EL NOVUS ORDO Y
LA MISA DE LUTERO Y CRANMER
Este trabajo fue terminado durante el reinado
de San Pío V, y el Misal Romano fue instaurado como el Misal oficial de la
Iglesia. El Papa publicó la Bula
"QUO PRIMUM" sobre el Misal y desde entonces
y hasta los recientes cambios efectuados por la Comisión Litúrgica, este decreto apareció en Latín al frente de todo Misal para uso de los
Altares.
Reproducimos aquí esta Bula: SAN
PÍO V
Como podemos ver, el Papa, por virtud de su autoridad Apostólica, decretó que este Misal Romano debería ser usado en la Iglesia a perpetuidad, sin ningún cambio o alteración, y que ningún sacerdote pdría jamás verse obligado a ofrecer la Santa Misa de manera diferente. Como dijimos antes, esto se hizo a fin de evitar que la Santa Misa fuera nuevamente destruida, como sucedió en Alemania e Inglaterra. No permitamos que nadie venga con el cuento de que el Papa y el Concilio de Trento no tenían autoridad para establecer reglas y decretos a perpetuidad. No nos dejemos engañar por aquellos que dicen que otro Papa y otro Concilio pueden rechazar los decretos solemnes de un Papa o un Concilio anterior. Si esto fuese cierto, no habría Autoridad en la Iglesia y no podríamos creer la promesa de Cristo de que permanecería con la Iglesia hasta el fin de los siglos. Cualquier Papa o Concilio que intente revocar las enseñanzas solemnes de un Papa o Concilio anteriores está actuando en deliberado desafío y desobediencia a la autoridad de la Iglesia. Observemos por un momento lo que ha pasado en la Iglesia desde 1953, cuando empezaron los cambios en la liturgia. La Santa Misa se celebra hoy sólo en el idioma vernáculo. Mesas de madera han sustituido al Altar del Sacrificio. Han sacado los comulgatorios. En algunas diócesis, las estaciones del viacrucis, las imágenes, las pilas de agua bendita, los reclinatorios y los crucifijos se han eliminado en todas las parroquias. El canto Gregoriano, y el uso del órgano han desaparecido. En su lugar, tenemos "misas" folklóricas (la "misa criolla" en nuestro país), panamericanas, y "rock". Pero el cambio de mayor significado está en las oraciones del Cánon. En el Cánon nuevo, la mayoría de la doctrina y dogmas contenidos en el Misal Romano han sido totalmente SUPRIMIDOS o ELIMINADOS. Las palabras de la Consagración han sido cambiadas de tal manera que el pan y el vino ya no se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. Vemos, en consecuencia, que en nuestros días, la Santa Misa ha sido destruida tal como lo fuera en Alemania e Inglaterra hace 400 años, sin que los católicos se den cuenta. Esta iniquidad fue llevada a cabo por la jerarquía y el clero usando iglesias Católicas, monasterios y conventos católicos, exactamente en la misma forma en que se hizo durante la Reforma. Así como a los católicos de Alemania se les dio la "Formula Missae" de Martín Lutero y a los católicos de Inglaterra, el Primer Libro de Oraciones de Eduardo VI, que resultaron ser la completa eliminación del Santo Sacrificio de la Misa, a nosotros nos han dado el misal del "Nuevo Ordo". Esta nueva misa se viene celebrando oficialmente en todo el mundo, desde hace más de treinta años. Sin embargo, dos cardenales se armaron de valor, negándose a participar en esta destrucción de la Santa Misa, dejando oír su voz en abierta oposición. (Ver: CARTA DE LOS CARDENALES OTTAVIANI Y BACCI A PABLO VI y: BREVE EXAMEN CRÍTICO DEL NUEVO ORDO DE LA MISA) Luego, de algunas partes de Europa llegaron voces de fieles y grupos valientes, negándose a celebrar este rito que representa la perversión de nuestra Fe Católica. Católicos Tradicionalistas de Alemania dicen: "Este 'Ordo Missae' aniquila el Ofertorio (recuerden la palabras de Lutero). Estos son los ritos paganos de Ceres y Baco. Esta no puede ser la verdadera Misa Católica". Monseñor Dominic Celada, en Italia, dijo: "El nuevo Misal contiene varios errores manifiestos, explícitamente condenados por Papas en tiempos anteriores. Por lo mismo, cualquiera que use esta misa se excomulga a sí mismo". En Inglaterra, Monseñor Bryan Houghton de Sufftolk ha preferido renunciar públicamente a usar la nueva liturgia, diciendo que, si llegara a cumplir con las instrucciones oficiales de los obispos y de Roma, no podría seguir celebrando la Santa Misa de acuerdo