EL OPUS DEI: ¿UN FARISEÍSMO,
UN SADUCEÍSMO, UN HERODIANISMO?
R. P. Raúl Sánchez Abelenda

   Ahora bien, ¿cómo se asegura a un cristiano que está salvado?,  cómo se refleja en lo temporal esa Voluntad eterna?, ¿cómo se manifiesta que Dios ha decretado desde su "santísimo antojo" salvarme y no condenarme aunque yo sea un granuja? Dios me beneficiará con bienes materiales, poder, influencias, etc. O sea, se resucita la vieja concepción judía (que antes de Cristo le valió a Dios como pedagogía) trasladada ahora a una visión cristiana.

   Esta idea del paralelismo entre el calvinismo y el "opusdeismo" no es mía. El profesor Elías de Tejada y Espínola la expuso claramente en una de sus glosas, la número 3 de la lección4, página 149 del segundo tomo de su "Filosofía del Derecho". En ella, y a propósito de la concepción jurídica de un prominente hombre del Opus Dei, Álvaro d'Ors, hace notar que tiene su antecedente en el calvinismo, en el voluntarismo y saduceismo calvinistas. Elías de Tejada no emplea exactamente la palabra "saduceísmo", pero en cambio ésta sí aparece en el libro de Wast, en la página 78, a propósito del poder de las finanzas de que se vale el Opus Dei.

   Hago un resumen antes de pasar a la parte instrumental:

   -Hay múltiples problemas institucionalizados en la Iglesia, que la Iglesia oficial hoy quiere galvanizar, canonizando todo lo que se ha hecho con y a partir del Concilio Vaticano II.

   -En este momento de pseudoequilibrio que puede imantar, hipnotizar, adormecer a tantos católicos que son justos, que viven de su fe, que quieren ser católicos desde las entrañas, se introduce con peligro el Opus Dei, que recoge siempre, en los países católicos, sus feligreses, sus socios, en la derecha (no me gusta hablar de "derecha" e "izquierda", ni siquiera en política, porque es un modo liberal de expresarse, pero como estos términos se usan, los tomo a modo instrumental), en nuestro ambiente de derecha,, tradicional, los cautiva con ese orden de fomentar la propia espiritualidad, de prepararlos para conquistar el mundo, porque ese mundo se conquista para Dios, y hay que tener "influencias en el mundo".

   El Opus Dei no acepta hacer dialéctica entre tradición y esta nueva postura ante el mundo, esta "apertura apostólica" que nos ha legado el Concilio Vaticano II.

   -Hay también un marcado herodianismo en ese compromiso con el mundo, que es el olvido de las palabras divinas: "buscad primero el Reino de Dios..."; y un fariseísmo con ese espíritu de ghetto que los caracteriza y que hace que les importe salvarse ellos y no a los demás, cuando el genuino espíritu católico es tener afán apostólico de salvar a todos, porque aún el monje, el anacoreta en el desierto, buscan la salvación de las otras almas. No en balde pío XI declaró "Patrona de las Misiones Católicas" a Santa Teresita, una monjita recluida en un Carmelo, que, sin embargo, hizo tanto por las misiones como el incansable San Francisco Javier, que sí se esforzó materialmente. Todo espíritu de oración y de sacrificio no es de ghetto, sino que es para todos.

   -Y en esa perspectiva se inscribe el Opus Dei especialmente con su característica de "saduceísmo calvinista", o de "neocalvinismo" que resucita al saduceísmo. con esa impronta, con esa tónica, con esa dominante, especialmente en el afán de lo temporal, por más que la gente del Opus Dei diga que se trata de conquistar el mundo para Cristo.

   -Es un calvinismo voluntarista, de ahí la convicción de estar salvado por la pertenencia al grupo, y que los demás revienten (disculpen la expresión un poco brusca), y que responde a esa concepción calvinista de la predestinación por la que Dios salva a quien quiere, y a quien quiere condena.

SEGUNDA PARTE: PARTE INSTRUMENTAL

   Entre las cosas que el Opus Dei defiende, está el pluralismo.

