Se ha acercado más a las reformas litúrgicas de la Iglesia Luterana". ¿No es esto escalofriante? La intención confesada de Lutero era la destrucción de la Misa y encontramos que el periódico del Vaticano se jacta de que hemos llegado muy cerca de la forma Luterana de dar culto a Dios.

   Efectivamente Lutero consiguió destruir la Misa. Pero no pensemos que Lutero y sus discípulos simplemente anunciaron se estaban deshaciendo de la Misa. Si así hubiera sido, los católicos se hubieran opuesto. Al contrario, lenta y gradualmente cambiaron la Misa, explicando a la gente que sólo querían simplificar la liturgia para que les fuera más fácil comprenderla. El primer paso fue una nueva traducción de la Biblia, seguida por la traducción de la Misa del latín al alemán. Mas como Lutero no creía que la Misa es un sacrificio, ni creía en la Transubstanciación, es decir, que el pan y el vino se transforman en el Cuerpo y Sangre de Cristo, escribió su Formula Missae. En la nueva misa en vernáculo muchas partes de la Misa Tradicional fueron preservadas, pero se eliminó el Ofertorio y la Consagración. También se insertaron más lecturas de la Biblia. Luego, los altares fueron abolidos porque representan el carácter de sacrificio de la Misa y en su lugar se pusieron mesas, de manera que los sacerdotes estuvieran frente al pueblo. También se quitaron todos los crucifijos pues éstos recuerdan el Sacrificio del Calvario.

   Una vez que Lutero hubo abierto las puertas e introducido los cambios, otros sacerdotes aparecieron en la escena con cambios más drásticos aún. Se deshicieron de sus vestimentas; permitieron a la gente que recibiera la Sagrada Comunión en la mano; descartaron el canto gregoriano y el uso del órgano. En su lugar promovieron el uso de música folklórica con platillos, trompetas e instrumentos de cuerdas. Estos sacerdotes y monjes católicos, infectados con un entusiasmo fiero por los cambios, destruyeron altares, quemaron imágenes, hicieron añicos las estatuas y descartaron sus hábitos.

   La Misa era gradualmente transformada de la renovación del Sacrificio del Calvario a una reunión comunal del pueblo de Dios. Y esta profanación fue realizada por sacerdotes, usando templos católicos, monasterios y conventos católicos. La mayoría de la gente era católica en sus tradiciones e ideas, pero a medida que continuaron asistiendo a los servicios pervertidos en sus iglesias "católicas" perdieron la fe y cayeron en la apostasía. Y, por supuesto, sus hijos, expuestos a los nuevos servicios pervertidos desde temprana edad, crecieron sin un conocimiento real de la Una y Verdadera Iglesia, fundada por Cristo.

   Son de lamentar las consecuencias tan tremendas, si recordamos que la Iglesia siempre ha enseñado: "Fuera de la Iglesia Católica no hay salvación".

   Las religiones Protestantes que vemos hoy, resultaron de los esfuerzos de unos sacerdotes católicos de "reformar" la Iglesia. Estas iglesias protestantes no ofrecen un sacrificio al Santo e Infinito Dios, no reconocen a María, la Inmaculada Madre de Dios, no tienen devoción a los Ángeles o a los Santos, no rezan por las almas de sus parientes y amigos fallecidos. Y todo esto es el resultado de la destrucción del Santo Sacrificio de la Misa por medio de sacerdotes que usaron los templos católicos para hacerlo.

   Lutero dijo que era necesario conservar algunas de las ceremonias de la Misa Tradicional para no asustar a los débiles. ¿Somos nosotros de estas personas débiles que están siendo conducidas ciegamente a la apostasía? ¿O deseamos unirnos al pequeño grupo de católicos que desean conservarse fieles a Cristo, a su Cruz, a sus enseñanzas? Si deseamos mantenernos fieles, preparémonos para sufrir con Cristo en el Calvario, padeceremos soledad, ridículo y falta de comprensión de parte de los demás. Pero no estaremos solos.

  Al principio del siglo XVI, Inglaterra era un país católico. La Fe estaba arraigada a través de siglos de catolicismo. Todas las iglesias, eran iglesias católicas: Westminster Abbey, Winchester, Coventry, Canterbury, eran algunas de las iglesias principales de esos días. Y Oxford y Cambridge eran centros de educación católica. Y aún así, al finalizar el siglo XVI, Inglaterra se había transformado en un país protestante, el clero y la jerarquía celebraban servicios protestantes en aquéllas que una vez fueron iglesias católicas. En nuestros días, Inglaterra es aún protestante y las famosas catedrales, como la abadía de Westminster, son centros de Protestantismo. ¿Cómo sucedió esto? ¿Sucedió de la noche a la mañana? Los que detentaban el Gobierno y comandaban la Iglesia ¿proclamaron que iban a abolir la Santa Misa? ¡Claro que no! Una acción repentina de esta naturaleza hubiera levantado tanta resistencia de parte del pueblo, que  hubiera sido peligroso. Sin embargo, El Santo Sacrificio de la Misa fue esencialmente destruido en unos pocos años sin que la gran mayoría, de los católicos se dieran cuenta.

   El principal responsable de la destrucción de la Misa fue Tomás Cranmer, Arzobispo católico de Canterbury. Este hombre poseía un odio apasionado por la teología católica de la Misa por virtud del sacerdocio sacrificador y la Víctima ofrecida en Sacrificio. Cranmer negaba la Doctrina de la Transubstanciación, es decir, que el pan y el vino se transforman, en la Consagración, en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Sin embargo, mientras Enrique VIII vivía, hipócritamente continuó ofreciendo la Santa Misa y aún celebró la Misa en la coronación de EduardoVI, sucesor de Enrique, en 1547.

