COMPLOT CONTRA LA IGLESIA

Maurice Pinay

Tercera Parte
LA SINAGOGA DE SATANÁS

Capítulo Décimo

LOS JUDÍOS MATAN CRISTIANOS Y PERSIGUEN A LOS APÓSTOLES

   El judaísmo hizo una guerra a muerte a la iglesia desde el nacimiento de ésta, sin motivo alguno, sin provocación, sin que la Iglesia durante sus tres primeros siglos contestara siquiera a la violencia con la violencia. Los judíos abusaron en forma cruel de la mansedumbre de los primeros cristianos que se redujeron a combatir a sus mortales adversarios, simplemente, con bien fundamentados razonamientos, teniendo que sufrir en cambio, las demoledoras calumnias de los judíos, sus encarcelamientos, asesinatos y todo género de persecuciones.

   Empezaron por matar a cristo Nuestro Señor en forma injusta y cruel; siguieron con el homicidio de san Esteban, que la Sagrada Biblia, en "Los hechos de los Apóstoles", nos describe en todo su horror desde la planeación del crimen en el seno de las sinagogas, pasando por el soborno empleado para que algunos lo calumniaran lanzándole acusaciones venenosas, hasta el empleo de falsos testigos para comprobar estas acusaciones y el final asesinato del santo por los judíos, consumado a pedradas en forma fiera, sin que San Esteban haya cometido otro delito que predicar la verdadera religión (77). Fue el protomártir del cristianismo; y fueron los israelitas quienes tuvieron el honor de ser los primeros en derramar la sangre cristiana, después del deicidio de Jesús.

   La misma Biblia, en los hechos de los Apóstoles (capítulo XII), señala cómo el rey judío Herodes:

"1. ...envió tropas para maltratar a algunos de la Iglesia. 2. Y mató a cuchillo a Santiago hermano de Juan. 3. Y viendo que hacía placer a los judíos, pasó también a prender a Pedro..." (78).

   Los hebreos no contentos con iniciar el asesinato de los santos dirigentes del naciente cristianismo, se lanzaron a realizar crueles persecuciones que degeneraron en tremendas matanzas, según nos narra la Biblia en los hechos de los Apóstoles, que dieron al cielo los primeros mártires de la Iglesia. En estas persecuciones participó Saulo –el futuro San pablo- antes de convertirse (79), con un celo que él mismo describe en su Epístola a los Gálatas (capítulo I), de la siguiente manera:

"13. Porque ya habéis oido de qué manera vivía en otro tiempo en el judaísmo: y con qué exceso perseguía la Iglesia de Dios, y la destruía" (80).

LOS JUDÍOS NO SON DEL AGRADO DE DIOS, AFIRMA SAN PABLO.

   Los hebreos persiguieron con especial empeño, como es natural, a los apóstoles y a los primeros caudillos de la Iglesia, de lo cual nos da testimonio San Pablo, en su Epístola primera a los Tesalonicenses, en la que también afirma que: "los judíos no son del agrado de Dios". Dice textualmente lo siguiente:

"14. Porque vosotros, hermanos, os habéis hecho imitadores de las Iglesias de Dios, que hay por la Judea en Jesucristo: por cuanto las mismas cosas sufrísteis también de los de vuestra nación, que ellos de los judíos: 15. Los cuales también mataron al Señor Jesús, y a los profetas, y nos han perseguido a nosotros, y no son del agrado de Dios..." (81).

   Es, por ende, falso que los judíos sean del agrado de Dios, como están afirmando los clérigos que les hacen el juego con el fin de paralizar la defensa de los pueblos católicos en contra del imperialismo judaico y su acción revolucionaria.

   ¿Será posible que esos eclesiásticos filosemitas pretendan tener razón y que San Pablo mintió cuando aseguró que los judíos no eran del agrado de Dios? Sin embrago, bien claro se ve que las fuerzas del mal, los hijos del Diablo –como les dijo Cristo- integrantes de la Sinagoga de Satanás, no pueden ser del agrado de Dios.

   Los judíos con frecuencia encarcelaron a los apóstoles. En "Los Hechos de los Apóstoles", se afirma que los sacerdotes judíos, los saduceos y el magistrado del templo, echaron mano de San Pedro y San Juan "...y los metieron en la cárcel..." (82).

   Y en el capítulo V se narra lo siguiente:

"17. Mas levantándose el príncipe de los sacerdotes y todos los que con él estaban (que es la secta de los saduceos), se llenaron de celo: 18. Y prendieron a los apóstoles, y los pusieron en la cárcel pública" (83).