   Una santa doctrina católica no puede defender el pluralismo. Y en eso me acoto a lo que dice San Agustín: "sólo la verdad tiene derecho, el error no tiene derechos". Me dirán: "Padre, el Concilio Vaticano II sacó un documento sobre la libertad religiosa, que canoniza en la letra, y no sólo en el espíritu, el pluralismo y la libertad religiosa".

   Según esto, parece que el error tiene tanto derecho como la verdad... Y bien, ante este decreto del Concilio Vaticano II yo levanto la Quanta cura, en la que Pío IX comprometió su infalibilidad.

   Como se ha dicho desde la suprema cátedra romana, lo ha dicho el Sumo Pontífice, este Concilio no fue dogmático, fue pastoral. y los dogmático prevalece sobre lo pastoral. Cuando veo que lo pastoral va en contra de lo dogmático y lo oscurece, yo me atengo a lo dogmático, y Pío IX, como ya dije, en la Quanta cura compromete su infalibilidad.

   De manera entonces, que el pluralismo no se puede defender (...).

   El pluralismo está rechazado por la doctrina católica, mientras que el Opus Dei en el libro "Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer", defiende el pluralismo.

   Jesucristo nos manda que confesemos públicamente nuestro catolicismo. Es evidente que un católico no tiene necesidad de andar con un altavoz diciendo en todas las esquinas del pueblo: "¡soy católico!". Pero Santo Tomás de Aquino en la "Suma Teológica" cuando habla de la confesión de la fe (que es un acto de fe externo), sostiene que, cuando se pone en duda, cuando se tergiversa, cuando se enturbia la fe, hay obligación de confesar la fe. Y Jesucristo dice en San Lucas (hay lugares paralelos también en San Mateo y San Marcos): "A aquel que me confesare delante de los hombres, Yo lo confesaré delante de mi Padre".

   Así que Nuestro ¨Señor nos pide la confesión pública de nuestra fe católica: cuando esta fe católica se ve atacada o enturbiada, yo no me puedo cruzar de brazos. Y aquí Monseñor Escrivá de Balaguer dice que no hay que confesar públicamente el catolicismo. Está en la página 72 y siguientes de la obra citada.

   Con respecto a la libertad personal, encontramos una libertad personal hipertrofiada, que no está comprometida con nuestra fe católica.

   En buena hora que usemos de nuestra libertad personal; hay que usarla, que para eso Dios nos hizo hombres. No habría historia humana si no existiera el agente de la historia que es el hombre, agente racional y libre (...). Pero nuestra libertad no es absoluta. Lo único absoluto es la verdad, y Jesucristo ha dicho "la verdad os hará libres".

   Yo no le voy a discutir a quien me hable de "dignidad humana", pero según nuestro catecismo de la infancia, según Santo Tomás de Aquino, lo correcto es hablar de "dignidad de la naturaleza humana". Sin duda, la naturaleza hunama se manifiesta en nosotros desde que somos personas, pero la oración que bendice el agua, la segunda oración hermosísima del Ofertorio de la Misa tradicional dice: "Oh Dios, que maravillosamente creaste la naturaleza humana y más maravillosamente la restituiste, bendice...", etc. Vemos que habla de la "naturaleza humana", y exalta la obra de restitución por encima de la de creación.   Pero aún en esa naturaleza humana primero está la verdad, primero está nuestra inteligencia, que está hecha para la verdad. Y si al hombre se le concedió libertad, será para que libremente busque y alcance el bien. Porque el hombre no puede buscar y abrazar la verdad si no es libremente. El modo de ser humano ante las grandes cosas es libre (a diferencia de las funciones vegetativas, que prescinden de la libertad).

   Promover como un ideal, como un desideratus, como la esfera suprema del hombre, la libertad personal, al margen de la verdad católica, promover ese "liberalismo de tercer grado", está patente en la obra que cité ("Conversaciones con...") del fundador del Opus Dei, páginas 55 y 59 como así también en otra obra: "El Opus Dei y la libertad religiosa y de conciencia", Página 70.