con el rito para el cual había sido ordenado. Ya no es necesario que el sacerdote celebre en un altar, el Ara no es necesaria. El sacerdote es el "presidente de la asamblea del pueblo de Dios". "Peor aun, a ningún sacerdote se le permite celebrar la Misa Latina de San Pío V, en público. HA SIDO PROHIBIDA. ¿Qué debemos hacer? Si deseamos seguir siendo católicos verdaderos, no debemos asistir a ninguno de estos servicios. Ni tampoco contribuir económicamente, porque de hacerlo, estaríamos ayudando a mantener una iglesia que ha apostatado, que se ha separado de la verdadera Iglesia. Nos damos cuenta del terrible sacrificio que esto significa. Unámonos en oración a la Santísima Virgen María a quien Dios ha dado el poder de aplastar todas las herejías, y un día la Verdadera Iglesia resurgirá de las catacumbas. La gran mayoría de los católicos asisten a estos actos pervertidos que se llevan a cabo en sus parroquias, pero recordemos las preguntas y respuestas del Catecismo de "Primeras Nociones":
¿La ceremonia qie se celebra hoy en prácticamente todas las iglesias, es el reverenciado Sacrificio de la Cruz - el Sacrificio del Calvario? Meditemos unos minutos sobre un aspecto de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor. Como sabemos por las Sagradas Escrituras, en el Calvario, al pie de la Cruz, había tres grupos de personas, reaccionando en distintas maneras. Primero, estaban los Fariseos y los Sacerdotes jefes de los judíos. Estos estaban al pie de la Cruz y se mofaban de Nuestro Señor. Recordemos que estos hombres eran los dirigentes religiosos, hombres que se habían dedicado a estudiar lss Sagradas Escrituras; estaban encargados de interpretarlss y de explicarlas a la gente. Estos hombres eran responsables del culto y del servicio de Dios. En otras palabras, eran la jerarquía y el clero de la Raza Escogida. Como los ungidos y expertos en las Sagradas Escrituras y las Profecías, deberían haber sido los primeros en reconocer y aceptar a Cristo como al Mesías prometido y en haber conducido al pueblo a Él. Sin embargo, fueron los que lo odiaron y tramaron su Muerte. El domingo de Ramos el pueblo judío, que amaba a Jesús y lo había seguido y escuchado y que había presenciado sus milagros durante tres años, lo aclamó como a su Rey, exclamando: "Hosana al Hijo de David". Y sin embargo, antes de finalizar la semana, ese mismo pueblo se unió al grito de "¡Crucifícale!". Esta gente común había amado a Jesús, no tramaron nada en su contra. No deseaban su muerte. Pero, se dejaron guiar ciegamente hasta demandar su Crucifixión ¿Por quién? POR SUS DIRIGENTES RELIGIOSOS. POR LA JERARQUÍA. Mucha de esta gente se alineó al lado del Calvario a ver pasar a Cristo cargado con su pesada cruz y no le ofrecieron ayuda. En la cima del Calvario, cuando Cristo había sido clavado en la Cruz, los dirigentes religiosos de los gente judíos, se dedicaron a mofarse de Cristo. Y esta gente regresó a sus hogares sin darse cuenta de que había presenciado la muerte del Mesías Prometido, al cual habían estado esperando. De todos los dirigentes religiosos, sólo uno creía en Jesús, Nicodemus, pero tenía miedo de reconocerlo públicamente. Fue a buscar a Cristo por la noche. Los Evangelios no mencionan que estuviera presente en el Calvario como amigo de Cristo. Hoy, entre los escogidos de Dios (los católicos) la situación es muy parecida. La gente común y corriente amaba a la Iglesia, sus Sacramentos, sus Enseñanzas y siempre creyó que Cristo aún vivía entre nosotros en el Santísimo Sacramento del Altar y en el Tabernáculo. Nosotros no hemos tramado nada en contra de la Iglesia. Nunca hemos deseado la muerte del Santo Sacrificio de la Misa. No hemos pedido los cambios. Y, aún así, seguimos ciegamente a nuestros dirigentes religiosos a la Corte del Moderno Pilatos y ayudamos a destruir la Santa Misa. Nos hemos alineado en el camino al Calvario, observando la destrucción de la Santa Misa, sin hacer nada para evitarlo. Nuestros obispos han permanecido en la cima del Calvario, mofándose de Nuestro Señor al cambiar la Misa, y hemos regresado a nuestros hogares indiferentes, sin importarnos. Así como en el tiempo de Cristo había un Nicodemus, nosotros también tenemos a un Nicodemus por ahí, pero no tiene el valor de reconocer abiertamente