   Entre las persecuciones desatadas por los judíos contra los primeros cristianos caudillos de la Iglesia destaca, por su encarnizamiento, la que llevaron a cabo contra San Pablo. En los Hechos de los Apóstoles (capítulo IX), se señala:

"22. Mas Saulo mucho más se esforzaba, y confundía a los judíos que moraban en Damasco, afirmando que Este es el Cristo. 23. Y como pasaron muchos días, los judíos tuvieron juntos consejo para matarlo" (84).

   Después, en Antioquía, discutiendo San Pablo y San Bernabé sobre cuestiones religiosas con los judíos, éstos acabaron con su acostumbrado fanatismo e intolerancia; empleando el argumento de la violencia. Los citados "Hechos de los Apóstoles", lo consignan:

"50. Mas los judíos concitaron a algunas mujeres devotas e ilustres, y a los principales de la ciudad, y movieron una persecución contra Pablo, y Bernabé: y los echaron de sus términos" (85).

   Luego (capítulo XIV), sea firma que en la población de Iconio, después de otra discusión teológica de San Pablo y San Bernabé con los judíos, ocurrió que:

"4. Y se dividieron las gentes de la ciudad: y los unos eran por los judíos, y los otros por los apóstoles. 5. Mas como los gentiles, y los judíos con sus caudillos se amotinasen para ultrajarlos, y apedrearlos, 6. Entendiéndolo ellos, huyeron a Lystra, y Derbe, ciudades de Lycoania...18. Mas sobrevinieron algunos judíos de Antioquía, y de Iconio: y habiendo ganado la voluntad del pueblo, y apedreando a Pablo, le sacaron arrastrando fuera de la ciudad, creyendo que estaba muerto" (86).

   Se ve por tanto, que ya para estas fechas la división estaba clarísima: por una parte los partidarios de los apóstoles, es decir los cristianos; y por otra parte, los judíos.

   El Nuevo Testamento de la Sagrada Biblia –ya en estos libros- se sirve de la palabra "judíos" para designar a los miembros del antiguo pueblo elegido que asesinaron a Dios Hijo y combatían a su Iglesia. Asimismo se señala que los que se habían convertido a la fe del Señor no eran hebreos, sino cristianos. El Evangelio de San Juan –el discípulo amado- también ya titula "judíos" en forma expresa a los miembros del antiguo pueblo de Dios, que se negaron a reconocer a Cristo, lo llevaron a la muerte y combatieron a los apóstoles.

   El Evangelio de San Juan ha sido considerado por los israelitas como el más antisemita de los evangelios; el judaísmo proyecta eliminarlo de la Santa Misa y para lograrlo dice tener poder suficiente en el Vaticano. Tal eliminación la proyecta –según hemos sido informados- recortando la Misa para que termine con la Bendición, suprimiendo así el Evangelio de San Juan, el más antisemita de los evangelios, con el que actualmente finaliza la Misa. Nos parece increíble que los judíos tengan tantas infiltraciones en el Vaticano como para poder lograr esto. Pero ante cualquier eventualidad, hemos considerado necesario denunciar esto para que las autoridades eclesiásticas impidan este atraco a la Santa Misa por parte del judaísmo y sus agentes secretos en el alto clero.

   Los judíos, que en nuestros días siguen persiguiendo a la Iglesia y amenazan con dominar y esclavizar a la humanidad, son los descendientes de esos mismos judíos ya designados por el Nuevo Testamento como los peores enemigos de Cristo y de su Iglesia, que nada de espiritual tenían de común con el antiguo pueblo escogido de Dios en los tiempos bíblicos. El pueblo escogido fue amado de Dios, pero los judíos –que renegaron de su Mesías, que lo asesinaron y que combatieron y combaten al cristianismo, siguiendo aferrados a sus organizaciones criminales en nuestros días, como dijera antaño San Pablo- no son del agrado de Dios.

   Los clérigos que en lugar de servir a la Iglesia están sirviendo a la Sinagoga de Satanás, hacen una sofística mezcla de conceptos para engañar a los sinceros católicos y hacerles creer, en contradicción con lo asegurado por San Pablo, que los criminales judíos modernos son del agrado de Dios, con el fin de impedir que los cristianos defiendan a sus pueblos y a sus familias contra sus pérfidas empresas imperialistas y su acción corruptora.