   A nosotros nos toca defender la escuela católica (...) no podemos a que nuestra universidad, nuestra escuela pública (primaria y secundaria) sea católica, porque el catolicismo debe primar en la enseñanza, como debe primar en toda la estructura cultural y política del país. Pues bien, el Opus Dei rechaza o hace caso omiso de la escuela católica. Llama la atención que ninguno de los colegios o universidades que han abierto en nuestro país lleven nombre religioso, y que no haya restos externos de pertenecer a un grupo que se dice católico.

   Habla de la "autonomía universitaria". Yo soy el primero en defender la autonomía de cátedra, siempre que se conforme a la verdad (una autonomía de cátedra para la subversión es inadmisible). Sin embargo el Opus Dei defiende una autonomía universitaria no comprometida con la verdad católica (página 117 y siguientes de la citada obra). Es la dialéctica que apunté al principio, a propósito, a propósito del herodianismo, dialéctica entre integrismo y progresismo. Dice Escrivá de Balaguer: "No tenemos que dejarnos llevar de la falsa dialéctica entre integrismo y progresismo, nosotros estamos por encima de esa dialéctica". Está en la página 43.

   En cuanto al ecumenismo, hace gala del mismo.

   Acabo de leer, en "Itineraires" nº 220, página 159, de febrero de 1978, que Louis Salleron habla del ecumenismo y dice: "el ecumenismo es la parte más importante y misteriosa del pontificado de Pablo VI" (que es cita de las mismas palabras de Pablo VI, quien dijera: El ecumenismo es la parte más importante y misteriosa de mi pontificado").

   Entonces se pregunta el mencionado autor: ¿por qué ese misterio? ¡Si lo más importante para un Pontífice, aquello que marca su pontificado, no puede tener un sentido misterioso, tiene que ser clarísimo!

   Ya sabemos para qué ha servido ese ecumenismo posconciliar. Y ese ecumenismo se conforma a la dinámica y realiza el espíritu del Opus Dei.

   En la definición del Opus Dei está latente ese espíritu secularizante, universalizante (los protestantes y los no cristianos pueden integrar la filas del Opus Dei). "Amar apasionadamente", son palabras de una homilía de Monseñor Escrivá de Balaguer, pronunciada el 8 de octubre del año 1967, en el campus de la Universidad de Navarra (...).

   Siguiendo con la obra que venimos analizando ("Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer"), el periodista que entrevista a Monseñor hace la siguiente pregunta: "¿Cómo se inserta el Opus en el ecumenismo?"

   Responde Monseñor Escrivá de Balaguer: "Ya le conté el año pasado a un periodista francés, y sé que la anécdota ha encontrado eco incluso en publicaciones de hermanos nuestros separados, lo que una vez le comenté al Santo Padre Juan XIII, movido por el encanto afable y paterno de su trato: "Padre Santo, en nuestra Obra siempre encontramos todos los hombres, católicos o no, un lugar amable, y no he aprendido el ecumenismo de Vuestra Santidad". Él se rió emocionado porque sabía que ya desde 1950 la Santa Sede había autorizado al Opus Dei a recibir como asociados cooperadores a los no católicos y aún a los no cristianos. Son muchos, efectivamente, y no faltan entre ellos pastores y obispos de sus respectivas confesiones, los hermanos separados que se sienten atraídos por el espíritu del Opus Dei y colaboran en nuestro apostolado. Y son cada vez más frecuentes, las manifestaciones de simpatía y de cordial entendimiento a que da lugar el hecho de que los socios del Opus Dei centren su espiritualidad en el sencillo propósito de vivir responsablemente los compromisos y exigencias bautismales del cristiano".

   Dice Monseñor Escrivá de Balaguer que el "Camino", que es el libro de espiritualidad del Opus, es como el Libro de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola. Así, "Camino" sería un libro "de los Ejercicios del siglo XX".

   Tuve la dicha de hacer los Ejercicios Espirituales de San Ignacio en un retiro de treinta días y, a pesar de admirarlos, no afirmo que sea la única forma de espiritualidad. Si "Camino" se asemeja al Libro de los Ejercicios ignacianos, no lo sé, lo que sí puedo afirmar es que no tiene nada de la "Imitación de Cristo" atribuida a Kempis.