   Pero antes de que terminara ese año, Cranmer había preparado un libro de sermones, y ordenó a los sacerdotes que los leyeran cada domingo en Misa. El fin de estos sermones era preparar a la gente a aceptar cambios más drásticos que iban a aparecer más tarde al presentar la idea de que la Biblia había sido reprimida por la Iglesia por largo tiempo, y que la Biblia era la única fuente de conocimiento verdadero de Dios. En las iglesias, los sacerdotes tuvieron que leer la nueva traducción de la Biblia. El siguiente paso fue cuidadosamente tomado en 1548. En este cambio se le agregó a la Comunión un prefacio con exhortaciones en inglés en las cuales la Presencia Real y Corporal fueron omitidas. Al año siguiente apareció un nuevo libro de oraciones: El primer Libro de Oraciones de Eduardo VI. El título decía: "La cena del Señor y Sagrada comunión, comúnmente llamada la Misa". El orden del servicio era el mismo de la Misa, pero había algunas cosas en las cuales se manifestaban las innovaciones: la primera era el cambio en el lenguaje, la otra era el cambio por deducción indirecta de la doctrina. El cambio en el lenguaje era el desafío obvio presentado a los católicos comunes y corrientes, pero se les convenció diciéndoles: "el culto debe ser en un lenguaje que todos los hombres entiendan"... y la gente aceptó. Sin embargo, los cambios doctrinales resultaron mucho más  importantes, aún cuando para el hombre común no significaba nada y casi no se daba cuenta de los mismos. Pero en este servicio en lengua vernácula, omitieron no sólo lo que pudiera enfatizar la Presencia Real, sino también el carácter de Sacrificio de la Santa Misa. La primera introducción del nuevo rito tuvo lugar en la Fiesta de Pentecostés en 1549. Mientras tanto, el Parlamento había decretado un estatuto ordenando que la Sagrada Comunión fuera administrada a los fieles bajo las dos especies.

   Al año siguiente el Parlamento abolió el rito antiguo de la ordenación de sacerdotes y de la consagración de obispos. El nuevo rito, compuesto principalmente por el Arzobispo Cranmer, eliminó toda frase o ceremonia que indicara que el propósito del rito era conferir el poder de ofrecer el Sacrificio. El único propósito del nuevo rito era dedicar al que lo recibía, para presidir la asamblea de Dios como miembro autorizado de la Iglesia, por medio de la predicación del Evangelio y administración de los Sacramentos. Y casi nadie se dio cuenta de este cambio. El servicio de la Comunión y el rito de la ordenación habían sido así desasociados de la idea del Sacerdocio con poder de ofrecer el Santo Sacrificio.

   Aún quedaba en las iglesias la piedra llamada Ara... Por eso, los Obispos ordenaron que se sacaran éstas y se destruyeran los altares. Cada parroquia debía ahora proporcionar una mesa de madera. La explicación oficial a estos cambios fue: "... la forma de mesa deberá cambiar la idea de la Misa papista al uso correcto de la Cena del Señor, en la mente de la gente sencilla. Porque el uso del Altar es para ofrecer sacrificio, el uso de la mesa es para servir a los hombres que coman sobre ella".

   Los obispos que se resistieron a seguir los cambios fueron despojados de sus diócesis. Así que de 23 Obispos en el país, sólo 4 defendieron la teología sacramental de la Iglesia y estos CUATRO fueron encarcelados.

   En 1552, el Rey, como jefe de la Iglesia, impuso las Actas para la Uniformidad de la Oración Común y Administración de los Sacramentos. Estas Actas imponían graves castigos, no sólo para los que públicamente criticaban los nuevos servicios, sino también para el clero que usara cualquier otro servicio religioso.

   Entre tanto Cranmer y sus asociados ordenaron que todas las imágenes fueran sacadas de las iglesias, que se rompieran las vidrieras de colores, quitaron todos los vasos sagrados hechos de metales preciosos, predicaran en contra de la idea de la Cuaresma, del largo ejercicio penitencial en preparación de la fiesta de la Resurrección, ridiculizaran la creencia católica de que las almas de los fieles difuntos pueden ser socorridas por medio del Santo Sacrificio de la Misa.

   "El que tenga oídos para oír, que oiga". Este resumen de como un país que una vez fuera completamente católico, se hizo protestante en unos cuantos años, debería ser la voz de alarma para todos nosotros. Está sucediendo aquí, hoy, desde hace más de treinta años ¿Qué debemos hacer? Debemos mantenernos alejados de estos servicios religiosos pervertidos y no concurrir a las parroquias que los celebran, porque de hacerlo, estaríamos ayudando a traicionar a Cristo al contribuir a esta  apostasía.

   Hemos narrado brevemente fue destruida la Fe en Alemania e Inglaterra mediante la gradual profanación y destrucción de la Misa. Para examinar y condenar los errores de Lutero y los demás Reformadores, en el mismo siglo, el Papa Paulo III convocó el Concilio de Trento. Este Concilio decretó que el Papado debería producir y publicar un Misal para que los sacerdotes supieran qué oraciones, rituales y ceremonias se deberían usar a perpetuidad en la celebración del santo Sacrificio de la Misa. Hizo esto para salvaguardar a todas las generaciones de Católicos, de la tragedia que sobrevino a los Católicos en Alemania e Inglaterra.

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