   En el capítulo XVII del antes citado libro del Nuevo Testamento, se dice que San Pablo y Silas:

"1...llegaron a Thesalonica, en donde había una sinagoga de judíos. 5. Mas los judíos, movidos de celo, y tomando consigo algunos de la plebe, hombres malos, y haciendo gente, levantaron la ciudad: y asediaron la casa de Jasón, queriendo presentarlos al pueblo. 6. Y no hallándolos, trajeron violentamente a Jasón y a algunos de los hermanos a los magistrados de la ciudad, gritando: Estos son los que alborotan la ciudad, y vinieron acá. 7. A los cuales ha acogido Jasón, y todos éstos hacen contra los decretos de César, diciendo que hay otro rey: que es Jesús. 8. Y alborotaron al pueblo y a los principales de la ciudad al oir estas cosas. 9. Mas recibida satisfacción de Jasón, y de los otros, dejáronlos ir libres" (87).

   Los pasajes citados de las Sagradas Escrituras, demuestran claramente que fueron los judíos los únicos enemigos del naciente cristianismo; pero en todas partes no sólo perseguían directamente a los cristianos sino que con calumnias, trataban de sublevar contra ellos a los pueblos gentiles y lo que es más grave, a las autoridades del Imperio Romano. En el anterior pasaje de "Los Hechos de los Apóstoles" se ve diáfanamente cómo empleaban la calumnia en un criminal intento de lanzar toda la fuerza del entonces invencible Imperio Romano sobre la Santa Iglesia, acusando a los cristianos, ni más ni menos, que de reconocer a otro rey en substitución del César, delito que enfurecía al máximo a los emperadores romanos y a sus colaboradores, ya que esta forma de traición contra el César acarreaba la inmediata pena de muerte. Por ello, no cabe duda alguna de lo que pretendían los israelitas. Estos siguieron durante muchos años empleando todo el veneno de sus calumnias e intrigas, no logrando sin embargo, lanzar al Imperio Romano contra los cristianos; hasta que por fin, a fuerza de insistir tanto, lo lograron con Nerón.

   Hubo también un intento de lanzar a los gobernantes de Roma contra San Pablo, como lo muestra el siguiente pasaje del Nuevo Testamento:

"12. Y siendo Galión procónsul de la Achaya, los judíos se levantaron de acuerdo contra Pablo, y le llevaron al tribunal. 13. Diciendo: Que éste persuade a los hombres que sirvan a Dios contra la ley. 14. Y como Pablo comenzase a abrir su boca, dijo Galión a los judíos: Si fuese algún agravio, o enorme crimen, os oiría, oh judíos, según derecho. 15. Mas si son cuestiones de palabra, y de nombres, y de vuestra ley, vedlo allá vosotros: porque yo no quiero ser juez de estas cosas. 16. Y los hizo salir de su tribunal. 17. Entonces ellos echándose sobre Sóstenes príncipe de la sinagoga, le daban golpes delante del tribunal: sin que Galión hiciese caso de ello" (88).

   Este pasaje de la Sagrada Biblia nos hace ver por una parte, la tolerancia religiosa de las autoridades romanas y la falta absoluta de interés en hostilizar a los cristianos; por otra parte, que los hebreos eran los que constantemente estaban buscando medios para lanzar a los gobernantes del Imperio Romano contra los cristianos en intentos repetidos, aunque carentes de éxito; y por último, que como buenos paranoicos, los judíos, al fracasar en un intento malvado, acaban por pelearse unos contra otros con una furia de verdaderos locos. Aquí fue Sóstenes, el príncipe de la sinagoga, el infeliz objeto de esa rabia y furor hebreos. Y desde luego, no podemos dudar de la veracidad de estos hechos, ya que se trata de un pasaje literal del Nuevo Testamento.

   Es pues, muy explicable, que cuando esta jauría de lobos quedó desatada y además con plenos poderes al triunfar las revoluciones comunistas, haya realizado increíbles matanzas haciendo correr torrentes de sangre cristiana y gentil para terminar despedazándose, tanto en la Unión Soviética como en los estados satélites, unos a otros sin respetar nada, ni siquiera la dignidad rabínica, como en el caso del pobre Sóstenes, citado en el anterior pasaje bíblico. No cabe la menor duda que siguen siendo los mismos de siempre.