   Comprendo que la "Imitación..." pueda chocarle a algunas personas, ya que su visión antropológica, su concepción del hombre y su contorno, es un poco pesimista. Después de todo, es una obra escrita a fines del siglo XV, cuando ya la decadencia de la filosofía escolástica se manifestaba en el voluntarismo y se presagiaba la tormenta de la Edad Moderna. Admito todo eso. Pero no se puede negar que la "Imitación de Cristo" separa el espíritu del mundo del espíritu de Cristo. El Libro II de la "Imitación...", tiene una bomba H de la vida espiritual, que si cumplimos, nos hacemos santos.

   Allí nos dice que en aquello que vales y no te aprecien, si lo haces por amor a Cristo, poco te importará, y te quedarás en paz, y con la paz que te da Dios.

   Bien, esta idea de la "Imitación...", este "ama ser ignorado", no se compagina con esas pequeñas pinchaduras de vanidad que nos da el "Camino", cuando dice: "¡sé águila!"... Seremos águilas o seremos lo que Dios quiera cuando nos ubique en su gloria, si por su misericordia nos salvamos.

   Respecto al pluralismo, en la página 101 del libro que venimos estudiando (de Editoral Rialp, que dicho sea de paso, es del Opus Dei) del año 1968, dice el entrevistador: "Aclarado este punto, quisiera preguntarle, Monseñor, cuáles son las características de la formación espiritual de los socios que hacen que quede excluido cualquier tipo de interés contemporal en el hecho de pertenecer al Opus Dei.". Entre otras cosas, responde Escrivá de Balaguer: "Como consecuencia del fin exclusivamente divino de la Obra, su espíritu es un espíritu de libertad, de amor a la libertad personal de todos los hombres. Y como ese amor a la libertad es sincero y no un mero enunciado teórico, nosotros amamos la necesaria consecuencia de la libertad, es decir, el pluralismo". En el Opus Dei, como vemos, el pluralismo es querido y amado, no solamente tolerado, y en modo alguno, dificultado. Así que aquí Monseñor Escrivá de Balaguer habla expresamente de pluralismo.

   Respecto a la confesión pública de la fe, una cita de la página 72: "Tuve ocasión, Monseñor, de escuchar sus respuestas a las preguntas que le hacía un público de más de dos mil personas reunidas hace año y medio en Pamplona. Insistió usted entonces en la necesidad de que los católicos vivan como ciudadanos libres y responsables y que no vivan de ser católicos. ¿Qué importancia y qué proyección le da usted a esa idea?".

   Y contesta Monseñor: "Nunca ha dejado de molestarme la actitud del que hace profesión de llamarse católico, como la de quienes niegan el principio de la responsabilidad personal, sobre la que se basa toda la moral cristiana. El espíritu de la Obra y de sus socios es servir a la Iglesia y a todas las criaturas sin servirse de la Iglesia. Me gusta que el católico lleve a Cristo, no en el nombre, sino en la conducta, dando testimonio de vida cristiana. Me repugna el "clericalismo" (¡bueno!, hay muchas clases de clericalismo, a mí también me repugna "cierto" clericalismo). Y comprendo que, frente a un anticlericalismo malo, hay también un anticlericalismo bueno que procede del amor al sacerdocio, que se opone a que el simple fiel o el sacerdote use de una misión sagrada para fines terrenos. Pero no piense que con esto me declaro contra nadie, No existe en nuestra Obra ningún afán exclusivista, sino el deseo de colaborar con todos los que trabajan para Cristo y con todos los que, cristianos o no, hacen de su vida una espléndida realidad de servicio.