el verdadero y Santo Sacrificio. El segundo grupo en el Calvario lo formaban los soldados romanos, quienes no conocían realmente a Cristo, ni la promesa de Dios de enviar un redentor. Eran paganos que adoraban muchos dioses falsos. Se les asignó, como parte de su deber, el crucificar a Cristo. Clavaron las Sagradas Manos y Pies de Jesús y levantaron la Cruz en alto. Luego se felicitaron y se sentaron a contar cuentos, a reírse y a jugar dados. Se divertían porque no comprendían lo que estaba sucediendo. ¿No nos recuerda esto lo que está pasando en nuestras iglesias? Las jovencitas con sus minifaldas se agrupan en el santuario tocando sus guitarras, la gente se amontona alrededor de la mesa abrazándose, besándose, o dándose la mano, y nos preguntamos, ¿cuánta de esta gente está pensando en la Cruz, en el Calvario o en el Sacrificio? El tercer grupo en el Calvario era muy pequeño y silencioso. Se componía de María, la Inmaculada Madre de Dios, San Juan, el único apóstol que tuvo el valor de seguir a Cristo hasta el fin; Santa María Magdalena, pecadora arrepentida quien se arrodilló llena de dolor al pie de la Cruz; y unas pocas mujeres santas que habían seguido a Jesús y creyeron en Él hasta el final. En ninguna parte de las Sagradas Escrituras dice que esta gente platicó, o se rió, o se divirtió en forma alguna en el Calvario. Permanecieron en doloroso silencio ante el Santo e Infinito Misterio que tuvieron el privilegio de presenciar. ¿Donde están hoy sus imitadores? No los encontraremos en las parroquias. ¡No existe lugar ahí para el silencio! Es sólo una reunión alegre de la gente de la comunidad, que se han reunido para cantar, darse la mano y comer juntos. Y esto es lo que miles de Católicos están haciendo hoy. Así como los judíos de entonces regresaron a sus hogares sin darse cuenta quién era el que había muerto en la Cruz, así también, los católicos de hoy han visto la muerte del Santo Sacrifico de la Misa y regresaron a sus hogares sin saberlo. ¿Esta alegre reunión de la comunidad, es el Santo Sacrificio del Calvario? Cuando se entran a una iglesia, ¿puede aún percibirse la presencia de Dios? ¿Se siente aún el callado gozo y la santidad de antes? O, ¿están todos tan ocupados cantando y saludando al vecino para pensar acerca del Calvario y el Sacrificio de Cristo y su Madre Dolorosa? Sin embargo, los católicos insisten en seguir asistiendo a esas iglesias, semana tras semana. ¿Por qué? Algunos se preocupan por lo que su familia o sus amigos dirán si no van a su iglesia. Los tildarán de fanáticos, o de locos, anticuados, retrógrados, que no se modernizado. ¿No es Cristo más importante que lo que piense la gente? ¿No es más importante salvar nuestras almas, que complacer a los demás? El miedo de no poder casarse, o ser enterrados o bautizar a sus hijos en una de estas iglesias los paraliza. Sin embargo, si no hay VERDADERA MISA, CRISTO NO ESTÁ PRESENTE ALLÍ. Y si Cristo no está presente ¿por qué quieren casarse, o que los entierren, bautizar allí a sus hijos? Dicen: sé que no está bien, pero ¿qué puedo hacer? Si en su lugar de residencia, no hay ninguna capilla en donde se celebre la verdadera Misa (en muchos lugares las hay), pueden hacer lo mismo que hicieron los católicos leales de Inglaterra y Alemania en tiempos de la Reforma. Se quedaron en casita y desde ahí dijeron sus oraciones. Pueden hacer lo mismo que los católicos irlandeses durante siglos de persecución. Reunían a sus familias cada noche y rezaban el Rosario. Pueden hacer lo mismo que los fieles católicos en Polonia, Hungría y las demás naciones tras la Cortina de Hierro. Se mantenían lejos de las iglesias, en donde los sacerdotes, colaborando con los comunistas, celebraban sus "misas", mientras ellos rezaban el Rosario en sus hogares. Todos ellos siguen siendo verdaderos católicos, manteniéndose lejos de las misas pervertidas y arrodillándose en oración ante la Madre Dolorosa, que fue la única que entendió el misterio del Calvario. Los que continúan asistiendo a las iglesias en donde Cristo está siendo burlado, al final perderán la Fe. Cristo dijo -no podemos servir a dos señores. "Aquel que no está Conmigo, está contra Mí". Tenemos la responsabilidad de escoger. Y de esta elección depende nuestra salvación o nuestra condenación eterna.
|