   El apóstol San Lucas, en los hechos de los Apóstoles nos narra otra de las persecuciones llevadas a cabo por los judíos contra San Pablo, y al pintarnos la manera de ser de los hebreos en esos tiempos, cualquiera diría que nos los está describiendo ahora. Nada parece haber cambiado en casi dos mil años. Cuenta que estando el santo de Jerusalén:

"27. ...los judíos que estaban allí del Asia, cuando le vieron en el Templo, alborotaron todo el pueblo, y le echaron mano, diciendo a gritos: 28. Varones de Israel, favor: éste es aquel hombre, que por todas partes enseña a todos contra el pueblo y contra la ley, y contra este lugar, y demás de esto ha introducido los gentiles con él por la ciudad a Trophimo de Epheso, creyeron que le había metido pablo en el templo. 30. Y se conmovió toda la ciudad, y concurrió el pueblo. Y trabando de pablo, le arrastraron fuera del templo: y luego fueron cerradas la puertas. 31. Y queriéndole matar, fue dado aviso al tribuno de la corte: Que toda Jerusalén estaba en alboroto. 32. El tomó luego soldados y centuriones, y corrió allá. Ellos, cuando vieron al tribuno y a los soldados, cesaron de herir a Pablo"(89)

   Este pasaje del Nuevo Testamento nos señala cómo los judíos acusaban a san Pablo de "enseñar a todos contra el pueblo", es decir, lo hacen aparecer calumniosamente como enemigo del pueblo, para ellos justificar su asesinato. Más de diecinueve siglos después, cuando los judíos en la Unión Soviética y países comunistas quieren matar a alguien, lo acusan de ser enemigo del pueblo y enemigo de las clases trabajadoras. Los métodos son los mismos; no han cambiado en cerca de dos mil años. Lo acusan calumniosamente de predicar contra el templo, igual que en los simulacros de procesos de los países comunistas acusan a las futuras víctimas de hacer labor subversiva contra la Unión Soviética o contra el estado proletario. Finalmente, acusan también a San Pablo de introducir gentiles al templo profanando ese santo lugar, ya que los judíos para tales fechas consideraban cerrado el templo para los gentiles, como ahora consideran cerrado el judaísmo para los hombres de otras razas. Si entonces admitían sólo a los prosélitos de la puerta, que nada más podían asistir al templo de puertas para afuera, dejándolos en organizaciones periféricas, comunidades de judaísmo espiritual, engañándolos sin introducirlos nunca en las verdaderas sinagogas y comunidades de la judería. También en esto, los métodos siguen siendo los mismos.

S   iguen narrando las Sagradas Escrituras que cuando el tribuno permitió a Pablo dirigir la palabra a los judíos amotinados, tratando con palabras serenas de suavizarlos, ocurrió que:

"22. Y le habían escuchado hasta esta palabra, mas levantaron entonces el grito, diciendo: Quita del mundo a un tal hombre: porque no es justo que él viva. 23. Y como ellos diesen alaridos, y echasen de sí sus ropas, y arrojasen polvo al aire"(90).

   Ya vemos aquí a los verdaderos energúmenos, que siglos después, en medio del terror judío comunista, despedazarán a sus infelices víctimas con todo lujo de crueldad.

   Esta narración del Nuevo Testamento continúa después diciendo que el tribuno romano quiso saber al día siguiente:

Capítulo XXII. "30. ...de cierto la causa que tenían los judíos para acusarle, le hizo desatar, y mandó que se juntasen los sacerdotes y todo el concilio, y sacando a Pablo, lo presentó delante de ellos. Capítulo XXIII. 6. Y sabiendo Pablo, que una parte era de los saduceos, y la otra de fariseos, de la esperanza y de la resurrección de los muertos soy yo juzgado. 7. Y cuando esto dijo, se movió una grande disensión entre los fariseos y los saduceos, y se dividió la multitud. 8. Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu: mas los fariseos confiesan lo uno y lo otro. 9. Hubo pues grande vocería. Y levantándose algunos de los fariseos altercaban diciendo: No hallamos mal ninguno en este hombre: ¿cuánto más, si le ha hablado espíritu, o ángel?" (91).

   Magnífica lección de cómo pueden utilizarse, en beneficio de la causa del Bien, las discordias internas de los bandos y sectas judaicas; cosa que puede hacerse con eficacia conociendo las intimidades secretas del judaísmo que permitan evitar el engaño de falsas pugnas, con frecuencia simuladas entre sí, para lograr fines políticos determinados.