   "Por lo demás, lo importante no es sólo la proyección que le he dado a estas idas especialmente en 1928 (fecha de fundación de la Obra) sino la que le da el Magisterio de la Iglesia. Y no hace mucho, con una emoción para este pobre sacerdote que es difícil de explicar El Concilio ha recordado a todos los cristianos en la Constitución dogmática "Gaudium et Spes", que deben sentirse plenamente ciudadanos de la ciudad terrena, trabajando en todas las actividades humanas con competencia profesional y con amor a todos los hombres, buscando la profesión humana a la que son llamados por el sencillos hecho de haber recibido el bautismo"

   Evidentemente que aquí no nos conmina el ilustre Monseñor a que hagamos una confesión pública de nuestra Fe. más bien dice que "no conviene", porque  cristianos o no, basta con que se trabaje con responsabilidad personal. Hay otros textos concordantes, pero los dejo para no extenderme.

Sobre la escuela católica

   En la página 119 del libro le preguntan: "¿No opina usted que después del Vaticano II han quedado anticuados los conceptos de "colegios de la Iglesia", "colegios católicos", "universidades de la Iglesia", etc.? ¿No le parece que tales conceptos comprometen indebidamente a la Iglesia o suenan a Privilegio?"

   A esto Escrivá de Balaguer contesta, entre otras cosas: "He de confesar por otra parte, que no simpatizo con expresiones tales como "escuela católica", "colegio de la Iglesia", etc., aunque respeto a quienes piensan lo contrario. Prefiero que las realidades se distingan por sus frutos, no por sus nombres. Un colegio será efectivamente cristiano cuando, siendo como los demás, tratando de superarse, realice una labor de formación completa, también cristiana con el respeto de la libertad personal y con la promoción de la urgente justicia social".

   Dice claramente entonces: "Yo no me comprometo con la expresión "escuela católica", cuando nuestra obligación, máxime de un país liberal, es promover la escuela católica.

Sobre la dialéctica entre integrismo y progresismo

   La posición del Opus Dei está en la página 43, y dice: "Cambiando de tema, nos importaría saber su opinión respecto del actual momento de la Iglesia, concretamente, ¿cómo lo calificaría usted? ¿Qué papel cree que pueden tener en esta hora las tendencias que, de modo general, han sido llamadas progresista e integrista?".

   Y la respuesta que da Monseñor Escrivá de Balaguer: "En cuanto a las tendencias que usted llama progresista e integrista, me resulta difícil opinar sobre el papel que pueden desempeñar en este momento porque siempre he rechazado la conveniencia e incluso la posibilidad de que puedan hacerse catalogaciones de este tipo. Esa división que a veces se lleva hasta extremos de verdadero paroxismo o se intenta perpetuar como si los teólogos o los feligreses en general estuvieran destinados a una continua orientación bipolar, me parece que se debe en el fondo al convencimiento de que el progreso doctrinal y vital del pueblo de Dios sea resultado de una perpetua tensión dialéctica. Yo, en cambio, prefiero creer con toda mi alma en la acción del Espíritu Santo, que sopla donde quiere y sobre quien quiere"

   En otras palabras, Monseñor rechaza esa oposición porque es bipolar, dialéctica. No quiere dialécticas porque el Espíritu de Dios está por sobre la dialéctica. O sea que él asume toda la virulencia de la dialéctica y le da un aspergeo de agua bendita.

   Otro tema interesante: "amar al mundo apasionadamente". La encontramos en toda la homilía pronunciada en el campus de la Universidad de Navarra, es más, así se llama el texto en cuestión: "Amar al mundo apasionadamente"

Sobre el fariseísmo de los socios

   Nos remitimos otra vez a la obra "Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer". Pregunta el entrevistador: ¿De qué manera estima usted que la realidad eclesial del Opus Dei se inserte en la acción pastoral de toda la Iglesia y en el ecumenismo

   Responde Escrivá de Balaguer: "Más que considerar, porque una completa exposición doctrinal sería larga, que al Opus Dei no le interesen ni votos, ni promesas, ni forma alguna de consagración para sus socios, diversa de la consagración que ya todos recibieron con el santo Bautismo. Nuestra asociación no pretende de ninguna manera que sus socios cambien de estado, que dejen de ser simples fieles iguales a otros para adquirir el peculiar "status perfectionis". Al contrario, lo que sí procura es que cada uno haga su apostolado, y se santifique dentro de su propio estado en el mismo lugar y condición que tiene en la Iglesia y en la sociedad civil. No sacamos a nadie de u sitio, ni alejamos a nadie de su trabajo o de sus empeños y nobles compromisos de orden temporal".

   Ustedes saben que a Monseñor Escrivá de Balaguer le costó mucho inscribir su instituto en la Provida Madter Ecclesia de febrero del año 1947. Cundo Pío XII da carta de ciudadanía a los institutos seculares, porque no quería el Obispo que fuera una "Pía Unión", ni que fuera un instituto secular. Le había dado una expresión sui generis, él lo llamaba "asociación de fieles", o sea que, de jure el Opus Dei es un instituto secular, aunque de facto (que es donde ellos ponen la tónica) lo niegan.

   Y agrega Monseñor: "No es quizás éste el momento histórico para hacer una valoración global de este tipo. A pesar de que se trata de problemas sobre los que se ha ocupado mucho, ¡con cuánto gozo de mi alma! el Concilio Vaticano II, a pesar de que no pocos conceptos y situaciones referentes a la vida y misión del laicado, han recibido ya del Magisterio suficiente confirmación y luz, hay todavía sin embargo un núcleo considerable de cuestiones que constituyen, aún para la generalidad de la doctrina, verdaderos problemas límites de la teología. A nosotros, dentro del espíritu que Dios le ha dado al Opus Dei, y que procuramos vivir con fidelidad, a pesar de nuestras intervenciones personales, nos parecen ya dignamente resueltos la mayor parte de los problemas discutidos, pero no pretendemos presentar esas soluciones como las únicas posibles".

   O sea que, en buen romance, el Opus Dei nos dice: nuestros miembros son iguales que los otros, pero por otra parte sabemos que los caracteriza una obediencia total, un secreto total, un espíritu de ghetto, de grupo "ya salvado de antemano". O sea, aparecen como los mejores cumplidores del Evangelio, pero con un espíritu de elite (y no estoy en contra de las élites, siempre en el mundo tiene que haber elites para todo) de muy extraño sabor evangélico. Y esto se inscribe en la actitud que observaban los fariseos en la época de Jesucristo. Jesucristo nunca dijo que los fariseos no cumplieran la ley, lo que les reprochó fue la motivación, el espíritu que los movía a hacer sus ayunos. Cuando Cristo señala en su parábola que el publicano salió justificado y el fariseo no, no dijo que el fariseo mentía, sin embargo no salió justificado (...).

   Lo mismo podemos decir de las riquezas, las riquezas deberán honrar a Dios (lo ponen de manifiesto las palabras que Nuestro Señor pronuncia en el pasaje evangélico en el que la pecadora derrama óleo en sus pies). Ese espíritu de jerarquización, aún en las cosas materiales, tendrá que poner a Dios por encima de todo y esto no está claro en el Opus Dei, que incita a procurar los primeros puestos en todos los órdenes para luego (y si queda memoria) buscar la gloria de Dios. Existe entonces ese segmento de fariseísmo den esta actitud del Opus Dei.

   Quiero terminar mi exposición con una frase del Reverendo Padre Meinvielle. 

   En el año 1974, la Editorial Dictio publicó en un sólo tomo tres obras del Padre Meinvielle. Estas son: "La concepción católica de la política", "Los tres pueblos bíblicos en su lucha por la dominación del mundo" y "El comunismo en la Argentina" (que es una compilación de conferencias pronunciadas entre los años 1958 y 1962) Bien, en la página 292 de esta edición encontramos esta frase:

   "...el pueblo judío aprendió tan sólo una lección: la raza hispánica es imbatible de frente, pero sólo de frente. Puede ser traicionada si se acierta en proporcionarle un tratamiento debidamente dosificado de "cristianismo y mundo moderno", con el que, bajo la apariencia de apostolado, se le inoculen los virus de la antirreligión y de la antipatria. Tal iba a ser la misión en la España franquista del Opus Dei.La heroica España del '36 ha sido totalmente emputecida y envilecida, y hoy, en la década del 70, ha quedado totalmente ganada para el mundo judío".

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