   Después de la violenta pugna entre los citados dirigentes judíos, que obligó al tribuno romano a hacer intervenir a los soldados, sigue narrando el apóstol (capítulo XXIII):

"12. Y cuando fue de día, se coligaron algunos de los judíos, y se maldijeron, diciendo: Que no comerían ni beberían hasta que matasen a Pablo. 13. Y eran más de cuarenta hombres los que habían hecho esta conjuración: 14. Los cuales fueron a los príncipes de los sacerdotes y a los ancianos, y dijeron: Nosotros nos hemos obligado so pena de maldición a no gustar bocado, hasta que matemos a Pablo. 15. Pues ahora vosotros con el concilio significad al tribuno, que os lo saque fuera, como que queréis conocer con más certidumbre de su causa. Y nosotros estaremos esperando para matarle antes que llegue".

   La visión del tribuno, que conocía bien a los judíos, frustró sus planes criminales mandando a San Pablo escoltado por doscientos soldados al mando de dos centuriones, aclarando el versículo lo que hizo el tribuno romano:

"25. (Porque temió no se lo arrebatasen los judíos, y lo matasen, y después le calumniasen a él de haber recibido dinero:)" (92).

   Este ilustrativo pasaje del Nuevo Testamento pone en evidencia que los judíos farsantes, inventores de las huelgas de hambre, ya las ponían en práctica en tiempos de San Pablo, cuando juraron no comer ni beber hasta que lograran matarlo. Los Hechos de los Apóstoles no nos aclaran si después de salvado San Pablo por la previsión del tribuno romano, sostuvieron los judíos huelguistas su juramento hasta la muerte, pero el silencio que guarda al respecto el Apóstol, nos hace suponer que en esa, como en las huelgas de hambre de nuestros días, los comediantes hebreos al no lograr sus propósitos, encontraron el pretexto adecuado para suspender la huelga.

   Por otra parte, se ve que ya desde lejanísimas fechas, practicaban el sistema de asesinar a los presos al ser trasladados en el camino de una población a otra; y se observa que hasta los romanos tenían miedo a las calumnias de los judíos, a quienes sin duda conocían como maestros en este arte maléfico.

   Para dar a conocer las actividades siniestras del judaísmo y su manera de actuar, para nada se necesitan los famosos "Protocolos de los Sabios de Sión"; basta con las enseñanzas de la Sagrada Biblia y otros documentos fidedignos e indiscutibles, muchas veces procedentes de las más insospechadas fuentes hebreas.

   Después de conducido San Pablo ante el gobernador, siguen narrando los Hechos de los Apóstoles:

"2. Y los príncipes de los sacerdotes, y los principales de los judíos acudieron a él contra Pablo: y le rogaban. 3. Pidiendo favor contra él, para que le mandase venir a Jerusalén, poniéndole asechanzas para asesinarle en el camino. 4. Mas Festo les respondió, que estaba guardado Pablo en Cesarea: y que él cuanto antes partiría. 5. Y los principales (dijo) de vosotros vengan conmigo, y si hay algún delito en este hombre, acúsenle. 7. Y cuando fue llevado, le rodearon los judíos, que habían venido de Jerusalén, acusándole de muchos y graves delitos, que no podían probar. 8. Y Pablo se defendía, diciendo: En nada he pecado, ci contra la ley de los judíos, ni contra el templo, ni contra César" (93).

   Para comprender esta terrible tragedia, hay que tomar en cuenta que San pablo era un hombre virtuoso e iluminado por la gracia divina, en forma que le ha hecho digno de ser considerado como uno de los más grandes santos de la Cristiandad; pero a pesar de ello, los judíos, con su perfidia peculiar y su perseverancia paranoica, se ensañaron contra él en la forma descrita por los anteriores pasajes de la Sagrada Biblia, agravándose el problema porque no fueron sólo los judíos de Palestina sino los de las más diversas partes del mundo, los que demostraron sus instintos asesinos y malvados; y que no fueron sólo los de la secta de los fariseos sino también los saduceos, rivales de los anteriores. No fueron individuos aislados y sin representación los que destilaron tanta maldad sino los príncipes de los sacerdotes, los escribas, jerarcas y hombres más ilustres de Israel. Todos cortados con la misma tijera.

   Los pasajes del Nuevo Testamento, nos enseñan a conocer el peligro que significa para la humanidad el judaísmo moderno, cuya maldad traspasa los límites de todo lo que otras naciones pueden imaginar. Por ello los Papas y los concilios les llamaron repetidamente "judíos pérfidos"; haciendo figurar éste y otros elocuentes términos en la liturgia y ritos de la Santa Iglesia, que los israelitas quieren ver del todo eliminados para sumirnos a los católicos en mayor ignorancia todavía, acerca de la inmensa perversidad de nuestros milenarios enemigos y así podernos vencer más fácilmente, utilizando con mayor éxito sus engaños y sus acostumbrados golpes de sorpresa.

   Lo más significativo es que en la descripción de la perfidia de esta raza de víboras –como los llamó Cristo Nuestro Señor- coinciden perfectamente el Nuevo Testamento de la Sagrada Biblia con los escritos elaborados siglos después por los Padres de la Iglesia, con los conceptos contenidos en el Corán de Mahoma, con los cánones de diversos concilios de la Iglesia, con los procesos de la Santa Inquisición, con las opiniones de Martín Lutero y con las acusaciones que en distintos siglos, en los más diversos países, fueron lanzadas por conocedores del problema, católicos, protestantes, ortodoxos, rusos, mahometanos e incrédulos como Voltaire y Rosemberg, que sin haberse puesto de acuerdo, han coincidido en denunciar la perfidia y maldad extremas de los judíos a través de los últimos dos mil años. Esto demuestra que por desgracia esa maldad y perfidia, peligrosísimas para los demás pueblos, corresponden a una realidad comprobada e incontrovertible.

   San Matías apóstol propagó largamente la palabra de Dios, primero en Macedonia y después en Judea, convirtiendo a muchos a la fe de Jesucristo con su predicación y prodigios. Se dice que no pudiendo los judíos sufrir esto, le echaron mano, le apedrearon hasta el punto de dejarlo poco menos que muerto y por último fue degollado (94)  

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NOTAS

  • [77] Biblia, Hechos de los Apóstoles, Cap. VI, Vers. 7-15; Cap. VII, Vers. 54-59.         
  • [78] Biblia, Hechos de los Apóstoles, Cap. XII, Vers. 1, 2, 3.
  • [79] Biblia, Hechos de los Apóstoles, Cap. VIII, Vers. 1, 2, 3; Cap. XXVI, Vers. 10, 11; Cap. XXII, Vers. 4, 5.
  • [80] Biblia, Epístola de San Pablo a los Gálatas, Cap. I, Vers. 13.
  • [81] Biblia, Epístola I de San Pablo a los Tesalonicenses, Cap. II, Vers. 14, 15.
  • [82] Biblia, Hechos de los Apóstoles, Cap. III; Cap. IV, Vers. 1, 2, 3.
  • [83] Biblia, Hechos de los Apóstoles, Cap. V, Vers. 17, 18.
  • [84] Biblia, Hechos de los Apóstoles, Cap. IX, Vers. 22, 23.
  • [85] Biblia, Hechos de los Apóstoles, Cap. XIII, Vers. 44-50.
  • [86] Biblia, Hechos de los Apóstoles, Cap. XIV, Vers. 1-6, 18.
  • [87] Biblia, Hechos de los Apóstoles, Cap. XVII, Vers. 1, 5-9.
  • [88] Biblia, Hechos de los Apóstoles, Cap. XVII, Vers. 12-17.
  • [89] Biblia, Hechos de los Apóstoles, Cap. XXI, Vers. 27-32.
  • [90] Biblia, Hechos de los Apóstoles, Cap. XXI, Vers. 35-40; Cap. XXII, Vers. 19-23.
  • [91] Biblia, Hechos de los Apóstoles, Cap. XXII, Vers. 30; Cap. XXIII, Vers. 1-9.
  • [92] Biblia, Hechos de los Apóstoles, Cap. XXIII, Vers. 12-15.
  • [93] Biblia, Hechos de los Apóstoles, Cap. XXV, Vers. 2-5, 7, 8.
  • [94] San Jerónimo en el Catálogo citado en las tablas cronológicas de Adricomio (compendiadas por la Biblia Scio, edición citada, Tomo V, p. 670, columna 2). Esta misma fuente cita otra versión distinta sobre la muerte de este apóstol (San Matías), en la cual se señala Egipto o Etiopía como el lugar de su fallecimiento. Sin embargo, dada la persecución desatada por los judíos contra los cristianos en todo el mundo, la primera versión nos parece muy factible; además, la fuente que señalamos, la cita en primer término.